El Vampiro de Highgate (Londres)
A pocos kilómetros de Londres se alza al fascinante cementerio de Highgate, un cementerio con un significado especial en el mundo de los ´vampiros´. En él se inspiró Bram Stoker para ubicar las andanzas del célebre Conde rumano en Inglaterra. A este respecto escribe Jean-Paul Bourre: ´El vampirismo existe realmente, como un poder en estado puro, un diamante negro incorruptible que jamás podrán vencer ni los hombres ni la muerte. Bram Stoker tenía conocimiento de esta raza de inmortales que se llaman ´vampiros´… Una vez más no es casualidad que Stoker haga que sus vampiresas se desplacen hasta la landa de Hamstead, ni el conde Drácula, amo y señor de la noche, se instale en Carfax, en una antigua casa en el norte de Londres, muy cerca de Hampstead, donde el autor sitúa el cementerio en el que descansa Lucy Westenra… Hoy por hoy, ese cementerio existe todavía, lindando con Hampstead, en las colinas de Highgate, al norte de Londres.
Cierto es que el escritor Bram Stoker pertenecía a una famosa sociedad ocultista; la Golden Dawn, y los ocultistas -como Bourre- pretenden que Stoker conocía la existencia de vampiros en Highgate, y por eso eligió ese cementerio para ubicar las andanzas de Drácula en Inglaterra. Sin embargo es más probable que sea al revés, es decir, que los aficionados a los vampiros hayan acudido a Highgate porque ese es el cementerio del ficticio Drácula. El verdadero nunca salió de Rumanía.
Al margen de conjeturas, los hechos son que entre 1970 y 1974 los testimonios sobre un ´vampiro´ en Highgate se amontonaron. Y no solo testimonios orales. El 7 de marzo de 1970 tres escolares de Highgate descubrieron el cadáver decapitado de una mujer que había sido enterrada en 1926.
Varias televisiones británicas, como la Thames TV, o la BBC contribuyeron a extender el mito del ´Vampiro de Highgate, y no es de extrañar que llegasen a organizarse auténticas ´cacerías de vampiros´, como la organizada el 13 de marzo de 1970. Esa noche docenas de curiosos y ocultistas, bajo la atenta vigilancia policial que no pudo evitar la invasión del cementerio, asaltaron Highgate en busca del vampiro. La ´cacería´ estaba alentada por un curioso personaje, Sean Manchester.
Nacido hacia 1950 el ´cazavampiros´ Sean Manchester se ufana de ser descendiente directo de Lord Byron, y ¡de haber matado treinta vampiros!. En una entrevista concedida en 1990 a la agencia Radial Press, Manchester declaraba que ´primero les clavó la estaca en el corazón, después les cortó la cabeza y por último quemó los restos.
Puede sonar a delirio, y posiblemente así es, pero en 1985 Manchester describía en una entrevista con Jean-Paul Bourre cómo había ejecutado a uno de esos treinta vampiros. En 1970 Manchester contactó con Elisabeth Wojdila, e interpretó que su supuesta anemia, y sus trances sonambúlicos eran un indicio evidente de que había sido contaminada por el ´Vampiro de Highgate´, así que decidió acudir con ella al cementerio, intentando localizar la tumba en la que se ocultaba el ´no muerto´. Ciertamente la joven se detuvo ante un panteón, donde Manchester localizó varios ataúdes, y en ello un cuerpo ´ni muerto, ni vivo, sino otra cosa´. Armado de estaca, crucifijos, velas y agua bendita, como si de un Dr. Van Helsing moderno se tratase, Manchester procedió a exorcizar a la Bestia.
Sorprendentemente la policía británica nunca ha podido obtener pruebas para procesar a Manchester, pero si las obtuvo en el caso de su ´colega´ y paisano David Farrant. Las batidas, y ¿psicosis? sobre el ´Vampiro de Highgate´ continuaron desde 1970, y en otoño de 1974 un joven ocultista de 28 años, David Farrant comenzó a dirigir nuevas ´cacerías de vampiros´, y rituales mágicos en el famoso cementerio. Pero esta vez todo el peso de la Ley cayó sobre el ´cazavampiros´. Más de un centenar de ´cazavampiros´ siguieron a Farrant al cementerio, en busca del no-muerto de más de dos metros que algunos afirmaban haber visto de nuevo. Naturalmente ignoraban que M. Sean Manchester ya nos había librado de la criatura del Averno cuatro años antes… de saberlo -y creerlo- se habría evitado la carnicería que se montó en Highgate en estas nuevas batidas.
Durante el proceso, que levantó gran expectación, el jurado tuvo que escuchar el relato de jóvenes que bailaban desnudas sobre las tumbas para invocar al vampiro, como se habían clavado estacas de hierro y madera en cuerpos mutilados, después de saquear las tumbas (posteriormente los sepultureros tuvieron la triste labor de devolver los restos a las tumbas, con toda la discreción posible para evitar el trauma a los familiares de los cadáveres profanados). Un arquitecto que había estacionado su coche junto la verja del cementerio se encontró al volver con un cuerpo sin cabeza apoyado en el volante. En la casa de Farrant se descubrieron fotos de una muchacha desnuda sobre una tumba, y cuando uno de los inspectores de policía visitó a uno de los testigos del juicio en su domicilio, se encontró ´sal en las ventanas del dormitorio y en la puerta, y una gran cruz de madera bajo su almohadón´. También se filtró a la prensa que algunos testigos del fiscal, que iban a declarar contra Farrant, recibieron muñecos ´vudú´ con agujas atravesándoles el pecho. Farrant fue condenado a cuatro años y ocho meses de prisión por los delitos de profanación, mutilación de cadáveres y tenencia ilícita de armas.
