martes, 28 de febrero de 2012

La llorona

Es quizás una de las leyendas que mas rápido llegó al resto del mundo. La leyenda de la Llorona nace donde se fundó la ciudad de México, lo que hoy conocemos todos como DF, o Distrito Federal.
Se dice que existió una mujer indígena que tenía un romance con un caballero español. Fruto de esta pasión, nacieron tres niños, que la madre atendía siempre en forma devota. Cuando la joven comienza a pedir que la relación sea formalizada, el caballero la esquivaba, quizás por temor al que dirán. Dicho y hecho, un tiempo después, el hombre dejó a la joven y se casó con una dama española de alta sociedad. Cuando la mujer se enteró, dolida y totalmente desesperada, asesinó a sus tres hijos ahogándolos en un río. Luego se suicida por que claro, no soporta la culpa.
Desde ese día, se escucha el lamento lleno de dolor de la joven en el río donde esto ocurrió. Luego de que México fuera establecido, comenzó un toque de queda a las once de la noche y nadie podía salir. Es desde entonces que dicen escuchar un lamento cerca de la plaza mayor, y que al ver por las ventanas para ver quien llamaba a sus hijos de forma desesperada, veían una mujer vestida enteramente de blanco, delgada y que se esfumaba en el lago de Texcoco.
Antecedentes históricos: la caída de Tenochtitlán


El imperio mexica dominó durante siglos el área de México. Según la leyenda, los fundadores del mismo partieron guiados por una profecía que afirmaba que los dioses les enseñarían dónde debían asentarse mediante una señal: un águila devorando una serpiente, de pie sobre un nopal en medio de un lago. Cuando llegaron a donde actualmente está la Ciudad de México, Distrito Federal, vieron el signo en medio de una amplia laguna. Sobre sus aguas erigieron la vasta ciudad de Tenochtitlán.

Con los años, los españoles llegaron a tierras mexicanas. Comandados por Hernán Cortés, tomaron la ciudad de Tenochtitlán, la redujeron a ruinas y asesinaron a los emperadores Moctezuma y Cuauhtémoc.
Los conquistadores españoles fundaron sobre la desolación la actual Ciudad de México.

El lamento del espíritu

En el México colonial, cada noche las campanas del templo católico marcaban el toque de queda sobre las once de la noche. Pasada esa hora, comenzaban a oírse llantos y gritos angustiosos, emitidos por una mujer sobrenatural que recorría de madrugada la colonia española y desaparecía misteriosamente antes del alba.

Después de que el suceso se repitiera por varias noches, los vecinos comenzaron a preguntarse quién sería esa mujer y qué pena la ahogaría. Asomándose a las ventanas, o saliendo bravamente a su encuentro, distinguieron a una mujer vestida de blanco, oculta tras un velo, flaca y macilenta, que se arrodillaba mirando a Oriente en la Plaza Mayor. Al ver que la seguían, se desvaneció entre la bruma junto al Lago de Texcoco.

Otros dicen haberla oído en otros lugares del país.


¿Quién era y por qué lloraba?

La Malinche traduce la lengua de los mexicas a Cortés. Lienzo Tlaxcala Siglo XV

Se formularon diversas teorías sobre la fantasmagórica desconocida, a la que el pueblo, por su perpetua aflicción, comenzó a llamar la Llorona. Se decía que era una mujer indígena, enamorada de un caballero español o criollo, con quien tuvo tres niños. Sin embargo, él no formalizó su relación: se limitaba a visitarla y evitaba casarse con ella. Tiempo después, el hombre se casó con una mujer española, pues tal enlace le resultaba más conveniente. Al enterarse, la Llorona enloqueció de dolor y ahogó a sus tres hijos en el río. Después, al ver lo que había hecho, se suicidó. Desde entonces, su fantasma pena y se la oye gritar "¡Ay, mis hijos!" (o bien, emitir un gemido mudo). Suele hallársela en el río, recorriendo en el lugar donde murieron sus hijos y ella se quitó la vida. 
   Antecedentes históricos: La caída de Tenochtitlán 
El imperio mexica era el que dominaba en gran manera el área de México. Guiados por una leyenda que decía que los dioses elegirían para que se asentaran un lugar, mediante la señal de un águila de pie sobre un nopal en medio de un lago devorando una serpiente, llegaron a donde actualmente está la Ciudad de México, Distrito Federal, y allí vieron el signo en medio de una amplia laguna. Allí, sobre las aguas, erigieron la vasta ciudad de Tenochtitlán.
Con los años, los españoles llegaron a tierras mexicanas. Comandados por Hernán Cortés, tomaron la ciudad de Tenochtitlán, dejándola en ruinas, y asesinando a los emperadores Moctezuma y Cuauhtémoc.
Cortés fundó sobre la desolación la actual ciudad de México, hoy el Distrito Federal.

