66 College St.,
Providence, R. I.,
Agosto 1933
Estimado Jehvish-Ei:—
…………….Lo que comentas acerca del trasfondo en To Love a Faun
es enormemente interesante—el bueno de Bonner debe ser un personaje
más bien patético. Ciertamente, su caso sería terreno abonado para un
tratamiento literario serio.Creo
que es cierto que la homosexualidad no es un tema frecuente en las
novelas-en parte porque la opinión pública raramente ha prestado
atención al tema (excepto brevemente durante la época de Wilde) hasta
hace una década y en parte porque cualquier utilización del tema corre
el peligro de ser censurada por la ley. De hecho-y aunque siempre he
sabido que la repugnante pederastia era una de las aficiones de muchas
naciones antiguas- nunca oí hablar de la homosexualidad como instinto
natural hasta que pasaba de los treinta años… ¡Lo que supera tu propio
record! Creo que es posible que esta perversión se dé más frecuentemente
en ciertos periodos, obedeciendo a oscuros motivos biológicos y
psicológicos. Las épocas decadentes-cuando la psique es más inestable-
parecen favorecerla. Por supuesto –la antigüedad clásica, con su
extendida práctica de la pederastia (como uso que era aceptado
ciegamente y no obedecía a ningún tipo de inclinación especial), no
puede ser tomada como ejemplo de perversión psicológica. Otra
cosa—muchos contemporáneos pasan por alto el hecho de que hay distintos
tipos de afeminado que no son necesariamente homosexuales. No
se como los cataloga la psicología moderna, pero todos conocemos ese
ejemplar de sarasa que juega con las niñas y que –al crecer—se convierte
en un debilucho crónico, siempre alrededor de las chicas, amante de los
bailes, con ciertos manierismos, entonaciones y gustos femeninos, y aún
asísin rastro alguno de perversión en sus inclinaciones
eróticas. Todos sus impulsos románticos y sexuales van en la dirección
correcta—las mujeres—y aun así sigue intentando emular la personalidad
de las mujeres que admira. Es un buen marido y padre y parece aborrecer
a los hombres—jamás acude a las actividades masculinas típicas y no
parece comprender las reacciones masculinas en general. Es curioso que
este tipo de sarasa parezca olvidado entre esta moderna ola de interés
en la homosexualidad. He conocido a muchos en mi vida—y resultaría
absurdo (a la vista de su interés por las chicas y ausencia total de
amistades masculinas) asumir que la base de su peculiaridad es sexual.
Estas personas difícilmente representan un problema real, aunque sean
ridículos y repelentes en diversos grados. En mi juventud eran
frecuentemente caricaturizados en los teatros; su representación era
(debido a un desconocimiento generalizado acerca de la existencia de la
homosexualidad) muy inocente, en una vena “humorística limpia”. Pobres
diablos—la ola de sofisticación moderna debe ser tremendamente dura para
ellos, ya que todo el mundo debe sospechar de ellos que son pervertidos
sexuales. Tu Bonner posiblemente pertenecerá a este tipo inofensivo.
Existen también, muchas mujeres cuyas maneras y apariencia masculinas no
se deben a la homosexualidad.
……………En cuanto al guapo Adolf—al
decir que es sincero y que hay cierta base en algunas fases de la
actitud que representa, no quería sugerir que su programa no sea
extremista, grotesco y ocasionalmente bárbaro. Su intento de prohibir
cualquier literatura que no le guste es, por supuesto, esencialmente
incivilizado—mientras que sus teorías etnológicas (diferenciadas de
cualquier defensa de una cultura puramente Aria) son contrarias a las
más maduras creencias de la ciencia. Dudo que sea judío—ya que ese tipo
de historia sigue un patrón familiar en el folclore. Sería demasiado perfectamente dramático que perteneciese al grupo al que se opone.
Su siempre humilde servidor
E’ch-Pi-El
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