Vlad Tepes
El irlandés Bram Stoker se basó en un personaje real para dar vida al célebre Conde transilvano.
Con el apellido Drácula figuran tres generaciones de nobles que
gobernaron la zona de Valaquia durante el siglo XV y XVI, y que
incursionaron en Transilvania, territorios que hoy pertenecen a la República de Rumania.
Quien nos interesa particularmente es Vlad III, llamado Draculea (hijo
de Dracul, o hijo del diablo) y también llamado Tepes (empalador), por
las crueles costumbres que tenía con sus derrotados enemigos. Aquel que
tuviere la mala suerte de caer prisionero de Vlad, sufriría el tormento
de ser empalado en vida con una estaca a través de su ano (zona
escorpiana). El grabado muestra a Vlad almorzando o cenando
tranquilamente (¿una escena taurina?) mientras contempla las hileras de
enemigos empalados.
La palabra Drácula proviene de Draconis, dragón. Supuestamente le fue
impuesta a Vlad II (su padre) por el emperador del Sacro Imperio Romano.
Esta dinastía valaca formaba parte de la secta del Dragón, una secta
cristiana comprometida en luchar contra los infieles turcos otomanos,
que en esos momentos intentaban expandirse hacia occidente.
El entrecruzamiento de símbolos y significaciones ya se hace evidente entre Escorpio, la serpiente, Drácula, el dragón y Plutón.
Algunos críticos sostienen que el mensaje entrelíneas que existe en la
novela de Stoker tiene que ver con mostrar que la civilización se impone
a la barbarie (justificando al imperialismo británico), de la misma
manera en que la rígida moral victoriana lo hace sobre los lúbricos
vampiros y vampiresas.
Antes de la publicación de “Drácula” muchos relatos de vampiros habían pasado tanto por la imprenta como por el boca a boca.
A partir de antiguas leyendas, los románticos del siglo XIX rescataron
con su pluma a estos seres de la noche: Sheridan Le Fanú con
“Carmillia”, Gastón Leroux con “La máquina de asesinar”, John Polidori
con “El vampiro”, James Rymer con “Varney el vampiro”.
Éste último, por ejemplo, tenía un aspecto ominoso. “Nosferatu” (1922)
está basado en el personaje de Rymer. En este film expresionista del
alemán Murnau, el Conde Orlock fue interpretado por Max Schreck, y es
considerado una clásico del cine.
En cambio, la figura del Drácula de Stoker es mucho más estilizada. Y así lo han inmortalizado Bela Lugosi y Cristopher Lee.
La estética draculiana ha dejado atrás las monstruosidades para
presentarse más venusinamente, como un sex-symbol romántico y ardiente.
El vampiro es un aristócrata, casi un play-boy.
Los vampiros que llegaron más tarde a la pantalla grande continúan
acentuando este acercamiento entre Venus y Plutón. El “Drácula” de
Francis Ford Coppola de 1992 es esencialmente una historia de amor. El
subtítulo del film reza “El amor nunca muere”.
En 1994 se estrena “Entrevista con el Vampiro”, Lestat, Louis y Armand
son encarnados por Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio Banderas ¡los
vampiros más bonitos de la historia! Inclusive por su sensibilidad
estética y afectiva, Louis (Brad Pitt) tiene mucho más de Venus que de
Plutón, es difícil imaginarlo como un abyecto “monstruo” nocturno.
Los artistas han generado un vampiro con capacidad de amar porque la
sociedad tal vez así lo necesita. Digámoslo de esta manera: los surcos
arquetípicos del inconsciente colectivo buscan nuevas formas de
resolución (como arquetipos más integrados). Ahora nos damos cuenta que
el monstruo no es tan horrible como en la Edad Media, y la belleza no es tan inocente y pura.
Drácula
Es difícil saber la fecha exacta de la publicación de Drácula por el
irlandés Bram Stoker. Algunos investigadores señalan que fue en Junio de
1897, otros durante la tercer semana de Mayo, en una modesta edición de
Archibald Constable & Company, y con un tiraje de 3000 ejemplares.