El lamento de los espíritus

Cada noche, era designado un toque de queda, que era marcado por las campanas del templo católico. Ese toque se daba más o menos a las once de la noche (veintitrés horas).
Luego de que ciudad de México fuera fundada y habitada, a tardías horas, postreras al toque de queda, se comenzaron a oír los llantos y gritos angustiosos de una voz sobrenatural, una mujer, que recorría la colonia española en su integridad y desaparecía misteriosamente antes del alba.
Luego de que el suceso se repitiera por varias noches, los vecinos comenzaron a preguntarse quién sería esa mujer y qué pena la ahogaría. Asomándose a las ventanas, o bien saliendo valientemente, distinguieron una mujer vestida de blanco, con un velo, flaca y macilenta, que se arrodillaba mirando a Oriente en la Plaza Mayor, y al seguirla, se desvaneció entre la bruma al llegar al lago de Texcoco.
También se dice que se ha escuchado su lamento en varias ubicaciones más alrededor del país.

 La Malinche traduce la lengua de los mexicas a Cortés. Lienzo Tlaxcala Siglo XV
Diversas teorías se formularon alrededor de la fantasmagórica desconocida, pero por la cualidad de estar siempre tan tremendamente afligida se le comenzó a llamar popularmente la Llorona. Se decía que era una mujer indígena, enamorada de un caballero español o criollo con quien tenía tres niños. Sin embargo, él no formalizaba su relación, sólo se limitaba a visitarla y evitaba su compromiso de casarse con ella. Tiempo después, el hombre se casa con una mujer española de la sociedad, por resultar un enlace más conveniente. Al enterarse de ello, la Llorona enloqueció de dolor y mató a sus tres hijos en el río para luego suicidarse al ver lo que había hecho. Desde entonces pena y se le oye gritar "Ay, mis hijos". Suele encontrársele en el río, recorriendo el lugar donde murieron sus hijos y ella.

Su leyenda en otros países

En Chile igualmente es una leyenda importante, y al igual que la Calchona, la viuda y la Condená, es uno de los personajes de leyenda femeninos más característicos del Folclore y mitología chilena; abarcando la difusión de su leyenda principalmente desde la zona central, hasta Chiloé en la zona sur de Chile.
Las diferentes leyendas chilenas sobre la Llorona van desde algunas versiones muy semejantes a la mexicana, a hasta versiones muy particulares del Folclore chileno. Las versiones chilenas definen al espectro como el espíritu de una mujer que busca a su hijo, caracterizándose por ser un espíritu que tiene una relación especial con la muerte.

