miércoles, 17 de octubre de 2012

Mephisto



Mefistófeles (también llamado Mefisto y otras variantes) es un demonio del folclore alemán. Mefistófeles es comúnmente considerado como un subordinado de Satanás encargado de capturar almas, o bien como un personaje tipo de Satanás mismo.
Durante el Renacimiento, era conocido por el nombre de Mefostófiles, forma de la cual se deriva una de sus posibles etimologías, según la cual el nombre procede de la combinación de la partícula negativa griega μὴ, φῶς (luz), φιλής (el que ama), o lo que es lo mismo: el que no ama la luz. Sin embargo, el significado de la palabra no se ha establecido por completo. Butler menciona que el nombre sugiere conjeturas en idiomas griego, persa o hebreo. Entre los nombres sugeridos, están Mefotofiles (enemigo de la luz), Mefaustofiles (enemigo de Fausto), o Mefiz-Tofel (destructor-mentiroso).
Extendido por el Romanticismo y universalizado por el Fausto, simboliza el proceso de pérdida de fe y concreción a lo práctico según un sistema moral relativista propio de las sociedades avanzadas como consecuencia de la Revolución científica y la industrial.
Mefistófeles es presentado muchas veces como una figura tragicómica, atrapado entre su victoria al lograr que las grandes masas dejen de considerar a Dios en el centro de todas las cosas, y su derrota al perder él mismo relevancia por el mismo motivo. En el aspecto gráfico, Mefistófeles ha sido mostrado como la representación más refinada del mal, siendo caracterizado con ropas fastuosas dignas de la nobleza y con una mente fría, racional y con un alto nivel de lógica, misma que utilizaría para atrapar mentalmente a las personas y hacer que siguiesen sus designios.
Mefistófeles es un personaje clave en todas las versiones de la novela Fausto, siendo de estas la más popular, la del escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe . Sin embargo es en la obra de Christopher Marlowe (anterior al Fausto de Goethe e inspiración de este) en donde aparece este personaje por primera vez. En La trágica historia del doctor Fausto Mefistófeles se le aparece al Dr. Fausto, un viejo científico, cansado de la vida y frustrado por no llegar a poseer los conocimientos tan amplios que desearía tener, que decide entregarle a este diablo su alma a cambio de alcanzar la cumbre de la sabiduría, ser rejuvenecido y obtener el amor de una bella doncella.
En el ámbito musical, también el grupo musical Enigma creó un tema llamado Dancing with Mephisto (Bailando con Mefisto) en el año 2006, en el que este personaje, a través del canto, busca tentar a su interlocutor diciéndole: "Sígueme, / ven y ve / la infinidad, la eternidad".
El grupo de Power metal Kamelot posee una canción llamada "March Of Mephisto" (la marcha de Mefisto) en su disco The Black Halo.
Sting también lo cita en "Wrapped Around Your Finger" para aludir la oscura sabiduria del personaje de su canción (The Police: disco "Synchronicity",1983) : "Mephistopheles is not your name / Mefistófeles no es tu nombre. but I know what you're up to just the same / pero sé que te propones lo mismo que él . I will listen hard to your tuition / Escucharé atentamente tu enseñanza . and you will see it come to it's fruition / y verás que da su fruto". La canción cita también a personajes de la mitología griega, y su significado alude a la relación de posesión entre dos amantes, en la que la dirección de sometimiento más tarde se invierte.
Radiohead lo cita en su canción "Videotape" del álbum In Rainbows " Mephistopheles is just beneath and he's reaching up to grab me / Mephistopheles esta debajo mío y el esta estirandose para agarrarme y apresarme "
Trans-Siberian Orchestra, en su álbum "Beethoven's Last Night" (Ópera Rock en la cual relata una historia ficticia de Ludwig van Beethoven)tiene dos canciones referentes a Mefistófeles: El tema 5 del álbum (Mephistopheles) y el tema 22 (Mephistopheles's Return).
El personaje "Mr. MacPhisto" sería una versión presentada por Bono, el cantante de la banda "U2", durante la gira "ZOO TV" a principios de los años 90.
"Mr. Mistoffelees", cuyo nombre también es una versión de Mefistófeles, es un personaje de "El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum" de T.S. Eliot, el cual también aparece en "Cats" —adaptación musical del libro— de Andrew Lloyd Webber, siendo uno de los personajes principales. Se caracteriza por el engaño y el misterio, pero no de una manera negativa o siniestra.
En Argentina existe el personaje "Mefisto Félez", interpretado por el actor Casper Uncal. Esta adaptación muestra una faceta contemporánea y en extremo capitalista de este demonio, cuya característica es el discurso irónico y mordaz.
   
