Con el tiempo, los berserker acabarían convirtiéndose en guerreros
feroces ansiosos de sangre capaces de llevar a cabo todo tipo de
crímenes y desmanes, pero en un principio fueron castas de guerreros
magos consagrados a Odín, cuyo nombre procede de un vocablo, ódr, que
viene a significar furia, éxtasis, sabiduría mágica e inspirada.
Los
rasgos chamánicos de Odín son muy intensos. Entre sus poderes se haya
el cambiar de forma y viajar por todos los mundos. Sus compañeros, o
quizá deberíamos decir sus espíritus ayudantes, son dos cuervos y dos
lobos, Gere y Freke, literalmente “glotón” y “voraz”. En el mito
odínico, se mezclan la guerra, la caza y el poder chamánico, sobre todo
en la figura de la “Cacería salvaje”, una imagen nórdica de la tormenta
como una tremenda y estruendosa partida de caza contra las fuerzas del
mal encabezada por Odín, montado sobre Sleipnir, su caballo de ocho
patas, y seguido por las doncellas guerreras, las valkyrjur; los muertos
caídos en combate, los einherjar; y una multitud de lobos y seres
sobrenaturales.
Todavía en una fecha tan tardía como 1691, en la
Europa del nordeste quedaban restos de los antiguos cultos y creencias
en hombres-lobo asociados a los poderes odínicos de la luz. Se detectan
incluso sociedades secretas de hombres-lobo dedicados a combatir brujas y
demonios. Así se desprende de las declaraciones del anciano Thiess, un
hombre-lobo lituano, efectuadas durante el juicio celebrado contra él en
Jürgensburg en 1691. Thiess confesó que él y sus compañeros, se
transformaban en lobos tres noches al año para combatir al diablo hasta
“el fin del mar”, es decir, el infierno. Según él, su nariz rota se
debía a un golpe recibido en un combate que, en una de esas ocasiones en
las que perseguían a los agentes del infierno, había tenido con cierto
mago negro llamado Skeistan.
Según el anciano, cuando los
hombres-lobo mueren van al cielo, y si no fuera por su intervención, el
diablo asolaría la tierra, ganados y cosechas, explicó Thiess, quien
afirmaba que tanto los hombres lituanos como los alemanes y rusos
odiaban al diablo y se consideraban los “perros de Dios”. Su
convencimiento de que el oficio de su sociedad era completamente
benéfico para la humanidad era tal que cuando los inquisidores
intentaron convencerles de que todos los hombres-lobo habían hecho un
pacto con el diablo, el anciano les contradijo enérgicamente y llegó a
afirmar que sus acciones eran de mayor provecho que las del sacerdote.
Testimonio
parecido dio un joven en Riga, quien afirmaba que en su condición de
lobo había combatido contra brujas. Algunas personas sabían cuál era su
condición. En una fiesta, el joven se desmayó. Al día siguiente, a
quienes le habían reconocido como hombre-lobo, les relató que había
caído en trance y estuvo combatiendo durante el mismo con una bruja
presente en la celebración.
LA LEYENDA DE LOS BERSERKER
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