viernes, 10 de febrero de 2012

Sexo demoniaco una experiencia religiosa.

Quizás exista una tercera razón de naturaleza espiritual que explique el fenómeno de la
cultura de la sexualidad. Creo que Satanás podría estar utilizando el sexo y la
experiencia orgásmica como un método para depositar sus ideas en las mentes de sus
víctimas. El diablo no ignora que una de las experiencias humanas que más se acerca
al éxtasis de la comunión con Dios es la del orgasmo sexual. Thomas ha dicho que si
alguna vez el ser humano actúa como si estuviera poseído pero sin estarlo realmente, lo
hace cuando se encuentra sobrecogido por la irresistible fuerza de la pasión sexual-es
entonces que tiembla, gime, llora y se retuerce en esa agridulce experiencia que desafía
toda descripción.1
 
Para la mayoría de la gente, las relaciones sexuales resultan placenteras y gratificantes.
Sin embargo, para algunas personas su práctica ha supuesto algo mucho más especial,
y la describen literalmente como una "experiencia religiosa". Al menos esa es la
conclusión a la que ha llegado la psicóloga Jenny Marin en su obra Trascendent Sex:
When Lovemaking Opens the Veil [Sexo trascendente: cuando hacer el amor abre el
velo]. Tras realizar un estudio con 91 sujetos que dijeron sufrir experiencias místicas
durante el orgasmo, Marin ha recopilado relatos sobre luces celestiales, visiones de
seres angelicales o viajes fuera del cuerpo.
 
El hombre sin Dios se encuentra vacío, y por esa razón Satanás ha estado utilizando la
sexualidad para darle al hombre una falsa sensación de éxtasis espiritual. No obstante,
en vez de lograr satisfacer su sed espiritual, la sexualidad desenfrenada solo tiende a
empeorar la situación, pues el vacío se hace cada vez más grande y las dosis deben ser
incrementadas a grados extremos.
 
En la mayoría de los casos, Satanás ha tenido éxito en usar el erotismo entre humanos
como vehículo de su filosofía de la vida. Pero a menudo él también ha hecho intervenir
directamente a los demonios en este juego malvado de la sexualidad fornicaria.


Íncubos y súcubos hoy

Por ejemplo, es difícil hallar un pueblo que no cuente entre sus leyendas narraciones de
raptos y cruzas entre seres humanos y no humanos. Nada podía detener a aquellos
terribles monstruos raptores no humanos (como el "agazapado" o el "raptor") que
secuestraban y violaban a las mujeres y a los hombres. Piensen en la angustia
plasmada en las siguientes palabras encontradas en un antiquísimo manuscrito:
 
"No hay puerta que les corte el paso ni cerrojo que los haga volver atrás. Se
deslizan bajo la puerta como la serpiente, se meten por las bisagras como
el viento, y arrancan a la esposa de los brazos del marido y al hijo de las
rodillas del padre."
 
La historia de estos seres lascivos se remonta hasta la cultura sumeria, hace 6,000
años, con Lilitu, el primer súcubo conocido. El significado de su nombre en acadio era
muy sugerente: "demonio nocturno". Sumerios, babilonios y asirios creían que Lilitu y
sus sirvientes sexuales les causaban sueños eróticos agotadores que les impedían el
descanso reparador. Pero lo que más les preocupaba era el contribuir a su
reproducción, dado que engendrarían monstruosos demonios sin cara, los alu y los
gallu. Después de una existencia repleta de tropelías, esta progenie se reunía con su
padre humano en el lecho de muerte para impedir el tránsito de su alma hacia el más
allá.
 
Por su parte, ninguno de los primeros padres de la Iglesia puso jamás en duda estos
coitos de humanos con seres demoníacos. Todo lo contrario. Juan Crisóstomo, por
ejemplo, aseguraba a finales del siglo IV que no había nada más cierto que estos
ayuntamientos contra natura; una aseveración confirmada, entre otros, por Cirilo, Hilario
o Agustín de Hipona. Este último, ya en su clásico tratado La Ciudad de Dios, decía que
"es una creencia muy difundida que los silvos y los faunos, comúnmente llamados
íncubos, frecuentemente han estado molestando a las mujeres y teniendo coito con
ellas". Llegó a decir también que "sería desvergonzado no creerlo". Y para que no
hubiese dudas al respecto, el papa Inocencio VIII, en su bula Summis desiderantes,
(1484), confirma la existencia de íncubos y súcubos que se unen sexualmente con
cristianos.
 
