Una armónica resonaba,
Sin juegos de palabras tomo la cosa,
Aspiraba pues, y con razón,
Que el ruiseñor desentonaba.
- ¡ Oh! Las malas cancioncillas
¡ Que las de esta ave triste!
No tiene este sello por muy bello,
Estas notas tan claras, tan nítidas,
Este acento cristalino del que puedo jactarme.
Nos dormíamos a escucharlo.
La noche comenzaba a difundir
Su calma y sus perfumes; entonces con una voz tierna
Una ave preludió, luego se echó a cantar.
Era una canción dulce, ingenua y pura
Así como el alma de la naturaleza;
Las lágrimas venían con los ojos, el corazón fue encantado:
Todo se fundaba en melodías;
Las almas más enfriadas
Se acordaban de haber gustado.
La armónica tocaba siempre con cólera,
Pero un buen viejo lo impuso silencio
Diciéndole: - máquina en bécarre y bemol,
Haces el ruido sin comprender nada;
El ruiseñor podría oírte,
Pero tú jamás oirás al ruiseñor.
Los sordos pueden negar tu divina armonía;
Lamartine, tú por pudor,
Respeta Fontaine y su genio tierno:
Harás no fiarte de tu corazón.
Tomado de FABULAS Y SIMBOLOS ELIPHAS LEVI
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