  

La leyenda de Fausto es una versión de la historia del pacto entre el hombre y el diablo; en su busqueda de la plena sabiduria, Fausto vende su alma a Mephistopheles, el diablo, como unica via restante para alcanzar el conocimiento supremo. Son muchos los mitos y obras literarias basadas en esta temática; la version mas antigua que se conoce actualmente es la historia de Theophilus of Adana.
  Pero, ¿es la leyenda de Fausto se basa en la vida y experiencias de una persona real? Generalmente se asume que el mito esta inspirado en la figura del mago y alquimista alemán Johann Georg Faust (aproximadamente 1480-) originario de Knittlingen, quien se graduó en la universidad de Heidelberg en 1509, obteniendo cierta notoriedad por sus conocimientos relativos a las ciencias y las artes. La leyenda de Fausto hunde sus raices en la tradicion oral, por lo cual es muy dificil concretar el origen de este mito de manera precisa. Sin embargo, los estudios acerca de esta leyenda situan su origen en el norte de Europa, concretamente, en  Alemania. La primera obra impresa que recoge el mito de Fausto, titulada ” Historia von Iohan Fausten” , de autor desconocido, se publicó en Frankfurt por Johann Spies en el año 1587. El libro surgió en que la religion en Alemania se encontraba dominada por la figura de Martin Lutero. Existe la teoria que señala que dicha obra se basó en una fuente mas antigua escrita en latín. Etimológicamente, fausto proviene del vocablo en latín ” faustus”, cuyo significado es afortunado, mientras que “Ihoan” se traduce al aleman como Johann. El título en latín de la obra “Historia von Iohan Fausten” por lo tanto refuerza la teoria de la existencia de una fuente previa escrita en dicha lengua.
  “Historia von Ihoan Fausten” fué traducido al ingles en 1592 por alguien conocido como “P.F” bajo el títilo ” The History of the Damnable Life and Deserved Death of Doctor Iohn Faustus”. Esta versión de la leyenda, de la cual no permanece ningun ejemplar, posiblemente sirvió de inspiración a Christopher Marlowe, famoso dramaturgo ingles, para la genesis de su obra “The Tragical History of Doctor Faustus”, alrededor de 1600, y que transmuta la condenación de una una criatur depravada en la caida de Prometeo. A su vez, la obra de Marlowe, junto con otras fuentes como “Cenodoxus” (1602) de Jacob Bidermann, asi como las llamadas “Faustpuppenspiele”, espectaculos de marionetas basadas en esta temática, sirvieron posiblemente de inspiración a Johann Wolfgang von Goethe para la creacion de “Faust”, probablemente la versión mas conocida de la leyenda. “Faust” fué la obra que ocupó la larga vida de Goethe (1749-1832). Dividida en dos partes, es una obra maestra de la literatura alemana y universal. El Fausto de Goethe solo se redimirá por amor; Margarita, objeto y victima de su pasion pecaminosa, asegura su salvacion.        Tras la publicacion de la obra de Goethe, hubo numerosas versiones renovadas del antiguo mito, como las de F. Klinger, Charmisso, Grabbe y N. Lenau. Las interpretaciones literarias mas recientes son “Mon Faust” de P. Valéry y “Doktor Faustus” (1947) del novelista aleman Thomas Mann.
  La historia del hombre y su relación con el mal encarnado en el diablo tuvo una importante repercusión no solo en la literatura, sino tambien en otras artes como la musica, el teatro, las artes plásticas y el cine entre otros, lo cual demuestra la fascinación que despierta la leyenda entre las gentes desde su mismo origen, lo cual permitió que su esencia permanenciese a traves de los tiempos, ya sea a modo de diversas y múltiples versiones y adaptaciones.


Es preciso dejar sentado como cuestión previa, aunque todo esoterista investigador curioso de las realidades de las Jerarquías Espirituales con seguridad ya es consciente de ello, que no hay nada más lejos de la realidad que la falsa e injusta imagen que, dentro de su iconografía y mitología, la Iglesia Católica nos ha legado acerca de la figura de Lucifer, el Portador de Luz e “Hijo de la Mañana”, al que ha equiparado con la máxima representación del Demonio o el Diablo. Todas las escuelas y ramas ocultistas convienen en la transcendencia de la labor luciférica, como opositor adverso a Jerarquías superiores y a la vez como dador de luz a la jerarquía humana en nuestros albores en la tierra, en los términos que se expresan luego a lo largo de este artí***. Lucifer viene de Luciferus, el que ilumina, y corresponde exactamente a la voz griega Phosphorus. La Iglesia, como expresa H.P. Blavatsky, le da ahora la denominación de Diablo como “tinieblas”, porque el primer Arcángel que surgió de las profundidades del Caos fue llamado Lux (lucifer), el luminoso “Hijo de la Mañana” o Aurora Manvantárica, mientras que en el Libro de Job, se le llama “Hijo de Dios”, la brillante Estrella Matutina, Lucifer.

Con las reservas prudenciales que quieran hacerse, se puede afirmar hoy que en la interpretación de la misión histórica de Lucifer es donde se produce una coincidencia unitaria y un hermanamiento de las viejas diferencias entre los distintos grupos del esoterismo planetario, de la misma manera que lo que constituye el tronco común que viene a unificar ecuménicamente todas las tradiciones ocultistas, es la idea general del advenimiento del Cristo como Avatar grupal (el Hijo del Hombre) a partir de nuestros tiempos ya acuarianos, y aunque aún subsiste algún sectarismo en la reivindicación de algunas doctrinas y misterios, y la gran síntesis universal de ideas, conceptos y principios está todavía pendiente de conseguirse en el campo espiritualista, se puede decir que se ha alcanzado un punto de encuentro entre la mayoría de corrientes ocultistas en la expectativa tan largamente anunciada de la nueva manifestación Mesiánica. Es tanto ahí, como en la significación del espíritu luciférico, donde se produce una concordancia del esoterismo occidental cristiano –fundamentalmente a través del movimiento Rosacruz de Max Heindel y del amplio movimiento antroposófico de Rudolf Steiner- y del desarrollo posterior de las escuelas ocultistas basadas esencialmente en las tradiciones orientales acumuladas a lo largo de milenios, que inicialmente se centraron en torno a la figura de H.P. Blavatsky y la Sociedad Teosófica impulsada por los Maestros Morya y Koot Hoomi, y cuya tradición y fundamentos siguió desarrollándose posteriormente a través de la Escuela Arcana de Alice Bailey y del Maestro Djwal Kul. Coinciden asimismo en la asunción de tal revelación avatárica movimientos posteriores como el “I Am” y “Bridge of Freedom” originados en los EEUU, el Agni Yoga (Yoga del Fuego) del matrimonio Roerich conducido por el Maestro Morya, así como individualidades europeas como Pietro Ubaldi, Mikhael Aivanhov y tantos otros no tan públicos, y finalmente la más reciente y nueva Dispensación Avatárica universal y universalista preconizada por el CLUC portugués. 


