Ciudad de Damasco, año 738 d.C.
El sol comenzaba a salir desde lo más profundo del horizonte del desierto creando
para cualquiera que osase mirar a lo lejos de la ciudad una bella y sobrecogedora
imagen de un cielo donde los colores violetas y rojos anaranjados se mezclaban en una
perfecta sintonía y en el cual podía distinguirse la fina línea que separa cielo y tierra
como si de un filo hilo transparente de tejer se tratase.
Era un vasto lugar dominado por lo que recuerda al paisaje lunar con unas
elevadas montañas de piedra arenisca que se mezclan en una sintonía de colores con
arenas rosadas que cambian a un color más oscuro cuando llega el atardecer y casi
parecen negras cuando la noche hace su entrada.
Tiempo atrás se habían quedado las horas oscuras donde las sombras reinaban por
todos los lugares y que en aquella pasada noche había sido alumbrada por un plenilunio
donde se podía ver con total claridad y nitidez la cara de la luna. Aquellos ojos estelares
que veían todo lo que ocurría y observaban con atención los movimientos de los
ciudadanos.
Más allá de la ciudad, según contaban los ancianos a sus descendientes, se
encontraba un mundo peligroso dominado por horrores innombrables que esperaban
ocultos bajo las arenas del interminable desierto que jóvenes incautos e inconscientes
aventureros entrasen en su territorio donde no tendrían escapatoria y serían el alimento
de las peores alimañas que la tierra conoció jamás.
Estos sabían que la noche en la ciudad no traía más que problemas y tragedias
horribles como les habían contado sus antepasados en el interior de sus hogares bajo el
calor de una hoguera en donde la imagen del fuego creaba un ambiente aterrador y
místico
Los Yinn, como llamaban los ancianos a estas criaturas salidas del mismísimo
infierno, habían sido creados del fuego ardiente y poseían los más increíbles poderes
para engatusar y arrastrar a los incautos a su perdición.
Uno de sus ataques más terribles y eficaces era la posesión, en el cual se
adentraban hasta el alma de la persona y le hacían cometer los actos más terribles.
Existían además historias de magos que invocaban a estos seres para su propio
beneficio y que hacían con ellos un pacto demoníaco en el cual ellos ofrecían su alma
tras su muerte y los demonios a cambio le ofrecían poder ilimitado, conocimientos más
allá de la razón misma y que se adentraban en terrenos de la necromancía, la magia
negra y los saberes ocultos de los infiernos.
Se decía que aquel que tuviese contacto con estos seres comenzaría a escuchar el
suave sonido que hacen los grillos por la noche y que poco a poco iría aumentando para
convertirse en susurros de voces infernales y demoníacas que trasmitirían sus
conocimientos al que les hubiese invocado.
Eran tiempos de oscuridad y superstición donde la razón y la lógica no se usaban
para explicar aquellos fenómenos pero cierto era que poca explicación tendría que
alguien comenzase a escuchar de repente voces de otros mundos en el interior de su
mente y que sólo se les podría tratar de majnun o inspirados por los Yinn, las criaturas
del fuego de los infiernos que para muchos era sinónimo de loco. El proceso por el cual
tenía que pasar una persona normal hasta ese estado fuera del tiempo y el espacio era
logrado sólo por unos pocos elegidos a los que se les había dado desde su nacimiento el
don de la hipersensibilidad para algunos seres imperceptibles al ojo de una persona
normal y corriente que sólo intuían en ellos corrientes de aire repentinas como cuando
sientes un frió helador en la nuca procedente de ninguna parte.
Pero la noche ya había acabado por el momento y la luz del día volvía a reinar
entre las sombras haciendo que los moradores, otro de los nombres que se les daba a las
criaturas de la noche tuviesen que buscar cobijo entre las sombras más oscuras o
adentrarse en las cuevas ocultas entre las arenas del desierto en espera de que la noche
volviese al mundo y regresase su gobierno en la tierra.
Los ciudadanos de Damasco se atrevían en aquellos instantes a salir de sus
hogares para prepararse en el día que les estaba esperando.
Las puertas de la ciudad se abrieron y comenzaron a entrar los mercaderes que
traían en sus carros llevados por mulas o camellos los alimentos y objetos que se
vendían el gran bazar del centro de la ciudad.
Aquel era el sitio de reunión de casi todos los ciudadanos que hablaban y se
contaban historias mientras veían una por una las mercancías traídas desde lejanas
tierras por los comerciantes. Desde alimentos de la más alta calidad como dátiles
recogidos de oasis perdidos en el desierto, carne de cordero recién sacrificado y que
seguía con toda su esencia, sandías, arroces, hasta objetos de gran valor, con poderes
especiales o mágicos como polvos de esmeralda que atraían la buena suerte, amuletos
de protección o simples estafas como lámparas maravillosas con genios en su interior o
pergaminos de fórmulas mágicas falsas para invocar a espíritus.
Más allá del bazar, en una de las partes más pobres de la ciudad, se encontraba una
de las muchas casas hechas casi siempre del endeble y barroso adobe pero que tenía
algo en particular con respecto a las otras. El habitante que en ella residía.
La puerta de entrada de aquella casa se abrió lentamente y de ella, tan sosegada e
incógnitamente salió un joven de aproximadamente unos veintiún años, alto y delgado
pero con un cuerpo bien formado, de cabello largo y con un color negro brillante que
relucía a la luz del sol, tez morena con una barba de apenas cuatro días, ojos verdosos e
iluminados, con una mirada inocente y una boca fina y carnosa. Su nombre era Ibn
Khallikan, apodado por sus amigos más íntimos como “El Rashi”.