Pero para apreciar el “clima” astral de esos momentos no será necesaria
la exactitud con que es preciso trabajar habitualmente. Sólo
analizaremos el nivel celeste, sin las casas. Ver carta astral de la primera edición de Drácula.
Moviéndonos entre el período de estas dos hipotéticas cartas, lo primero
que podemos apreciar es el stellium en Géminis, habilitando un tiempo
maduro para todo lo que tiene que ver con las publicaciones, la
comunicación y la literatura.
Pero lo más interesante de ver es la conjunción entre el Sol y Plutón,
con un orbe amplio o más acotado según el caso. Por este factor ya
estaríamos ante una obra “plutoniana”, muy consonante con el tema que
nos ocupa. Para la humanidad, la obra literaria “Drácula” nace en ese
momento. Como decía Carl Gustav Jung: “todo lo que nace en un momento
dado tiene las características de ese momento en particular”.
Pero eso no es todo, Venus se encuentra dignificado en Tauro, en
cuadratura a Marte (co-regente de Escorpio) en Leo. Saturno y Urano
están en Escorpio. La temática amor-deseo-poder-sexo-muerte, etc. está
presente en el argumento del libro, en el mito del vampiro y en el cielo
del momento.
Me pareció interesante también investigar acerca de la carta de Bram
Stoker y la del verdadero Drácula, pero los datos son insuficientes. El
“vampirólogo” Roberto Coria me comentaba:
“Ni siquiera Barbara Belford, la mejor biógrafa de Stoker, acota en sus
obras (“Bram Stoker and the man who was Dracula”, “Bram Stoker”, etc.)
la hora exacta de su nacimiento, que ocurrió el 8 de noviembre de 1847
en Clontarf, Irlanda.
Sucede lo mismo con el voivoda Vlad Dracula. Raymond McNally y Radu
Florescu, ambos antropólogos y autores de las mejores investigaciones
sobre esta figura histórica (“In search of Dracula”, “Dracula: A
biography of Vlad the impaler”, etc.), señalan que su nacimiento sucedió
en algún momento de 1431, aparentemente en Tirgoviste, capital de
Valaquia (la actual Transilvania), sin poder especificar siquiera el día
o mes.”
Sin embargo, es significativa la posición de los planetas personales de
Bram Stoker: Sol y Luna en Escorpio, Marte en Tauro y Venus en Libra.
Otra interesante carta para analizar puede ser la de el actor Bela
Lugosi, no sólo porque fue el intérprete más famoso del Conde, sino
porque en su vida se mezcló dramáticamente la ficción y la realidad. Al
final, murió creyendo que era Drácula.
Algunas biografías señalan que nació en Hungría, pero según la base de datos de www.thenewage.com nació el 20 de Octubre de 1882 en Lugoj, Rumania, a las 3:30 PM - LMT (TU:14:02:24).
Lo que primero llama la atención es que su carta tiene similar
domificación que la de la noche en Suiza de Polidori, Byron y Shelley,
inclusive con la misma posición de la Luna.
Venus es preponderante en la carta, como planeta más elevado y como
dispositor del Sol. Tiene cuatro planetas entre casa VII y VIII y el Sol
en Libra. Venus hace además una oposición muy abierta a Plutón, situado
en la cúspide de la III.
Lugosi tuvo una vida con altibajos, comenzó como un actor teatral en
Hungría. Exiliado a causa de la primera guerra mundial, se traslada a
los Estados Unidos y luego de unos años llega a actuar en Broadway,
Nueva York, y salta a la fama mundial con el film “Drácula” de Todd
Browning en 1931.
A partir de ese momento jamás podrá separarse de su personaje, con el
correr del tiempo actuará en películas cada vez peores. Adicto a la
morfina, estaba convencido que era realmente un vampiro. Había nacido
muy cerca de la tierra del Conde y fue enterrado con su traje de Drácula
y su capa negra forrada de satén rojo. Era el 16 de Agosto de 1956.