Leyenda

La versión de la leyenda más propiamente chilena cuenta que La Llorona, tendría el nombre de la Pucullén. Se dice que llora eternamente porque su hijo fue arrebatado de sus brazos a muy corta edad. Sería una presencia fantasmal femenina vestida de blanco que solo sería visible por la gente que esta cercana a la muerte, por personas con habilidades especiales como las Machis o los Calcus, o por los animales que tienen los sentidos más agudos, entre ellos los perros, razón de por que estos últimos realizan lastimeros aullidos para anunciar la presencia de este ser.
Ella sería una guía de los muertos, la cual indicaría, con sus pasos y llantos, el camino que debe recorrer el muerto, para dirigirse desde su morada terrenal hacia el más allá. Se dice que ella lloraría por todos los familiares del difunto, para que todos ellos se consuelen pronto de la pérdida; además de evitar que el espíritu del muerto decida ir a penarlos, desconforme por las pocas de lágrimas y sentimientos que puedan provenir de sus parientes.
Igualmente a través de sus abundantes lágrimas, mediante un cristalino charco formada con ellas, podría señalar el sitio preciso en el campo santo, donde debe abrirse la fosa para depositar el féretro. Se dice que si esto sucede, la tierra necesaria para cubrir el féretro debe ser toda la necesaria para ello, ya que si ella faltara, sucedería que antes de cumplirse un año, moriría un familiar del difunto.
Otras versiones igualmente cuentan que La llorona es capaz de estremecer los corazones de quienes escuchan sus horribles lamentos, y tiene la terrible característica de robar hijos ajenos, como una venganza o equívoco producto de perder a su hijo. Igualmente se dice que con su mágico llanto, ella sería capaz de hipnotizar a hombres que deambulan solos en altas horas de la madrugada; el motivo de ello sería para pasar la noche con ellos y así apaciguar su eterna e infinita pena, despertando el hombre sin pantalones al día siguiente.

Costa Rica

Junto con el Cadejos y la Cegua la Llorona es la más famosa de las leyendas costarricenses.
Las leyendas costarricenses sobre la Llorona definen al espectro como la mujer que busca a su hijo en cualquier lugar con agua(ríos, charcos...), debido a que éste murió ahogado.

Leyenda

La versión más extendida habla que ella quedó embarazada sin haberse casado, y por ello, abortó y lanzó al bebé a las aguas de un río, ahogándolo. Hecho esto, fue castigada por Dios, y volvióse loca, buscando al niño eternamente. Éste se le aparece entre el instrumento de su muerte, pero cuando lo va a recoger se desvanece.
Se dice, entonces, que la Llorona pena su infanticidio buscando eternamente a su primogénito, asesinado por ella misma.
Una interesante variación de la leyenda recogida por Elías Zeledón, narra el infanticidio de otro modo: Tulirá era una hermosa joven, hija del cacique de la tribu de Pacaqua, el Quezaro Colla-Huaco, que era de ascendencia inca en línea recta de Manco Cápac.
En esta versión, Tulirá se enamora de un soldado de Juan Vázquez de Coronado, y tiene una hija con él. Colla-Huaco lo descubre, arroja a la niña a un río, y maldice a Tulirá: deberá vagar eternamente buscando al fruto de su amor prohibido. Esta leyenda es en cierta forma similar a la mexicana que vincula a La Malinche con el espectro, patrimonio compartido de ambos pueblos.

Panamá

En Panamá la leyenda de "La Llorona" es el cuento folklórico más popular del país. No hay ningún niño panameño que no haya crecido escuchando este cuento de sus padres o abuelos.
En este país centroaméricano existen dos versiones de la leyenda. "La Tulivieja" muy popular en las provincias centrales y "La Tepesa" oriunda de las comarcas indigenas y muy popular en las tierras altas de la provincias de Veraguas y Chiriquí.
De acuerdo a ambas leyendas , tanto "La Tulivieja" como "La Tepesa" es un espantoso ser que se aparece de noche cerca de los ríos y quebradas buscando a su hijo perdido. Hay muchos que opinan que es la misma aparición sólo que con diferente nombre dependiendo de la región.