En los procesos inquisitoriales desde el siglo XIII al XVIII, por ejemplo, cientos de
presuntas brujas fueron enjuiciadas y condenadas por haber mostrado evidencias de
haber tenido relaciones sexuales con íncubos. Del mismo modo, los hombres hacían
descripciones de las noches en que tuvieron relaciones con hermosas súcubos.2
Según la tradición medieval, al principio los demonios llevaban a cabo estas incursiones
de colchón sin cuerpo visible. Pero se supone que a partir del siglo XI empezaron a
materializarse para experimentar el placer sexual. Tomás de Aquino arguyó que
tomaban prestado el cuerpo de personas vivas, aunque no llegó a explicar cómo se
producían estas posesiones en préstamo. San Basilio estimó que los malignos estaban
formados por "vapores condensados". Y, a mediados del siglo XVII, el filósofo inglés
Henry Moore apoyó esta tesis, atribuyendo la frialdad del pene de los íncubos (advertida
por las víctimas), al "efecto de congelación" necesario para materializar su cuerpo
espiritual, aunque muchos refutaron esta hipótesis argumentando que la menor
temperatura percibida era debida más bien a que los demonios poseían y reanimaban el
cuerpo de personas que acababan de fallecer.
 
Los íncubos (del latín incubare: echarse encima de...) tienen su paralelo actualizado en
los modernos casos de abducción, en los que los supuestos extraterrestres tienen una
gran facultad de adaptación a los deseos secretos o inconscientes de sus víctimas
humanas.
 
En las leyendas, la literatura y la historia también abundan evidencias de que la
experiencia orgásmica ha sido utilizada ampliamente por Satanás para el cumplimiento
de sus nefastos propósitos. Pero ¿existe alguna otra evidencia fuera de Génesis 6 de
que esto haya ocurrido en la antigüedad?


Hablemos de Lilith
 
Permítanme ofrecerles una evidencia más. En un pasaje bíblico digno de atención, el
profeta Isaías dice:

 "Las fieras del desierto se encontrarán con las hienas, y la cabra salvaje
gritará a su compañero; la lechuza también tendrá allí morada, y hallará
para sí reposo". (Isaías 34:14)
 
El pasaje que es ya de por sí bastante críptico, se hace todavía más oscuro por el hecho
de que en el original hebreo la palabra que se traduce por lechuza es Lilith, palabra que
ha causado bastantes dificultades y controversia en su traducción. Aunque algunas
traducciones modernas como la Nueva Versión Internacional prefieren traducir esta
palabra como "criaturas nocturnas", no deja de mantenernos en la oscuridad. Pero la
mayoría de los académicos piensan hoy que la palabra está tomada (como he dicho
arriba) del idioma asirio y hace referencia nada menos que a ¡los demonios femeninos
de la noche! Hoy sabemos que en la mitología asiria Lilith era un demonio femenino y
una súcubo que solía tener coito con los varones mientras estos dormían. El profeta
Isaías no se detiene en explicar las andanzas sexuales de los sátiros y de Lilith, por ser
de sobra conocidas por su público hebreo.
 
El folklore judío define a Lilith como la primera esposa de Adán y, al igual que él, estaba
hecha de barro. Según una antigua tradición, cuando Lilith se negó a someterse a la
voluntad de su compañero fue desterrada del Jardín del Edén. Adán recibió entonces
otra esposa, Eva, que tuvo un origen distinto a la primera esposa: ella había sido sacada
de la mismísima costilla de Adán a fin de garantizar la obediencia a su voluntad.
 
Cuando fue expulsada del Jardín del Edén, Lilith se fue a vivir a una cueva, en donde
habría colocado su pertenencia favorita: un espejo, para ser más hermosa, el cual
mostraba con orgullo. Cuenta aquella antigua leyenda que Lilith recibió gustosa a los
demonios en su cueva y que dio a luz a legiones de sus hijos, quienes emergieron de la
cueva para esparcir el mal por todo el mundo. Se decía que, cuando los descendientes
de los demonios querían acercarse a su madre, les bastaba con entrar por el espejo
más cercano, ya que desde ese momento, y debido a la poderosa vanidad de Lilith,
todos los espejos se habían convertido en pasajes directos que llevaban a su cueva.

 Sodoma y Gomorra
 
Dejemos por el momento leyendas judías, y volvamos a echar un vistazo a Génesis 9,
donde se hacen referencias más directas a las relaciones fornicarias (ilegítimas) entre
seres espirituales y seres humanos. El pasaje cuenta que dos seres de naturaleza
espiritual provenientes del cielo visitaron a Lot en la ciudad de Sodoma y le advirtieron
de la inminente destrucción de la localidad.
 
