El concepto de los universos o mundos
paralelos superimpuestos sobre el nuestro no es nada nuevo, pero
generalmente se lo ha relegado al mundo de lo fantástico, como el mundo
estrafalario al otro lado del espejo en Alicia y el país de las maravillas, y el reino de Narnia al fondo del ropero en El león, la bruja y el ropero
de C.S. Lewis, amén de los numerosos reinos de acción y aventura en
mundos paralelos que figuran tanto en la ciencia-ficción como en la
fantasía heroica. Desde la perspectiva literaria, la creación de un
mundo paralelo permite que el autor explore posibilidades o ucronías que
no pueden darse en nuestra realidad lineal. Por consiguiente tenemos
obras artísticas en las que los protagonistas se topan con sus "dobles",
mundos en los que el resultado de una guerra fue totalmente distinto
al de la realidad de los protagonistas, o niveles de existencia
totalmente ajenos al nuestro, que van desde celestiales hasta
infernales. Estos autores de narrativas de ficción tal vez
quedarían sorprendidos, o hasta consternados, si supieran que la
realidad de lo paranormal ofrece historias no menos extrañas que el
fruto de su imaginación. Continentes perdidos de la mano de Dios En el siglo V a.C., el filósofo griego Anaxágoras
expresó la creencia de que "otros hombres y otras especies vivientes"
ocupaban una especie de antitierra que recibía la luz de su propio sol y
luna, y cuyos habitantes "al igual que nosotros mismos, poseen
ciudades y fabrican objetos ingeniosos". El filósofo ubicó su
antitierra en la carátula opuesta de su universo chato y discoidal. Los
fragmentos que sobreviven de su tratado Sobre la Naturaleza
no cuentan si Anaxágoras pensaba que podía haber contacto entre los
seres inteligentes de ambos mundos, pero a miles de kilómetros de la
cuenca mediterránea, otro grupo de pensadores habían desarrollado una
cosmología parecida y la habían integrado a su religión. Los Puranas, un resumen de la mitología, filosofía y ritos del hinduismo, nos hablan de los dvipas como parte de sus creencias cosmológicas. Estos niveles de existencia consisten de siete continentes, a saber: Jambu, Plaksha, Shalmali, Kusha, Krauncha, Shaka y Pushkara, con sus respectivos mares, montañas y habitantes.Resulta
difícil, sin embargo, separar lo claramente metafórico, como los mares
de "zumo de caña y mantequilla licuada" que rodean algunas de estas
tierras metafísicas de aquellas que están basadas más sólidamente en la
realidad. Algunas de las provincias en las que está subdividida el dwipa
de Jambu, por ejemplo, parecen corresponder con el subcontinente indio,
cercado por las montañas Himadri (Himalayas) al norte y el Gran Mar
Salado (el Índico) al sur. Más allá de estos confines, los demás parecen
fundirse con la irrealidad que hemos asociado en la mitología
occidental con Lyonnesse, Tír na nÓg, la isla de Avalon y la isla de San
Brandán. El concepto de los dwipas fue dado a conocer en
occidente a fines del siglo XIX por los trabajos de la Sociedad
Teosófica, alimentado por el interés general en lo asiático y oriental
que caracterizó dicha fase de la historia. "La opinión de muchos hoy en
día," declara Charles Johnson, F.T.S., en el ejemplar de abril de 1889
del boletín teosófico The Path, "es que los mitos casi
grotescos y las descripciones geográficas y astronómicas contenidas en
los escritos religiosos...son en efecto alegorías deliberadamente
construidas por los sabios de la antigüedad que deseaban ocultar...las
verdades sagradas que tan sólo podían darse a conocer en los recintos de
sus templos". En la década de los '60, el escritor y científico
francés Jacques Bergier se interesó por los mundos metafísicos del
hinduismo, creyendo que podía haber algo de cierto en ellos según los
principios de la matemática moderna. Bergier apuntó que las "superficies
de Riemman" están compuestas por cierto número de capas que no están
encima de la otra y ni siquiera lado a lado de las otras - las capas
sencillamente coexisten. Es casi seguro que Bergier simplificaba el
asunto para los lectores inexpertos, pero la conclusión matemática era
que el espacio es mucho más complejo de lo que aparenta "Si
la tierra es una de estas superficies," escribe Bergier, "por
fantástico que pueda parecer, resulta posible que existan regiones
desconocidas que son por lo general inaccesibles y que no aparezcan en
ningún mapamundi o globo terráqueo. No sospechamos de su existencia, al
igual que no sospechamos la existencia de los microbios, o de la
radiación invisible del espectro, antes de haberlas descubierto". (Viseé
pour autre terre, Albin Michel, 1974). ¿Acaso encontró el
iconoclasta Bergier la manera de justificar las creencias de tanto
Anaxágoras como los escribas hindúes que redactaron los Puranas?