Él era un joven erudito, huérfano desde los diez años y que había sido recogido
tras seis años de vagancia y delincuencia por un hombre al que él llamaba El Maestro.
Una persona que le había mostrado el mundo en el que vivía y lo que había más allá de
él. De aquel maestro aprendió astronomía, alquimia y artes ocultas como la invocación
de espíritus.
Antes de que la puerta hubiese terminado de cerrarse comenzó a andar hacia el
bazar de a ciudad que en aquellas horas ya debería de haber empezado a abrir sus
tumultuosas tiendas en donde se podría encontrar de todo.
El interior de aquella vivienda no podía ser más deprimente, además de estar
completamente cubierta de polvo podría decirse que era uno de los lugares más pobres y
míseros de todo el lugar.
Compuesto solamente por una mediana habitación donde se juntaban todas las
partes de la casa. En él se encontraban una cómoda y suave manta que hacía de cama,
un hueco en la pared lleno de ramas, algunas secas y otras casi calcinadas en donde se
podía calentar tras encender la pequeña hoguera para preparar la comida y en su lateral
más alejado una mesa de madera y una silla del mismo material.
Era en esta mesa donde el propietario de aquel lugar, Abdul Alhazred, había
pasado escribiendo la mayor parte de su vida, lo que sería la mayor y única obra que
jamás escribiera.
Era un hombre de unos cincuenta y seis años de edad, algo más bajo y delgado que
su compañero Ibn Khallikan, de largos cabellos negros y sucios, con una barba que
cubría toda su cara dándole un aspecto de mendigo o pordiosero por el que muchos
sentían cierto temor. Pero lo más inquietante de aquel hombre eran sus ojos, tan negros
como la noche más oscura y que penetraban en lo más profundo de la mente de
cualquier persona que los mirase.
Abdul era una persona que se había adentrado desde hacía tiempo en los terrenos
oscuros de la magia, que sabía invocar a ciertos espíritus para que cumpliesen su
voluntad y que adoraba a una serie de entidades a los que él nombraba como Señores,
unos seres que estaban más allá del bien y el mal, de la vida y la muerte, del sueño y la
vigilia, dioses anteriores al hombre que le habían concedido un conocimiento supremo
de las cosas.
Él, con la única ayuda de su pluma entintada y la tenue luz de una vela casi
consumida escribía apresurado, como temiendo que la temida parca hiciese su aparición
en cualquier instante.
Crónica de Abdul Alhazred.
La noche comienza a desaparecer por el vasto desierto de esta maldita ciudad.
Las criaturas nocturnas buscan sus lúgubres escondites para refugiarse de la luz
cegadora del sol y la oscuridad se adentre en lo desconocido.
Me siento débil. Mi cuerpo ya no es el que antaño era y mis fuerzas vitales se van
desvaneciendo poco a poco, lentamente hasta que llegue mi hora final donde me
encontraré con el Gran Creador, Alá, al que tanto he despreciado e ignorado todos
estos últimos años y el cual me juzgará por todos mis pecados cometidos.
Esa hora se encuentra muy cerca.
Mi vida ha corrido tan deprisa que ni siquiera me he dado cuenta de todo lo que
ocurría a mi alrededor e ignoraba por completo que le destino fuera tan cruel conmigo
para despreciarme de esta manera hasta que caí en las tentaciones que me ofrecían
tiempos mejores para la eternidad.
Más de mil y una lunas han sido contempladas por mis ojos atónitos desde que
poseí la fuerza y el poder que aquellos a los que he servido tan fervientemente me
entregaron tras un pacto entre ellos y yo, algo que nunca debí haber hecho y de lo que
estoy totalmente arrepentido.
He abierto demasiadas puertas y destrozado infinitas barreras que separaban los
horrores innombrables de nuestra tierra tan sólo por un poco de tiempo de fama y
poder tan ansiados por mí.
¡Qué idiota fui al creer que todo acabaría allí! ¡Nunca un ser humano fue tan
estúpido como yo!
Sólo espero que generaciones venideras jamás vean lo que he visto yo y nunca
comprendan que existen fuerzas ocultas en todos los lugares de esta tierra de miseria y
codicia donde todos los días las guerras acaban con cientos de personas y las arenas se
tiñen de rojo como lo harán con mi cuerpo.
He visto mi propia muerte y está mas cerca de lo que todos creen.
Ahora soy capaz de ver que todos mis actos, todas mis acciones van a tener un
cruel y temible castigo.
Maldito sea el momento en que me adentré en el desconocido desierto y encontré,
no sé si por casualidad del destino o por premeditación de seres más allá de nuestra
esfera, aquella ciudad que llaman de los Pilares.
Maldigo ese instante en que entré en ella y comencé a investigar su interior.
¿Por qué entre? ¿Por qué no salí de allí cuando comencé a escuchar las extrañas
voces que salían por todas las paredes?
Voces que decían: Ven, ven con nosotros. Entra y descubre nuestros secretos.
Debía haber parado y correr hacia el desierto de nuevo en vez de adentrarme aún
más y ver con mis ojos que no era un sueño lo que estaba viviendo.
Ahora sé que era una pesadilla.
Qué estúpido fui al creer que me esperaría la gloria y la riqueza cuando todos
supieran donde había estado.
Mi alma estuvo condenada desde el momento que pise aquel extraño suelo. Desde
el momento en que toque aquellas paredes de un material desconocido por el hombre y
que no sabría describir. Desde que encontré a los que para siempre serían mis dueños y
señores.
