Excalibur (Excalibur) es, según la leyenda, un libro que vuelve loco a quien lo lea. Su autor, L. Ron Hubbard, creador de la cienciología, declaró en 1948 que el libro le fue inspirado durante los ocho minutos en los que estuvo clínicamente muerto durante una operación.
Hechos: Excalibur es un libro real
que no ha sido publicado, pero que circula entre algunos iniciados en
la cienciología. Su contenido está relacionado con una especie de saber
absoluto, la clave de la existencia humana. Hubbard hizo circular Excalibur
entre sus amigos íntimos. Todos calleron en una especie de frenesí
extático al desandar sus páginas, y algunos, de hecho, fueron internados
secretamente en diferentes manicomios. Esta es la razón por la cual es
el único libro del creador de la cienciología en no haber sido publicado.
Para comprender el significado terrible de Excalibur debemos primero ahondar un poco en la vida de su autor.
Lafayette Ron Hubbard fue, sobre todo, un buen autor de relatos fantásticos
y un marino eficiente. Durante la segunda guerra mundial fue herido por
los japoneses. En una intervención quirúrgica a causa de esta herida, Hubbard
murió sobre la mesa de operaciones, pero de algún modo conservó la
conciencia y adquirió ciertos conocimientos normalmente velados al
hombre que prefiere morir sin amagues.
Tiempo después, meditando sobre psicología y otras hierbas, L. Ron Hubbard concibió la dianética,
una suerte de psicología de plástico ideal para la mentalidad
estadounidense. ¿Qué es la dianética? Una especie de psicoanálisis
personal en la que el sujeto puede desarrollar sus talentos sin ninguna
clase de instrucción o estímulo académico. La dianética concibe al
inconsciente en las antípodas de Freud, quien sugiere un inconsciente
lúcido y astuto, un reflejo del diablo, mientras que para L. Ron Hubbard
se trata de una entidad idiota, ciega, que sigue todos los postulados
que le impone el medio. El hombre que logra librarse de estos
condicionamientos, ataca Hubbard, alcanzará la verdadera claridad.
Este
nuevo sujeto Claro es una variante pochoclera del superhombre, pero de
un superhombre que no deja de ligarse con sus hermanos menores, o sea,
nosotros. L. Ron Hubbard creó un método para despertar la claridad, y la aplicó en su mujer; quien apenas la alcanzó solicitó el divorcio en los términos más vivos. Pletórico, L. Ron Hubbard comenzó a tratar a un amigo, quien al alcanzar la claridad asesinó a su esposa y luego se suicidó con total eficiencia.
Tras arduas horas de reflexión, L. Ron Hubbard
consideró que la dianética, efectiva a corto plazo, sólo suavizaba las
cicatrices psíquicas que portamos desde el útero, y que en nada colabora
con las heridas ancestrales, es decir, las que cargamos de vidas
anteriores. Entonces, salvando baches y errores bienintencionados, L. Ron Hubbard creó la cienciología.
Tras varias obras de divulgación, concibió su libro más temido para la nueva e inquietante religión: Excalibur.
Curiosamente, y a contramano del resto de las religiones, la cienciologóa ha ocultado Excalibur
incluso a sus fieles. Los peligros de su divulgación, dicen, son
demasiado ominosos para arriesgarse. De todos modos, resulta extraño que
un movimiento tan afín a la propaganda oculte su biblia como un secreto
incómodo, e incluso potencialmente peligroso.
La teoría de L. Ron Hubbard,
y de la cienciología en general, es tan falsa como peligrosa. Es
relativamente sencillo captar adeptos para una doctrina, incluso adeptos
de alto nivel intelectual, siempre que el núcleo de la organización sea
cohesivo, que incite a una rebelión moderada, nunca absoluta, de los
parámetros establecidos. Y qué decir de alguien capaz de decirte que
eres especial, que no eres como los demás, y que puedes, mediante una
serie de sencillos procedimientos mentales, elevarte sobre el resto y
transformarte en lo que siempre debías ser: un semidios. Por otro lado,
no hay que descartar los rumores sobre Excalibur,
y menos si no lo hemos leído. ¿La cienciología es peligrosa? Si, pero
no más de lo que puede serlo el cristianismo o cualquier otro movimiento
religioso.
Parafraseando a G.K. Chesterton, no asombra que un libro sea capaz de enloquecer, lo que asombraría es un libro que ilumine, que haga ángeles de los idiotas.
Loco no es aquel que ha perdido la razón,
loco es quien lo ha perdido todo, salvo la razón.
(G.K. Chesterton)
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