¿Existen, de veras, "espacios dentro de nuestro espacio" que se
desarrollaron independientemente del nuestro, tal vez accesibles sólo
por lo que conocemos como puertas dimensionales, arrugas en el
espacio-tiempo, y otras descripciones? Por inverosímil que pueda
parecer semejante posibilidad, explicaría las creencias ampliamente
difundidas en el folclore mundial sobre lugares en que se puede entrar
pero no salir jamás, o que pueden visitarse en ciertas épocas del año o
cada cuantos años. Las ciudades fantasmales visibles desde el glaciar
de Muir en Alaska, explicadas como efectos ópticos, ¿serán espejismos
no de ciudades de nuestro mundo, sino de urbes cuyos habitantes
"fabrican cosas ingeniosas", como dijo Anaxágoras hace siglos?Personas de NINGUNA PARTEEl hombre que vino de Tuared y el forastero de Sakria Pero
no dejemos que Bergier se vaya todavía... En 1954, a raíz de
disturbios civiles de gran violencia en el Japón, las autoridades
niponas opinaron que los motines estaban siendo instigados por
agitadores extranjeros y se dieron a la labor de escudriñar los
pasaportes de los visitantes de otros países para detectar
irregularidades, tales como señas de falsificación por grupos
terroristas o antigubernamentales. Bergier nos informa que los oficiales
se toparon con un huésped de cierto hotel en Tokio cuyos papeles
parecían estar en buen orden, pero con un pequeño problema: el gobierno
que emitió el pasaporte no existía. El documento no presentaba señales
de falsificación. La fotografía del portador era claramente visible y
las huellas dactilares eran idénticas. Sin embargo, los funcionarios
japoneses no podían encontrar ninguna "República de Tuared"
en sus mapas, a pesar de las protestas del extranjero, que insistía
que su país ocupaba la mayor parte del desierto del Sahara,
extendiéndose desde Mauritania en el oeste hasta el Sudán en el este.
Era cierto, sin embargo, que el hombre había venido al Japón con una
misión poco edificante: comprar armas para ayudar a emancipar los
países árabes de la opresión occidental. Según Bergier, el tuarediano
anónimo convocó una rueda de prensa para exponer sus razones, y la
prensa trató en vano de localizar su país a pesar de haber solicitado
la ayuda de las Naciones Unidas de la Liga Árabe. El hombre que vino de
Tuared fue internado en un psiquiátrico japonés, donde es de suponer
que permanece hasta nuestros días - un extraño en tierras extrañas.
Está claro que todo el evento pudo haber sido un fraude - un esfuerzo
por nacionalistas magrebíes interesados en establecer su propio país y
embaucar a los agentes de aduana. Ciertamente, una situación parecida
pudo haber sucedido hace sólo unos cuantos años, cuando el Partido
Independista Puertorriqueño emitió sus propios pasaportes como la
"República de Puerto Rico" para aquellos que deseaban renunciar a su
ciudadanía estadounidense. Según portavoces de dicho partido político,
los pasaportes emitidos por la república inexistente fueron aceptados
por agentes de aduana en varios países del mundo. Aún así, ¿podemos
afirmar que un fenómeno extraño pudo haber depositado en nuestro mundo a
un ciudadano oriundo de un importante país africano en otro dwipa?
Algo parecido había sucedido un siglo antes y a miles de kilómetros del
Japón. En 1850, se descubrió a un hombre dando tumbos por las
adoquinadas calles del pueblo alemán de Frankfurt-an-der-Order. Cuando
las autoridades le echaron mano para interrogarlo, declaró llamarse
Josef Vorin, "ciudadano de Laxaria en el país de Sakria".
Los oficiales alemanes se volvieron locos tratando de hallar estos
lugares sin ningún resultado. Se desconoce cuál fue la suerte de Vorin.Muerto y Nunca IdentificadoEn
1975 fue hallado muerto un hombre que vestía un traje a rayas muy bien
planchado. Aparentemente había caído del paso elevado de West Botley,
cerca de Oxford (Inglaterra). A las prendas se les había quitado las
etiquetas de fábrica y el cadáver no tenía nada que permitiera
identificarle.El hombre llevaba cinco pañuelos, todos ellos marcados con
la inicial "M", y una tira que contenía quince tabletas de un fármaco nuevo denominado Vivalán. El
medicamento era tan nuevo que pocos médicos sabían de su existencia, y
los que lo conocían lo habían recetado sólo a mujeres, ninguna de las
cuales conocía a "M". La identidad del hombre sigue siendo un misterio.
