Medianoche
El Rabino Abba salió de Tiberiades rumbo a la casa de su suegro. Con él iba su hijo, el Rabino
Jacob. Cuando hubieron llegado a Kfar Tarsha, se detuvieron para pasar ahí la noche. El Rabino Abba
le preguntó al anfitrión:
¿Tienes un gallo aquí? El anfitrión contestó: ¿Por qué? El Rabino Abba dijo: Deseo levantarme
exactamente a medianoche. El anfitrión replicó: No se necesita un gallo. Junto a mi cama hay un reloj
de agua. El agua cae gota a gota hasta que, justo a medianoche sale toda, y luego gira para atrás con un
estruendo que despierta a todos los que aquí habitan. Este reloj se lo hice a cierto viejo que tenía el
hábito de levantarse diariamente a medianoche a estudiar la Torah. A esto, el Rabino Abba dijo:
Bendito sea Dios que guió mis pasos hasta este lugar.
La rueda del reloj giró para atrás a la medianoche y el Rabino Abba y el Rabino Jacob se
despertaron. Escucharon la voz de su anfitrión que venía desde la planta baja, donde estaba sentado con
sus dos hijos diciéndoles:
Está escrito. "Medianoche me levantaré a darte gracias a Ti por Tus buenos juicios" [Salmos 119:
62]. La palabra "a" no es empleada, así que asumimos que "medianoche" es un apelativo del Ser
Supremo, bendito sea, al cual habla David de este modo porque la medianoche es la hora en que Él
aparece con su séquito y va al Jardín del Edén a conversar con todos los justos. El Rabino Abba dijo
entonces al Rabino Jacob: Ahora sí que tenemos suerte de estar con la Presencia.
Y fueron y se sentaron junto a su anfitrión y dijeron: Dínos de nuevo aquello que acabas de decir y
que es tan bueno. ¿Dónde lo escuchaste? Él replicó: Mi abuelo me lo contó. Me dijo que los ángeles
acusadores allá abajo están vigilando el mundo durante las tres primeras horas de la noche, pero
exactamente a la medianoche las acusaciones se detienen pues en este momento Dios entra al Jardín del
Edén.
Él continuó: Estas ceremonias, arriba, ocurren en la noche nada más, exactamente a la medianoche,
y esto lo sabemos por lo que está escrito acerca de Abraham, que "la noche se dividió por ellos" [Gen.
14: 15], y del verso "y esto vino a suceder a la medianoche" en la historia del Exodo [Exodo 12: 29], y
de numerosos pasajes más en las Escrituras. David lo sabía, según relató el viejo, pues de eso dependía
su reinado. Y así estaba acostumbrado a levantarse a esta hora y a cantar en alabanza; por eso, al
dirigirse a Dios lo llamaba "Medianoche" . Dijo también: "Me levantaré a darte gracias a Ti por Tus
buenos juicios", pues sabía que esta esfera contenía la fuente de la justicia, con juicios de reyes
terrenales que de ahí se derivaban, y por esta razón, David nunca dejó de levantarse y cantar en
alabanza a esta hora.
El Rabino Abba fue a él y lo besó y dijo: Ciertamente, todo es tal como tú lo dices. Bendito sea
Dios, que ha guiado mis pasos hasta aquí. En todo lugar, el juicio se lleva a cabo de noche y esto lo
hemos afirmado con certeza, lo hemos discutido ante el Rabino Simeón.
Al oír esto, el joven hijo del guardián preguntó: ¿Por qué entonces dice "Medianoche"?
El Rabino Abba replicó: Queda asentado que el Rey celestial se levanta a medianoche.
El muchacho dijo: Tengo una explicación diferente.
Entonces, el Rabino Abba dijo: Habla, hijo mío, porque a través de tu boca hablará la voz de la
lámpara.*
Él contestó: Esto es lo que he oído. En verdad, la noche es el momento de juicio estricto, un juicio
que se emite imparcialmente en todas partes. Pero la medianoche sale de dos partes, del juicio y de la
misericordia; la primera mitad, sólo de la noche, corresponde al periodo del juicio, mientras que la
segunda mitad toma la iluminación del lado' de la misericordia [hesed]. De donde David dijo
"Medianoche" .
Ante esto, el Rabino Abba se puso de pie y posó las manos sobre la cabeza del muchacho y lo
bendijo diciendo: Yo pensaba que la sabiduría habitaba sólo en unos cuantos privilegiados hombres
piadosos. Pero percibo que aun los niños están dotados de sabiduría celestial en la generación del
Rabino Simeón. ¡Dichoso eres, Rabino Simeón! ¡Desdichada será la generación cuando la hayas
abandonado!
La bendición de Jacob
Las bendiciones de Jacob, que le fueron otorgadas en diversos tiempos, fueron muchas ciertamente.
Primero, mediante el uso de la astucia le fue posible recibir las bendiciones de su padre; y de regreso de
Labán, recibió una bendición de la Divina Presencia, como está escrito, "Y Dios [Elohim] bendijo a
Jacob" [Gen. 35: 9]. Y aún otra bendición le fue dada cuando se dirigió a Padan-Aram; su padre lo
bendijo de esta sapiencia: "Que el Dios Todopoderoso te bendiga..." [Gen. 28:3].
Entonces Jacob, viendo que tenía todas estas bendiciones para su uso, consideró el asunto pensando:
Ahora bien, ¿cuál de estas bendiciones deberé usar primero? Entonces decidió en ese momento servirse
de la última, que también era la menor. Pues, aun cuando sabía que tenía peso en sí misma, la veía
como la menos poderosa en cuanto al posible dominio sobre este mundo. Por tanto, dijo Jacob: Haré
uso de esta bendición ahora mismo; las demás las guardaré para el tiempo en que yo y mi descendencia
las necesitemos, es decir, el tiempo en que las naciones todas se reúnan para borrar mi posteridad en el
mundo.