Acaso su Ascendente en Piscis lo transformó en una especie de “Zelig”,
al mimetizarse con el personaje mítico que habitaba en su interior. Con
ese Venus, Lugosi inmortalizó el prototipo draculiano con el “look”
aristocrático que fue tantas veces copiado en obras posteriores.
Si relocalizamos su carta a la ciudad de Nueva York, lugar donde triunfó
a partir de su caracterización; nos queda un Ascendente a los 29º de
Escorpio, Casa XII en Escorpio, Venus en I y Plutón en VII. Aquí
tendríamos algunos de los factores necesarios como para considerarlo
poseedor de lo que ya podríamos llamar el “síndrome del vampiro”, es
decir polaridad plutoniana, y una significativa ligadura (aspecto mayor y
en casas angulares) entre Venus y Plutón.
El “síndrome del Vampiro”
Al iniciar este trabajo tan sólo me proponía investigar las posibles
relaciones entre el mito y algunos factores astrológicos. Pero al
desarrollarlo se me hizo evidente con mucha fuerza, el terrible e
incontrolable poder que anida en toda persona que posea el “síndrome del
vampiro”.
Como decíamos antes, la dialéctica entre Venus y Plutón parte de la
misma matriz de la astrología, y en un sentido amplio nos compete a
todos como humanidad. Por eso, esto se transforma en un mito, que luego
es constantemente actualizado y resignificado.
Pero para ciertas personas el mito es mucho más inmediato, pues no hace
falta que vayan al cine para sentirlo latir en su interior o para verlo
actuar en su vida diaria. Acaso gracias al libre albedrío, será vivido
como un remedio o una enfermedad, será el veneno o su antídoto.
Seguramente hay mucho todavía para investigar, los aspectos de Venus y Plutón en sinastría son muy significativos.
Sería un error pensar que la persona que pone su Plutón sobre el Venus
de la otra será como el vampiro con su víctima, pues primero habría que
analizar cada carta exhaustivamente. Estamos comparando un planeta
personal con uno transpersonal. Plutón está muy lejos de ambas
consciencias. El encuentro se habrá dado para que los dos integrantes de
la relación trabajen en conjunto ese aspecto en particular: el vínculo
será absolutamente vital y transformador… o totalmente destructivo.
Como dice el profesor Abraham Van Helsing en el “Drácula” de Stoker:
“¡Ah, si esa criatura procediera de Dios y no del Demonio, cuanto bien podría hacer en este mundo nuestro!”.
Alejandro Christian Luna ©2004
Bibliografía
Cao, José Luis: “Drácula y el misterio de los vampiros”. Editorial Mito-Logos.
Carutti, Eugenio: Apuntes de 2º y 3º Año de Casa XI.
Cirlot, Juan Eduardo: “Diccionario de símbolos”. Ediciones Siruela.
Franklin, Anna: “El tarot del círculo sagrado”. Edaf Editora.
Idemon, Richard: “Astrología de las Relaciones”. Editorial Urano.
Stoker, Bram: “Drácula”. Editorial Bruguera.
Tompkins, Sue: “Los aspectos en astrología”. Ediciones Obelisco.
Selección literaria sobre vampiros
King, Stephen: “La hora del vampiro”. Plaza y Janés Editora.
Matheson, Richard: “Soy leyenda”. Editorial Minotauro.
Maupassant, Guy: “El horla”. Alianza Cien.
Nodier, Charles: “Infernaliana”. Valdemar Ediciones.
Polidori, John William: “El vampiro”. Historias fantásticas Duende. Editorial Mosaico.
Rice, Anne: “Entrevista con el vampiro”. Ediciones B.
Selección fílmica sobre vampiros
Entrevista con el vampiro. Warner. 1994. Neil Jordan.
Drácula. Culumbia. 1992. Francis Ford Coppola.
La danza de los vampiros. Metro. 1967. Roman Polanski.
Nosferatu. Prana. 1922. Gustav Murnau.
Nosferatu el vampiro. 1979. Werner Herzog.
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