Torre Sellada de N’kung
Hora de la Señal de la Nebulosa Oscura
(hacia Septiembre de 1933)
Querido Bho-Blôk:—
Me asombras cuando dices que sólo sueñas unas dos veces al año. Yo no
puedo quedarme dormido ni un par de segundos—incluso en mi sofá o en mi
escritorio—sin experimentar los sueños más vívidos; que no siempre son
bizarros o fantásticos, pero siempre claros como la vida misma.
Raramente sueño cosas cotidianas recientes, tiendo a retrotraerme 30 años o más a mi infancia—periodo que es sin duda el más feliz de mi existencia. En
nueve de cada diez sueños, soy un niño en pantaloncitos cortos en la
casa de mi niñez, junto a mi madre, mi abuelo y otros parientes y
amigos fallecidos. Habitualmente el escenario suele ser bastante
consistente—caballos y carruajes, cochecitos de calle con las capotas
abiertas, etc. —aunque ocasionalmente algún elemento moderno se
encuentra ilógicamente insertado en la atmósfera de 1903. En otras
ocasiones estos elementos modernos se ven adaptados o reconciliados con
el año 1903 de una forma que resultaría extremadamente ingeniosa si se
tratase de un trabajo consciente. Pero
aparte de estos sueños comparativamente mundanos, ocasionalmente tengo
algunos estrictamente fantásticos, buen material para la escritura de
relatos. La noche pasada me encontraba entre un partida de hombres
aprensivos y silenciosos armados con un artilugio oculto parecido a una ankh ocrux ansata—trepando por
escalera y siguiendo un precario camino sobre los apiñados tejados de
una podrida e increíblemente antigua ciudad, en búsqueda de un vago ser
de infinite e increíble malignidad que ha estado afligiendo a los
lugareños. Una vez—a la luz de una luna leprosa y decreciente—vimos a esa cosa…un ser negro, agazapado, de grandes orejas, del tamaño aproximado de unenorme perro,
con un vago parecido a las gárgolas de Notre Dame. Al final escapó de
nosotros de manera peculiar. Nuestro líder, parecía, era un hombrejoven
de aspecto distinguido montado a caballo, que no trepó por los techos
como lo hicimos nosotros siguiendo sus órdenes. Todos a la vez,
perseguimos a la cosa de techo en techo haciéndola recular a la vista de
nuestras ankh de resplandeciente metal, la cosa extendió unas
rudimentarias alas de murciélago y voló hacia nuestro líder que
permanecía montado sobre su caballo muy lejos de nosotros. Mirando hacia
abajo, vimos a la blasfemia fundiéndose plástica y horriblemente con la
apuesta figura del capitán y su montura, hasta que en un instante había
un ser donde antes hubo dos…un impresionante ser híbrido cubierto por
la capa de seda de nuestro capitán, con el negro hocico y las enormes
orejas de la maligna entidad en el lugar de la cara. Miro hacia arriba y
de reojo—aullando cosas que no pudimos comprender—y salió a galope
tendido sobre el caballo que una vez fue de nuestro capitán. Quedamos
confusos—descendiendo alocadamente por el suelo sin nieve, aunque
levemente helado—cuando me desperté. Y eso es todo, insuficiente para un
relato, pero un típico ejemplo del tipo de sueños que tengo una—o
quizás dos veces—a la semana.
Tuyo en el Rito Negro de Yaddith
Eich-Pi-El
No hay comentarios:
Publicar un comentario