jueves, 15 de marzo de 2012

Carta a Frank Belknap Long por Lovecraft

10 Barnes Street
Providence, R. I.
Oct. 26, 1926

Jovencito:—

Estas salidas ocasionales están, te lo aseguro, bien ganadas; ya que en este momento me encuentro luchando con la más enfebrecida reencarnación de David Van Bush imaginable.  Mi neo-Bush es nuestro escurridizo amigo Houdini, quien estuvo aquí a principios de mes, y me apremió enormemente a preparar un artículo anti-astrologico para que fuese terminado antes de su marcha—en cinco días, por el que recibí la nada despreciable remuneración de setenta y cinco dólares. Dice que tiene una enorme cantidad de material para mi, y ha intentado que vaya a visitarle a Detroit, corriendo el con los gastos, para hablar de proyectos—pero he sostenido que funciono mejor a la vista de los campanarios georgianos de mi ciudad. Justo ahora he leído en el periódico que ha sufrido un ataque—que debió suceder justo después de la última carta que me envió—así que supongo que habrá una pausa en las negociaciones. Le enviaré unas líneas de apoyo para animarle. El pobre Eddy, quien con mi ayuda ha hecho algunos trabajos de revisión para el hábil mago, está bastante preocupado por esta inesperada intervención de los dioses.

Hablando de recortes—aquí están las líneas navideñas del año pasado, tal y como aparecerán en el Periódico Familiar del Hermano Wright…a 25 centavos por línea, este embrollo debería reportar $3,75—una suma que no despreciaré en modo alguno. Felicidades por la aceptación de tu nuevo cuento—aunque siento que Ghost Stories no lo imprimiese al doble de remuneración. El Pequeño Farnie rechazó el Cthulhu del Abuelo arguyendo que era demasiado lenta y oscura para sus vivarachos idiotas—creo que te enviaré adjunta la nota y dejaré que juzgues por ti mismo. Si pudiese encontrar una buena cantidad de trabajo de revisión, no volvería a escribir un relato para estos mercachifles baratos. Arruina el estilo de uno el tener un público de idiotas domesticados colgando sobre tu cabeza mientras escribes. Algo más agradable que he estado haciendo últimamente es clasificar mis recortes sobre Rhode Island y otros temas arquitectónicos y de anticuario. Supongo que recordarás el tremendo desorden al final de mi mesa en Clinton Street. Bueno, todo aquel desorden, junto con lo acumulado desde entonces, está ahora pulcramente dispuesto—en adecuados portafolios como o en un álbum. Ahora puedo encontrar lo que quiero, y no tengo la pavorosa tarea de organizar pendiendo sobre mi cabeza.

Sobre la copia de Ghost Stories— ¡estoy avergonzado ante mi negligencia! He querido enviártela todos los días, pero nunca he rematado la tarea. Al recibir tu carta, de todos modos, la he despachado; así que debería llegarte en un día o dos. La encontrarás bastante deprimente—incluso peor que Weird Tales. De hecho, para mí su merito principal es probar que un magacín puede ser incluso peor que el del Hermano Farnie.

…….No existe nada antagónico para la expresión del alma en una habitación decentemente amueblada o en un albornoz limpio, y cualquiera que diga tal cosa demuestra estar tan poco familiarizado con habitaciones decentes o albornoces que estos parecen intrusivos y extraordinarios a sus ojos. Una casa bien ordenada puede parecer algo básico para alguien que nunca ha vivido en un lugar diferente, y es un sinsentido sostener que pudiese ejercer una influencia perjudicial sobre el pensamiento o el trabajo de alguien. Buen Dios, desde mi propia experiencia es justo lo contrario—No podía formar un simple pensamiento bien definido en aquella maldita porqueriza de la calle Clinton, mientras que ahora que estoy en casa de nuevo, en el ambiente perteneciente a un hombre civilizado, por lo menos lo puedo hacer tan bien como antes de irme.

…..no puedo sentirme interesado por ello—ni siquiera me aburre lo suficiente para olvidarme de otros aburrimientos…..


En cuanto a Dreiser—Leí un par de sus creaciones casi por obligación el año pasado cuando Kirk las tenía en su poder, y puedo estar de acuerdo en que en cierto modo es un gran artista. Entiende las corrientes de ciertos pesados, mediocres personajes; y ya que estos personajes son muy frecuentes en la vida, uno podría decir que tiene una eminente y trabajada perspectiva de la vida en si misma. Es un realista genuino que puede imprimir cierto acento dramático (o como los críticos dirían “épico”) a esa mezcolanza de sordidez que es la vida normal; y como ese es el caso, sería inútil negarle el título de artista aunque su utilización del lenguaje alcance el punto más bajo de la torpeza.

Al mismo tiempo, no puedo mostrar ningún interés genuino por sus dolorosas fotografías. Sabemos que tales cosas ocurren—reconocemos el toque del analista y del delineante—pero después de todo, pronto nos preguntamos, ¿Y qué importa? El grado de interés real que puedo mostrar por los arrastrados trastabilleos de una enfangada mente de clase baja en la lucha inherente a la inhibición social, me parece definitivamente limitado. Durante un rato pueden simbolizar la lucha del hombre al filo del infinito, pero después de que la novedad de la analogía se haya evaporado, uno pierde la paciencia con ese espectáculo de tremenda, estúpida, bovina miseria. La limitada y restrictiva perspectiva del tipo de personas que Dreiser conoce y comprende, aburre a una persona que tenga contactos más extensos, para quien el universo tiene una perspectiva más sutil, y para quien presenta un conjunto tremendamente diferente e infinitamente más etéreo de problemas y soluciones.  Esa compasión plebeya y ese dolor universal pueden funcionar con los adolescentes o con los eslavos—pero no pueden significar demasiado para un Celta o un Teutón que ha mirado en los bosques encantados o ha escuchado música extraña en las ruinas a la oscura luz de la luna….

Tu reminiscente y bucólico servidor
Abuelo

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