 Es en tal sentido, y bajo esa idea aglutinante y unitaria, que en el presente artí*** vamos a acercarnos someramente al estudio de aquellas jerarquías, seres y fuerzas espirituales que han asistido, y siguen asistiendo, a la génesis y desarrollo de los seres humanos en su camino de evolución y desarrollo, aunque paradójicamente su labor sea de oposición y resistencia al progreso evolutivo planeado por aquellas Jerarquías Espirituales Superiores que crearon el sistema solar, la tierra y el hombre. Análogamente a lo que ocurre con las diferentes ramas ocultistas tanto en sus diferentes concepciones y praxis como en su conjunción de fondo en cuanto al Plan Crístico, los diversos Seres y Jerarquías Espirituales intervinientes en la evolución del planeta y del ser humano –sean del signo y condición que sean- trabajan juntos y de forma misteriosamente coordinada en el mundo, aunque a veces parezca que lo hagan de manera contrapuesta, de forma que todo aquello que aparentemente se oponga al progreso de la humanidad en una fase temporal determinada, eventualmente se vuelve una bendición en beneficio de esa evolución.

En su tiempo Rudolf Steiner afirmó rotundamente que la conexión entre el Espíritu de Cristo (como fundamento esencial de todo el ocultismo esotérico presente y futuro) con la Ciencia Espiritual conducía sin lugar a dudas a la negación de que pudiera argüirse por nadie que hubiera una oposición esencial entre el Ocultismo Oriental, de cariz básicamente hindú y budista, y el Occidental, esencialmente esoterista cristiano, y afirmaba en tal sentido que no había dos ocultismos, sino uno sólo, puesto que solamente hay una verdad, de manera que no podía haber oposición entre la Teosofía del Este y la del Oeste. Y así aunque hubo tiempos en que diversas ramas esotéricas orientales no reconocían al Cristo, monopolizando la posesión de la verdad de los misterios, los sucesores de aquellos primeros teósofos de ambos lados del planeta reconocen al Cristo como el verdadero Espíritu de la Tierra y el Hijo del Padre, cuya misión sagrada y fundamental es la de iluminar el camino hacia el mundo espiritual, redimiendo y unificando a todos los hombres en la Fraternidad Universal por El anunciada.


 Tanto las diversas jerarquías espirituales que intervinieron en el desarrollo del hombre y de los diversos reinos de la tierra durante los períodos Lemur y Atlante, como las que actuaron en las cadenas anteriores: los Tronos (o Señores de la Llama o de la Voluntad), los llamados Espíritus de la Sabiduría, los Espíritus del Movimiento, los Espíritus de la Forma, los Espíritus de la Personalidad (los Asuras o Archai), los Arcángeles y los Angeles, han venido aportando, cada una de ellas en sus distintos ámbitos y cometidos, su colaboración y creación específicas, a la vez que cada época ha tenido sus correspondientes Seres Espirituales opuestos a aquellos Poderes progresivos o evolutivos. Y así en Lemuria fueron los llamados seres luciféricos los que actuaron en oposición a los Seres que ayudaban a la evolución, aportando al hombre las características aparentemente contrarias que luego se explicitarán, y en la Atántida fueron los Ahrimanes o Mefistófeles los espíritus oponentes, que vienen a ser aquellos que en la Edad Media eran conocidos como Sátán.

Tal y como nos cuentan Heindel y Steiner, a raiz de sus investigaciones clarividentes, en el Período de Saturno los Tronos aportaron la sustancia para construir el cuerpo físico, en el Período Solar los Espíritus de Sabiduría imbuyeron el cuerpo etérico en el hombre entonces potencial, en el Período Lunar los Espíritus del Movimiento o de la Individualidad dotaron al hombre del cuerpo emocional o astral, y finalmente en la Tierra los Espíritus de la Forma le dieron al hombre el Yo, el ego para que fuese independiente. Pero en realidad el ser humano no hubiera llegado a ser independiente de esos Espíritus de la Forma si no llega a ser porque en la Epoca Lemur de la Tierra los antes referidos seres luciféricos se opusieron a aquellos Espíritus de la Forma dando al hombre la base de su libertad, pues mediante el mito o leyenda del Arbol del Bien y del Mal se poseyeron del cuerpo astral humano, que de otra forma hubiera quedado dependiente de los Espíritus de la Forma, de manera que los seres luciféricos hicieron al hombre semejante a los dioses al darle la posibilidad de elegir y ser libre y darle el poder de crear a través de la procreación. Si no hubieran intervenido el hombre hubiera permanecido en un estado angelical de inocencia y pureza en su cuerpo astral, sin pasiones ni deseos sobre lo material y sobre la tierra misma, de forma que si su apego astral a la forma y a la materia no hubiera ocurrido hasta millones de años después en la Epoca Atlante en que tocaba hacer ese impulso según el Plan de los Dioses, el hombre hubiera seguido obedeciendo a esos Seres, y las facultades humanas de percepción y cognición no se hubieran dirigido hacia el mundo material hasta mucho más tarde.

