La leyenda de Verónica siempre ha sido una de las
que más curiosidad me ha causado. Ya de niño se me ponían los pelos como
escarpias cuando, a la luz de las velas, aparecían en los coloquios las
diversas versiones de tan terrorífica historia. Es curioso observar
como esta historia está presente en casi todo el mundo, pese a que en
los años en los que se propagó no existía internet y los chismorreos
solían acotarse en zonas geográficas bastante reducidas. Existen
versiones en los que Verónica pasa a llamarse Micaela o Carolina, y en
el mundo anglosajón se la conoce como Bloody Mary (María la sangrienta),
Hell Mary, Mary Worth o Black Agnes.
Sobre dónde comenzó la leyenda, la verdad, es que
no se tiene mucha idea y sobre cuando, a finales de los años setenta y
principios de los ochenta comienzan a circular las primeras historias.
Las versiones más difundidas comienzan con la muerte de una adolescente
practicando espiritismo en versión ouija, en algunas de ellas, unas
tijeras salen disparadas y la matan clavándose en su cuello o en su
corazón, en otras, la chica sale disparada y se estampa contra un gran
espejo, del que cae un trozo y le secciona la garganta. Otras versiones,
las menos, sitúan la acción en un cementerio, en las que una niña
enferma de peste es enterrada con vida y luego aparece a modo de
venganza.
Sea como fuere, el espíritu de la joven Verónica
queda en el umbral de la vida y la muerte, a la espera de ser convocada
de diversos modos por atrevidos aventureros de lo oscuro y con fines un
tanto diversos.
Los modos y maneras de convocar a Verónica suelen
girar en torno a espejos, velas y tijeras. El más clásico de todos, es
aquel en el que se hace un círculo de tiza en el suelo y en su interior
se pone una biblia, una rosa a la que se le corta el tallo con unas
tijeras, y las mismas tijeras usadas para cortar la rosa sobre la
biblia. Acto seguido se pronuncia el nombre de Verónica tres veces y a
partir de esto, tres resultados posibles:
-Las tijeras salen disparadas y matan al convocante, de no suceder esto, la vida del convocante será larga y próspera.
-Se escucha una voz (supuestamente la de Verónica), que te indica el día de tu muerte.
-La biblia se abre y la página en la que queda,
indican las semanas que te quedan de vida (En esta versión también
existe la posibilidad de que las tijeras se introduzcan en la biblia
para marcar la página)
Este modo de convocar a Verónica también tiene
algunas variantes, en las que el círculo se hace con sal, o en el que la
operación se debe de hacer en noche de tormenta o en otros casos, en la
noche de San Juan, eso sí, siempre a la media noche.
Los siguientes modos que se conocen son bastante
similares. Ante un espejo, a oscuras y con la luz de tres velas, se
pronuncia tres veces el nombre de Verónica, entonces se exhala vaho al
espejo con la boca y en él aparece marcada la fecha de tu muerte. Esta
es la versión light, en la gore aparece Verónica y te mata. Este modo
tiene diferentes variantes también. En unas hay que estar desnudo y de
espaldas, en otras, las tijeras entran en juego y hay que dejarlas
abiertas y apoyadas contra el espejo mientras se realiza la operación e
igual que en la versión del círculo y la biblia, la noche de San Juan a
las doce de la noche y una noche de tormenta, también a las doce, suelen
ser el momento ideal. También hay variantes en cuanto al espejo, unas
veces se puede ver reflejado el día de tu entierro y en otros casos se
puede ver al propio espectro de Verónica comunicándote alguna fatídica
noticia.
Ante lo espectacular de una muerte en estas
condiciones, no se conoce ningún caso en el que se hayan dado estas
condiciones ni tampoco se conoce ningún caso en el que dicho aviso o
notificación por parte del espíritu se haya dado y mucho menos cumplido.
Y pese a todo esto, a ver quién es el valiente que
la noche de San Juan, a las doce de la noche, pronuncia el nombre de
Verónica tres veces, en la soledad de su cuarto de baño, a la luz de las
verlas y con unas tijeras desafiantes a escasos centímetros de su
yugular.
La peli de Candyman, adaptación de la novela de Clive Barker “Lo prohibido”, es un buen ejemplo de esta Leyenda Urbana.
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