Adecuadas a Jacob son las palabras: "Todas las naciones me rodean; verdaderamente, en nombre del
Señor las enfrentaré. Ellas me rodean, sí, ellas me rodean... Me rodean como abejas" [Salmos 118: 10-
12]. Tres veces vemos las palabras "me rodean", que corresponden a las otras tres bendiciones: la
primera bendición de su padre, la bendición de Dios y, la tercera, la bendición del ángel.
Jacob dijo: Cuando llegue el momento de ir contra los muchos reyes y naciones, entonces cstas
bendiciones serán necesarias; así, las tendré guardadas para ese momento, pero para enfrentarme a
Esaú, esta bendición me será útil.
Él puede compararse con un rey que tiene bajo su mando muchas cohortes de soldados dirigidos por
capitanes hábiles, listos para ponerse en combate contra la más fuerte adversidad. El reyes informado
que un ladrón de caminos asola el campo, y da órdenes: Que mis guardas de las puertas vayan a luchar
contra él. Se le pregunta: ¿No tienes a otros a quienes mandar de entre tus múltiples cohortes más que a
estos guardas de las puertas? Él responde: Ellos podrán luchar contra el ladrón. Llegará un día en que
necesitaré luchar contra un terrible enemigo, y para ese momento debo guardar mis tropas y capitanes.
Así habló Jacob: Contra Esaú, estas bendiciones son suficientes; pero las otras bendiciones debo
reservarlas hasta que llegue el día en que mis descendientes las necesiten para tomar su lugar en contra
de los grandes gobernantes del mundo.
Cuando llegue ese momento, estas bendiciones comenzarán a funcionar y el mundo estará en
armonía. De entonces en adelante, el único reino prevalecerá por sobre todos los demás reinos, y durará
para siempre, como está escrito: "Hará pedazos y consumirá a todos estos reinos, y permanecerá para
siempre" [Dan. 2: 44].
Con respecto a las bendiciones de Jacob, el Rabino Hiyya citó el verso: "Un vestigio habrá de
volver, aun el vestigio de Jacob" [Isa. 10: 21]. El Rabino Hiyya dijo: esto se refiere a las demás
bendiciones. Más adelante está escrito: "Y el vestigio de Jacob deberá estar entre la gente como el rocío
del Señor cuando cae sobre el pasto" [Macab, 5: 6].
El Rabino Yesa dijo: Está escrito: "Que el hijo rinda honores a su padre y el sirviente a su amo"
[Ma. 1: 6]. Esaú fue un hijo tal, pues ningún hombre sobre la tierra rindió honores tan grandiosos a su
padre como Esaú, lo cual le otorgó dominio sobre el mundo. Eliezer, el sirviente de Abraham,
ejemplificó el honor dado de un "sirviente a su amo". Más aún, Israel fue sujeto de Esaú debido a las
lágrimas que Esaú derramó, y esto será así hasta que llorando ellos regresen al Ser Supremo, bendito
sea, como está escrito: "Ellos vendrán bañados en llanto" [Jer. 31: 9]. En ese momento se cumplirá la
profecía: "Y los salvadores vendrán al monte Zion, para juzgar el monte de Esaú; y el reino será del
Señor" [abad. 1: 21]. Bendito sea el Señor, por siempre jamás.
Mejor que José
Sentado un día a las puertas de Lydda, el Rabino Abba vio a un hombre que se acercaba e iba a
sentarse en un borde sobresaliente en la tierra, allá abajo. El hombre estaba fatigado del viaje y se
quedó dormido. El Rabino Abba observó que una serpiente se arrastraba en dirección al hombre aquél;
casi estaba junto a él cuando una rama cayó violentamente desde un árbol y la mató. Ahora el hombre
despertaba y, al ver a la serpiente frente a él, brincó; en este instante, el borde se desmoronó y la tierra
cayó al fondo del vacío.
El Rabino Abba se acercó al hombre y le dijo: Dime, ¿por qué Dios te ha considerado merecedor de
milagros? ¿Qué has hecho?
Ante lo cual, el hombre respondió: Quienquiera que me haya hecho daño, en cualquier momento,
siempre hice las paces con él y lo perdoné. Y si fui incapaz de estar en paz con él, entonces me contuve
para no ir a descansar antes de perdonado, y junto con él, perdoné a todo aquel que me había ofendido;
en ningún momento cavilé en la ofensa que el hombre aquél me había hecho; más bien, hice un
esfuerzo especial de bondad a partir de entonces para con ese hombre.
El Rabino Abba, al escuchar lo anterior, lloró y dijo: Este hombre sobrepasa aun a José y a sus
hechos; el hecho de que José mostrara paciencia para con sus hermanos era natural; pero este hombre
ha hecho más que eso y es justo y necesario que el Ser Supremo, bendito sea, realice milagros en él en
lo sucesivo.
Después, el Rabino Abba discurrió respecto del verso: "Aquel que camina derecho, camina seguro;
pero aquel que tuerza su camino, será conocido" [Prov. 10: 9]. "Aquel que camine derecho", dijo; es
decir, el hombre que sigue el camino de la Torah, sólo un hombre así, "camina seguro", y las fuerzas
del mal en el mundo no le pueden hacer ningún daño; pero "aquel que tuerza su camino" y se aleje del
sendero de la verdad, "será conocido", será marcado entre aquéllos designados para ser juzgados, quien
mantendrá su imagen en mente hasta un momento así, e irá al lugar del juicio. Pero, respecto de aquél
que camina por el sendero de la verdad", él queda bajo la protección de Dios, así que los ejecutantes del
juicio no pueden saber quién es. Dichosos aquellos que caminan por el sendero de la verdad.
La gran fiesta
En un estado de gran tristeza, el Rabino Isaac un día se sentó enfrente de la puerta del Rabino J
udah. Al salir y verlo así, el Rabino Judah preguntó: ¿Qué te preocupa hoy?
