domingo, 25 de marzo de 2012

Perdidos entre dimensiones

Hace casi un siglo, el reverendo Edwin Abott escribió un libro llamado Flatland (País Llano). Flatland era un mundo de dos dimensiones, una superficie llana donde vivían seres de diversas formas geométricas sin abandonar nunca su mundo o imaginar siquiera que pudiera existir algo distinto. La vida transcurría plácidamente hasta que un día, un habitante común, un cuadrado, tuvo una experiencia paranormal: una visita de un ser del Mas Allá. Lo que estaba viendo era un ser tridimensional, una esfera, pero cuando el objeto penetro en Flatland solo percibió su sección transversal, es decir, un circulo.

El visitante abrió los ojos del cuadrado haciéndole ver la superficie llana en que vivía y la posibilidad de la existencia de una tercera dimensión. Cuando el cuadrado volvió a su casa nadie quería creerle y fue encarcelado por considerarlo una amenaza para la sociedad. Muchos científicos medievales y no pocos investigadores modernos han pasado por situaciones semejantes. Dimensiones Alteradas trata de recoger aquellos sucesos, lugares y experimentos que escapan a nuestra Tercera Dimensión. Desde el Triángulo de las Bermudas, el Mar del Diablo, personas tragadas por puertas dimensionales, apariciones y desapariciones imposibles, el experimento Filadelfia, y muchos mas...





Lidiando con otros mundos

Uno de los mayores desastres, por la perdida de vidas humanas además de los irreparables daños materiales, ocurrió en el tristemente Triángulo de las Bermudas el 4 de febrero de 1963. El barco Marine Sulphure Queen, desapareció de una manera inesperada sin que existieran perturbaciones atmosféricas de ningún tipo y tras comunicar el radiotelegrafista que todo marchaba bien a bordo. Sus 39 tripulantes y su carga se esfumaron para sumarse a la larga lista de barcos desaparecidos en esa zona. Las historias de desaparecidos en nuestros días están continuamente en las paginas de los diarios. De alguna de esta personas se afirma que tenían alteradas sus facultades mentales; pero de otras, no. Lo que casi nunca se ha dicho es que gran parte de los desaparecidos nunca son encontrados.

Muchos mudaran radicalmente de ambiente geográfico, cambiaran sus nombres y apellidos y seguirán viviendo normalmente. Pero no se sabe a ciencia cierta adonde van a para tantos desaparecidos que jamas vuelven a ser vistos. ¿Quien o que se los lleva?

Es tremenda la desproporción, si se comparan los casos de personas aparecidas de de la nada, como los de la que se esfuma de manera igualmente misteriosa. A veces ha sucedido cuando caminaban, en presencia de testigos, y en muchas ocasiones la desaparición tuvo lugar hallándose en el interior de un vehículo o de una embarcación. Así como han llegado hasta nuestros días crónicas milenarias en las que se relatan fenómenos fantasmales, no ha sucedido lo mismo con las desapariciones.

Tal vez porque nadie se fijaba en ellas, o tal vez porque en otros tiempos jamás sucedían. Pero a partir del siglo pasado, mucha comenzó a fijar la atención en ciertos casos inexplicables. ¿Existen puertas de acceso a una dimensión desconocida?





Estaban ahí, y se fueron de

Sir Benjamín Bathurst había sido llamado desde Londres para que se presentase a la mayor brevedad. El 25 de noviembre de 1809 arribó a la población alemana de Paleburg y descendió de su carruaje para estirar las piernas mientras daban de comer a los caballos. Rodeó a los palafreneros encargados de los animales, pasó por detrás de éstos y no volvió a ser visto. Fueron testigos de la desaparición el propio secretario de Sir Benjamín, su valet y no menos de una docena de personas. Había un elevado muro de piedra, sin puertas, que impedía el paso al embajador, y sin embargo se desvaneció en el aire. Lo estuvieron buscando por la posada y los alrededores durante un par de horas, sin éxito.