La Leyenda

De acuerdo a la tradición panameña "La Tulivieja" era una hermosa y joven mujer. Ella tenía la fama de ser muy parrandera y no se perdía ninguna fiesta que se celebraba en su pueblo. Al dar a luz a su primer hijo su marido le prohibió que siguiera yendo a las fiestas y le ordenó que se quedará en casa cuidando al bebé.
En una ocasión aprovechando que el esposo estaba en un viaje de negocios la chica decide irse a un baile con su hijo en brazos. Para evitar que el hijo le estorbara lo abandonó camino a la fiesta. Lo colocó debajo de un palo de mango que estaba a la orillas de un río. Ella tenía las intensiones de volverlo a buscar después del baile.
Esa noche una fuerte tormenta azotó el pueblo y arrastró a su hijo por el río. Cuando ella regresó a buscarlo ya no lo encontró y comenzó a llorar arrepentida por el grave error que había cometido. Dios la castigó por su irresponsabilidad y la transformó en un ser horripilante con agujeros en su cara, cabellos largos hasta los pies, sus pies se le viraron y se transformaron en patas de gallina. Desde entonces anda vagando por la eternidad buscando a ese hijo perdido.
La versión de "La Tepesa" se remonta a la conquista en dónde un español enamoró a una hermosa joven indígena de la comarca Ngöbe Bugle y la dejó embarazada. La jóven para que nadie en su tribu se percatara de su falta escapó hacía lo más profundo de las montañas y cuando nació su hijo lo ahogó en un río.
Dios al ver la salvajidad cometida le habló desde lo alto y la maldijo para toda la vida: "ESE PECADO TE PESA Y TE PESARÁ HASTA LA ETERNIDAD Y DESDE AHORA LLORARÁS PARA PAGAR TU CULPA" y la tranformó en el espantoso ser que igual que "La Tulivieja" anda vagando por los ríos y quebradas llorando arrepentida de su pecado.

Venezuela

En Venezuela también se ha gestado la leyenda a lo largo de la nación, la versión venezolana se pierde en el folclore llanero dando paso a un relato contado de generación en generación en muchos rincones de la nación, corridos (música autóctona de los llanos) hablan del relato, localmente llamada "La Sayona", que no debe ser confundida con "La Llorona", pues la primera aparece solo a los hombres parranderos y que gustan de estar de fiesta en fiesta.

Cuenta la leyenda venezolana que la Llorona, es un alma en pena de una mujer muy jovencita que tuvo amores con un soldado. De esos amores quedó embarazada de una niña, la cual dio a luz, aun siendo muy jovencita. El soldado la abandono y ella, como no tenia idea de como criar a un infante, en un momento de desesperación ocasionado por el llanto de la niña, la mató con sus propias manos. Cuando la joven vio lo que había hecho, comenzó a llorar y a gritar fuertemente, lo que atrajo a los vecinos y familiares, quienes al ver lo sucedido la maldijeron. Ella desesperada salió corriendo hacia el llano y se convirtió en espanto. Siempre esta llorando y cuando entra a los poblados dicen que llama a su hija. Se sabe que roba niños que esten solos, ya sea en sus casas o en las orillas de rios o quebradas.

Guatemala

En Guatemala es la mujer que llora por haber ahogado en un río de la Antigua Guatemala a sus dos hijos, su nombre María, está condenada a hacerlo hasta el fin del mundo dado que, fue embarazada de ellos cuando su es poso estaba fuera por un mozo que llegó a revisar un problema en su casa. Esta llorona está extendida por todo el suelo guatemalteco y se pasea por las calles solitarias y especialmente en donde hay agua, sus lastimeros gritos asustan al más valiente y paralizan al pavoroso, muchos dicen haberla visto y escuchado mayormente diciendo que el secreto para que La Llorona no se lleve su alma es usar la ropa interior al revés. Este personaje tiene un eco lejano en una mujer precolombina que también asesinó a su hijo a orillas de un lago.

Su presencia y representación en la cultura contemporánea


En la televisión

La presencia de la Llorona, o mejor dicho, de una mujer sonámbula a la que confunden con el espectro, en la televisión mexicana, es común en la obra de Roberto Gómez Bolaños, Chespirito.
El principal caso es en los cortos del Chavo del Ocho, donde es común que el Chavo, Quico, la Popis o la Chilindrina confundan a Doña Florinda o a Doña Cleotilde, sonámbulas, con la protagonista de la más famosa leyenda de su país.
Otro caso menos común es en los cortos de los Caquitos, esta vez con el personaje de Doña Nachita.
En Costa Rica, con motivo de la instauración del 31 de octubre como el Día de las Mascaradas, la compañía Televisora de Costa Rica presentó una mini-serie con las leyendas más conocidas de esa nación, donde se incluyó, por supuesto, la Llorona.