Parece ser que "M" había surgido del aire y caído verticalmente, encontrando así la muerte.En pos de Qaumaneq (una conspiración decimonónica) A
comienzos del s.XIX, los mares del extremo norte representaban no sólo
las aguas mas frías del mundo, sino también un paraíso para los buques
balleneros ingleses y norteamericanos, así como para los exploradores
de la región ártica. Estos intrépidos exploradores, muchas veces
afiliados con las "reales sociedades" de exploración de un país u otro,
pasaban años enteros en las regiones circumpolares realizando una
variedad de estudios científicos. Quizá ninguno de estos empeños haya
recibido tanta atención como la búsqueda del "pasadizo noroeste" o
Northwest Passage -- el brazo de mar que uniría el Atlántico con el
Pacífico. Leer sobre las intrépidas expediciones de los Ross (tío y
sobrino), Mackenzie y Franklin es como internarse en una novela de
Julio Verne: enormes veleros con cascos guarecidos contra la presión de
los hielos polares, cargados de instrumentos científicos y toda clase
de impedimenta, tripulados por oficiales de la marina británica
vistiendo uniformes impecables a pesar del gélido entorno que los
rodeaba. Basta con ver un mapa de las zonas árticas de Canadá para
conocer sus nombres y los nombres de los monarcas a cuyo servicio
estaban. Pero detrás de la imagen romántica existían condiciones de
vida cruentas, enfermedad y muerte en uno de los lugares más inhóspitos
del mundo. Y según la opinión de algunos, muerte a manos de criaturas
provenientes de algún lugar más allá del conocimiento humano. Esta
conspiración decimonónica -hábilmente orquestada por el "consejo
ártico" del Almirantazgo inglés- comenzó con la fallida expedición de
Sir John Franklin en pos del pasadizo noroeste en 1847. Franklin, al
mando de los buques Terror y Erebus, tenía órdenes de pasar tres
inviernos en el la zona ártica para realizar su objetivo. Se trataba de
una de las expediciones polares más ambiciosas armadas por el gobierno
inglés (129 tripulantes, entre marineros y oficiales).Cuando
no volvió a saberse de Franklin, el Almirantazgo envió varios buques
de socorro cuyos capitanes barrieron las islas del norte sin resultados
positivos. La información recibida de los Inuit (esquimales) resultaba
curiosa y confusa: algunos relatos mencionaban una contienda armada
entre los kaploonas (hombres blancos) y una tribu de seres
violentos. Otros Inuit señalaban que había un buque hundido en una de
las bahías de las islas polares - buque que había sido abordado por
nativos curiosos y en donde hicieron un descubrimiento espeluznante:
señas de un combate feroz y el cadáver de un "gigante con colmillos
largos" cuyo gran peso requirió el esfuerzo de cinco esquimales para moverlo. Estos
datos confusos no fueron del agrado de las autoridades en Londres. Se
lanzaron expediciones militares y privadas -algunas de ellas costeadas
por la desesperada Lady Franklin, convencida de que su esposo y
tripulación seguían con vida- a investigar distintas regiones árticas
pero no la región donde más probablemente encontrarían los restos de
última expedición de Franklin. Se utilizaron buques mal equipados,
capitanes poco experimentados en dichas regiones, y se hizo caso omiso
de la información proporcionada por los nativos. Era como si los
miembros del "consejo ártico" estuviesen empeñados en ocultar la
verdadera misión de la expedición Franklin, a pesar de la presión
ejercida por los periódicos británicos de la época y de autores como
Charles Dickens. Casi un lustro después de que la expedición Franklin
franqueara la bahía de Baffin para entrar a la historia del misterio,
se descubrieron cadáveres de los miembros de la expedición (cadáveres
que habían sido mutilados de forma extraña, algunos de ellos con las
manos cortadas, el corazón extraído, y agujeros en el cráneo por donde
se había substraído el cerebro). Los restos de los tripulantes fueron
exhumados nuevamente en la década de los '80 por científicos que
detectaron señales de canibalismo en los huesos. El canibalismo entre
exploradores extraviados no resulta sorprendente, pero ¿hay algo más?