¡Sólo soy un esclavo de su voluntad!
Ahora veo que simplemente he sido un juguete para ellos, un simple artilugio para
dar a conocer al mundo su existencia y que otros como yo sean sus esclavos para la
eternidad.
¿Acaso era mi destino nacer para dar muerte y destrucción a todo nuestro
mundo? ¿Por qué he sido elegido yo? ¿Por qué Alá me creó para contemplar todo este
horror?
Preferiría estar muerto, ardiendo en las llamas del infierno que seguir viviendo en
estas eternas cadenas que me unen a ellos, pero el infierno es un lugar que mi alma no
pisará jamás.
Sé que iré con ellos. Que se llevaran mi espíritu y que aún muerto seguirá siendo
su esclavo por toda la eternidad.
El crepúsculo de mi vida se acerca. Siento que mi tiempo en este mundo se está
acabando. Puedo ver como ellos vienen a por mí. No puedo escapar. No tengo salida.
En mis sueños veo sus rostros, intento huir de ellos pero siempre acaban
atrapándome y agarrándome con sus afiladas garras, estrujándome como una simple
esponja en mis manos. Pasado, presente y futuro se entremezclan como si nunca
hubiera existido tiempo y espacio. Sólo ellos.
Comienzo a sangrar, mis entrañas salen de mi cuerpo y se alimentan de mí. La
arena va cubriendo poco a poco lo que queda de mi cuerpo y caigo en el olvido, en la
oscura y tenebrosa nada, en el extraño desconocido de una dimensión alejada a esta.
Puedo oír sus voces nombrando mi nombre. Sus repugnantes y indescifrables
palabras que salen de sus aterradoras bocas llenas de sangrientos y punzantes dientes
con el que devoraran mi carne.
Sólo me queda esperar que mi muerte sirva para advertir a todos del horror que
se está cerniendo sobre nosotros.
Que no intenten descubrir la verdad de las cosas. Que vivan felices y que ellos no
sean de nuevo liberados por incautos eruditos como era yo que terminaran como yo:
Loco.
¡Sólo suplico a Alá que mi demencia sea la última con la que se alimenten mis
señores!
Mi fin se acerca.
Que todo el mundo lo sepa:
¡Yo soy Abdul Alhazred!¡ Yo soy el profeta loco!
Abdul terminó de escribir. Dejó su pluma a un lado de la mesa y colocando la
última página detrás de las otras contempló toda su obra.
Al Azif, que así se llamaba todo el compendio que había escrito en esos últimos
ocho años. Un título que para todos los habitantes de Damasco era terrible ya que hacía
referencia al murmullo que hacen los demonios que se ocultan en las arenas del desierto
por las noches esperando a hombres y mujeres incautos para adueñarse de su esencia y
alimentarse de sus almas.
Unos textos que relataban todo lo que había aprendido hace ya tiempo en sus
largos viajes por el desierto y los conocimientos que había obtenido en estos. Unos
saberes para muchos prohibidos pero que para él eran la clave de todo el éxito.
En aquellos documentos contaba como había sido capaz de encontrar bajo las
interminables arenas del desierto de Siria la que muchos llaman Irem o Ciudad de los
Pilares.
Había entrado en esta y descubierto todos los secretos que en ella aguardaban.
Misterios enterrados bajo la tierra y proveniente de dimensiones desconocidas a la
nuestra.
En ellos descubrió a unos seres provenientes de más allá de nuestra galaxia a los
que desde aquel momento comenzó a llamar Señores y a adorar dejando de lado a Alá.
Con estos seres hizo un pacto de sangre y poder: ellos le darían todo lo que
deseara pero a cambio él debería adorarlos y hacer conocer a todo el mundo su
existencia. Para que aquel que tuviese el poder suficiente pudiera invocarlos y
devolverlos a este mundo que por derecho propio les pertenecía ya que llegaron antes
que la existencia misma del ser humano pero que debido a una gran guerra contra unos
seres a los que ellos llamaban los Antiguos fueron desterrados a esferas fuera del tiempo
y del espacio y su gran líder, el omnipotente Cthulhu fue dormido y aprisionado en la
tierra de R’lyeh sumergida en lo más profundo de los abismos oceánicos.
Él aceptó y desde aquel momento su única máxima era acabar el gran trabajo que
sus Señores le habían ordenado y que por fin tras muchos esfuerzos había terminado.
Sin embargo al volver a mirar aquellos pergaminos una extraña idea llegó a su
mente proveniente de no se sabe donde, el pensamiento de destruir todo lo que había
hecho para salvar su alma de los ardientes infiernos que le esperaban tras su muerte por
haber pecado contra su dios Alá y haber venerado a otras criaturas que traerían el Terror
y el Mal a la tierra y que acabarían con todo rastro de vida humana.
¿Sería capaz de ser el responsable de toda la destrucción del ser humano y todo lo
que este había creado?, ¿Podría su alma aguantar el peso de toda la culpa hasta el fin de
sus días?
Sin pensárselo un segundo más cogió con su mano derecha el candil que había
alumbrado aquel horror y se propuso quemarlo todo.
Miró hacia el pequeño agujero que hacia de ventana en su humilde y pequeña casa
construida de adobe. Se rió y pensó que todo con lo que había soñado, todo lo que
habría querido conseguir, lo que le habían prometido: riquezas, poder, control sobre
todo y todos. Había sido engañado por fuerzas superiores a él. Subestimó demasiado
pronto a aquellos que le habían hecho tantas promesas. Y ahora comprendía que habían
jugado con él como con un simple muñeco de madera.
