Insólitas
interpretaciones y fascinantes enigmas que se convirtieron en un sorprendente
testimonio sobre la historia de la humanidad.
La Crónica de Akakor forma parte de los mitos
y leyendas de una de las civilizaciones más primitivas de la Tierra. Si hasta
la fecha ha permanecido totalmente desconocida, se debe a las características
especiales del relato y al completo aislamiento de los pueblos cuya historia
refiere. Los últimos descubrimientos originados por la sistemática invasión de
la Amazonía corroboran el relato del cacique Tatunca Nara sobre su pueblo,
dando así crédito a algo que ya no puede seguir siendo ignorado.
La Crónica de Akakor está
dividida en cuatro partes y abarca un período de algo más de diez mil años de
la vida del pueblo de Mongulala. Contiene importantes sucesos económicos y
culturales de una evolución que alcanzó su punto culminante en 1944 con la
llegada de dos mil soldados alemanes. El original fue escrito con antiguos
jeroglíficos en vasijas y pieles de animales, y luego también en pergaminos.
Como documento histórico y cultural, La Crónica
de Akakor da una idea cabal del quehacer intelectual de uno de los pueblos
más antiguos de la Tierra. Nuestros conocimientos sobre Sudamérica cobran
nuevas perspectivas a través de este libro y aparecen interrogantes que señalan
nuevos caminos para la investigación.
El Libro del Jaguar
Este es el jaguar. Potente es su salto y poderosa
su zarpa. Es el señor de los bosques. Todos los animales son sus súbditos. No
tolera la resistencia. Terribles son sus castigos. Destruye al desobediente y
devora sus carnes.
1 El
territorio de los Dioses
600.000 – 10.481 a. de C.
Es una cuestión muy debatida la del comienzo de la historia de la Humanidad. Según la Biblia, Dios creó el mundo en siete días para su propio honor y para el bien de la Humanidad. Hizo luego al hombre del barro y le insufló el aliento vital. Pero según el Popol Vuh, el libro de los mayas, el hombre sólo emergería por vez primera con la cuarta creación divina, después de que los tres mundos anteriores hubieran sido destruidos por terribles catástrofes. La historiografía tradicional sitúa el comienzo real de la Humanidad hacia el año 600.000 a. de C., con los primeros humanos primitivos que no conocían ni las herramientas ni el uso del fuego. (No habla de los fósiles de homínidos Australopithecus, con una antiguedad de 6 millones de años. El homo habilis con una antiguedad de 2.5 millones de años. La segunda glaciación de la era cuaternaria se extendió desde hace 600.000 años hasta hace algo más de 300.000 años. Durante esta época el homo erectus aprendió a organizarse para cazar grandes mamíferos. Su modo de vida era ya muy similar al de otros mamíferos cazadores, pues su inteligencia había compensado ya con creces su inferioridad física.)
600.000 – 10.481 a. de C.
Es una cuestión muy debatida la del comienzo de la historia de la Humanidad. Según la Biblia, Dios creó el mundo en siete días para su propio honor y para el bien de la Humanidad. Hizo luego al hombre del barro y le insufló el aliento vital. Pero según el Popol Vuh, el libro de los mayas, el hombre sólo emergería por vez primera con la cuarta creación divina, después de que los tres mundos anteriores hubieran sido destruidos por terribles catástrofes. La historiografía tradicional sitúa el comienzo real de la Humanidad hacia el año 600.000 a. de C., con los primeros humanos primitivos que no conocían ni las herramientas ni el uso del fuego. (No habla de los fósiles de homínidos Australopithecus, con una antiguedad de 6 millones de años. El homo habilis con una antiguedad de 2.5 millones de años. La segunda glaciación de la era cuaternaria se extendió desde hace 600.000 años hasta hace algo más de 300.000 años. Durante esta época el homo erectus aprendió a organizarse para cazar grandes mamíferos. Su modo de vida era ya muy similar al de otros mamíferos cazadores, pues su inteligencia había compensado ya con creces su inferioridad física.)
Hacia el año 80.000 a. de C. aparecería el hombre
de Neanderthal, (Existió como así lo demuestran
los fósiles antes, sin embargo es correcta la fecha en la que se considera la
cultura neanderthal plenamente definida) que ya había avanzado
tremendamente: conocía el uso del fuego y había desarrollado ritos funerarios.
La prehistoria, la historia inicial del hombre, comienza en el año 50.000 a.de
C., y, según los hallazgos arqueológicos, ha sido dividida en las Edades de la
Piedra, del Bronce y del Hierro. Durante la Edad de Piedra, el hombre era
cazador y recolector; cazaba mamuts, caballos salvajes y renos. Con la lenta
regresión del casquete de hielos, el hombre seguiría gradualmente a los
animales que estaban migrando hacia el Norte.
