Lo primero que se debe hacer para expulsar un fantasma de nuestro hogar o nuestra vida, es tratar de entender qué es lo que tiene a dicho espíritu aferrado a la vida, por qué no puede encontrar paz y, por último pero no menos importante, por qué nos causa daño. Recordemos que muchos fantasmas murieron de forma violenta y otros fueron malas personas en vida, así que probablemente, lo que estos fantasmas necesitan es simplemente un funeral apropiado, nuestra ayuda o nuestros rezos.
Veamos algunos de los ritos más comunes que practicaban antiguos pobladores de diferentes países para ahuyentar a los malos espíritus:
En África Central, era bien sabido entre los pobladores de la tribu Matumba que la mejor forma de luchar contra los fantasmas era el agua. Se cuenta que una vez una mujer fue lanzada a un río para que el espíritu de su esposo saliera de su cuerpo al cual se había aferrado como forma de aferrarse al mundo de los vivos.
La tribu de los Angoni, en Zambia, creían que el espíritu sin descanso de los enemigos de guerra era de mala suerte; por ello, después de cada batalla, los guerreros Angoni acostumbraban durante el amanecer posterior a la batalla, recorrer la villa pronunciando gritos que ahuyentaran a los espíritus de la guerra.
En Canadá, los antiguos indios Algonquin creían que sólo mediante ofrendas de comida podrían mantener a salvo de los espíritus de sus ancestros y alejarlos de las aldeas y sin causar daño. Los espíritus de los ancestros podían llegar a sentirse ofendidos si las ofrendas de comida no eran lo suficientemente grandes. En alguna ocasión un espíritu ofendido empujó hacia el fuego a un indio.
Cuando el cuerpo de persona morir no ha tenido un funeral apropiado, es muy común que su alma no encuentre descanso y vague por las noches causando miedo entre los que pueden verlo y escucharlo. La mejor manera de que estos espíritus se alejen de nosotros y que encuentren el descanso es, como es de suponerse, dar con el cadáver y darle adecuada sepultura.
En el pueblo Galés, la forma más común para atrapar a un fantasma era invocarlo a través de una botella, una vez que el fantasma se aparecía en la botella, ésta era sellada junto con una vela encendida; el que invocaba al fantasma le ordenaba quedarse ahí hasta que la vela se extinguiera en el agua y para ello lanzaba la botella al río.
Por último, una de las formas más conocidas en Occidente para ahuyentar fantasmas, es a través de una práctica cristiana conocida como exorcismo. Dado que los cristianos y católicos consideran que los malos espíritus son realmente demonios que se hacen pasar por espectros de personas muertas; es necesario deshacerse de ellos, y para hacerlo acuden a la ayuda de un sacerdote quien en nombre de Dios y con el uso de agua bendita y rezos expulsa al demonio del cuerpo de la persona que ha poseído o de la casa en la cual habita.
No olvidemos que en el caso de la Llorona es un alma atormentada asi que oraciones orientadas a salvarla pueden ser utiles.
Leyenda: El Joven y la Llorona
Como el muchacho no paraba de gritar, un
hombre que se llamaba Coquix, lo oyó. A ese hombre Coquix no le
había entrado el sueño porque sus
hijos padecían de sarampión y hacía
varias noches que no podía dormir.
Pero cuando don Coquix oyó que el joven no paraba de gritar, agarró un machete de dos filos, lo golpeó sobre las piedras y se fue buscando a la Llorona a quién encontró abrazando al muchacho.
Cuando la Llorona se dio cuenta de que un hombre llegaba con un machete en la mano, soltó al muchacho y se fue huyendo del lugar.
Cuando la Llorona huyó. Coquix y el muchacho pudieron observar que ese espanto no pisaba en el suelo sino que andaba por el aire. Al muchacho que había agarrado lo encontró casi muerto. Recién cuando lo ayudaron volvió a su estado normal.
Entonces el muchacho ya no pudo irse a su casa. Se quedo durmiendo con don Coquix y recién se fue al dia siguiente.
Fue así como aprendió a que debe estar a la hora en su casa, en vez de andar presumiendo lo que había comprado. Y también de que debía ser una persona humilde de corazón porque la Mujer Llorona persigue a los de sucio corazón.
Pero cuando don Coquix oyó que el joven no paraba de gritar, agarró un machete de dos filos, lo golpeó sobre las piedras y se fue buscando a la Llorona a quién encontró abrazando al muchacho.
Cuando la Llorona se dio cuenta de que un hombre llegaba con un machete en la mano, soltó al muchacho y se fue huyendo del lugar.
Cuando la Llorona huyó. Coquix y el muchacho pudieron observar que ese espanto no pisaba en el suelo sino que andaba por el aire. Al muchacho que había agarrado lo encontró casi muerto. Recién cuando lo ayudaron volvió a su estado normal.
Entonces el muchacho ya no pudo irse a su casa. Se quedo durmiendo con don Coquix y recién se fue al dia siguiente.
Fue así como aprendió a que debe estar a la hora en su casa, en vez de andar presumiendo lo que había comprado. Y también de que debía ser una persona humilde de corazón porque la Mujer Llorona persigue a los de sucio corazón.
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