“Terribilis est locus iste”
(Este lugar es terrible) es la inscripción que da la bienvenida en la
iglesia de Renne – Le-château, un presagio de lo que han de encontrar
aquellos que ingresan esperando encontrar un sitio de recogimiento.
Para aquellos cuyos criterios y
preceptos propios de la religión no le permiten aceptar nada más que la
decoración clásica predominante en las iglesias católicas éste no es el
lugar indicado a visitar y es que entrar a un santuario religioso donde
quien le recibe es precisamente el diablo no es precisamente una buena
idea.
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Aunque a primera vista esto pueda parecer extraño al adentrarse en la historia de la región ya no lo parece tanto.
Antiguamente llamada Aereda era una
ciudad de 30.000 habitantes ubicada en las inmedaciones de los rios Aude
y Sals fue fundado por los godos posteriormente habitado por árabes y
luego cátaros . Destruido casi en su totalidad durante el siglo XIV y
sólo fue reconstruido hasta finales del siglo XIX pero para entonces su
población no superaba los 200 habitantes algunas cuantas casas a lo
largo de la montaña y una iglesia casi en ruinas.
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Pero estos pocos habitantes y lo pequeño
del territorio no son impedimento para que ella sea escenario en que se
situa uno de uno de los más grandes enigmas de la humanidad. Para ello
hay que volver los pasos sobre sus habitantes; en el año 679 es
asesinado el último rey merovingio Dagoberto II quien había contraido
matrimonio en la iglesia de Santa María Magdalena al rey le sobrevivió
un hijo Sigisberto IV el cual fue escondido en Rennes Le Château y de
ahí es en gran parte de donde se desprende el misterio que rodea el
pueblo.
Cráneo Dagoberto II
Según la leyenda “El linaje cripto-merovingio se perpetuó en la sombra hasta nuestros días, de modo que el “Rey Perdido”,
el “Gran Monarca” (pues este regio linaje tendría su origen en el
vástago del propio Jesús tras su unión con Maria Magdalena, que fue
llevada tras la crucifixión clandestinamente a la Galia donde se
refugio, pues ya existían allí comunidades judías), está presente de
incógnito entre nosotros. “Cuando llegue el momento, se manifestará”.
Basados en este relato se arrastró hasta nuestros días la creencia de
que allí estaba ubicada la tumba de María Magdalena así como la de su
estirpe, entre los que se cuenta el Maestre de los Templarios Bertrand de Blanchefort,
familia a la que pertenecia Marie de Hautpoul de Blanchefort, quien
supuestamente poseía un gran secreto que había pasado de generación en
generación y ella por no poseer heredero entrega el secreto a su
confesor, Antoine Bigou a quien le encarga trasmitir dicho legado a
alguien digno de confianza. Bigou esconde los documentos en los pilares
del altar y coloca una misteriosa baldosa en la lápida de la marquesa el
día 17 de enero de 1781
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Para 1885 poco más de cien años después
de la muerte de la marquesa llega al pueblo el sacerdote Bérenguer
Saunière, un enigmático personaje que se convierte en la piedra angular
de esta historia. Él que era una persona bastante polémica había llegado
allí casi que como castigo, lo cual no cambia precisamente su caracter;
en una oportunidad proclama un discurso a favor de los borbones que le
vale el retiro de su sueldo de parte del gobierno republicano quedando
en unas condiciones de vida muy precarias, viviendo a costa de las
limosnas del pueblo, de la pesca y de la caza en sus andanzas para
conseguir su sustento, al mismo tiempo se dedicó a estudiar lenguas
antiguas y la historia de la región, al tiempo desarrolla una profunda
amistad con el sacerdote de la localidad cercana Henry Boudet a quien
encierra una historia no menos extravagante, aquel le instiga a realizar
obras de reconstrucción en la capilla algo que no es precisamente
lógico teniendo en cuenta que no tenía sustento para sí mismo, sin
embargo, dichos trabajos fueron iniciados y dieron pronto con los
documentos enterrados en el altar y según versiones de algunos presentes
el altar escondía otros tesoros ocultos, esa parte está llena de toda
clase de conjeturas ubicando desde tesoros cátaros,templarios hasta la
fórmula tan deseada por los alquimistas; lo que si se sabe es que a