Se nos dice también que la depravación y degradación de sus habitantes era tal que
Dios había decidido matarlos a todos. La ciudad se había convertido en un pozo de
asquerosa concupiscencia al grado que ‘resultaba ya insoportable’a las narices de Dios.
 
Aun sigue siendo un misterio el que Lot (sobrino de Abraham) haya llegado a
convertirse en un líder de la ciudad y a la vez haber permanecido siendo “justo”... Entre
las prácticas malvadas de la ciudad se encontraba la sodomía término que se deriva
directamente del nombre de la ciudad , es decir el concúbito entre personas del mismo
sexo.
 
Cuando los varones de la ciudad se enteraron de que los dos seres espirituales (ángeles
fieles) habían llegado al pueblo, inmediatamente expresaron sus deseos lascivos, de
modo que...
 
“...llamaron a Lot, y le dijeron: ‘¿Dónde están los varones que vinieron a ti
esta noche? Sácalos para que los conozcamos”.
 
He allí el quid de mi tesis: Los sodomitas no solo sabían que los visitantes venían ‘de las
estrellas’, sino que sabían que los hermosos seres descendidos del cielo (los
extraterrestres) ¡gustaban de relacionarse sexualmente con seres “de carne extraña” a la
suya! Por eso Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas...
 
“...son puestas como escarmiento, al sufrir el castigo de un fuego eterno,
por haber practicado, como aquellos [los extraterrestres o “ángeles que no
mantuvieron su posición de autoridad”], inmoralidad sexual y vicios contra la
naturaleza” (Judas 7).
 
Vamos: la implicación es que no solo practicaban el pecado de la homosexualidad ¡sino
que también tenían la costumbre de fornicar con entidades no humanas!

Sexo con humanoides 
Miles de reportes de la ufología contemporánea son una reproducción fiel de los
eventos narrados en Génesis: humanos que son contactados y raptados por seres del
espacio exterior al interior de sus vehículos. Cientos de estos reportes se encuentran
ampliamente documentados, y no solo eso sino que algunos testigos-víctimas han
proporcionado ecografías que demuestran que hubo embarazos reales, pese a su
insistencia en no haber mantenido relaciones sexuales con ningún ser humano.
 
Conocemos en América Latina el impresionante caso de “Marlene”, joven de 36 años y
víctima de unos inquietantes ‘sueños’ relacionados con la presencia de una entidad no
humana. En 1999 fue sometida a una sesión de regresión hipnótica que permitió conocer
detalles de acontecimientos que ya no recordaba. Cuando los médicos la estudiaron, ella
presentaba quemaduras sobre la piel de sus costados con extrañas formas de ‘manos’
casi humanas. Lo peor de todo es que su metabolismo comienza a cambiar, se cansa
con facilidad, sufre vómitos y mareos. El diagnóstico del médico: un embarazo
confirmado de tres meses.
 
Cuando Marlene está considerando la alternativa del aborto, los ‘sueños’ vuelven: le
siguen escenas de un quirófano súperiluminado, hemorragias, y un feto de enorme
cabeza y brazos desproporcionadamente largos. A la mañana siguiente, Marlene se
despierta empapada en sangre y encuentra que, en efecto, ha sufrido un aborto. El bebé
simplemente ya no está...
 
El “síndrome del niño perdido”, como se ha denominado a la desaparición de los fetos,
suele dejar profundas secuelas físicas y psicológicas sobre las víctimas. Algunas madres
confiesan la sensación de que su hijo permanece vivo en algún lugar y de que, tarde o
temprano, podrán volver a encontrarse con él.
 
La teoría Nefilim que expongo en mi libro La antigüedad del futuro afirma que todo esto
se trata de un riguroso programa de hibridación, cuyo producto es la raza llamada
Nefilim. Creo que este programa de hibridación ha resultado ya en muchos tipos de
Nefilim, aunque la meta pareciera ser la creación del humanoide perfecto: un tipo que
pueda pasar por humano. Y realmente he llegado a creer no solo que ha habido varias
etapas en el desarrollo del programa de hibridación y que pueden diferir en apariencia
unos de otros, sino que muchos de ellos ya se encuentran en el proceso de tomar
posesión de los lugares más estratégicos en las esferas del poder político, económico,
militar y religioso; situación que les permitirá preparar el terreno para la manifestación
final del “hombre de perdición” que traerá la última gran desgracia a la humanidad: el
Anticristo.

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