Algunos tripulantes de los buques perdidos fueron vistos por los
esquimales, presentando barrigas hinchadas y labios y lenguas
ennegrecidas. Los investigadores que han abordado la desaparición de
Franklin han dicho que los pocos sobrevivientes tenían los labios negros por la sangre coagulada de sus festines caníbales, pero el autor Jeffrey Blair Latta opina lo contrario: los vientres hinchados y labios negros son señas inequívocas de la exposición a fuentes radiactivas intensas. ¿Radiación?
¿En el siglo XIX? ¿En las zonas polares? Los testimonios Inuit apuntan
hacia la existencia de unos seres gigantescos y colmilludos cuya
imagen está plasmada en el arte esquimal. Las mismas creencias también
indican la existencia de la "luz chamánica", no necesariamente una
fuente de iluminación, sino el lugar en el que se internan los
chamanes en busca de información, una dimensión totalmente aparte de
las nieves que predominan en la zona y conocida como Omanek (anglización del original Qaumaneq).Los
datos recabados por los europeos indican que los buques de Franklin
"pasaron de nuestra tierra a Omanek". Según dice el autor Barry López en
su libro Arctic Dreams, "resulta innegable la existencia de
un paisaje mucho más vasto en la región ártica que la que nos dice la
ciencia y que aparece en los mapas del U.S. Geological Survey. Se trata
del país hacia el cual los chamanes hacían brillar su luz chamánica o qaumaneq".
Es de suponer que el paso a este mundo desconocido involucraría el
peligro de quedar expuesto a radiaciones desconocidas. Curiosamente, los
mensajes enterrados en cápsulas de metal por algunos de los oficiales
que sobrevivieron la misión dicen: "Todo bien" -¿señal de una misión
realizada exitosamente, a pesar de la pérdida de vida? Cabe suponer que
el Almirantazgo no estaba tan interesado en localizar el pasadizo
noroeste como dar con este mundo secreto, y que las vidas de Franklin y
sus hombres, así como las diversas expediciones de socorro, se
perdieron por este motivo. Resulta curioso que la curiosidad inglesa
por la zona polar se remonta al siglo XVI, cuando el mago John Dee -
adscrito a la corte de la reina Isabel, cuyos informes iban firmados
"007"(informaba a su monarca de la necesidad imperiosa de conquistar
Groenlandia y su zona circundante, ya que ahí se podía encontrar el
secreto de "la entrada a otros mundos". Las primeras
expediciones a la región fueron las de Martin Frobisher y Henry Hudson
en los siglos XVI y XVII. ¿Habrá sido necesario aguardar tres siglos
para tener éxito? Sin embargo, permanece la interrogante de las
extrañas muertes de los marineros y los seres que, según la tradición
esquimal, "invernaban" en la isla del Rey Guillermo. Los seres
colmilludos conocidos como Tunnit o Toonijuk parecen corresponder, por sus señas, a las criaturas peludas conocidas como "Bigfoot" o "Yeti",
y que representaron un verdadero obstáculo para la colonización
amerindia de esas inhóspitas regiones. El zoólogo Ivan T. Sanderson
agrega que los Toonijuk "eran considerados como torpes por los
esquimales, aunque con una fuerza física temible que les permitía
cargar una foca adulta a cuestas sin ningún problema". La torpeza de
los gigantes polares, combinada con su temor a los perros esquimales,
fue clave para la victoria de los inuit. Los Tunnit o Toonijuk desaparecieron de las regiones polares para irse "a un lugar inaccesible". ¿Sería Qaumaneq?Pero
hasta el día de hoy, las mismas tradiciones señalan que se produjo "un
año de horrores" que coincidió con la muerte de los expedicionarios
kaploonas y la deserción de la isla del Rey Guillermo por los
esquimales. Aun resulta posible visitar las aldeas de iglúes que fueron
desalojadas precipitadamente hace más de siglo y medio. Jamás se
conocerá a ciencia cierta la suerte de la expedición de Franklin a
menos que se haga un intento por investigar el buque supuestamente
hundido en las aguas del estrecho de Barrow, donde será posible hallar el cadáver del "gigante colmilludo" descubierto por los inuit. Pero existe un detalle final curiosísimo: la extraordinaria saga sobrenatural del Resolute,
embarcación que formó parte de una de las múltiples misiones de
rescate. Presa de los hielos, sus tripulantes abandonaron su nave en
medio del laberinto de islas congeladas del norte de Canadá. Mayúscula
sería la sorpresa, un año más tarde, de encontrar al Resolute navegando
solo en las aguas de la bahía de Baffin, con su velamen cubierto de
hielo y las escotillas fuertemente selladas, como si un navegante
fantasma lo hubiera sacado de entre las nieves. Rescatado por un
ballenero estadounidense, el barco fue trasladado a Connecticut,
restaurado, y devuelto a Inglaterra como un regalo de la Unión Americana
al Reino Unido. El Almirantazgo tomó posesión del Resolute enseguida y
no vaciló en desguasar el bajel, ante la consternación del embajador
estadounidense y la opinión pública inglesa. ¿Qué secreto
portaba el barco fantasma que inspiró una decisión tajante de parte de
la alta jerarquía de la flota inglesa? Otro misterio de los muchos que
caracterizan las regiones frías de nuestro mundo.Vendrán caras extrañas Estos
ciudadanos de otras partes, como el hombre de Tuared, pueden no tener
idea alguna de que se han internado en una realidad distinta hasta
sentir el terror sutil de encontrarse en circunstancias desconocidas.
