miércoles, 29 de febrero de 2012

La ultima leyenda del Congo

La última leyenda del Congo

1983. República Popular del Congo.
Marcelin Agnagna, zoólogo congoleño de dilatada experiencia, recorre las selvas más frondosas del país con ánimo de ampliar sus conocimientos sobre la biodiversidad de la zona. De repente, la vegetación se agita con fuerza a escasos metros de él y en un pequeño claro, ante el zoólogo se presenta un animal cuadrúpedo, de unos diez metros de longitud, con patas cortas y garras…

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De los misterios del reino animal, éste es uno de los más apasionantes. Nos situamos en la ribera del río Likouala, lejos de las zonas de conflicto civil y militar, un enclave del norte del país que aparece casi en blanco en los mapas. Pocos hombres se han dejado caer en estas tierras que combinan selva con pantanos. Es quizá por ello que el entorno está casi virgen y es, por lo tanto, apto para que especies animales enigmáticas puedan vivir allí sin sentir los latigazos ambientales del hombre moderno.
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Uno de los primeros aventureros en recorrer la misteriosa región fue el militar alemán Freirer von Stein zu Lausnitz. Fueron sus guías quienes lo pusieron tras la pista: “Dicen que es una bestia de color gris parduzco y aproximadamente el tamaño de un elefante. Tiene un cuello largo y flexible y un solo diente, aunque muy grande. Unos pocos hablan de una cola musculosa como la de un caimán. Vive en los ríos y trepa a las orillas en pleno día para buscar alimento”.
Fueron los propios indígenas los que dijeron al expedicionario el nombre que han dado a la criatura desde tiempos remotos: mokele-mbembe. Y pese a que existen relatos con doscientos años de antigüedad, durante el siglo XX se recogieron muchos más testimonios y evidencias, pero fue a partir de la década de los ochenta cuando el asunto motivó el interés de algunos investigadores. En 1980 y 1981, el biólogo norteamericano Roy Makal efectuó dos expediciones al lugar, no consiguieron pruebas definitivas, pero sí muchos testimonios, e incluso localizó varias huellas que sirvieron para certificar que no correspondían a ningún animal conocido.
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Otra expedición, en esta ocasión de científicos de la universidad de Brazzaville: repitió poco tiempo después el intento de encontrar esa bestia misteriosa que se dice habita en las apartadas marismas. En esta ocasión, los científicos tuvieron más suerte. El biólogo y zoólogo Marcellín Agnagna y su equipo se encontraron frente a frente con ese animal. Se trataba de una especie con aspecto distinto a cualquier otra conocida hoy día, y con una morfología muy similar a la de un gran dinosaurio.
De acuerdo con las investigaciones, el extraño animal era herbívoro y sus huellas medían hasta casi un metro de longitud en algunos casos. Por su descripción, el animal se parecía a los dinosaurios, pero había un inconveniente: aquellas bestias jurásicas desaparecieron hace 65 millones de años.
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Durante los años noventa se llevaron a cabo dos expediciones más. Y si bien encontraron muchas evidencias de la existencia del animal, no lograron en ningún caso capturar a una de estas criaturas. Lo volvió a intentar en el año 2001 un colectivo de investigadores del Grupo de Criptozoología de la Columbia Británica (Canadá). La expedición, a la que denominaron Crypto-safari 2001, no sirvió para determinar la existencia del animal de forma definitiva, pese a que recogieron muchos testimonios y perfiló aún más lo que se conoce sobre él.
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Muy pocos dudaban de la existencia de esa gran criatura casi anfibia. Otra cosa era identificar su naturaleza. Si sus improntas fueran halladas hoy sedimentadas en un lecho de piedra, ning´8un zoólogo dudaría de que se trata de la huella de un dinosaurio. En ese caso estaríamos hablando una vez más de un fósil viviente, pero los investigadores no cierran las puertas a otras tesis que, sin embargo, también parten del hecho de que se trata de un animal desconocido.
Algunos investigadores defienden que podría tratarse de un reptil similar al dragón de Komodo, que pese a ser un lagarto enorme, de tres metros, no fue descubierto hasta 1912. Otra teoría sostiene que es una nueva especie de hipopótamo no conocida hasta la fecha. En todo caso, el misterio está servido: un animal desconocido de grandes dimensiones habita en las profundidades del Congo.

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