Os digo, en primer lugar:
¡No bebáis su sangre! Pero vigiladlos,
Pues
son seres hermosos En su estado salvaje,
Son seres encantadores En su
propio misterio,
Son seres mortales En sus pericias de guerra.
Tan sólo
ellos de entre Las criaturas de la noche Me acompañaron en la tierra,
Me
dieron de beber Cuando estaba sediento Y aún podía respirar.
Como a Mí,
los expulsaron,
Como mis Chiquillos, No tienen hogar,
Como los Hijos de
mis Hijos, Vagabundean,
Como mi Padre y mi Madre,
Ellos saben
demasiado,
Pero se guardan sus consejos,
Y, de ellos, os digo: Hacedme
caso: ¡guardad silencio! No digáis nada. Observad, y aprended.
(N. de T.: ¿No estamos hablando de la Crónica de las Sombras?), fue éste
en particular el que fue el más elusivo, quizás porque posee grandes
verdades sobre los Sidhe.
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