El Rabino Isaac replicó: He venido a pedirte tres cosas. Primero, que cuando recites cualquiera de
mis elucidaciones de la Torah, lo hagas en mi nombre. Segundo, te pido que instruyas a mi hijo José en
la Torah. Y tercero, te pido que cada siete días vayas a mi tumba y hagas oración.
El Rabino Judah habló: ¿Por qué causa piensas que vas a morir?
Él respondió: Últimamente, mi alma me ha estado abandonando por la noche y no me ha iluminado
con sueños como antes lo hacía. Además, cuando me inclino hacia adelante en oración, percibo que mi
sombra no se proyecta en el muro y concluyo que esto ocurre porque el heraldo se ha adelantado y está
proclamando algo acerca de mí.
El Rabino Judah dijo entonces: Haré lo que dices. Pero a cambio te pido que me guardes un lugar a
tu lado en el otro mundo para estar juntos como aquí.
El Rabino Isaac lloró y respondió: Te ruego que permanezcas a mi lado el resto de mis días.
Juntos fueron con el Rabino Simeón, que estaba dedicado al estudio de la Torah. El Rabino Simeón
alzó los ojos, vio al Rabino Isaac y, ante él, corriendo y bailando, al Ángel de la Muerte; el Rabino
Simeón fue hasta la puerta caminando y, tomando al Rabino Isaac de la mano, le dijo: Declaro que
aquél que suela entrar, entre, y aquél que no, no entre. Luego, el Rabino lsaac y el Rabino Judah
entraron, y el Angel de la Muerte se mantuvo afuera.
Al ver al Rabino Isaac, el Rabino Simeón percibió que su hora todavía no había llegado, pero que
tenía pausa hasta la octava hora del día, e hizo que el Rabino Isaac se sentara a estudiar la Torah.
Luego, el Rabino Simeón dijo a su hijo, el Rabino Eleazar: Siéntate junto a la puerta y no hables con
nadie, y si alguien quisiera entrar, no se lo permitirás y de esto responderás con tu palabra.
y se dirigió al Rabino lsaac: ¿Has visto hoy el rostro de tu padre? Sabemos que cuando a un hombre
le llega la hora de irse de este mundo, se encuentra rodeado de su padre y sus parientes, y los mira, los
reconoce y ve a todos aquellos que habían sido sus compañeros en este mundo; y ellos acompañan a su
alma a la nueva morada que tendrá.
A esto, el Rabino Isaac respondió: Aún no he visto.
Entonces, el Rabino Simeón se levantó y dijo: ¡Maestro del Universo! El Rabino lsaac es ilustre
entre nosotros y uno de los siete ojos del mundo. Está en mi casa, por tanto, que se quede conmigo.
Luego, se escuchó una voz: El trono de su Señor está cerca de las alas del Rabino Simeón. He aquí
que él es tuyo y te acompañará cuando entres a hacer tu morada en tu trono. Ahora, el Rabino Eleazar
vio que el Ángel de la Muerte se acercaba, y él le dijo: La Muerte no puede dictar su sentencia en el
lugar donde está el Rabino Simeón.
El Rabino Simeón entonces llamó a su hijo: Ven acá y sé el apoyo del Rabino Isaac porque veo que
está temeroso.
El Rabino Elcazar lo hizo y el Rabino Simeón se fue a estudiar. Ahora el Rabino Isaac se quedó
dormido y en un sueño él contempló a su padre quien le decía: Hijo mío, tu grey es dichosa en este
mundo y en el mundo por venir. Por esta razón, entre las hojas del árbol de la vida, en el Jardín del
Edén, se erige un gran árbol que es el Rabino Simeón ben Yohai, poderoso en ambos mundos; él te
protege con sus ramas.
El Rabino Isaac le preguntó: Padre, ¿qué porción me corresponde aquí?
El replicó: Hace tres días, tu recámara fue techada y se arregló para ti, con ventanas en los cuatro
lados para permitir que entrara la luz, y cuando vi tu morada me dio gran alegría y dije: Tu porción es
dichosa, sólo que tu hijo aún no ha aprendido lo suficiente de la Torah. y mira ahora, doce Compañeros
de bien deseaban mucho ir a visitarte y justo cuando nos disponíamos a imos, una voz surgió por todos
los mundos, clamando: Ustedes, Compañeros que aquí se encuentran, sientan orgullo por el Rabino
Simeón quien ha hecho una petición y le ha sido concedida. *
Y más aún; todavía quedan por encontrar aquí setenta sitios coronados que son suyos, y cada sitio
tiene puertas que abren setenta mundos, y cada mundo abre setenta canales y cada canal abre setenta
coronas supremas, y de ahí salen caminos que. llevan al Ancestro Inescrutable, ** abriendo una vista de
ese placer celestial que da una brisa e iluminación a todos, tal como está dicho: "Para ver la dicha del
Señor y visitar Su templo" [Salmos 27: 4].
Entonces, el Rabino Isaac preguntó: Padre, ¿cuánto tiempo se me ha concedido para permanecer en
este mundo?
Él replicó: No me está permitido revelar esto, ni es algo que se le muestre al hombre. Sin embargo,
cuando la gran fiesta del Rabino Simeón *** se lleve a cabo, ustedes prepararán su mesa.
El Rabino Isaac ahora despertó y su rostro mostró una sonrisa.
Al observar esto, el Rabino Simeón habló: ¿No has escuchado algo?
Sí, replicó; y le relató su sueño y se postró ante el Rabino Simeón.
Desde ese día, según se cuenta, el Rabino lsaac celosamente enseñó la Torah a su hijo, a quien
siempre mantuvo a su lado. Cuando iba a conversar con el Rabino Simeón, solía dejar a su hijo afuera,
y sentándose junto al Rabino Simeón, se aplicaba a sí mismo las palabras: "Oh, Señor, estoy oprimido,
sé mi luz" [Isa. 38: 14].