Estaba con aquellos pensamientos de dolor y muerte cuando notó como una
pequeña brisa entraba por aquel agujero y apagaba la vela con la que acabaría cono todo
el Mal.
Sabía que aquella corriente no era normal. Sus Señores habían parado su intento
de arreglar todo el mal que había creado y comprendió que ahora ellos vendrían a por él
por su alta traición y se lo harían pagar muy caro pero él no se dejaría atrapar tan
fácilmente.
De repente comenzó a escucharse por toda la habitación un extraño susurro que
contenía palabras ininteligibles para el ser humano, extraña voz procedente de la nada.
Con movimientos rápidos y decisivos comenzó a recoger todos los papiros que
había en la mesa y cuando hubo hecho todo esto los escondió en un agujero hecho
premeditadamente tiempo atrás oculto bajo unas tablas de madera.
La locura se apoderaba de la mente de aquel desgraciado hombre que no podía
sacarse de su mente aquellas extrañas palabras que procedían de todas partes, voces que
le estaban indicando que su fin estaba cerca.. Era la voz de un enviado de sus señores.
El tiempo se estaba acabando.
Entonces se le ocurrió una idea. Se arrodillo mirando a la nada y comenzó a
suplicar por su vida a aquella presencia.
— ¡Oh! Tened piedad de mí—dijo. —Yo que os he servido y obedecido en todo lo
que me habéis mandado. Yo que he cometido los actos más terribles para vuestra
satisfacción, que he escrito vuestras obras para que todos conozcan el poder que os
rodea. Tened piedad de mí.
Por unos momentos hubo tranquilidad en aquel lugar pero simplemente era el
prefacio de lo que se avecinaba.
—Gracias mi señores—alabó Abdul—pero se había precipitado en tomar
conclusiones antes de tiempo porque en ese instante una fuerza invisible y con la fuerza
de terrible bestia empujó contra le empujó contra la pared. Su cuerpo chocó y su cabeza
se golpeó provocando un pequeño derramamiento de sangre que bajo por su frente
hasta llegar a poder saborearla con su boca.
— ¡Piedad!—suplicó—Pero no fue escuchado. En su desquiciada mente recordaba
toda su vida, pedazos de situaciones que venían a él como presagio de su muerte.
Sin embargo se resignó y aprovechando las fuerzas que aún le quedaban intentó
deshacerse de aquella pesadilla.
Se levantó y apresuradamente y aterrorizado por lo que podría venir después salió
de su casa y comenzó a correr como nunca antes lo había hecho por las calles de la
ciudad.
Aunque fuera aún muy temprano ya podían verse hombres y mujeres caminando
por la ciudad y comprando en las pequeñas tiendas del bazar y que fueron
impresionadas por la rápida huida de aquel al que llamaban “El Profeta Loco”. Veían
como corría como si alguien o algo le estuviese persiguiendo pero sin embargo no había
nada que fuera tras él.
Tropezó con algunas tiendas del bazar, destrozó algunos jarrones que había en la
calle y provocó la ira y la furia de vendedores y ciudadanos que fueron tras él para ver
que es lo que estaba ocurriendo.
Podían ver como huía y gritaba de terror abriéndose nerviosamente el paso por
todos los lugares sin importar que rompiera o a quien empujaba bruscamente.
Miró hacia atrás y no vio nada. Pero no se volvería a confiar de sus apariencias,
sabía que aquellos seres le estaban esperando. Un simple gesto mal dado un simple
suspiro mal allegado y sería suyo para siempre.
Sin embargo el cansancio empezó a poder con sus fuerzas. Comenzó a ir cada vez
más despacio aunque no dejaba de correr, no quería parar por nada del mundo. Pensaba
que quizás si corriera hasta el último rincón del mundo, el lugar más apartado, el fin de
la tierra quizás pudiera deshacerse de todos ellos.
En su carrera tuvo la mala suerte de tropezar con una piedra que le hizo caer al
suelo y rasgarse la rodilla derecha con la arena del desierto. Esta comenzó a sangrar y al
intentar levantarse contra toda su voluntad sus fuerzas se iban desvaneciendo. Pero
lucharía hasta el final.
Intentando escapar como fuera posible, da igual si cojeaba, si sangraba por la
rodilla y la frente y su cara se llenaba de sangre, llegó hasta la plaza de la ciudad que
poseía una fuente de rocas.
Se acercó a ella y metió toda su cabeza en el agua fría de esta. Luego cogió un
poco con sus manos y se lavó la herida de la rodilla.
La multitud se iba amontonando en la plaza, rodeándole furiosos por sus últimos
actos. Eso ya no le importaba. Prefería morir apaleado que mutilado por bestias de otros
mundos. Se miró su rostro reflejado en el agua de la fuente y vio como su faz se llenaba
de nuevo de sangre procedente de la herida en su frente. Sus fuerzas se habían
desvanecido y ya había perdido toda la esperanza de sobrevivir. Por fin su último día
había llegado. Ahora comenzaba el dolor de su alma esclava.
Entonces el agua de la fuente saltó sobre él y lo empujó tirándolo por los aires.
La multitud quedó asombrada por el acontecimiento que había sucedido pero
todavía no había terminado el sufrimiento de aquel hombre.
Tirado en el suelo pudo comprobar como era levantado hacia el cielo por la misma
fuerza que lo había empujado. Comenzó a dar vueltas sobre sí mismo y fue cuando
sintió como aquellas garras con las que había soñado comenzaban a desgarrar su cuerpo.