Por otra parte, existe la posibilidad de que algunos vengan a nuestro
mundo a propósito. Corría el año 1293 cuando un hombre
extraño, que no hablaba ninguna lengua conocida, se materializó de la
nada durante la boda del rey Alejandro de Escocia. Su aparición fue
considerada como un prodigio y la suerte del individuo no figuró en los
libros de historia. Un sujeto más tenebroso se manifestó en el año
1125 y supuestamente fue visto por miles de personas, siendo
supuestamente capaz de escupir bolas de fuego lo suficientemente
poderosas como para incendiar árboles.En fechas más recientes, Richard Popkin, autor del libro The Second Oswald, menciona la irrupción de un sujeto que era el doble idéntico de Lee Harvey Oswald,
el asesino del presidente John F. Kennedy, en un campo de tiro
público. El individuo disparó un arma totalmente desconocida que
lanzaba bolas de fuego (un parecido que no deja de ser curioso). El
investigador de temas paranormales Brad Steiger tuvo la oportunidad de
mantener un intercambio epistolar con un individuo supuestamente capaz
de internarse a voluntad en estos otros niveles de existencia. Al
Kiessig, natural de Missouri (EUA) escribió detalladamente sobre sus
experiencias con los portales dimensionales o "puntos de acceso" a otras
realidades. Kiessig informó a Steiger que uno de nuestros
"universos vecinos" es un entorno insonoro que carece de viento o de
sol, aunque su cielo dispone de suficiente luz como para sugerir la
existencia de semejante astro, y que él mismo pudo internarse en dicho
mundo mientras que paseaba a su perro en Arkansas en diciembre de 1965.
Este mundo silencioso parecía imitar al nuestro, copiando hasta los
detalles de las casas de madera descubiertas por Kiessig en su paseo.
Pero el silencio, la ausencia de vida animal y de seres humanos
infundían pavor. También parece haber una diferencia de tiempo
considerable entre ambas dimensiones. El corresponsal de Steiger pasó a
mencionar una región sin nombre en las montañas Ozark desde la cual
podía ver otra dimensión con claridad, y ver la manera en que sus
habitantes entraban a la nuestra. Kiessig afirmó su creencia que esta
otra dimensión paralela representaba "el infierno terrenal donde
Jesucristo predicó por tres días antes de ascender al cielo". Según
Kiessig, otras puertas dimensionales conducen "a una tierra sin vida.
Otras te llevan al pasado, y otras te conducen al futuro de este mundo".
¿Era Kiessig poco más que un mentiroso que se burlaba a costas de
Steiger? ¿Un lunático? ¿O poseía, de verdad, el don de entrar y salir
de los dvipas?Eso es todo por hoy, intenten leer
y dejar algún comentario o punto que el tema es bastante interesante
(por lo menos para mí) y puntos, porque tengo muy-pocos de ellos...
Por cierto sabias que en las montañas de la locura, fue tomado por Lovecraft de incidentes varios reales y reportes, que siempre se dan, pues son los polos tierras peligrosas...Incluso recuerdo un aparato llamado el terror, creo existe un libro, me da igual...los polos mis niños, el secreto esta en los polos, y la puerta que en ellos esta...Claro que no muchos viajan y muy seguido pero creanme los portales estan en todos lados, incluso en los angulos ;) si saben a que me refiero verdad? angulos...todo es tan simple
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