Hemos aprendido que cuando a un hombre le llega su hora de irse de este mundo, en ese día temido
los cuatro cuadrantes del mundo lo denuncian y los castigos se aparecen de los cuatro lados, y los
cuatro elementos entran en disputa, cada uno clamando irse a su propio lado. Entonces, un heraldo sale
y proclama y la proclama es escuchada en doscientos setenta mundos. Si el hombre lo merece, él es
gozosamente recibido en todos los mundos, pero si no, ¡desdichado sea el hombre y su pueblo!
Hemos aprendido que ante la proclamación del heraldo, surge una llama del Norte que atraviesa la
"corriente de fuego" [Dan. 7: 10], y se divide para pasar a los cuatro cuadrantes del mundo para ahí
consumir las almas de los pecadores. Después de lo cual, se marcha y se dispara hacia arriba y hacia
abajo hasta que se establece entre las alas de un gallo negro que entonces agita sus alas y grazna en el
umbral de la reja. Primero grita: "Pues he aquí que llegará el día en que arderá como el fuego del
hogar..." [Mal. 3: 19]. La segunda vez grita: "Pues, miren. Aquél que formó las montañas y creó el
viento y declaró al hombre su pensamiento" [Amos. 4: 13]; ésta es la ocasión en que los hechos del
hombre presentan testigos en su contra y él los acepta como suyos. La tercera vez, vienen a arrebatarle
el alma, y el gallo canta: "¿Quién no Te temería a Ti, oh Rey de las naciones? Pues es digno de Ti"
[Jer. 10: 7].
El Rabino Yose dijo: ¿Por qué ha de ser un gallo negro?
Y el Rabino Judah replicó: Un significado místico yace en todo aquello que el Todopoderoso hace.
Sabemos que el castigo cae sólo en un lugar similar a él. Siendo el negro símbolo del lado del juicio, la
llama, al ir hacia adelante, ilumina las alas de un gallo negro que es el más digno.
Así es que cuando se acerca la hora del juicio del hombre, comienza a llamarlo; y sólo el que sufre
sabe, como hemos visto, que un nuevo espíritu entra desde arriba a un hombre que descansa enfermo,
cuya hora de partida del mundo está cerca, y es en virtud de este nuevo espíritu que él percibe lo que no
podía percibir antes, y luego se va del mundo. Así queda escrito: "Pues el hombre no podrá verme y
vivir" [Éxodo 33: 20]; durante la vida, no; pero, a la hora de la muerte, le es permitido.
Vemos, más aún, que a un hombre, en la hora de su muerte, le es permitido contemplar a sus
parientes y compañeros del otro mundo. Todos ellos se alegran por él, y le dan la bienvenida si él es
bueno, pero si no, entonces sólo los pecadores que a diario son arrojados al Gehinnom lo reconocen.
Todos se han entristecido y, "¡Desdichados!", comienza y termina su plegaria. Alzando los ojos al
cielo, él los mira como una llama que se proyecta desde el fuego y junto con ellos exclama: "¡ Oh,
desdicha!"
Hemos visto que cuando el alma de un hombre abandona el cuerpo, se reúne con sus parientes y
compañeros del otro mundo quienes la guían hasta el ámbito del goce y el sitio de la tortura. Si es
bueno, él ocupará su lugar y ascenderá y estará ahí instalado gozando de los placeres del otro mundo.
Pero si no, entonces su alma permanece en este mundo hasta que su cuerpo reciba sepultura en la tierra,
después de lo cual los verdugos lo apresan y lo arrastran hasta la presencia de Dumah, príncipe de Gehinnom
que lo conduce al nivel que le corresponde en Gehinnom.
El Rabino Judah dijo: Durante siete días el alma va de su casa a su tumba y de su tumba a su casa,
de un lado al otro, de luto por el cuerpo, de acuerdo con el verso: "Pero su carne sufrirá dolor por él y
su alma guardará luto por él" [Job 14: 22], y así como contempla la pena de la casa, también se aflige.
Ahora sabemos que al término de los siete días, el deterioro del cuerpo se instala y el alma entonces
se pone en su lugar. Primero se le permite entrar a la cueva de Machpclah hasta un cierto punto, puesta
en armonía con sus méritos. Luego llega al lugar donde se halla el Jardín del Edén y ahí se encuentra
con el querubín y la espada Damígera que se halla en el bajo Jardín del Edén y, si se le considera digna,
podrá entrar.
Sabemos que ahí cuatro pilares están esperando, y en sus manos tienen la forma de un cuerpo cuyas
vestiduras el alma gozosamente se pone y después permanece en el círculo del Bajo Jardín que le ha
sido otorgado en el tiempo antes dicho. Después, un heraldo hace la proclama y ahí es presentado un
pilar de tres tonos llamado "la habitación del monte Sión" [lsa. 4:5]. Junto a este pilar asciende el alma
hasta la reja de la bondad donde se halIan Sión y Jerusalén. Dichosa el alma considerada digna de
ascender más alto, pues entonces se reúne con el Cuerpo del Rey. Si no merece ascender más alto,
entonces "aquél que se quede en Sión y aquél que permanezca en Jerusalén será llamado santo" [Isa. 4:
3]. Pero cuando al alma le es concedido ascender más alto, entonces ve frente a ella la gloria del Rey y
le es otorgado el placer supremo de la región que recibe el nombre de Ciclo. Dichoso aquel que reciba
esta gracia.
El Rabino Yose dijo: Existe una gracia alta y una gracia baja. La gracia alta se halla sobre los ciclos
como estáescrito: "Pues Tu misericordia es grande bajo los cielos" [Salmos 108: 5]. y respecto de la
gracia baja dice: "Pues Tu misericordia es grande en los cielos" [Salmos 57: 11], y a ésta última
pertenecen las "fieles misericordias de David" [Isa. 55: 3].
La muerte de Jacob
"Y los días en que Israel debía morir estaban cerca" [Gen.47:29].