El hombre se convirtió en un ser independiente, con una cierta medida de libertad, y aunque quedase en cierto modo separado del mundo espiritual, sin la influencia de Lucifer hubiera permanecido como una especie de animal espiritualizado, un niño en las manos de los Seres Superiores Divinos y por tanto sin una verdadera independencia en su alma humana. Los instintos personales que en él aparecieron, las pasiones y deseos que surgieron en su cuerpo astral extendieron en su psiqué una nube de oscuridad sobre el mundo de los Seres espirituales de los cuales había nacido, que en caso contrario hubiera quedado perfectamente visible para él. El hombre fue despertado por los seres luciféricos a la consciencia del mundo material y a la consciencia de sí mismos, y con ello a la enfermedad, al dolor y a la muerte, y al poder de elegir, a la libertad, al entusiasmo pasional, al error y al mal, quedando bajo el dominio de Lucifer.

Cuando los primeros iniciados en los Oráculos de la Atlántida, nos dice Steiner, fueron entrenados a tener acceso al mundo espiritual que había sido ocultado al hombre a causa de la influencia de Lucifer en los cuerpos astrales, vieron de nuevo a las figuras del Mundo de Luz de rango superior –opuestos al mundo de Lucifer- por medio de la visión clarividente mientras dormían, pudiendo ver además a esos seres luciféricos, y entonces pudieron observar cómo las nobles figuras del Mundo de Luz eran tan espléndidas y fascinantes como terriblemente espantosas eran sus opuestos los seres luciféricos.

Ahriman- Mephistopheles

Y es en esa Epoca Atlante en que una nueva y diferente influencia sobrevino sobre el hombre. Si Lucifer había ocasionado en el hombre un cuerpo físico mucho más duro que el que le hubiera correspondido, para cerrarle aún más el acceso al mundo espiritual y atraerle todavía más al mundo espiritual para que descendiese profundamente a la materia, era preciso conducirle a la ilusión de la forma. Lo que era un velo con Lucifer, bajo la influencia de este nuevo ser el mundo físico se convirtió en una densa y gruesa capa o bloque que cortaba todo acceso al mundo espiritual, que solo los iniciados atlantes bien preparados eran capaces de transcender.

Y fue en el mundo persa donde la misión de Zaratustra fue impartir una cultura dirigida al mundo de las sensaciones, mediante la maestría del hombre estrictamente físico, pero ello conllevó que los iniciados cayeran bajo la influencia de un nuevo ser en la magia negra, la cual finalmente destruyó Atlantis, pues los hombres cayeron en la tentación del mal uso de poderes de la oscuridad sobre la naturaleza que preconizó ese ser al que Zaratustra llamó Ahriman, quien se oponía al Dios de Luz proclamado por Zaratustra bajo el nombre de “Ahura-Mazda”. Este ser, también opuesto a los Elohim (Espíritus de la Forma) vino a persuadir al hombre de que lo físico y la materia era la única realidad.

Hay que distinguir por lo tanto estas dos figuras que son Lucifer y Ahriman, los dos tipos de seres que habían decidido no continuar con su desarrollo y evolución normal quedando retrasados con respecto a su propia oleada de vida, y que se encargarían de proporcionar al ser humano la resistencia y revulsivos necesarios para su progreso. Mientras que Lucifer era un ser que se había separado de los Seres Espirituales del Paraíso después de la separación del sol, Ahriman lo había hecho mucho antes.

Si Lucifer había puesto al hombre bajo la influencia del aire y del agua, Ahriman le hizo presa del engaño y de la ilusión bajo los poderes del fuego, de una calidad más profunda, densa y baja, desperdiciando las fuerzas del cuerpo físico y su efecto en el cuerpo etérico. Al caer las antiguas civilizaciones india, persa, egipcia y greco-latina en decadencia arrastraron consigo a las tradiciones de los viejos y sagrados misterios cuya pureza no pudieron preservar, traicionando así sus aspirantes y discipulos los secretos milenarios con su caída en la práctica perversa de la Magia Negra. Y al ser Ahriman el espíritu de la mentira, el engaño, el espejismo y la ilusión, y mezclarse las pasiones y deseos del hombre con las prácticas ocultas, se despertaron las fuerzas oscuras y penetraron en el cuerpo etérico, y bajo la influencia de esos espíritus los poderes más demoníacos de corrupción aparecieron en la mente humana entre imágenes ilusorias y falsas de todo tipo.

