El caso que se dispone usted a leer, contiene material y fotografías bastante
fuertes sobre el caso de Ed Gein, el carnicero de Plainfield, que inspiró a
películas como "Psicosis", ?La matanza de Texas? o la novela (y posteriormente
película) "El silencio de los corderos". Un material sin duda indispensable para
entender el caso. Por eso, pido disculpas a los lectores más sensibles.
Ed Gein, el carnicero de Plainfield.
Ed Gein, el carnicero de Plainfield nació el 26 de agosto de 1906. Gein
vivió solo desde la muerte de su madre en 1945, haciendo diversos trabajos para
todo el pueblo, sobre todo en el aserradero. Anteriormente (y como suele suceder
en estos casos) había sufrido malos tratos de su padre, que se emborrachaba y
desencadenaba grandes peleas en la familia.
Pero el caso (criminológicamente hablando) comienza en 1954, cuando un
granjero de Plainfield (Wisconsin) entró en la taberna de los Hogan, topándose
con la gran sorpresa de que el suelo de madera estaba encharcado de algo que
parecía ser sangre. Mary Hogan, la propietaria, había desaparecido.
Cuando el sheriff llegó al lugar, comenzaron los interrogantes. Para empezar,
la caja registradora estaba llena, por lo que no se trataba de un robo. Además,
no había señales de lucha como podrían indicar vasos rotos, o taburetes por el
suelo. Cuando unos días más tarde, Ed Gein se acerca al aserradero, el
propietario de este le comenta a Gein que habían raptado a Mary Hogan, y que
estaba desaparecida, este respondió: ?No está desaparecida. La tengo en mi
granja?.
La prensa de la época se hizo eco de los terribles hechos.
Sin embargo, no lo tomó en serio ya que Ed Gein era una persona excéntrica
que solía contestar a todo con ironías y salidas de tono. El sábado 16 de
noviembre de 1957, cuando Bernice Worden se dispuso a abrir la ferretería del
pueblo, de la que era propietaria, no sabía que su vida cambiaría radicalmente
desde aquel día.
Ed Gein, el vecino del que nadie sospecharía, entró por la puerta y pidió un
anticongelante. Bernice lo apuntó en el libro de contabilidad, se introdujo en
el almacén para buscar dicho material, cuando salió solo fue consciente de una
cosa. Ed Gein la apuntaba con su viejo rifle de caza. Y sin tener tiempo para
gritar o pedir auxilio, la bala salió del cañón y quedó incrustada en la cabeza
de Bernice Worden.
Ed Gein se metió en el mostrador, cargó con el cuerpo de la propietaria y lo
metió rápidamente en su furgoneta, tratando de no ser vista por ningún testigo.
Entonces se marchó del lugar? Pero su astucia de lobo quedó nublada por el error
que cometió. En el libro de contabilidad quedaba constancia de que él había sido
el último cliente. El auténtico terror comienza entonces para los dos oficiales
de policía que realizan un registro en la casa del asesino, mientras otros dos
se encargan de arrestarlo y llevárselo del lugar.
Parte del museo del terror con el que se toparon los dos oficiales de policía aquella tarde...
Cuando uno de los policías entra en la casa, queda marcado para siempre por
lo que ve y siente en ese lugar. Desde el primer momento un olor horrible
acompaña a estos dos agentes. Además, una cantidad exagerada de moscas rompe el
silencio de la casa. Cuando uno de los dos policías continúa avanzando, siente
cómo algo choca contra su hombro. Y al darse la vuelta, al girar sobre sus
pasos, se arrepentiría para siempre de haber entrado en el lugar ya que colgado
de un gancho del techo por los pies, decapitado y abierto en canal yacía el
cadáver de quien posteriormente sería reconocida como Bernice Worden,
propietaria de la ferretería, y última víctima de Ed Gein.
Cadáver de Bernice Worden.
Cadáver de Bernice Worden.
Los dos agentes salieron del lugar con rapidez, para no vomitar en el
escenario de un crimen. Y tras recuperarse del shock, pidieron ayuda por radio.
Cuando llegó el resto de patrullas, se descubrió que solo aquel sería habitable
para una persona enferma. Basura, excrementos, revistas pornográficas y de
anatomía, o tazas con chicles pegados en ellas eran parte del macabro escenario.
Pero aquello no era nada comparado con lo que verían después.
Auténticos cráneos yacían en la cocina, partidos por la mitad para ser
utilizados como cuencos. Una de las sillas del lugar estaba forrada con piel
humana. Pero las lámparas, los mangos de los cuchillos o incluso un chaleco eran
también del mismo material? Piel humana. En la habitación de Gein se descubrió
la cabeza de Bernice Worden, rodeada de máscaras hechas también con piel (esta
vez de la cara), y con pelo auténtico.
La única habitación de la cara que no parecía ?decorada? dentro de aquel
museo de los horrores, era la habitación de su madre, que según aseguró Gein
posteriormente, quedó intacta tras su muerte debido a que pudo comunicarse con
ella después de muerta durante un año.
Cementerio de Plainfield, de donde Gein extrajo nueve cadáveres.
En uno de los juicios de 1968, Gein solo reconoció dos asesinatos? El resto
de material que había utilizado para su particular museo, procedía de cadáveres
que él mismo había desenterrado del cementerio. Nueve cadáveres fueron
utilizados para la decoración del lugar.
Ed Gein, tras uno de los juicios.
Aseguró además que aspiraba a realizarse (él mismo) un cambio de sexo, quería
convertirse en mujer, fascinado por este tipo de operaciones. Finalmente, es
internado en un psiquiátrico, como trastornado mental debido probablemente a las
fuertes palizas y a la educación de su madre. Confesó además que aspiraba a
abrir su casa como museo de los horrores.
Fallece el 28 de julio de 1984 por una insuficiencia respiratoria, y como
paciente modelo. Sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de
los restos de su madre.
Y su furgoneta, fue vendida bajo el lema "¡Compre la furgoneta de Ed Gein,
donde transportó los cadáveres para su museo del horror!". Debemos preguntarnos,
¿el único enfermo aquí fue Ed Gein? ¿Y qué pasa con el vendedor de su furgoneta?
O peor aún? ¿qué pasa con el comprador?
Ed Gein, tras uno de los juicios.
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