jueves, 15 de marzo de 2012

Carta a J. Vernon Shea por Lovecraft

66 College St.,
Providence, R. I.,
Agosto 1933
Estimado Jehvish-Ei:—


…………….Lo que comentas acerca del trasfondo en To Love a Faun es enormemente interesante—el bueno de  Bonner debe ser un personaje más bien patético. Ciertamente, su caso sería terreno abonado para un tratamiento literario serio.Creo que es cierto que la homosexualidad no es un tema frecuente en las novelas-en parte porque la opinión pública raramente ha prestado atención al tema (excepto brevemente durante la época de Wilde) hasta hace una década y en parte porque cualquier utilización del tema corre el peligro de ser censurada por la ley. De hecho-y aunque siempre he sabido que la repugnante pederastia era una de las aficiones de muchas naciones antiguas- nunca oí hablar de la homosexualidad como instinto natural hasta que pasaba de los treinta años… ¡Lo que supera tu propio record! Creo que es posible que esta perversión se dé más frecuentemente en ciertos periodos, obedeciendo a oscuros motivos biológicos y psicológicos.  Las épocas decadentes-cuando la psique es más inestable- parecen favorecerla. Por supuesto –la antigüedad clásica, con su extendida práctica de la pederastia (como uso que era aceptado ciegamente y no obedecía a ningún tipo de inclinación especial), no puede ser tomada como ejemplo de perversión psicológica. Otra cosa—muchos contemporáneos  pasan por alto el hecho de que hay distintos tipos de afeminado que no son necesariamente homosexuales. No se como los cataloga la psicología moderna, pero todos conocemos ese ejemplar de sarasa que juega con las niñas y que –al crecer—se convierte en un debilucho crónico, siempre alrededor de las chicas, amante de los bailes, con ciertos manierismos, entonaciones y gustos femeninos, y aún asísin rastro alguno de perversión en sus inclinaciones eróticas. Todos sus impulsos románticos y sexuales van en la dirección correcta—las mujeres—y aun así sigue intentando emular la personalidad de las mujeres que admira. Es un buen marido y padre y parece aborrecer a los hombres—jamás acude a las actividades masculinas típicas y no parece comprender las reacciones masculinas en general. Es curioso que este tipo de sarasa parezca olvidado entre esta moderna ola de interés en la homosexualidad. He conocido a muchos en mi vida—y resultaría absurdo (a la vista de su interés por las chicas y ausencia total de amistades masculinas) asumir que la base de su peculiaridad es sexual. Estas personas difícilmente representan un problema real, aunque sean ridículos y repelentes en diversos grados. En mi juventud eran frecuentemente caricaturizados en los teatros; su representación era (debido a un desconocimiento generalizado acerca de la existencia de la homosexualidad) muy inocente, en una vena “humorística limpia”. Pobres diablos—la ola de sofisticación moderna debe ser tremendamente dura para ellos, ya que todo el mundo debe sospechar de ellos que son pervertidos sexuales. Tu Bonner posiblemente pertenecerá a este tipo inofensivo. Existen también, muchas mujeres cuyas maneras y apariencia masculinas no se deben a la homosexualidad.
……………En cuanto al guapo Adolf—al decir que es sincero y que hay cierta base en algunas fases de la actitud que representa, no quería sugerir que su programa no sea extremista, grotesco y ocasionalmente bárbaro. Su intento de prohibir cualquier literatura que no le guste es, por supuesto, esencialmente incivilizado—mientras que sus teorías etnológicas (diferenciadas de cualquier defensa de una cultura puramente Aria) son contrarias a las más maduras creencias de la ciencia. Dudo que sea judío—ya que ese tipo de historia sigue un patrón familiar en el folclore. Sería  demasiado perfectamente dramático que perteneciese al grupo al que se opone.
Su siempre humilde servidor
E’ch-Pi-El

No hay comentarios:

Publicar un comentario