Un baño de sangre tiñó de rojo la arena del desierto y a la multitud que empezó de
estar asombrada a aterrorizarse por lo sucedido. Poco a poco todo el cuerpo de Abdul
comenzó a descuartizarse y cada vez más y más sangre salía de su cuerpo que se
quedaba sin vida.
Los presentes pudieron escuchar los gritos de dolor, sufrimiento y horror que
salían de su boca a la vez que los propios presentes gritaban horrorizados.
Las garras de la bestia dejaron su cometido y comenzaron entonces los afilados
dientes de su boca que despedazaba lo que quedaba de su cuerpo.
Y al igual como había empezado, terminó el trabajo de aquel ser.
El cuerpo de Abdul cayó a la arena cubierta de sangre. Todos comenzaron a correr
a sus casas espantados e intentando olvidar todo lo que habían visto.
De aquella multitud comenzó a deslumbrarse una sombra. Era El Rashi que viendo
todo lo que había ocurrido y horrorizado por aquello, se quitó de un tirón una extraña
medalla que colgaba de él y la tiró contra el suelo rompiéndose en pedazos.
Los penetrantes ojos de aquel hombre comenzaron entonces a vislumbrar toda su
vida: su nacimiento en el año 712, su desgraciada infancia llena de horribles visiones de
seres extraños, sus múltiples viajes a través de todo el desierto de Damasco llegando a
encontrar la enigmática Ciudad Sin Nombre donde comprendió su destino. Todo estaba
conectado, desde la primera luz que vio tras salir del vientre de su madre toda su vida
estaba programada por un destino extraño, cruel, que no podía cambiarse. Y en unos
segundos todo se volvió negro, sus ojos comenzaron a cerrarse para siempre y por
primera vez en toda su existencia lo comprendió todo. El no estaba loco.
Cerca de aquella macabra escena las primeras llamas provocadas por una vela
encendida que cayó sobre algunas hojas de papiros que habían caído en el suelo
comenzaban a quemar todo el hogar de Abdul Alhazred.
El fuego no tenía compasión con nada de lo que se encontraba en su interior y
todos los recuerdos de aquel hombre se iban perdiendo poco a poco a cada segundo que
pasaba y que las llamas consumían sin piedad.
Todo a excepción del extraño libro negro que había creado siguiendo las
indicaciones de aquellos que se encontraban más allá del tiempo y el espacio, en lugares
ocultos, en la oscuridad y las tinieblas.
Aquel grimorio permanecía intacto ante la fuerza destructora del fuego abrasador
como si una extraña magia le protegiese con un escudo invisible para los seres
humanos.
Los habitantes de Damasco contemplaron como habían hecho momentos antes
ante el asesinato de aquel extraño hombre como su hogar se iba quemando y
comenzaban a aparecer humos negros como la oscuridad que gobernaba todo el lugar
por las noches y que subían hacia el cielo.
Algunos creyeron ver horribles caras en aquellas oscuras humaredas, rostros de
seres terroríficos y que serían los causantes de todos los acontecimientos que estaban
ocurriendo aquella mañana en la ciudad.
La línea entra la oscuridad y la luz, el bien y el mal había sido cortada para
siempre. Ya nadie dormiría tranquilo pensando que en cualquier momento, en cualquier
lugar podría abalanzarse sobre él aquellas criaturas que habían dominado las tierras por
las noches y que ahora podían vivir libremente en la luz del día, invisibles para los seres
humanos, ansiosas de sangre como si de lobos se tratasen.
El Al Azif seguía escrito, buscando un nuevo incauto que desenterrase sus secretos
y devolviera al mundo a sus verdaderos dueños.
El más puro Mal seguía vivo….
Proximamente espero poder poner un punto de vista mas amplio sobre este tema.Abdul Alhazred, el árabe loco nacido en el Yemen que encontró los perdidos arcanos en el terrible desierto del Roba el Khaliyeh junto a los tenebrosos e invisibles moradores de las arenas. Él llamó a su obra Al Azif, el ruido de los insectos, que fue llamado Necronomicón primero en griego y luego en latín, siendo esta la traducción griega del erudito Teodoro Philetas hecha en Constantinopla en el año 950, y posteriormente vertida al latín por Olaus Wormius en el año del Señor de 1228.
ResponderEliminarEl título original era Al-Azif, Azif era el término utilizado por los árabes para designar el ruido nocturno (producido por los insectos) que, se suponía, era el murmullo de los demonios. Escrito por Abdul Al Hazred, un poeta loco huido de Sanaa al Yemen, en la época de los califas Omeyas hacia el año 700. Visita las ruinas de Babilonia y los subterráneos secretos de Menfis, y pasa diez años en la soledad del gran desierto que se extiende al sur de Arabia, el Roba el-Khaliyeh, o "Espacio vital" de los antiguos, y el Dahna, o "Desierto Escarlata" de los árabes modernos. Se dice que este desierto está habitado por espíritus malignos y monstruos tenebrosos. Todos aquellos que aseguran haber penetrado en sus regiones cuentan cosas extrañas y sobrenaturales. Durante los últimos años de su vida, Al Hazred vivió en Damasco, donde escribió el Necronomicón (Al-Azif) y por donde circulan terribles y contradictorios rumores sobre su muerte o desaparición en el 738. Su biógrafo del siglo XII, Ibn-Khallikan, cuenta que fue asesinado por un monstruo invisible en pleno día y devorado horriblemente en presencia de un gran número de aterrorizados testigos. Se cuentan, además, muchas cosas sobre su locura. Pretendía haber visto la famosa Ilrem, la Ciudad de los Pilares, y haber encontrado bajo las ruinas de una inencontrable ciudad del desierto los anales secretos de una raza más antigua que la humanidad. No participaba de la fe musulmana, adoraba a unas desconocidas entidades a las que llamaba Yog-Sothoth y Cthulhu.