Así como Ahriman fue inicialmente reconocido por Zaratustra, Rudolf Steiner dejó constatada su perfecta equivalencia con el Mefistófeles del Fausto de Goethe, cuya denominación deriva de dos palabras hebreas: “Mephiz” (Corruptor) y “Topel” (Mentiroso). La Antroposofía hace una clara distinción entre los términos “Diablo” igual a Lucifer y “Satán” igual a Ahriman. Y aunque a veces ha sido difícil encajar su origen acerca de cual sea la Jerarquía a la que pertenecen como “caídos”, parece claro que Lucifer cayó durante la Antigua Luna y Ahriman durante el Antiguo Sol. Ahriman pertenecería al rango de los Archai que consiguieron su status en el Antiguo Saturno, aunque parece que cayeron durante el Antiguo Sol, mientras que Lucifer, que pertenece al rango de los Arcángeles al haber conseguido su status humano durante el Antiguo Sol, parece que cayó posteriormente durante la Antigua Luna.


 En la Epoca Lemur los espíritus luciféricos fueron muy activos, llegando a encarnar en ciertos líderes de la humanidad y hasta como maestros de algunos pueblos, se encargaron de promover y desarrollar nuevos idiomas y lenguas en el ejercicio de la libertad que ellos instituyeron en el hombre. Impulsaron el arte y las ciencias y todo aquello que fomentase el orgullo, la ambición, la vanidad, el auto engrandecimiento. Por el contrario la huella de los espíritus de Ahriman podemos encontrarla en la necesidad de adquirir conocimientos de asuntos y técnicas materiales, puesto que la materia es su reino, la economía y la política, y su influencia nos llega hasta nuestros días sobre todo en todo aquello que promocione la tecnología y los medios mecánicos, la televisión, la radio, el cine y todas las miles de cosas que dependan de la electricidad. Mientras que Lucifer estimula el entusiasmo, Ahriman induce al tedio, al aburrimiento y al desinterés, a la inteligencia sin consciencia, pues para tales seres al fin y al cabo el hombre no es otra cosa que un animal superior sin alma ni espiritualidad, una especie de máquina sin moral, un autómata deshumanizado y despersonalizado. ¿Acaso no tienen similitudes tales conceptos y descripciones con el mundo de los ejecutivos, los científicos y las fábricas de nuestros tiempos?

Enfermedad, dolor y muerte

La Jerarquía de Espíritus que fundamentalmente se ocupaban de la evolución de la Tierra, los Espíritus de la Forma, cuando los espíritus luciféricos tomaron las riendas del cuerpo astral del hombre y decidieron establecer su independencia, al incrementar su interés por todo lo material mediante las pasiones y los deseos, introdujeron por vez primera la enfermedad, el dolor y la muerte por designio de aquellos dioses superiores. Mediante la conocida maldición bíblica de “Parirás con dolor y te ganarás el pan con el sudor de tu frente” el ser humano fue expulsado del Paraíso, al asumir bajo la influencia de Lucifer su libertad y su facultad de crear procreando hasta entonces inexistentes. Y es así que, con el fin de que el hombre no sucumbiese totalmente al mundo terrenal de la materia y las pasiones, los Dioses establecieron un balance perfecto de contrapeso y equilibrio entre las pasiones y deseos de un lado y la enfermedad y dolor del otro, equivalentes al equilibrio contrapuesto entre los seres lunares y los seres del Sol, los espíritus luciféricos y los Espíritus de la Forma.

Si la evolución hubiera proseguido lentamente de acuerdo con el plan de los Espíritus progresivos, el hombre hubiera abierto los ojos para observar el mundo de su alrededor solo a partir de la mitad de la Edad Atlante, pero entonces hubiera visto con ojos espirituales y no como ve hoy, ya que hubiera visto el mundo como directa expresión de los Seres Espirituales, los Espíritus de la Forma. Y es por todo ello que los Espíritus Ahrimánicos aparecieron en la mitad del Período Atlante, para hacer caer al hombre en el error y la ilusión de ver todo su entorno como absolutamente material, sin la posibilidad de ver los verdaderos fundamentos espirituales de todo el mundo físico. El hombre fue tentado por Ahriman con la ilusión de ver solo una cara de la realidad, sin poder ver lo espiritual en cada piedra, en cada planta y cada animal, de forma que toda su existencia se basaría en las apariencias del mundo de los sentidos.

Karma

Para combatir tal corrupción los Seres Espirituales introdujeron el Karma, y así como para rectificar la tentación luciférica trajeron el sufrimiento, el dolor y la muerte, para enmendar el resultado del error e ilusión ahrimánicas de quedar sometido al mundo de los sentidos introdujeron dicho Karma para eventualmente eliminar todo ese error, pues de otra forma el hombre poco a poco hubiera llegado a identificarse completamente con el mal, haciéndose uno con él .

Por cada error el hombre hubiera perdido un paso adelante en su evolución progresiva. Cada mentira e ilusión se convertirían en un obstá*** para su progreso. Pero mediante el Karma el hombre retrocedería en su ascensión justo hasta el punto en que le hubiera ubicado su pecado y su error, colocándole en la posición correspondiente para rectificar ese error. Y así el Karma era la justa medida compensadora y equilibradora, que el hombre habría de agradecer como una bendición, pues una vez corregido el error en sus justos y exactos términos podría ascender de nuevo. Por el contrario sin Karma no es posible progreso alguno, pues sin el reequilibrio de la balanza a través de la rectificación de cada error, retomando cada paso dado hacia atrás en su justa proporción, el hombre arrastraría un peso que imposibiltaría su ascenso y su evolución.