El Rabino Hiyya dijo: Aquí, en la mención de su muerte, el nombre de Israel está escrito, mientras
arriba, al hablar de su vida, recibe el nombre de J acob, como está escrito: "Y Jacob vivió..." [Gen. 47:
28]. ¿Por qué ocurre esto? El Rabino Yose replicó: Nótese ahora la palabra "días". No resulta extraño,
pues un hombre mucre sólo en un día, o mejor dicho, en un instante.
La razón, no obstante, es ésta: Cuando Dios ha decidido recibir nuevamente el espíritu de un
hombre, pasa revista sobre todos los días de la vida del hombre en este mundo.
Y dichoso el hombre cuyos días están cerca de pasar ante el Rey sin culpa alguna, sin que uno solo
sea rechazado debido a algún pecado en él contenido. Así pues, se dice que los buenos "están cerca" ya
que sus días están cerca de pasar ante el Rey sin culpa alguna. Y, desgraciado sea el malvado cuyos
días se pasan en pecado y no se registra abajo y, por tanto, sus días no pueden estar cerca. De ellos
queda dicho: "Los caminos del malvado son como la oscuridad; no saben ante qué se tambalean" [Prov.
4: 19].
Así pues, está escrito que los días de Israel "estaban cerca", sin culpa alguna y con gozo inmaculado;
por lo tanto, se usa el nombre de Israel como significado de una perfección mayor que el nombre de
Jacob.
El Rabino Yose dijo: Hay algunos hombres buenos que, al tener los días contados, se alejan del Rey,
y otros hay cuyos días se acercan al Rey, y su pueblo está bendito, y entre éstos estaba Israel.
"Y llamó a su hijo José" [Gen. 47: 29]. ¿Acaso los demás no eran sus hijos?
El Rabino Abba explicó: Vemos que se habla de José como del hijo de Jacob de una manen: más
conmovedora que de sus hermanos. Pues recordamo, que cuando fue tentado por la esposa de Putiphar,
alzó la vista y contempló la imagen de su padre (como está escrito: "Y ninguno de los hombres de la
casa estaba ahí" [Gen. 39: 11] ), y cuando José vio a su padre, se resistió y se marchó. Y así Jacob, al
bendecir a todos sus hijos, le dijo a José: "Lo sé, hijo mío, lo sé" [Gen. 48: 19], y la repetición de las
palabras significa: Sé en qué ocasión con tu propio cuerpo probaste que eras mi hijo.
Además se explica que José se parecía tanto a su padre que cualquiera que lo veía reconocía que era
el hijo de Jacob. Así pues, Jacob lo l1amó "hijo mío". A esto, el Rabino Yose añadió otra razón, a
saber, que José fue el báculo de Jacob y su familia durante la vejez de Jacob.
Más aún, Jacob le pidió a José y a ningún otro de sus hijos, que le diera sepultura pues solamente
José lo podía llevar fuera de Egipto.
El Rabino Yose preguntó entonces: Jacob sabía que sus descendientes serían esclavos en Egipto;
¿por qué, entonces, no dio muestras de una preocupación verdaderamente paternal pidiendo que se le
enterrara ahí para que su mérito los protegiera? Sin embargo, sabemos por la tradición que Jacob,
cuando se dispuso a ir a Egipto, fue invadido por el miedo de que su posteridad se perdiera entre las
naciones y que Dios le retirara su Presencia. Así pues, Dios le dijo: "No temas ir a Egipto, pues haré de
ti y de tu pueblo ahí una gran nación" [Gen. 46: 3]; más aún: "Iré contigo a Egipto" [Gen. 46: 4]. Así y
todo, Jacob temía ser sepultado en Egipto y no con sus ancestros, ante lo cual dijo Dios: "Además, te
traeré de regreso después" [ibid.], lo que quiere decir, para que puedas ser sepultado con tus padres.
Entonces, por diversas razones, Jacob deseaba asegurar su regreso de Egipto. En primer lugar,
porque tenía conocimiento de que Dios castigaría a los dioses de los egipcios, y temía que los egipcios
hicieran de él un dios. También estaba seguro de que Dios no retiraría su Presencia de entre sus
descendientes en el exilio. En tercer lugar, deseaba que su cuerpo fuera puesto a descansar junto con
sus ancestros, para estar entre ellos y no con los pecadores de Egipto, pues Jacob, como es sabido,
repitió la belleza 'de Adán, y era de forma sublime y sagrada, digna del trono sagrado. El secreto del
asunto es, no obstante, que no existe separación entre los. patriarcas y, por tanto, él dijo: "Cuando yo
duerma con mis padres" [Gen. 47: 30].
Hay aún otra razón para que Jacob llamara a José "hijo mío": fue a Raquel a quien Jacob había dado
toda su devoción, y desde el principio había mostrado más entusiasmo en tener a José que a cualquiera
de sus demás hijos.
El Rabino Simeón dijo: Todos los actos del hombre están escritos en un libro y han sido examinados
por el Rey y quedaron revelados ante él; por tanto, que e,l hombre se preocupe por no pecar, ni en
modo alguno ir en contra de la voluntad de su Señor, pues hasta los pensamientos del hombre le son
conocidos a Dios y a El no se le puede eludir.
Así, la noche en que Jacob fue con Leah y ella le ofreció las prendas que él le había dado a Raquel,
él tuvo.
motivos para pensar que era Raquel, y Dios, para quien ningún secreto queda oculto, permitió que el
pensamiento de Jacob se detuviera y así el derecho de nacimiento de Rubén le fue dado a José, siendo
como fue la primera semilla de Jacob, y así Raquel fue a su herencia. Así fue como Leah lo nombró
Rubén [un hijo] y no Rubeni [mi hijo].
Se nos ha enseñado que Dios sabía que Jacob no tenía intenciones de transgredir nada, ni le permitió
a su mente voltear a ver a otra mujer en aquel momento como lo hacen los pecadores y, por tanto, está
escrito: "Los hijos de Jacob eran doce" [Gen. 35: 22]. Existe otro nombre conocido por los Compañeros
que se le da al hijo del pecador que actúa como antes dijimos. Así pues, queda dicho que Jacob "puso a
su hijo por nombre José", su propio hijo, su hijo al principio y al final.