partir de ese momento su estilo de vida cambio completamente parecía que
fuera poseedor de una fortuna incalculable, acto seguido viaja donde su
superior el obispo de Carcasona el cual le envia a Paris para
entrevistarse con el abad Bieil, director general del seminario de
Saint Sulpice, y a su sobrino, Émile Hoffet, Saint Sulpice era la
segunda iglesia de Paris en tamaño después de Notre Damme y de cuya
escuela provenian Alphonse Louis Constant(Eliphas Levi),
Joseph Antoine Boullan (quien se autoproclamó sumo sacerdote de la
iglesia carmel) lo que le dió un estigma de escuela de herejes por las
prácticas asociadas a la magia de estos personajes y que al parecer no
eran los únicos que tenian que ver con ella, pues Hoffet se encarga de
incluirlo en un circulo social bastante alto donde se distinguen
personajes muy influyentes entre los templarios y la francmasoneria,
además visita el museo de Louvre donde se hace a la copia de tres obras
de arte, siendo la más importante “Los pastores de Arcadia” de
Nicolas Poussin el cual es un cuadro que alberga una gran importancia
para quienes estudian el esóterismo, en donde los pastores intentan
descifrar un epígrafe y meditan sobre ello y en el cual al
fondo según los estudios se ve Renne Le – château
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Al regresar al pueblo continua con sus
extrañas labores, entre las cuales se cuenta haber borrado la escritura
de la lápida de la marquesa, aunque no contaba con que la estela había
sido previamente estudiada y reproducida por unos arqueólogos en el
Bulletin de la Société des Études Scientifiques de l’Aude, además hizó
trasladar sus restos al extremo opuesto del cementerio como queriendola
borrar del todo, seguidamente encarga el arte que hoy decora la iglesia y
que no se compara con el de otras: El Asmodeo o demonio al que se hizo
referencia en la entrada de la iglesia y por el cual no falto quien
atribuyera su fortuna a un pacto con éste, tambien allí se encuentra
dibujado un tablero de ajedrez cuyas puntas dan con los puntos
cardinales, todas sus estatuas miran hacia el suelo, la virgen está
cargando a un niño mientras San José carga otro como representando un
hermano de Jesús, por otro lado las representaciones del viacrucis que
en nada se comparan con los de los demás por su forma, por su tamaño y
otros varios detalles son de resaltar :
Estación VIII
Un soldado franco aguanta la túnica
roja de Jesús, mientras ante él hay una mujer con un velo de viuda y
un niño envuelto en una tela escocesa de color azul. Los masones se
hacen llamar: “el hijo de la viuda”, del mismo modo que existen en la franco-masoneria el rito escocés y el grado azul.
Estación XIV
Esta no es precisamente la imagen de
Jesús resucitado elevándose sobre el sepulcro. En cambio vemos a
unos personajes que al amparo de la noche transportan el cuerpo
sangrante de Jesús. -Obsérvese la herida en el lado izquierdo del
cuerpo- Esta imagen suele interpretarse como lo que pudo suceder
después de un simulado entierro: Algunas personas se llevan el
cuerpo aún vivo de Jesús
Como es de suponer todo lo anterior teje
todo un manto sobre los dogmas de este sacerdote y sobre todo lo que
pudo haber encontrado allí, y que se vuelve aún más extraña cuando días
antes de sufrir una apoplejía envía a su gobernanta a encargarle un
ataúd y una lápida fechada, 17 de enero es el día de San Sulpicio que
se relaciona con el seminario de Saint Sulpice, y también es la
fecha grabada en la lápida diseñada por Bigou ¿acaso sus
secretos estaban más allá del entedimiento? Puede ser por que ni el
sacerdote encargado de darle los santos óleos pudo soportarlo y huyó de
su habitación preso del pánico sin aceptar darle el sacramento y dicen
que jamás pudo volver a sonreir. Finalmente muere el 22 de enero sin
confesar, y la capilla ardiente se monta en la Torre Magdala,
por donde empiezan a desfilar personas sin identificar que van
arrancando una a una las borlas de la sotana del párroco, en un
rito sin precedentes.
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A su muerte la única persona que podría
haber revelado la verdad con toda certeza seria su gobernanta, pero ella
al igual que su amo murió de un apoplejía en 1953 llevando su secreto a
la tumba.
¿La leyenda se convierte en realidad?