ResponderEliminarEn el año 950, el Azif, que había circulado en secreto entre los filósofos de la época, fue traducido ocultamente al griego por Theodorus Philetas de Constantinopla, bajo el título de Necronomicón. Durante un sigo, y debido a su influencia, tuvieron lugar ciertos hechos horribles, por lo que el libro fue prohibido y quemado por el patriarca Michael. Desde entonces no tenemos más que vagas referencias del libro, pero en el 1228, Olaus Wormius encuentra una traducción al latín que fue impresa dos veces, una en el siglo XV, en letras negras (con toda seguridad en Alemania), y otra en el siglo XVII (probablemente en España). Ninguna de las dos ediciones lleva ningún tipo de aclaración, de tal forma que es sólo por su tipografía que se supone la fecha y el lugar de impresión. La obra, tanto en su versión griega como en la latina, fue prohibida por el Papa Gregorio IX, en el 1232, poco después de que su traducción al latín fuese un poderoso foco de atención. La edición árabe original se perdió en los tiempos de Wormius, tal y como se dijo en el prefacio (hay vagas alusiones sobre la existencia de una copia secreta encontrada en San Francisco a principios de siglo, pero que desapareció en el gran incendio). No hay ningún rastro de la versión griega, impresa en Italia, entre el 1500 y el 1550, después del incendio que tuvo lugar en la biblioteca de cierto personaje de Salem, en 1692. Igualmente, existía una traducción del doctor Dee, jamás impresa, basada en el manuscrito original. Los textos latinos que aún subsisten, uno (del siglo XV) está guardado en el Museo Británico y el otro (del sigo XV) se halla en la Biblioteca Nacional de París. Una edición del siglo XVII se encuentra en la Biblioteca de Wiedener de Harvard y otra en la biblioteca de la Universidad de Miskatonic, en Arkham; mientras que hay una más en la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires. Probablemente existían más copias secretas, y se rumoreaba persistentemente que una copia del siglo XV fue a parar a la colección de un célebre millonario norteamericano. Existe otro rumor que asegura que una copia del texto griego del siglo XVI es propiedad de la familia Pickman de Salem; pero es casi seguro que esta copia desapareció, al mismo tiempo que el artista R.U. Pickman, en 1926. La obra está severamente prohibida por las autoridades y por todas las organizaciones legales inglesas. Su lectura puede traer consecuencias nefastas. Se cree que R.W. Chambers se basó en este libro para su obra El rey en amarillo.
Aprox. 1000 a.C.: Fecha en la que apareció la reproducción más antiguadel Necronomicón (al menos según algunas fuentes)
ResponderEliminar730: Abdul Alhazred escribe el Kitab al-Azif
738: Según Ibj Jalikán, el famoso biógrafo árabe, en esta fecha Abdul Alhazred es descuartizado por una bestia invisible en las calles de Damasco
760: Poco antes de esta fecha se realizó una traducción del Kitab al-Azif al druico, un oscuro dialecto de oriente Medio.
850: Muerte de Alkindi, uno de los primeros grandes filósofos del mundo árabe. Una explicación alternativa del origen del Necronomicón sostiene que era una obra sobre magia titulada Libro de la Esencia del Alma, escrita por Alkidi
950: Theodorus Philets, un sabio de Constantinopla que había encontrado el Kitab al-Azif en la Biblioteca imperial de dicha ciudad, lo traduce del árabe al griego y lo renombra como Necronomicón
1050: El Patriarca Miguel, tras haber oído rumores de los experimentos que se trataban de llevar a cabo con la ayuda de este libro, quema muchas reproducciones del [[Necronomicón] El prefacio de Olaus Wormius a a edición latina afirma que en este tiempo se destruyeron todas las reproducciones árabes.
1099: Se descubre en Jerusalén un ejemplar del Kitab al-Azif (posiblemente el original). Posteriormente llega a manos del Conde de Champaña, que crea una orden de caballeros llamados los Templarios para protegerlo.
Aprox 1100: Un escribano desconocido prepara una traducción al búlgaro
Siglo XIII: En esta época se traduce el Necronomicón al francés, y posteriormente aparece en las colecciones de varios monasterios del sur de Francia.
1228: Olaus Wormius traduce al latín la versión griega del Necronomicón
1232: El Papa Gregorio IX incluye en el Index Expurgatorius las ediciones Necronomicón (Griego) y latina del Necronomicón
Aprox. 1300: La versión castellana conocida como Alacife, realizada en León hacia el año 1300, y que F. Torres Oliver descubrió en el Archivo Histórico de Simancas. Parece tratarse de una traducción directa y fiable del Kitab al-Azif árabe original, que Abderramán I trajo a la península en el siglo VIII, huyendo de los abasíes.
Aprox. 1400: Aparece uan impresión en alemán con tipografía gótica de la [[Necronomicón (Latín)|traudcción latina] de Olaus Wormius
ResponderEliminar1472: Se publica una traducción del texto de Olaus Wormius en Lyón, Francia.