"Pon la mano bajo mi muslo, te lo ruego" [Gen. 47: 29]. El Rabino Yose dijo: Jacob insistió en que
él jurara por la marca del pacto que había sido puesta en su carne, pues los patriarcas consideraban esto
de primordial importancia, y este pacto queda también simbolizado en José.
El Rabino Simeón dijo: Encontramos asimismo "pon la mano bajo mi muslo", con referencia tanto a
Abraham como a Jacob, pero no en relación a Isaac, debido a que Esaú nació de Isaac.
Más aún, uno puede imaginar que Jacob quería decir: Júrame por la marca sagrada que ha concedido
al mundo semilta sagrada y fervorosa permaneciendo siempre libre de mancha, que no me sepultarás
entre gente impura, que no ha obedecido a Dios. Si es así, ¿por qué, uno se preguntaría, José, que
mantuvo el pacto, fue sepultado entre ellos? Por lo siguiente: en bien de una situación en particular,
como cuando Dios se le apareció a Ezequiel a las puertas de la Tierra Santa, junto al río Chebar. Pues
Dios vio que si José fuera a ser alejado de ahí, los israelitas serían reducidos a la esclavitud, por lo cual
dijo: Que su sepulcro esté en el agua, * lugar no susceptible de impureza [levítica] y luego los israelitas
podrán soportar el cautiverio.
El Rabino Yose dijo: Jacob percibió que, como sus padres, estaba preparado de todas maneras para
ser parte de la carroza sagrada [en la cual descansa la Divinidad], pero consideró imposible que su
cuerpo estuviera unido al de sus padres si se le sepultaba en Egipto.
Los patriarcas, como es sabido, podían hacer que sus mujeres fueran sepultadas con ellos en la
cueva de Machpelah; y, ¿por qué, entonces, se sepultó a Jacob con Leah y no con Raquel que era "el
fundamento de h casa"? Por la razón de que Leah concibió más hijos de la semilla sagrada.
El Rabino Judah dijo: Cuando Leah supo que Jacob era bueno, comenzó a salir día a día al camino a
llorar por él y a orar por él. Raqud nunca hizo algo así. De donde le fue concedido a Leah ser sepultada
con él y, en cambio, la tumba de Raqucl fue colocada junto al camino.
En la doctrina secreta, tal como hemos asentado, la razón es que una simboliza la esfera del ser
revelada y la otra, la oculta. Por la tradición sabemos que la virtuosa Leah derramó muchas lágrimas
rogando serIe dada a Jacob y no al malvado Esaú. Y así percibimos que cualquiera que tenga un castigo
marcado para sí, podrá lograr que se le cancele rogando con lágrimas ante el Omnipotente; así pues,
Leah, concedida a Esaú por decreto sagrado, logró a base de oración satisfacer su preferencia por Jacob
y se salvó de ser otorgada a Esaú.
El Rabino Isaac dijo: Queda escrito: "Y la sabiduría de Salomón superaba a la sabiduría de todos los
niños del Este" [1 Reyes 5: 10]. ¿Qué significa "la sabiduría de los niños del Este"? Sabemos por la
tradición que ésta fue la sabiduría heredada por ellos de Abraham. Pues leemos que Abraham "dio todo
lo que tenía a Isaac" [Gen. 25: 5]; esto hace referencia a la alta sabiduría que era la de Abraham, porque
poseía el conocimiento del nombre sagrado de Dios. "Pero a los hijos de las concubinas que Abraham
tuvo, Abraham concedió dones" [Gen. 25: 6], es decir, conocimiento del tipo de las coronas inferiores
[las fuerzas demoniacas] y los estableció en el "país del Este" [ibid.] y fue de esta fuente que los niños
del Este recibiron su sabiduría mágica...
"Pero cuando duerma con mis padres" [Gen. 47: 30]. Dichosa la descendencia de los patriarcas:
ellos son la carroza sagrada de Dios quien se ha regocijado en ellos y ha sido coronado con ellos; por lo
tanto, está escrito: "Sólo el Señor se regocijó en sus padres" [Deut. 10: 15].
El Rabino Eleazar dijo: Jacob tenía conocimiento de que sería coronado en sus padres y sus padres
en él.
El Rabino Judah dijo: Los oídos del hombre están cerrados a las admoniciones de la Torah, y sus
ojos a su propio estado, al no darse cuenta que el día en que un ser humano aparece en el mundo,
aparecen todos los días destinados a él y éstos pulularán por el mundo y luego cada uno descenderá al
hombre para prevenido. Y si el hombre, habiendo sido de tal modo prevenido, aun así transgrede en
contra de su Maestro, entonces ese día en el cual transgrede, asciende en vergüenza y permanece
aislado afuera, a la vista, y se queda así hasta que el hombre se arrepiente. Si el hombre opta por el
bien, el día vuelve a su posición original; pero si no, entonces va a reunirse con el espíritu exterior y
regresa a su morada y luego toma la misma forma de la vergüenza para perseguir al hombre y
permanecer con él en su casa. Si el hombre hace el bien, prueba ser un buen compañero; si no, re...
sultaría un mal compañero. De cualquier modo, este tipo de día queda fuera del número global y no se
cuenta con los demás.
Desdichado el hombre que ha reducido sus días ante el Todopoderoso y no ha guardado para sí los
días con los que se coronará en el otro mundo y se aproximará al Rey. Pues siendo digno, asciende en
virtud de esos días, y esos días en los cuales hizo el bien y no pecó fueron para su alma un ropaje de
esplendor. Desdichado será el hombre que ha reducido sus días en las alturas, pues los días dañados por
sus pecados faltan cuando llega el momento de revestirse con sus días, y su ropaje es, por lo tanto,
imperfecto; mucho peor resulta si hay muchos días de éstos y luego no tiene nada para ataviarse en el
otro mundo. Pobre de él y de su alma: es castigado en Gehinnom muchos días por cada uno de aquellos
días, viendo que . cuando abandonó este mundo estaba sin ningún día para ataviarse y no tenía ningún
ropaje que echarse encima.