Nuevos descubrimientos realizados en
Rennes-le-Château, que van a ser desvelados en el documental
“Bloodline”, quizás confirmen la antigua hipótesis de que Jesús y María
Magdalena tuvieron descendencia. ¿Qué secretos guardaba el abad
Saunière? ¿Quién es la mujer hallada en la tumba descubierta? Parece
ser que el investigador británico Ben Hammott, junto al director de
cine Bruce Burgess y el productor René Barnett van a hacer público lo
que tantos años llevan intentando desvelar. ¿Fue Francois Bérenguer
Saunière el responsable de guardar el secreto de la descendencia de
Jesús y María Magdalena en Europa?
Un documento inédito que de ser cierto, podría hacer tambalearse los cimientos del catolicismo.
Rennes-le-Château y Hammott
La afición de Hammott por Rennes comenzó
tras ver un documental en que Henry Lincoln (coautor de El enigma
sagrado), relataba los misterios de este lugar. Al poco tiempo decidió
emprender su propia investigación y en 1999 realizó su primer viaje a
este mágico pueblo. Tras el estudio e inspección de los murales y otros
rincones del templo de Saunière, llegó a la conclusión de que algunos
puntos indicaban un lugar en concreto de los aledaños. En este lugar
encontró una cueva.
Aquí os dejo la traducción literal del mismo Hammott sobre lo que encontró en este lugar.
Ben Hammott.
“Lo que sigue es una descripción breve de la tumba y cómo he descubierto su ubicación:
La tumba que se muestra en esta
página fue descubierta por algunas de las pistas que Sauniere incrustó
en los adornos de Rennes-le- Château y su iglesia dedicada a María
Magdalena y que he podido descifrar. Por razones obvias, en este
momento, no puedo entrar en los detalles de qué métodos utilicé o como
llegué a esas pistas.
Las pistas me condujeron a una
ubicación en la ladera circundante, y después de una búsqueda exhaustiva
de muchas horas, finalmente, junto con mi hermano que me había
acompañado en este viaje, encontremos la situación del lugar que
estábamos buscando.
El sitio estaba bastante oculto y no
lo encontremos hasta dar un segundo vistazo en el mismo lugar. Creo
también que el sol estaba en un ángulo ideal para destacar la apertura,
haciéndola más visible de lo que normalmente sería. Nos embargo una gran
emoción ante la sensación de haber descubierto aquel lugar que tanto
habíamos buscado, ante la posibilidad de que a pocos metros de nosotros
se encontraba una tumba o tesoro realmente importante. Al encender
nuestras linternas en la oscuridad me sentí un poco decepcionado al ver
un conjunto de huellas en la tierra suave que cubre el suelo de la
cueva. No parecían frescas sin embargo, pensé en el momento que
quizás eran de Saunière. Después de aventurarnos más en el interior,
encontré un pasillo que se adentraba unos veinte metros, otro pasaje
pequeño y angosto se abría en un lateral y se curvaba al final
impidiéndonos continuar por allí.
Volvimos a la apertura principal, y
comencemos una búsqueda exhaustiva, buscando cualquier signo o marca,
tallados en las paredes rocosas como señal de que Saunière había estado
allí antes. Todos sabemos cómo le gustaba dejar su marca, pero no hubo
nada; ni una sola marca en ningún lugar.
En punto más alto la cueva dejaba
sitio suficiente para levantarse y fue aquí que encontré que no
estábamos solos – un par de murciélagos había hecho de éste lugar su
hogar. La gran parte del techo de la cueva era mucho más baja, y con
pendientes y grandes protrusiones en muchos lugares. Esto significó que
tuvimos que rastrear de manos y rodillas durante gran parte del tiempo
y, a veces incluso arrastrarnos bajo las zonas más angostas para llegar a
otras cavidades más grandes. Un par de horas y unos cuantos agujeros
excavados más tarde, todavía no habíamos encontrado ningún tesoro ni
nada de interés. Era hora de regresar y prestar un poco más de atención a
la primera apertura que habíamos encontrado.
Arrastrándonos de nuevo lentamente,
la luz de nuestras linternas iluminaron los techos que estaban plagados
de arañas, algunas de ellas de un tamaño considerable. Esto me hizo
acelerar bastante mi marcha porque odio las arañas. Cuando lleguemos de
nuevo a la primera apertura, la que se curvaba al final, como era
demasiado estrecha para nuestros tamaños, tuve que pensar algo para
poder llegar allí con la cámara. Pensé que si querían ocultar algún
tesoro en esa cueva, ese lugar sería bueno por estar oculto a la vista.
Busqué una rama larga que terminaba en forma de gancho, con la intención
de enganchar en ella la cámara de video y poder llegar hasta la curva
de la apertura. Si allí había algo, la película de la cámara lo
revelaría sin correr más riesgos de lo necesario y sin tener que volver a
enfrentarme a otro nido de arañas aterradoras.
