Lana caprina: Epístola de un licántropo (Lana caprina: Epistola di un licantropo) es una de las novelas más extraordinarias del escritor y amante italiano Giacomo Casanova, publicada 1773.
La literatura está llena de paradojas. A menudo se las resuelve con una mirada amplia sobre el período en el que una obra
fue compuesta, pero en ocasiones nada nos predispone a asimilar que
determinados matices narrativos y conceptuales puedan caer en ciertas
personalidades, a priori, inimaginables en el rol que les toca jugar.
Tal es el caso de Casanova y su Epístola de un licántropo, obra que en manos de cualquier feminista
sería alabada hasta rozar el hastío académico más profundo, pero que,
sin embargo, a causa de su autor, ha sido relegado al olvido como una
mera curiosidad bibliográfica.
Pues bien, Giacomo Casanova, el seductor
más canalla y genial, el amante consumado, el cretino, el hombre
condenado -como Edipo- a enloquecer tras enamorar a una de sus tantas
hijas ilegítimas, fue quien defendió los derechos de la mujer con mayor elegancia y astucia en una época en que estas cualidades difícilmente eran vertidas en un tema como este.
Corría el año 1771. Casanova, envuelto en otra de sus intrigas amorosas, decide crear un objeto completamente nuevo, una obra impensada, inimaginable en un caballero con sus inclinaciones. Epístola de un licántropo comienza con una discusión bestial: dos profesores universitarios divagan sobre la fisiología femenina,
intentando probar que la escasa capacidad de razonamiento de la mujer
tiene relación directa con los humores que hierven en su útero.
Acto seguido, Casanova se descubre a sí mismo como un defensor de la mujer, y más aún, como un abogado por los derechos femeninos.
Epístola de un licántropo comienza a burlarse de las teorías y confusiones en torno a la mujer, y la defiende con un razonamiento que no permite la refutación más ínfima: la mujer no sólo es igual al hombre, sino que en algunos aspectos es superior.
Para fundamentar su hipótesis, Casanova
destroza los argumentos de quienes menoscaban a la mujer aludiendo
deficiencias orgánicas, sometiendo su autonomía psicológica y emocional a
las variables tendenciosas de un mecanismo fisiológico sombrío, y acaso
infernal.
De este modo, Casanova se convierte en el feminista más lúcido de su tiempo, sin dejar de lado su faceta de cretino, seductor fraudulento y vendedor de promesas irrealizables. La Epístola de un licántropo es su legado, y tal vez su redención.
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