La llorona-cuento

 
 
Los cuatros sacerdotes aguardaban espectrantes.

Sus ojillos vivaces iban del cielo estrellado en donde señoreaba la gran luna blanca, al espejo argentino del lago de Texcoco, en donde las bandadas de patos silenciosos bajaban en busca de los gordos ajolotes.

Después confrontaban el movimiento de las constelaciones estelares para determinar la hora, con sus profundos conocimientos de la astronomía.

De pronto estalló el grito....

Era un alarido lastimoso, hiriente, sobrecogedor. Un sonido agudo como escapado de la garganta de una mujer en agonía. El grito se fue extendiendo sobre el agua, rebotando contra los montes y enroscándose en las alfardas y en los taludes de los templos, rebotó en el Gran Teocali dedicado al Dios Huitzilopochtli, que comenzara a construir Tizoc en 1481 para terminarlo Ahuizotl en 1502 si las crónicas antiguas han sido bien interpretadas y parecio quedar flotando en el maravilloso palacio del entonces Emperador Moctezuma Xocoyótzin.

-- Es Cihuacoatl! -- exclamó el más viejo de los cuatro sacerdotes que aguardaban el portento.

-- La Diosa ha salido de las aguas y bajado de la montaña para prevenirnos nuevamente --, agregó el otro interrogador de las estrellas y la noche.


Subieron al lugar más alto del templo y pudieron ver hacia el oriente una figura blanca, con el pelo peinado de tal modo que parecía llevar en la frente dos pequeños cornezuelos, arrastrando o flotando una cauda de tela tan vaporosa que jugueteaba con el fresco de la noche plenilunar.


Cuando se hubo opacado el grito y sus ecos se perdieron a lo lejos, por el rumbo del señorío de Texcocan todo quedó en silencio, sombras ominosas huyeron hacias las aguas hasta que el pavor fue roto por algo que los sacerdotes primero y después Fray Bernandino de Sahagún interpretaron de este modo:

"...Hijos míos... amados hijos del Anáhuac, vuestra destrucción está próxima...."


Venía otra sarta de lamentos igualmente dolorosos y conmovedores, para decir, cuando ya se alejaba hacia la colina que cubría las faldas de los montes:

"...A dónde iréis.... a dónde os podré llevar para que escapéis a tan funesto destino.... hijos míos, estáis a punto de perderos..."


Al oir estas palabras que más tarde comprobaron los augures, los cuatro sacerdotes estuvieron de acuerdo en que aquella fantasmal aparición que llenaba de terror a las gentes de la gran Tenochtitlán, era la misma Diosa Cihuacoatl, la deidad protectora de la raza, aquella buena madre que había heredado a los dioses para finalmentente depositar su poder y sabiduría en Tilpotoncátzin en ese tiempo poseedor de su dignidad sacerdotal.

El emperador Moctezuma Xocoyótzin se atuzó el bigote ralo que parecía escurrirle por la comisura de sus labios, se alisó con una mano la barba de pelos escasos y entrecanos y clavó sus ojillos vivaces aunque tímidos, en el viejo códice dibujado sobre la atezada superficie de amatl y que se guardaba en los archivos del imperio tal vez desde los tiempos de Itzcoatl y Tlacaelel.


El emperador Moctezuma, como todos los que no están iniciados en el conocimiento de la hierática escritura, sólo miraba con asombro los códices multicolores, hasta que los sacerdotes, después de hacer una reverencia, le interpretaron lo allí escrito.


---Señor, -- le dijeron --, estos viejos anuales nos hablan de que la Diosa Cihuacoatl aparecerá según el sexto pronóstico de los agoreros, para anunciarnos la destrucción de vuestro imperio.