1487: Aparece un segudno Olaus Wormius, este secretario a las órdenes de Torquemada, el sacerdote al mando de la Inquisión española. Wormius encuentra una versión manuscrita del Necronomicón, presumiblemente entre las pertenencias de un acusado. Lo traduce y lo publica, enviando una reproducción a Tritemio, el famoso abad experto en ocultismo. Aterrado por la empresa de Wormius, Tritemio comunica los hechos a las autoridades eclesiásticas, que queman a Wormius en la hoguera junto a las reproducciones de su traducción.
1519: Muere de Leonardo da Vinci. Antes de morir había recibido una latin|reproducción del libro en Latín que Francico I consiguió al conquistar Milán en 1515. Por desgracia, la biblioteca del famoso artista se dispersa tras su fallecimiento y se desconoce el paradero de este ejemplar.
1550: Un sabio desconocido realiza una traducción del Necronomicón al ruso, utilizando caracteres cirílicos
1567: Lovecraft asigna a esta fecha la publicación de la edición italiana del Texto griego
1567-9: Durante este periodo Miguel de Cervantes, el autor de Don Quijote, está prisionero en Argel, recibiendo trato de favor. Se supone que mientras está cautividad hace una traducción al español del Necronomicón, dándole el título de El Libro de los Normos de los perdidos¡¡
1586: Según una fuente, es en este año cuando John Dee traduce el Necronomicón al ingles. Normalmente se cree que John Dee encontró el manuscrito mientras estaba en la corte del rey Rodolfo II, en Praga. Se dice que esta traducción contiene material de la edición latina de Olaus Wormius, de un manuscrito encontrado en posesión de un noble transilvano y los comentarios del propio Dee sobre ciertos temas.
1598: El barón Federico I de Sussex, Inglaterra, publica su propia traducción al inglés del Necronomicón latino de Olaus Wormius, con el título de Cutus Maleficarum. Esta edición , conocida habitualmente como Manuscritos Sussex es muy confusa y no se conside fiable.
1632: Se vuelve a imprimir la traducción de Wormius, en esta ocasión en España
1632-1680: por Francia circulan ampliamente algunas partes del libro, y sirven de inspiración ritual para muchas misas negras del periodo.
1641: Se publica en la ciudad de Buda Mi comprensión sobre el gran libro, de Joachim Kindler. En este tomo, Kindler menciona un ejemplar del Necronomicón escrito en gótico, una lengua hablada por una tribu ermánica. Según el autor, esta traducción "ofrece pruebas lógicas y gloriosas" de los números estelares, objetos potenciados, signos y pases, probatorias, filacterias y artesanías necesarios para los rituales que contenía. En otras palabras, el Necronomicón sin todas sus alegorías y embrollos. Por suerte para la humanidad, es probable que Kindler se estuviera inventado esa edición, puesto que jamás se ha encontrado ninguna reproducción.
1664: El cabalista Nathan de Gaza hacd circular entre sus hermanos el Sepher ha-Sha'are ha-Daath (Libro de las Puertas del Conomiciento). El texto consiste en un comentario de dos capítulos de lo que Nathan llama El libro de Alhazred. Según Nathan, el mayor logro del místico fue descender a la tierra de los qlipoth, fragmentos malignos de una creación anterior, para redimirlos. Posteriormente, Nathan de Gaza apoyó al supuesto Mesías Shabbetai Tzevi, y quedó desprestigiado cuando su profeta se convirtió al Islam en 1666.
ResponderEliminar1722: Destrucción de la infame secta de Kingsport, Massachusetts. El Necronomicón jugaba un papel importante en los rituales de este culto, aunque no se sabe si los asaltantes encontraron una reproducción
1771: Se asalta la granja de Joseph Curwen, a las afueras de Providence, Rhode Island. Curwen tenía reputación de hechicero y poseía una reproducción en latín del Necronomicón . Se supone que Curwen muere en el ataque, pero la casa sufre escasos daños.
1811: Un misterioso forastero deja una reproducción latina del Necronomicónen la Bibliothèque Nationale. Este individuo es descubierto muerto al día siguiente, envenenado en su reducido apartamento.
1948: Se publica en Ingolstadt, Baviera, la traudcción de Von Juntz del Necronomicón, Das Verichteraraberbuch, ocho años después de su muerte
1895-1900: Henry Armitage, recién nombrado director de la Biblioteca de la Universidad Miskatonic adquiere una reproducción del Necronomicón del empresariode Providence Whipple Phillips, el abuelo de H.P.Lovecraft.
1901: Se publican los Apuntes originales de Feery sobre el Necronomicón de Joachim Feery, en ediciones tanto integral como expuergada. La autenticidad de este texto resulta muy discutible, en especial porque el propio Feery afirmaba haber añadido sus propios mensajes oníricos a los párrafos del temible libro.
1912: Wilfred Voynich, un libero americano, descubre en un castillo italiano un manuscrito medieval codificado. Junto a este documento, que se conocería desde entonces como el Manuscrito voynico, aparece una carta que asegura que el libro es obra del famoso científico Roger Bacon
1912: El millonario americano Harry Widener añade a su colección privada una reproducción del Necronomicón, justo antes de embarcar en el fatal trayecto del Titanic. Tars su muerte, sus libros son donados a la Universidad de Harvard.