Cuerpos y Almas

Tal y como nos dicen Steiner y Heindel el cuerpo físico del hombre fue fundado en el Antiguo Saturno, el cuerpo etérico en el Antiguo Sol, el cuerpo sensible o astral en la Antigua Luna, y finalmente en la Tierra se añadió el Alma Emocional o Yo, que es una transformación del cuerpo astral. Y como ya ha quedado explicitado Lucifer quedó instalado en el cuerpo emocional astral, y ahí sigue. Mediante la transformación del cuerpo etérico nació el Alma Intelectual o racional (Alma humana para los teósofos), donde vino a instalarse Ahriman, y desde donde tienta y engaña al hombre con conceptos falsos y juicios erróneos sobre los asuntos materiales, llevándole al error, al pecado, a la mentira y a la ilusión.

Finalmente el Alma Consciente fue originada a resultas de la transformación inconsciente del cuerpo físico, y en esa transformación aún continúa la humanidad en su conjunto para asentar el principio mental y egóico en el hombre. En los próximos tiempos serán los Seres Espirituales conocidos como Asuras (ver el cuadro anterior de las Jerarquías Angélicas) los que se introducirán en ese Alma consciente y de esa manera entrarán en el Yo humano o ego, pues es el Yo el que enciende e ilumína el llamado Alma Consciente. Está previsto, nos dicen los esoteristas clarividentes cristianos, que esos Asuras generarán un mal muy superior al promovido por los poderes satánico-ahrimanicos en la Epoca Atlante o por los espíritus luciféricos en la Epoca Lemur.

Asuras

Así como el mal originado por los seres luciféricos será erradicado en la Cadena Terrestre mediante la libertad y transcendencia del dolor y la muerte, y el mal ahrimánico será transmutado por medio del Karma, el mal creado por los Asuras no puede ser purgado y eliminado de esas maneras por los buenos Espíritus que amparan la evolución (los Espíritus de la Forma en el caso de la Tierra), porque estos Espíritus Asúricos se quedarán todo aquello de lo que lleguen a apoderarse: el centro o núcleo del hombre, su consciencia del Alma, junto con su Yo. Su labor consistirá en ir segregando y tomando fragmento a fragmento del Yo humano, estableciéndose en el Alma Consciente, de forma que el hombre perderá y dejará esos fragmentos de su alma en la tierra cuando muera y vaya a los mundos suprasensibles. Todas aquellas partes del espíritu del hombre de las que se hayan apropiado los poderes Asúricos habrán sido irremediablemente perdidas.

Los poderes Asúricos se apoyan en la tendencia del hombre a vivir totalmente en el mundo material, olvidando la realidad de los seres y mundos espirituales, y engañan al hombre haciéndole entender que su Yo es un producto del mundo físico, y a medida que éste se vaya sumergiendo en las sensuales pasiones y comodidades materiales irá quedando ciego a la visión de esos mundos y seres divinos, con el resultado de que sus ideales y moral serán simples y meras sublimaciones del impulso animal. La filosofía de fondo será que los hombres proceden y descienden directamente del animal, de manera que eventualmente terminarán viviendo y asumiendose como animales en cuanto a sus impulsos y pasiones. Todo ello, si observamos distanciada y espiritualmente nuestro entorno, ya es un hecho que caracteriza la vida “normal” de nuestras ciudades y nuestros medios más inmediatos de comunicación y televisión: bajo la forma de una inconsciente orgía generalizada de sensualidad impúdica, donde se puede apreciar por todos lados ese sensacionalismo inmoral y deslumbrante que aprisiona las mentes y deseos de la gente y que no es sino la huella y la acción solapada pero permanente y paulatina de esos Espíritus Asúricos.

Cristo, Espíritu del Sol, Espíritu de la Tierra

Tal y como antes establecíamos, solamente el Karma puede compensar el mal producido, para poder reponer al hombre en la vía evolutiva y ascendente para él diseñada en el Plan Divino. ¿Y de donde viene esa bendición que representa el Karma?. Sin duda proviene, desde mucho antes de su venida hace 2.000 años, del Poder del Cristo. Ya en los Oráculos de la Atlántida los sacerdotes hablaron del “Espíritu del Sol”, que no es sino el Poder Crístico, el Cristo al que ya anteriormente en civilizaciones y culturas como la antigua India sus Rishis llamaban el “Vishva Kaman”, o luego en la antigua Persia Zaratustra se refirió como “Ahura Mazda”, o Hermes como “Osiris”, o Moisés como el Poder del “I am what I am”. Finalmente el Cristo descendió bajo la forma de Jesús, y fue en el momento del Gólgota cuando, al caer a tierra la sangre de sus heridas, el Espíritu de Cristo apareció en los mundos subterráneos inundando todo el mundo espiritual con el resplandor de su Luz, por cuya razón, alegan los esoteristas cristianos y los antropósofos, la aparición de Cristo es un evento de superior importancia, tanto para el mundo terrenal como para el mundo espiritual suprasensible que el hombre experimenta luego entre la muerte y su nuevo nacimiento posterior.