Mientras preparaba la rama para la
operación, la cámara que estaba preparada y conectada para grabar a mis
pies, de repente, desapareció.
Mirando sorprendido a mi alrededor me
di cuenta de que había caído por un agujero. El hueco, sólo ligeramente
mayor que la cámara, pasaba totalmente inadvertido. El hueco era largo y
estrecho, mirando con la linterna veía la parte posterior de mi cámara
pero estaba demasiado hondo para llegar a ella con mi brazo y era
demasiado estrecho para mi cabeza. No todo se perdió, porque si la veía,
sabía que podría recuperarla.
Con la ayuda de una pequeña cuerda y
el palo ganchudo conseguí al final recuperarla y comprobé que todavía
funcionaba. Ya se hacía tarde, y pensando que por aquel día ya habíamos
explorado lo suficiente y también, imaginando por las huellas de pisadas
que aquel lugar ya habría sido explorado por otras personas, con lo
cual, de haber algo oculto, ya lo habrían encontrado, tapemos el agujero
con una piedra para salvaguarda de los animales (idea de mi hermano) y
regresemos dejando en paz a murciélagos y arañas.
Mi hermano y yo habíamos ido a Rennes
en mi vieja caravana, allí regresemos y tras comer y descansar, algo
sonó en los bajos y se averió misteriosamente. La caravana no podía
repararse en Francia con lo que tenía que volver remolcada a Inglaterra.
Esto significaba que teníamos que contratar un automóvil y permanecer
en hoteles en el viaje de vuelta. Fue en uno de estos hoteles cuando
decidí ver las secuencias que habíamos grabado ese día. Conecté la
cámara a la televisión de mi habitación y cuando llegó a la parte donde
la cámara cayó el agujero, vi las imágenes que se habían registrado;
una tumba, un cuerpo completo envuelto en un sudario, algo que brillaba
en la luz – pensé que tenía que ser oro – pero el objeto que más me
extrañó de todo fue una gran Cruz de madera inclinada contra la pared.
No se puede imaginar mi emoción al ver la tumba, había sido en el lugar
adecuado después de todo, al final realmente las pistas dejadas en la
iglesia por Saunière eran correctas y aunque la suerte había desempeñado
un papel importante, siguiendo las pistas, había encontrado una tumba
oculta en el paisaje de los alrededores de Rennes-le-Château.”
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Un año después, y con medios más sofisticados. El investigador pudo
grabar con más detalle y calidad el cuerpo con el sudario con una cruz
Templaria, un saco con una estrella de David, cofres y cajas con monedas
y cálices, pergaminos y la gran cruz de madera.
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Parte de la bóveda había cedido destrozando parte de la cruz y algunos objetos más.
Según el investigador, la cueva es una
cavidad natural con posteriores excavaciones artificiales donde los
caballeros del Temple podrían haber escondido sus preciados tesoros de
forma un tanto apresurada poco antes de su arresto y “¿disolución?” en
el año 1307. El secreto de este enclave quedaría en manos de una familia
local, pasando de generación en generación hasta que llegó a manos de
Saunière, a través del pergamino del abad Bigou.
Según el investigador Nicolas Haywood,
familias nobles como los De Blanchefor, los Aniorts, los De Nègre y los
D´Hautpoul vigilaron el lugar hasta que la responsabilidad recayó sobre
los sacerdotes. De ahí el estrecho vínculo que unió a Bigou, Saunière,
Boudet y Gelis.
El derrumbamiento en la cueva se presume
poco después de la muerte de Saunière e incluso se especula que su
muerte se debió a que el abad hurtó algún objeto de ella. ¿Fue el derrumbamiento provocado a propósito para que no se volviesen a repetir los robos?
Algunos objetos parecen ser de finales del XIX; unas copas y un libro. “Es
probable que en el pasado, cuando la entrada estaba abierta, la tumba
recibiera la visita de personas que conocían su existencia y que
utilizaran esas copas para realizar algún tipo de ceremonia. Parecen
cálices religiosos procedentes de alguna iglesia. Sobre el libro, la
portada está muy deteriorada y todavía no hay muchos datos al respecto,
-apunta Hammott”. Sobre el sudario con la cruz templada, cree que
no debe de ser muy antiguo, a lo sumo un siglo, y que fue llevado allí
para sustituir a otro más antiguo.