1916: El famoso ocultista Aleister Crowley pblica (en edición limitada) una traducción al inglés del Necronomicón
ResponderEliminar1921: El profesor W.Romaine Newbold declara que ha descifrado el Manuscrito voynico. En su artículo, Newbold asegura que el documento era un tratado científico que demostraba que Roger Bacon ya había desarrollado el microscopio siglos antes que Leeuwenhoek. Por desgracia, Newbold muere en 1926, antes de que pueda terminar de ddescifrar el manuscrito
1922: H.P.Lovecraft hace su primera mensión al Necronomicón, en su relato El sabueso
1928: Aparece una reproducción griega en la biblioteca de Iván el Terrible, que es emparedada bajo el Kremlin. Posteriormente, Stalin encuentra el libro y hace que se lo traduzcan al ruso.
1929: Benjamino Evangelista aparece asesinado, junto al resto de su familia, en su hogar de Detroit. La investigación de su muerte revela que Evangelista era un sanador, líder de una secta,y que había escrito un libro inspirado por la divinidad llamado The Oldest History of the World (La historia del mundo más antigua). Este libro es imporntae porque contiene referencias a un libro de magia llamado Necremion, Necromicon y Necronemicon, ambién titulado al-Azif. Supuestamente escribió estos pasajes antes de que Lovecraft usara por primera vez el Necronomicón en sus relatos.
1931: Un tal profesor Manly, estudiando las notas de Newbold sobre la descodificación del Manuscrito voynico, concluye que el supuesto cifrado de Newbold en es realidad resultado del davaído de la tinta del manuscrito. La comunidad científica desacredita los logros de Newbold
1932: H.P.Lovecraft se infiltra en una orden de monjes omeyas en Boston y les roba su reproducción del Necronomicón
1938: Arde hasta los cimientos la casa del Dr. Laban Shrewsbury en Arkham, Massachusetts, poco después de que enviara a imprenta el primer tomo de su obra Cthulhu en el Necronomicón. Aunque entre las ruinas no se encontró ni rastro de Shrewsbury murió en el indencio.
1939: Se publica Cthulhu en el Necronomicón del Dr. Laban Shrewsbury. 1944: Se supone que en la primavera de este año unos ocultistas nazis descubren una reproducción del Necronomicón godo. Se prepara una traducción, pero los alemanes no logran aprovecharla adecuadamente antes de que los Aliados los derroten. 1946: El librero de Nueva York Philip C. Duschnes anuncia en su catálogo de primavera una reproducción en latín.
1956: Henrietta Montague completa su tarea de traducir al inglés el Necronomicón del Museo Británico a petición de los directores del mismo. Posteriormente se publica esta traducción expurgada en una edición destinada solo al uso académico. Por desgracia, Montague sucumbe a una enfermedad debilitadora poco después de completar el proyecto.
ResponderEliminar1965: La Miskatonic University Press lanza The Annotated Necronomicón) (El Necronomicón comentado), un texto doble en latín e ingles, traducido por A.Philip Highgas.
1967: El profesor Lang, de la Universidad de Virginia, retoma el estudio del Manuscrito voynico y descubre que está escrito en griego y latín usando letras árabes. Su trabajo, proseguido por otros expertos tras su desaparición en 1969, demuestra que el Manuscrito voynico es en realidad un comentario sobre ciertos capítulos del Necronomicón, escritos por un monje llamado Martín Hortelan.
1967: Mientras hace turismo por Bagdad, el destacado escritor L.Sprague de Camp adquiere un manuscrito en lengua dúrica, de manos de un representante oficial del Directorio General de Antigüedades. Más tarde, de Camp averigua que el documento fue descubierto originalmente por unos saqueadores en unas ruinas cercanas a Duria, y que tres expertos iraquies ya han tratado de traducirlo, pero que todos han desaparecido poco después de comenzar.
1972: En la primavera de este año, se descubre que dos monjes de una orden ortodoxa oriental han robado valiosos libros de bibliotecas y colecciones privadas de todo el país. Uno de estos textos, un manuscrito griego del siglo IX que supuestamente contiene el Necronomicón, llega a las manos de un sacerdote de Nueva York llamado Simon, que comienza a traducirlo.
1973: La editorial Owlswick Press de Filadelfia publica la edición del al-Azif descubierta por de Camp. En la biblioteca de la Universidad de Brown hay una reproducción.
1977: Simon publica su propia versión del Necronomicón, que poco después se edita en rústica. El traductor afirma que el texto provine de un manuscrito griego, del que solo ha incluido algunas partes en su libro.
1978: Neville Spearman publica The Necronomicón: The Book of Dead Names. Según Colin Wilson, el manuscrito original se encontraba, cifrado, entre los documentos de John Dee que conserva el Museo Británico, y constituye una parte del Libro de la Esencia del Alma del erudito árabe Alkindi. Mediante el uso de análisis por ordenador los autores fueron capares de decodificar el tomo y ofrecerlo al público.
1979: En una visita a un librero de El Cailo el profesor Phileus Sadowsky de la Universidad de Sofía descubre una página que contiene el famoso pareado de Abdul Alhazred en árabe. Por desgracia, la página desaparece durante el proceso aduanero.
1988: Muerte del destacado autor de fantasía y ciencia ficción Lin Carter. Una de sus obras inconclusas era una reproducción manuscrita parcial del Necronomicón de Dee, donde se incluía cierto número de cuentos con moraleja y descripciones de rituales mágicos.
1994: Se descubre una reproducción del Necronomicón godo bajo los antiguos cuarteles generales de la KGB, pero la roba u grupo neonazi.
1996: Chaosium Inc. publica el Necronomicón. Este libro contiene una serie de relatos ficticios relacionados con el Necronomicón, y también incluye la Introducción de de Camp al Necronomicón de 1973 de Owlswick Press, la traducción de Lin Carter delNecronomicón de Dee y la de Fred Pelton del Manuscritos Sussex