Hasta que vino el Cristo hace 2.000 años y ocurrió ese Misterio del Gólgota, las almas humanas, en el mundo espiritual al otro lado de la muerte, estaban totalmente aisladas y envueltas en una oscuridad total. Todas las almas se hallaban encerradas en una especie de muro con respecto a las demás, de manera tal que esa separación “egóica” se iba intensificando gradualmente. Endureciéndose bajo las capas de su ego, sin puente alguno de unión o relación con los otros, ese egoísmo se manifestaba inevitablemente cada vez más en su venida a la tierra al encarnar de nuevo en el mundo físico. No había perspectiva alguna de Fraternidad en la tierra, ni armonía alguna entre las almas, pues a cada paso tras la muerte a través del mundo espiritual, se iba agudizando más y más la influencia de ese ego separativo.

En su consecuencia Cristo es el Poder que ha permitido al hombre volver a la existencia terrena para ajustar cuentas y compensar el mal realizado, puesto que el Karma solo puede y tiene que ser trabajado sobre la tierra en vida, de forma que es en la existencia física donde el hombre, aprovechando los efectos del Karma, puede avanzar en su evolución. Y ese progreso es siempre posible, gracias a la Presencia del Cristo en el Reino de la Tierra, y sin cuya intervención el hombre, enteramente encerrado en sí mismo al margen de los demás seres, se hubiera encapsulado en su miseria y en la dureza de sus errores y pecados.

La misión de Cristo

Cristo es la Luz que capacita al hombre para encontrar el camino hacia lo alto, y que le conduce fuera del error y del pecado. Sin Él el ser humano estaría embadurnado en deseos y pasiones bajo la influencia de Lucifer, y además estaría sumergido, bajo el dominio de Ahriman-Satan-Mefistófeles, en el error, la falsedad y la ilusión. Pero ya no es suficiente, afirman los mismos esoteristas cristianos, con el cumplimiento formal de ciertos ritos y mandamientos religiosos, como ha venido siendo la norma en los últimos siglos bajo las esencias y dogmas de la Religión Católica u otras fés cristianas que se basan en que Jesucristo nos redimirá de nuestros pecados y se encargará de nuestro progreso, sino que es tiempo de comprometerse vitalmente en conocer la realidad del Cristo y participar a través del propio alma en la experiencia permanente del hecho crístico.

Recordemos en tal sentido que, al haberse introducido Lucifer en el cuerpo astral, sumiendo al hombre en el mundo de los sentidos,a la vez que quedó preso del mal por otra parte adquirió la facultad esencial de la autoconciencia y la libertad. Y aunque ambos Lucifer y Ahriman se introdujeran en el alma emocional y en el alma intelectual, Cristo proporcionó al hombre la fuerza de renovarse para ascender hacia lo alto y hacia el mundo espiritual. Cuando el hombre llega a conocer al Cristo y a la sabiduría cristica, absorbe esta sabiduría, y se redime él mismo así como a los seres luciféricos a través del conocimiento de Cristo. Estos espíritus luciféricos, que han procurado la libertad al hombre, son limpiados y purificados en el fuego del Cristianismo, y la maldad y error por ellos realizados a la tierra son modificados y convertidos en bien. Cuando Cristo profetizó “Seréis iluminados por el nuevo Espíritu del Espíritu, el Espíritu Santo”, este Espíritu no es otro que aquél a través del cual el hombre pudo aprehender y comprender lo que el Cristo es y significa. Es aquel Espíritu que inspiró al hombre su autoconciencia y libertad, que le permitirían llegar a entender a Cristo, de manera que ese Lucifer, resucitado en una forma nueva, puede unirse al Cristo como el buen Espíritu.

Lucifer y el Espíritu Santo

Por consiguiente este Espíritu Santo no es otro que el Espíritu de Lucifer, resucitado ahora en su superior y más pura gloria, como el Espíritu del entendimiento independiente y la sabiduría interna. El mismo Cristo anunció que este Espíritu vendría a los hombres después de El, y que a la Luz de este Espíritu sus funciones habrían de ser seguidas, como fuente de Ciencia Espiritual y sabiduría del Espíritu, la Sabiduría que conduce a la plena luz de la consciencia, la cual sin el impulso crístico hubiera quedado en la inconsciencia.

No olvidemos que el enfoque estrictamente diabólico dado a Lucifer por la Iglesia es muy reciente en términos históricos, pues, tal y como reivindica muy especialmente Helena Blavatsky, antes de Milton nunca había sido Lucifer un nombre del Diablo, y hace referencia en tal sentido a que en el Apocalipsis (XIII, 16)se le hace decir a Cristo “Yo soy… la resplandeciente estrella de la mañana”. Como la misma creadora del movimiento teosófico expresaba, en la antigüedad Luciferus era el nombre de la entidad angélica que preside a la Luz de la Verdad, Lucifer es la Luz divina y terrestre, el Espíritu Santo y Satán al mismo tiempo. “Está en nosotros, es nuestra Mente, nuestro Tentador y nuestro Redentor, el que nos libra y salva del puro animalismo. Sin este principio –emanación de la misma esencia del puro y divino principio Manat (Inteligencia), que irradia de un modo directo de la Mente Divina- con toda seguridad no seríamos superiores a los animales. Lucifer y el Verbo son uno solo en su aspecto dual”.