Con un invento casero, Hammott logró
extraer unos cabellos del cadáver que fueron posteriormente analizados
en los laboratorios de la Universidad de Lakehead (Canadá). El ADN,
aunque bastante deteriorado, arrojó el resultado de que es raro y
originario del Oriente Próximo, pese a que no se pudo concluir con este
estudio el sexo del cadáver, un primer estudio antropológico ha
asegurado de que se trata de una mujer.
Increíbles descubrimientos
Pese a lo sorprendente y enigmático del
descubrimiento de la tumba, no se queda aquí la cosa. Hammott descubrió
otros indicios en la iglesia de Rennes-le-Château que le condujeron a un
escondrijo en el que halló cuatro botellas verdes cerradas con sellos
pertenecientes a los siglos XIX o XX. En su interior encontró
enigmáticos documentos escritos por el propio Saunière, tal y como
confirmaron posteriores análisis caligráficos.
En las cartas Saunière revela la
perturbadora confesión de ser el responsable de la muerte del abad
Antoine Gelis, párroco del pueblo vecino de Coustassa. (¿Quizás Gelis se
enteró de lo que se guardaba en Rennes y Saunière se lo quitó de en
medio? Otro enigma más para engrandecer más, si cabe, todo el misterio
que envuelve a este lugar).
En los documentos de las botellas,
Saunière también hablaba de la existencia de una cueva, llamada Gruta de
la Magdalena, donde podría estar guardado un baúl con los pergaminos
del abad Bigou, la copa de Jesús y María y el recipiente de la unción.
Sillón del diablo
Posición que tendría el demonio Asmodeo orginal sentado en la roca.
Lugar al que mira el demonio y donde se encontró la primera botella.
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“Las botellas con los documentos
fueron encontradas después de la tumba, cuando mis pesquisas arrojaron
nuevas pistas que incluían el Sillón del Diablo,
a la izquierda del Fleury Tableau de la iglesia de Saunière. Los
documentos mencionan una tumba que parece no ser la que conocemos.
Resultó fácil encontrar la primera botella. Estaba en un lugar obvio,
tanto que era fácil ignorarlo, en el Sillón del Diablo en
Rennes-les-Bains. La estatua del demonio Asmodeo
que está en la iglesia de Saunière presenta cuatro ángulos elevados que
me condujeron a la clave. Sé que otros llegaron a la misma conclusión,
pero la descartaron por su obviedad, como yo mismo hice al principio,
pero la pista no hacía más que volver a mi mente, hasta que la conecté
con el signo que se forma al unir los cuatro dedos índices de los
ángeles situados encima del Diablo con la rodilla de este. El resultado
es un cuatro invertido. También averigüe que poniendo los índices de los
ángeles uno tras otro se formaban dos ·emes·, tal vez las iniciales de
María Magdalena. Pero, de ser así, ¿hacía que dirección debía dirigirme?
La mano izquierda del ángel que está mirando a lo lejos era un indicio,
pero también podían serlo el ángulo del pedestal y las líneas del suelo
ajedrezado. Cuando posteriormente visité el lugar con mi colega Sandy
Hamblett llevaba una foto del demonio original de Saunière y conseguimos
localizar un lugar donde excavar. Encontré una piedra con una
inscripción en la que figuraba el número 14 y las iniciales B. S.
La línea diagonal del cuatro termina
en una flecha que indica una pequeña caverna, un pasadizo donde excavé y
encontré la primera botella con el primer mensaje. La abrimos durante
un congreso sobre Rennes que se realizó en Glastonbury (Reino Unido),
porque Sandy y yo pensábamos que era importante abrirla en presencia de
testigos, de manera que nadie pudiera acusarnos de alterar su contenido.
El documento era un simple trozo de papel, amarilleado por el paso del
tiempo, de 19×12 cm. Por las dos caras había información escrita con
tinta roja. Recientemente, hemos datado el papel y la tinta y son
anteriores a 1919”
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Mensajes embotellados
El contenido de las botellas ha dado un giro al enigma. “El
primer mensaje tenía poquísimas palabras y algunos dibujos. Un primer
grupo de términos franceses y latinos mezclados; ·Jerusalén·, ·Estoy
aquí·, ·Sanctus·, ·Corpus·, ·Tumba·… que he llamado códice Jerusalén”. Este mensaje simplemente alude a las cosas que había que encontrar una vez fueran descifrados los indicios.
