que al demonio la lluvia que se agita
con una maldición de agua bendita
lanzada por un monje, un ermitaño.
Quiero ser el pastor de tu rebaño
el que mete en redil o decapita
la oveja descarriada que te habita,
hacerte estremecer con mi regaño.
Y si en vano me apresto a los rituales
que el cuerpo purifica, si el conjuro
que lanzo sobre ti no espanta males
y siento que te pierdo, que lo impuro
te tienta con diabólicas señales,
me lanzo por amor al lado oscuro.
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