La antorcha del Lucifer resucitado, ahora convertido al bien, abre el camino hacia el Cristo, pues es lo cierto que Lucifer es el Portador de la Luz, y Cristo es la Luz. Lucifer, como portador de sabiduría es la vía de acercamiento al conocimiento espiritual: el Espíritu Santo, cuya llama se infundió en los 12 apóstoles en Pentecostés en forma de “lenguas de fuego”, es el poderoso Maestro de aquellos a quienes llamamos “Maestros de Sabiduría” de la Gran Logia Blanca, a través de los cuales su voz y su sabiduría fluye hasta la humanidad y hasta la tierra. Conocer los tesoros de sabiduría oculta en la Ciencia Espiritual, a través del Espíritu Santo, representa llegar a asumir el entendimiento autoconsciente del Cristo y del acontecimiento del Gólgota, de cara a la comprensión del universo y de los Espíritus que lo integran, de manera que cultivar el estudio de tal ciencia espiritual significa entender que el Espíritu fue enviado al mundo por el Cristo, y que ese Cristo no es sino el Espíritu que llena al mundo con su Luz.

La consecuencia directa y práctica del conocimiento de la ciencia espiritual es que aquí, en este globo terráqueo y en el mundo físico, es donde el hombre ha de progresar en su vida moral, en su voluntad y en su vida intelectual. Es a través de la vida física donde el mundo irá siendo espiritualizado, y donde el hombre crecerá en bondad, fortaleza y sabiduría, y eventualmente trasladará los frutos de su experiencia al mundo suprasensible, para posteriormente volver con la esencia de los mismos a sus siguientes encarnaciones en el mundo físico. Y así la tierra se irá convirtiendo paulatinamente en la expresión del Espíritu del Cristo.

El impulso evolutivo de las fuerzas adversas

Está demostrado históricamente que la influencia de las fuerzas luciféricas y las ahrimánicas se alternan en intensidad y que trabajan conjuntamente en nuestras vidas. Una de tales fuerzas suele preparar la vía de la otra, y así la pasión, el orgullo y el fanatismo luciféricos pueden dar paso al materialismo intelectual, tecnológico y rígido ahrimánicos, pues el hombre en su desarrollo puede estar necesitando de tales fuerzas y en definitiva usarlas alternativamente. Por tanto su tarea con relación a esa duplicidad es encontrar el balance o punto medio, siendo consciente del mal que conlleva identificarse instintiva e inconscientemente con cualquiera de ambos lados opuestos de la balanza. Si el hombre se declina automáticamente por cualquiera de los dos extremos materialistas y egoístas, sea a favor del estricto conocimiento del mundo material ahrimánico, o por el contrario a favor del interés y la pasión luciféricos, caerá en el juego y tentación de cualquiera de ambas fuerzas adversas. Sin embargo la elección consciente del conocimiento combinado con el interés proporciona el punto medio entre ambos, si el hombre ha adquirido la facultad consciente de contemplar su naturaleza interna desde el punto de vista del observador distanciado y desimplicado.

Y es así que al fin y al cabo esas fuerzas oponentes y adversas vienen a coadyuvar por el desarrollo evolutivo y la ampliación de la consciencia de los seres humanos, hasta el punto de que finalmente se podrá observar que el Espíritu que trajo la libertad al hombre, aparecerá de nuevo bajo una forma diferente, como antes ha quedado explicitado, de manera que el Lucifer que por las razones sabidas fue considerado el “Angel Caído”, el soberano Portador de la Luz, será redimido en nuestro Período Terrenal, lo cual viene a demostrar que todo en el Gran Plan del mundo es finalmente bueno y positivo, pues el Mal aparece y dura solo por un tiempo, siendo a la postre solamente un revulsivo que hará prevalecer finalmente al Bien, que sí es eterno.

El hombre y el mundo espiritual

Hay que afirmar rotundamente por consiguiente que hoy en nuestro presente mundo, que en tantos aspectos parece estar tan cerca de perder definitivamente la perspectiva transcendental y religiosa, el hombre que no se interesa por el mundo espiritual quedará sujeto a las influencias de las fuerzas de la herencia física y de la inconsciencia propia de la materia. Heindel y los rosacruces cristianos hacen fundamental hincapié en que solo abriéndose activamente a lo que la ciencia espiritual puede comunicarle, el hombre podrá conseguir la maestría sobre las fuerzas subconscientes de la sangre, la tribu y la herencia y del mundo externo físico y material: podrá tomar las riendas y el dominio de sus sentidos solamente mediante el conocimiento íntimo del espíritu, y a la vez ganará salud física y vigor energético.

El hombre que pase y se desentienda, tanto por posición expresa e intelectual como de manera inconsciente, del mundo espiritual, nos viene a decir Steiner, cuando muera entrará sin duda, y más allá de temores infernales y vaticinios abominables, en un mundo de oscuridad y desaliento, y allí se vivirá a sí mismo como totalmente incapaz, impotente e inconsciente. Solo si se alía conscientemente en su alma con el mundo espiritual mientras está en vida, podrá adquirir las facultades de percepción necesarias para conducirse conscientemente en el mundo post-mortem. Es necesario y perentorio insistir en que ese es el objeto fundamental de nuestras vidas: la preparación correspondiente habrá de hacerse en esta vida aquí en la tierra, pues la facultad de ver allí, y no quedar ciego e inconsciente en aquel mundo suprasensible, de amplio y largo recorrido, solo puede lograrse en el período que nos es dado existir entre la vida y la muerte.


  


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