Los que hacen el bien son dichosos pues sus días están bajo la custodia del Rey y consituyen
vestiduras espléndidas para ataviarse con ellas en el otro mundo. Este es el significado secreto del verso
"y sabían que estaban desnudos" [Gen. 3: 7], que quiere decir, las. gloriosas vestimentas hechas durante
esos días quedaron arruinadas y no restó ningún día para vestirse. Permaneció así todo hasta que Adán
se arrepintió. Luego, Dios lo perdonó e hizo otras ropas para él, pero éstas no estaban hechas de sus
días, como está dicho: "Y el Señor Dios hizo para Adán y para su mujer ropajes de pieles y los vistió"
[Gen. 3: 21].
Vemos que al respecto de Abraham dice: "Entró a los días" [Gen. 24: 1], pues al abandonar este
mundo ciertamente ganó posesión de sus días anteriores como una investidura, y su ropaje de esplendor
era abundante y perfecto. Pero Job dijo de sí mismo: "Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo
regresaré a él" [Job 1 :21], ya que no había ropaje alguno con el cual pudiera vestirse.
Nuestros maestros nos han enseñado: Los buenos son dichosos en tanto sus días están sin mancha y
permanecen para el mundo futuro, y así después de la muerte, los días se juntan para hacer un ropaje de
esplendor en el que tendrán. el honor de probar las delicias del mundo futuro y en los cuales están
destinados a recibir la vida nuevamente. Pero desdichados serán los pecadores cuyos días estén
dañados y, en consecuencia, no les quede nada con qué vestirse cuando abandonen el mundo.
Más aún, hemos aprendido que todo lo que ellos por medio del bien han ganado para sí mismos, es
un ropaje de gloria, hecho de sus días, y ellos en el futuro serán coronados como los patriarcas, con
coronas de la corriente que fluye sin cesar hacia el Jardín del Edén, y está escrito de ellos que: "El
Señor los guiará continuamente y satisfará su alma en sitios csplcndorosos" [Isa. 58: 11]; pero los
pecadores que no hayan conseguido para sí taJes vestiduras serán "como un tamariz en el desierto y no
verán cuando el bicn se acerque, sino que habitarán los lugares secos en la selva" [Jer. 17:6].
El Rabino Isaac dijo entonces: Jacob, de entre todos los hombres, tuvo la oportunidad más feliz,
pues el ropaje se debió tanto a sus días como a los de sus ancestros; por tanto, dijo: "Cuando duerma
con mis padres".
El Rabino Judah dijo: Cuando Jacob entró a obtener la bendición de su padre, estaba vestido con la
ropa de Esaú. Sin embargo, está escrito que Isaac olió sus vestiduras [Gen. 27: 27], es decir, vino hasta
su nariz el olor de las vestiduras de Jacob en el mundo futuro y fue a cuenta de esto que le dio su
bendición. Y entonces dijo: "Miren, el olor de mi hijo es como el olor de un campo que el Señor ha
bendecido" [ibid.], que se refiere al campo de los manzanos sagrados en donde el rocío del ámbito
llamado cielo cae todos los días; y continuó: "Así Dios te concederá el rocío del cielo" [Gen. 27: 28].
Se nos ha enseñado que cada día del Jardín del Edén se alzan quince olores con los que se perfuman las
vestiduras preciosas en el otro mundo.
El Rabino Judah preguntó cuántos vestidos hay. El Rabino Eleazar contestó: Al respecto los
maestros difieren, pero en realidad existen tres. Uno es para vestir al espíritu [ruah] en el Jardín del
Edén terrenal. Más precioso es el segundo, que es para vestir al alma suprema [neshamah] cuando se
halla entre "el haz de la vida" [1 Sam. 25: 29], en el círculo del Rey. El tercero es un abrigo exterior
que aparece y desaparece con el cual el alma vital [nefesh] se atavía. Este se mueve de un lugar a otro
en este mundo y durante los Sabbaths y las Lunas Nuevas busca al espíritu en el paraíso terrenal, del
cual aprende ciertas cosas y el conocimiento de ellas esparce en este mundo. Se enseña que durante los
Sabbaths y las Lunas Nuevas, el alma [nefesh] hace dos visitas. Primero, busca al espíritu entre los
perfumes del paraíso terrenal y luego junto con el espíritu busca al alma suprema en "el haz de la vida"
y se regala en la espléndida luz que emana de ambos lados. Esto queda implícito en las palabras: "El
Señor. .. satisfará su alma en sitios esplendorosos" [Isa. 58: 11], donde el plural está diseñado para
incluir ambos, la refulgencia exterior del lugar del espíritu y la luz dentro de la luz que viene a ellos al
estar con el alma suprema en "el haz de la vida".
Un sello en el corazón
En cierta ocasión, deseando alejarse del calor del sol, el Rabino Eleazar y el Rabino Abba fueron a
una cueva en Lydda. El Rabino Abba habló: Acompasemos esta cueva con palabras de la Torah. El
Rabino Eleazar entonces comenzó citando el verso: "Pónme como un sello en el corazón, como un
sello en el brazo. " los relámpagos de ahí son relámpagos de fuego, la flama misma del Señor" [Canto
8: 6].
El dijo: Este verso ha provocado intensas discusiones.
U na noche me hallaba en espera de mi padre y le oí decir que las almas de los justos, sólo ellas, las
que propician la verdadera devoción de la Comunidad de Israel hacia Dios y su deseo por él, hacen
posible el fluir de las aguas inferiores hacia las superiores, y esto trae consigo amistad perfecta y el
anhelo por el abraw mutuo con objeto de dar frutos. Cuando se unen uno al otro, entonces dice la
Comunidad de Israel, en la grandeza de su afecto: "pónme como un sello en el corazón". Pues, tal como
la marca del sello debe discernirse aun después de que el sello ha sido quitado, así me quedaré con
ustedes aún después de que me hayan apartado y me hayan puesto en cautiverio: esto dice la
Comunidad de Israel.