Dicen aquí los sabios más sabios y más antiguos que nosotros, que hombres extraños vendrán por el Oriente y sojuzgarán a tu pueblo y a ti mismo y tú y los tuyos serán de muchos lloros y grandes penas y que tu raza desaparecerá devorada y nuestros dioses humillados por otros dioses más poderosos.


--- Dioses más poderosos que nuestro Dios Huitzilopochtli, y que el Gran Destructor Tezcatlipoca y que nuestros formidables dioses de la guerra y de la sangre? -- preguntó Moctezuma bajando la cabeza con temor y humildad.


--- Así lo dicen los sabios y los sacerdotes más sabios y más viejos que nosotros, señor. Por eso la Diosa Cihuacoatl vaga por el anáhuac lanzando lloros y arrastrando penas, gritando para que oigan quienes sepan oír, las desdichas que han de llegar muy pronto a vuestro Imperio.


Moctezuma guardó silencio y se quedó pensativo, hundido en su gran trono de alabastro y esmeraldas; entonces los cuatro sacerdotes volvieron a doblar los pasmosos códices y se retiraron también en silencio, para ir a depositar de nuevo en los archivos imperiales, aquello que dejaron escrito los más sabios y más viejos.

Por eso desde los tiempos de Chimalpopoca, Itzcoatl, Moctezuma, Ilhuicamina, Axayácatl, Tizoc y Ahuizotl, el fantasmal augur vagaba por entre los lagos y templos del Anáhuac, pregonando lo que iba a ocurrir a la entonces raza poderosa y avasalladora.


Al llegar los españoles e iniciada la conquista, según cuentan los cronistas de la época, una mujer igualmente vestida de blanco y con las negras crines de su pelo tremolando al viento de la noche, aparecía por el Sudoeste de la Capital de la Nueva España y tomando rumbo hacia el Oriente, cruzaba calles y plazuelas como al impulso del viento, deteniéndose ante las cruces, templos y cementerios y las imágenes iluminadas por lámparas votivas en pétreas ornacinas, para lanzar ese grito lastimero que hería el alma.


-----Aaaaaaaay mis hijos.......Aaaaaaay aaaaaaay!---- El lamento se repetía tantas veces como horas tenía la noche la madrugada en que la dama de vestiduras vaporosas jugueteando al viento, se detenía en la Plaza Mayor y mirando hacia la Catedral musitaba una larga y doliente oración, para volver a levantarse, lanzar de nuevo su lamento y desaparecer sobre el lago, que entonces llegaba hasta las goteras de la Ciudad y cerca de la traza.


Jamás hubo valiente que osara interrrogarla. Todos convinieron en que se trataba de un fantasma errabundo que penaba por un desdichado amor, bifurcando en mil historias los motivos de esta aparición que se transplantó a la época colonial.


Los románticos dijeron que era una pobre mujer engañada, otros que una amante abandonada con hijos, hubo que bordaron la consabida trama de un noble que engaña y que abandona a una hermosa mujer sin linaje.

Lo cierto es que desde entonces se le bautizó como "La llorona", debido al desgarrador lamento que lanzaba por las calles de la Capital de Nueva España y que por muchos lustros constituyó el más grande temor callejero, pues toda la gente evitaba salir de su casa y menos recorrer las penumbrosas callejas coloniales cuando ya se había dado el toque de queda.

Muchos timoratos se quedaron locos y jamás olvidaron la horrible visión de "La llorona" hombres y mujeres "se iban de las aguas" y cientos y cientos enfermaron de espanto.

Poco a poco y al paso de los años, la leyende de La Llorona, rebautizada con otros nombres, según la región en donde se aseguraba que era vista, fue tomando otras nacionalidades y su presencia se detectó en el Sur de nuestra insólita América en donde se asegura que todavía aparece fantasmal, enfundada en su traje vaporoso, lanzando al aire su terrífico alarido, vadeando ríos, cruzando arroyos, subiendo colinas y vagando por cimas y montañas.


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