jueves, 9 de febrero de 2012

Visita a Ester

Brajaja, que traduce en ningún idioma “la que cae
por segunda y más veces en igual error”, salió muy
temprano de su casa en Pravera. Debía atravesar
el campo por un camino muy largo para llegar a la
estancia de su hermana Ester, en Susa, quien se
encontraba en cinta y a la que pretendía asistir en
el parto. Los peligros del viaje consistían sobre todo
en fieras que atacaban en la noche, así que Brajaja
debía caminar con paso firme, el viaje hasta donde
su hermana le tomaría varios días. Ya había hecho
la travesía otras dos veces con motivo de los dos
primeros partos de su hermana Ester.
Llegando al gran valle comenzó a sentir más calor
del acostumbrado y una especie de incertidumbre
que no le permitía caminar con la determinación
del principio. Se aproximó al río lentamente para
confirmar que ahí estaba el mismo barquero, el que
la pasaría a la otra orilla, no podía hacerlo de otra
forma, ella no sabía dominar esas aguas.
—“¿Qué tienes para mí Brajaja?”, preguntó el
barquero. —“Sé que debes cruzar el río y no tienes
monedas para pagar este servicio, así que mira bien,
pues me debes pagar con algo. Yo no te engañaré
mujer, si me das unos besos, si te entregas a mí, me
sentiré bien pagado.” Brajaja, recordando que no
había sido capaz de corresponder a este pedido en
otras ocasiones pues se había arrepentido en la mitad
de las torrentosas aguas, contestó: —“traigo un poco
de comida, Sifirum”. —“No es lo que deseo, te deseo
a ti”, repuso el hombre. Sin otra alternativa, se subió
a la barca, se quedó quieta mientras Sifirum se fue
acercando poco a poco, con la delicadeza de quien no
quiere maltratar lo que se va comer. La barca avanzaba
por el río. Brajaja, al verlo tan cerca y comprobar que
iba en serio, empezó a sentir repugnantes y asquerosas
aquellas caricias, y asustada gritó: —“no más”. Como
la primera vez, él entró en cólera y comenzó a
amenazar con voltear la barca haciéndola zigzaguear
peligrosamente y encausándola por la peor parte del
río. Brajaja lloraba, sin poder entender por qué le
ocurría otra vez algo tan horrible, por qué caía presa
en la misma trampa. Sin embargo, esta vez Sifirum
se calmó y le dijo: —“No te haré sufrir tanto como las
otras veces, pero ahora tú misma decidirás: te tiras
del barco o te quedas, si te quedas ya sabes cómo
debes pagarme”.
Lilith, quien nos cuenta la historia, perdió de vista el
episodio en un desafortunado instante de distracción.
Esta es la hora en que no sabemos qué decidió hacer
nuestra querida Brajaja.

http://imagesbible.com/images/IMA_Judit_Salome/esther_coypel.jpg

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