Así pues, "Pónme como un sello en el corazón", para que pueda permanecer en ustedes la
semblanza, como la marca de un sello.
"Pues el amor es tan fuerte como la muerte" [ibid.], violento como le es la separación del espíritu
del cuerpo; pues hemos aprendido que cuando un hombre está por abandonar este mundo y ve cosas
maravillosas, su espíritu, como un barquero sin remos yendo de arriba a abajo y sin rumbo fijo en el
mar, también se bambolea de arriba a abajo en sus piernas, pidiendo retirarse de cada una y sólo con
gran desgarramiento se lleva a cabo su separación. Así, violentamente, es como la Comunidad de Israel
ama a Dios. "Los celos son tan crueles como la tumba" [ibid.]. Sin celos, no es un amor verdadero. Así
aprendemos que para que el amor de un hombre por su mujer sea perfecto debe estar celoso, pues
entonces no mirará a ninguna otra mujer.
Cuando se sentaron, escucharon que el Rabino Simeón se acercaba por el camino con el Rabino
Judah y el Rabino Isaac. Cuando el Rabino Simeón llegó a la cueva, el Rabino Eleazar y el Rabino
Abba salieron de ella. Y dijo el Rabino Simeón: Por los muros de la cueva pércibo que la Presencia
Divina ronda este lugar. Y todos tomaron asiento.
El Rabino Simeón preguntó: ¿ De qué han estado discurriendo?
El Rabino Abba replicó: Del amor que la Comunidad de Israel le tiene a Dios. Y el Rabino Eleazar
citó en ese contexto las palabras: "Pónme como un sello en el corazon .
El Rabino Simeón dijo: Eleazar, era el amor celestial y las ligas del afecto lo que estabas a punto de
percibir. Luego, permaneció en silencio durante un rato y al fin dijo: El silencio siempre es agradable,
salvo en lo que concierne a la Torah. Poseo una joya que compartiría contigo. Es una idea profunda que
me surgió al toparme con el libro de Ray Hamnuna, el Viejo. Dice así: Siempre es el varón quien
persigue a la hembra buscando estimular su amor; pero en este caso vemos a la hembra persiguiendo al
varón y cortejándolo, algo que no se cuenta: usualmente entre lo que corresponde a la hembra. Pero en
esto existe un misterio profundo, uno de los tesoros más apreciados del Rey. Sabemos que tres almas
pertenecen a los divinos grados. No, cuatro, pues hay un alma suprema que es imperceptible,
ciertamente, para el guardián del tesoro inferior y hasta para el del tesoro superior. Ésta es el alma de
todas las almas, inconocible e inescrutable. Todo es contingente en ella, lo cual está cubierto por un
velo brillante y encantador. De él se forman perlas que se tejen juntas como articulaciones del cuerpo, y
en ellas entra y a través de ellas manifiesta su energía. Ella y ellas son una, y no hay división alguna
entre ellas. Sin embargo, otra alma femenina está oculta entre las demás y tiene un cuerpo adherido a
ella por medio del cual manifiesta su poder, como el alma en el cuerpo humano.
Estas almas son como copias de las articulaciones ocultas abajo. No obstante, otra alma está ahí, a
saber, las almas de los justos abajo que, viniendo de almas superiores, el alma de la hembra y el alma
del varón, son por ende preeminentes por encima de todas las legiones celestes. Podría surgir la
pregunta: si son preeminentes de ambos lados, ¿por qué descienden a este mundo sólo para ser tomadas
ahí en algún futuro?
Esto puede explicarse por medio de un símil: Un rey tiene un hijo a quein manda al pueblo a que
reciba educación hasta que sea iniciado en las maneras de palacio. Cuando se informa al rey que su hijo
ha llegado a la madurez, el rey, por amor, manda a la matrona, su madre a traerlo de regreso a palacio y
ahí el rey se regocija con él todos los días. De este modo, el Ser Supremo, bendito sea, poseía un hijo
de la Matrona, es decir, el alma suprema. Lo mandó al pueblo, es decir, al mundo, para que creciera ahí
y fuera iniciado en las maneras del palacio del Rey. Cuando se le informó que su hijo había llegado a la
madurez y debía regresar a palacio, el Rey, por amor, mandó a la Matrona por él para que lo trajera a
palacio de nuevo. El alma no abandona este mundo hasta el momento en que la Matrona ha llegado por
ella para conducida al palacio del Rey donde ella habita por siempre. Con todo, los vecinos del pueblo
lloran por la partida del hijo del Rey de entre ellos. Pero un hombre sabio les dijo: ¿Por qué lloran? ¿No
era éste el hijo del Rey, cuyo verdadero lugar está en el palacio de su padre y no con ustedes?...
Si los buenos se dieran cuenta de esto, se .llenarían de gozo cuando les llegara la hora de irse del
mundo. Pues, ¿acaso no les honra en gran medida que la Matrona venga por su causa para llevados al
palacio del Rey, donde el Rey puede día a día regocijarse en ellos? Pues para Dios no hay gozo más
que aquél de las almas de los justos. Sólo las almas de los justos aquí en la tierra pueden encender el
amor de la Comunidad de Israel por Dios, pues vienen del lado del Rey, del lado del varón. Este transporte
pasa a la hembra y excita su amor, y así el varón enciende el amor y el afecto de la hembra, y la
hembra se une al varón en el amor. De igual modo, el deseo, el deseo de la hembra de derramar aguas
inferiores para que se unan con las aguas superiores, * se enciende sólo en virtud de las almas de los
justos. Y así, dichosos los justos en este mundo y en el mundo por venir, pues en ellos se basan los
seres superiores e inferiores. Así pues, queda escrito: "Los justos son el fundamento del mundo" [Prov.
10: 25].
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