Se dio entonces aviso a las autoridades. Tampoco hallaron nada. ¿Acaso se desintegró en el aire por alguna causa desconocida para aquella época y también para ésta en que vivimos?

¿Reaparecidos o abducidos?

Un extraño caso de abismo temporal fue el sufrio el patrullero Chester Archey, quien habiendo desaparecido de donde se encontraba volvió a ser visto minutos más tarde en otro lugar, distante varios kilómetros. El 24 de agosto de 1966, varios testigos lo vieron al volante de su patrulla en las inmediaciones de Filadelfia, capital del estado de Pensilvania. Y de repente dejaron de verlo, como si se lo hubiera tragado la tierra, O, mejor dicho, el asfalto de la carretera. Un par de minutos más tarde, o tal vez en el mismo instante de desaparecer de Pensilvania, Chester Archey se materializaba en plena calle principal de Pennsauken, Nueva Jersey, al volante de su patrulla, a más de un centenar de kilómetros de donde acababa de ser visto.

El siguiente año sucedió algo parecido en la playa de Ashbury Park, Nueva Jersey, Era el 22 de agosto de 1967. El joven Bruce Burkan, de diecinueve años, llegó a la playa en compañía de su novia. Recordó de que debía echar unas monedas al parquímetro. No se sabe qué sucedió en aquel momento, pero el 24 de octubre reapareció de manera inexplicable, vistiendo ropa que no era de su talla, en una terminal de autobuses de Newark, con siete centavos en el bolsillo. No recordaba su nombre ni de dónde venia. El agente de policía que se fijó en él se lo llevó a la delegación de policía; y después de hurgar en su ropa y no encontrar nada, supusieron que se encontraban ante un caso claro de amnesia. Finalmente, logró identificarse al joven.

¿Fue un simple caso de amnesia lo sucedido con el joven Burkan, como pudo serlo también aquél que tuvo lugar por los mismos días con un científico vecino de Boston? El 15 de agosto de 1967, Paul T. McGregor, de treinta y siete años, casado, salió de su oficina en la Polaroid y tomó el camino de Camp Kirby, lugar de recreo donde lo esperaba su familia. Su esposa e hijos lo esperaron en vano durante los siguientes treinta días. A mediados de septiembre un se presentó en la delegación de policía de la ciudad de Buifalo, Nueva York, y declaró que no sabia quién era ni qué había hecho en los anteriores días.

¿Anduvo vagando por las calles o estuvo en poder de alguien que borró de su memoria el recuerdo de cuanto hizo y vio?





Tragados por puertas dimensionales.

La familia Méchinaud pasó la Nochebuena de 1972 en casa de unos amigos que vivían en la localidad francesa de Cognac. Después de cenar tomaron los esposos y sus hijos el camino de regreso a su casa, que se encontraba en el pueblo de Boutiers, en el departamento de Charente. Jamás llegaron a ella. Cuando se encontraban a unos cuatro kilómetros, siendo la una de del día 25 de diciembre, se volatilizaron en el aire. Jamás fueron hallados.

Años antes habían corrido la misma suerte los cinco miembros de la familia que vivían en Portland, Oregón. El 7 de diciembre de 1958, Kenneth , de cincuenta y cuatros años de edad, su esposa y sus tres hijos, dijeron a sus vecinos que iban al bosque en busca de un árbol para adornarlo durante la Navidad. No volvieron a ser vistos.

El 29 de aquel mismo mes, un contratista de obras llamado Earl Zrust, con domicilio en Silver Lake, desapareció también, inexplicablemente, en compañía de su esposa y de sus cuatro hijos. No tenía motivos para abandonar su casa, que acababa de pagar. No aparecieron los cuerpos en las cercanías. ¿Que explicación dar a tan extraña desaparición y porque las autoridades estadounidenses reciben cada ocho minutos, en toda la Unión americana, el aviso de que alguien dejó de ser visto, que desapareció de manera imposible de aclarar? ¿A dónde van, las personas que se desvanecen en el aire?

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