Y comenta también que la alusión a la tumba le hizo pensar “en
el principio de su diario, fechado el 21 de septiembre de 1891:`cartas
desde Granes, descubrimiento de una tumba, el atardecer, lluvia´ ¿Que tumba había descubierto Saunière?
Si las botellas de vino contenían pistas,
la otra de menor tamaño contenía una llave, una llave antigua que
abría un baúl con el que dieron después. “Encontramos la botellita
en un lugar entre la Roca Negra y el Château de Blanchefort. Seguíamos
con dificultad las pistas de Saunière y no sabíamos cómo interpretar las
palabras `Cista´y `Clavis´´. Antes de abrir la botella notamos que en
su interior había algo de peso que tintineaba contra el vidrio. Teníamos
la esperanza de que pudiera tratarse de una llave, y así fue”.
Hammott, llave en mano, llegó hasta la gruta oscura que indicaban los mensajes. “La
cavidad en la que encontramos el pequeño baúl nos fue revelada en la
última parte del mensaje. Se encuentra tras el valle Couleurs y forma un
ángulo de 22grados con la escalinata de la torreta de la Torre Magdala,
que tiene 22 escalones y dos ventanas desde las cuales se divisa el
lugar”.
En la cavidad hallaron también una copa
de porcelana, un cuenco para unciones o unquentarioum, una treintena de
monedas antiguas y una jarra de cristal con un pergamino enrollado.
Dataciones del baúl por especialistas han
determinado que es del siglo XIII, en la superficie está representada
una araña, símbolo de la familia D´Hautpoul, señores de Rennes
descendientes de una estirpe de templarios. El pergamino de la jarra de
cristal, tras examinarse con Carbono 14, parece datar de la mitad del
siglo XV. Incluso la misma jarra es posiblemente el elemento más
antiguo, pues se trata de un pequeño recipiente para ungüentos de un
tipo de vidrio romano que imitaba el alabastro, datado entre los siglos I
y II.
Esta jarra parece ser que anteriormente
estuvo oculta en el capitel del viejo balaustre de la iglesia. Allí la
encontró Antoine Captier, organista de la iglesia en la época de
Saunière. Captier le entregó el hallazgo al abad, y éste se lo confiscó,
siendo la última vez que Captier viera la vasija. Se intuye que la
vasija y el pergamino fueron puestos allí por el anterior párroco, Jean
Bigou y que en el pergamino se indicaba la localización de alguna
especie de secreto o tesoro, pues Saunière, tras apoderarse de esa
información comenzó una serie de excavaciones clandestinas en el
cementerio de la parroquia y, a partir de ese momento, acabaron sus
penurias económicas.
El cofre
El baúl fue encontrado gracias a todos
los indicios que Saunière dejó ocultos, lo cual no indica que fuera el
mismo quien lo llevara hasta allí, pero sí que conocía su existencia.
El contenedor está lleno de trozos de
papeles de libros usados por los encuadernadores. Saunière contrató un
encuadernador para que se ocupara de los libros de su biblioteca, así
que no es descabellado pensar que él y Marie Denarnaud utilizaron
papeles sobrantes para rellenar el baúl.
Todos los elementos han sido estudiados
por expertos. La copa es de una terracota de uso común entre el siglo I
a.C. hasta el siglo I d.C. La jarra pertenece al primer siglo
jerosalamita y se presume que en su día contuvo ungüentos o preciados
perfumes. Las 30 monedas abarcan un período comprendido entre el año 100
a.C. y el siglo XII. Algunas eran de curso legal en Jerusalén en
tiempos de Jesús y María Magdalena. Incluso una de ellas presenta una
imagen de Cristo.
Mucho se ha hablado sobre Rennes Le
Château, pero de confirmarse todo lo que se muestra en el documental
Bloodline, sería sin duda el descubrimiento más importante y
revolucionario sobre la estirpe Merovingia y el secreto templario. A día
de hoy, Bloodline solo se ha estrenado en unos pocos países, la
distribución es lenta, pero esperemos que a lo largo de este año sea
traducido y distribuido por estos lares. Todo parece de una película de
Indiana Jones, pero no olvidemos que la realidad suele superar la
ficción en muchos casos y pese al escepticismo con el que podemos
afrontar todos estos descubrimientos, es posible que en este caso
estemos ante uno de los hallazgos más importantes de la historia.
No es muy normal que un lugar tan pequeño
e insignificante como Rennes sea el epicentro de tantos enigmas
históricos. Y cuando el río suena…
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