A pocos kilómetros de Londres se alza al fascinante cementerio de Highgate, un cementerio con un significado especial en el mundo de los ´vampiros´. En él se inspiró Bram Stoker para ubicar las andanzas del célebre Conde rumano en Inglaterra. A este respecto escribe Jean-Paul Bourre: ´El vampirismo existe realmente, como un poder en estado puro, un diamante negro incorruptible que jamás podrán vencer ni los hombres ni la muerte. Bram Stoker tenía conocimiento de esta raza de inmortales que se llaman ´vampiros´… Una vez más no es casualidad que Stoker haga que sus vampiresas se desplacen hasta la landa de Hamstead, ni el conde Drácula, amo y señor de la noche, se instale en Carfax, en una antigua casa en el norte de Londres, muy cerca de Hampstead, donde el autor sitúa el cementerio en el que descansa Lucy Westenra… Hoy por hoy, ese cementerio existe todavía, lindando con Hampstead, en las colinas de Highgate, al norte de Londres.
Cierto es que el escritor Bram Stoker pertenecía a una famosa sociedad ocultista; la Golden Dawn, y los ocultistas -como Bourre- pretenden que Stoker conocía la existencia de vampiros en Highgate, y por eso eligió ese cementerio para ubicar las andanzas de Drácula en Inglaterra. Sin embargo es más probable que sea al revés, es decir, que los aficionados a los vampiros hayan acudido a Highgate porque ese es el cementerio del ficticio Drácula. El verdadero nunca salió de Rumanía.
Al margen de conjeturas, los hechos son que entre 1970 y 1974 los testimonios sobre un ´vampiro´ en Highgate se amontonaron. Y no solo testimonios orales. El 7 de marzo de 1970 tres escolares de Highgate descubrieron el cadáver decapitado de una mujer que había sido enterrada en 1926.
Varias televisiones británicas, como la Thames TV, o la BBC contribuyeron a extender el mito del ´Vampiro de Highgate, y no es de extrañar que llegasen a organizarse auténticas ´cacerías de vampiros´, como la organizada el 13 de marzo de 1970. Esa noche docenas de curiosos y ocultistas, bajo la atenta vigilancia policial que no pudo evitar la invasión del cementerio, asaltaron Highgate en busca del vampiro. La ´cacería´ estaba alentada por un curioso personaje, Sean Manchester.
Nacido hacia 1950 el ´cazavampiros´ Sean Manchester se ufana de ser descendiente directo de Lord Byron, y ¡de haber matado treinta vampiros!. En una entrevista concedida en 1990 a la agencia Radial Press, Manchester declaraba que ´primero les clavó la estaca en el corazón, después les cortó la cabeza y por último quemó los restos.
Puede sonar a delirio, y posiblemente así es, pero en 1985 Manchester describía en una entrevista con Jean-Paul Bourre cómo había ejecutado a uno de esos treinta vampiros. En 1970 Manchester contactó con Elisabeth Wojdila, e interpretó que su supuesta anemia, y sus trances sonambúlicos eran un indicio evidente de que había sido contaminada por el ´Vampiro de Highgate´, así que decidió acudir con ella al cementerio, intentando localizar la tumba en la que se ocultaba el ´no muerto´. Ciertamente la joven se detuvo ante un panteón, donde Manchester localizó varios ataúdes, y en ello un cuerpo ´ni muerto, ni vivo, sino otra cosa´. Armado de estaca, crucifijos, velas y agua bendita, como si de un Dr. Van Helsing moderno se tratase, Manchester procedió a exorcizar a la Bestia.
Sorprendentemente la policía británica nunca ha podido obtener pruebas para procesar a Manchester, pero si las obtuvo en el caso de su ´colega´ y paisano David Farrant. Las batidas, y ¿psicosis? sobre el ´Vampiro de Highgate´ continuaron desde 1970, y en otoño de 1974 un joven ocultista de 28 años, David Farrant comenzó a dirigir nuevas ´cacerías de vampiros´, y rituales mágicos en el famoso cementerio. Pero esta vez todo el peso de la Ley cayó sobre el ´cazavampiros´. Más de un centenar de ´cazavampiros´ siguieron a Farrant al cementerio, en busca del no-muerto de más de dos metros que algunos afirmaban haber visto de nuevo. Naturalmente ignoraban que M. Sean Manchester ya nos había librado de la criatura del Averno cuatro años antes… de saberlo -y creerlo- se habría evitado la carnicería que se montó en Highgate en estas nuevas batidas.
Durante el proceso, que levantó gran expectación, el jurado tuvo que escuchar el relato de jóvenes que bailaban desnudas sobre las tumbas para invocar al vampiro, como se habían clavado estacas de hierro y madera en cuerpos mutilados, después de saquear las tumbas (posteriormente los sepultureros tuvieron la triste labor de devolver los restos a las tumbas, con toda la discreción posible para evitar el trauma a los familiares de los cadáveres profanados). Un arquitecto que había estacionado su coche junto la verja del cementerio se encontró al volver con un cuerpo sin cabeza apoyado en el volante. En la casa de Farrant se descubrieron fotos de una muchacha desnuda sobre una tumba, y cuando uno de los inspectores de policía visitó a uno de los testigos del juicio en su domicilio, se encontró ´sal en las ventanas del dormitorio y en la puerta, y una gran cruz de madera bajo su almohadón´. También se filtró a la prensa que algunos testigos del fiscal, que iban a declarar contra Farrant, recibieron muñecos ´vudú´ con agujas atravesándoles el pecho. Farrant fue condenado a cuatro años y ocho meses de prisión por los delitos de profanación, mutilación de cadáveres y tenencia ilícita de armas.
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