La agricultura y los animales domesticados les eran
todavía desconocidos. Sin embargo, sus pinturas sobre las paredes de las cuevas
de cobijo evidenciaban un arte sorprendentemente sofisticado y basado en ritos
de caza mágico-religiosos. Se cree que hacia el año 25.000 a. de C. las
primeras tribus del Asia Central cruzaron los estrechos de Bering hacia
América.
Los
maestros extranjeros que llegaron de Schwerta
La Crónica de Akakor, la historia escrita de mi pueblo, comienza en la hora cero, cuando los Dioses nos dejaron. En aquel momento, Ina, el primer príncipe de los Ugha Mongulala, decidió que todo lo que fuera a suceder quedase escrito con buenas palabras y con lenguaje claro. Y así, la Crónica de Akakor da testimonio de la historia del pueblo más antiguo del mundo, desde sus comienzos, en la hora cero, cuando los Maestros Antiguos nos dejaron, hasta los tiempos presentes, cuando los Blancos Bárbaros están tratando de destruir nuestro pueblo.
La Crónica de Akakor, la historia escrita de mi pueblo, comienza en la hora cero, cuando los Dioses nos dejaron. En aquel momento, Ina, el primer príncipe de los Ugha Mongulala, decidió que todo lo que fuera a suceder quedase escrito con buenas palabras y con lenguaje claro. Y así, la Crónica de Akakor da testimonio de la historia del pueblo más antiguo del mundo, desde sus comienzos, en la hora cero, cuando los Maestros Antiguos nos dejaron, hasta los tiempos presentes, cuando los Blancos Bárbaros están tratando de destruir nuestro pueblo.
Explica el testamento de los Padres Antiguos, sus
conocimientos y su sabiduría. Y describe el origen del tiempo, cuando mi
pueblo era el único que poblaba el continente y el Gran Río fluía en otra
dirección, cuando el país todavía era llano y liso como la espalda de un
cordero. Todo esto está escrito en la crónica, la historia de mi pueblo desde
que los Dioses partieron, en la hora cero, y que corresponde al año 10.481
a. de C. según el calendario de los Blancos Bárbaros:
Esta es
la historia de los Senadores Escogidos. En el comienzo todo era caos. El hombre
vivía como los animales, sin razón y sin conocimiento, sin leyes y sin cultivar
la tierra, sin vestirse y sin ni siquiera cubrir su desnudez. No conocía los
secretos de la naturaleza. Vivía en grupos de dos o tres, cuando un accidente
los había juntado, en cuevas o en hendiduras de las rocas. Los hombres
caminaron en todas las direcciones hasta que los Dioses llegaron. Ellos
trajeron la luz. (El hombre existia, antes de la
llegada de los dioses).
No sabemos cuándo sucedió; de dónde procedían, tan
sólo oscuramente. Un denso misterio cubre los orígenes de nuestros Maestros
Antiguos, que ni siquiera el conocimiento de los sacerdotes puede desentrañar.
Según la tradición, debió ocurrir 3.000 años antes de la hora cero: 13.000
a. de C. según el calendario de los Blancos Bárbaros. Súbitamente, unas
brillantes naves doradas aparecieron en el cielo. Enormes chorros de
fuego iluminaron la llanura. La Tierra se estremeció y el trueno retumbó sobre
las colinas. El hombre se inclinó lleno de veneración ante los poderosos
extranjeros que llegaban para tomar posesión de la Tierra.
Los extraños dijeron que procedían de un lugar
llamado Schwerta, un remoto mundo situado en las profundidades del
Universo, en el que vivían sus antepasados y del que habían partido
para llevar el conocimiento a otros mundos. Dicen nuestros sacerdotes que era
aquél un poderoso imperio formado por muchos planetas, tan numerosos que ambos
mundos, el de los Maestros Antiguos y el de la misma Tierra, se
encuentran el uno al otro cada 6.000 años. Es entonces cuando regresan los
Dioses. (A los lectores del Blog les empezará a
sonar la Historia. Un planeta que se encuentra con la Tierra cada 6.000 años.
Otra pregunta es la fecha de 600.000 años. Según el relato su llegada fue hace
13.000 años)
Con la
llegada a nuestro mundo de los extraños visitantes, se inició la Edad de Oro. Ciento
treinta familias de los Padres Antiguos vinieron a la Tierra para liberar al
hombre de la oscuridad. Y los Dioses los reconocieron como sus propios
hermanos. Ellos asentaron a las tribus que vagaban errantes; les dieron
partes justas de todas las cosas comestibles. Trabajaron diligentemente para
enseñar sus leyes a los hombres, aun cuando su enseñanza encontró oposición.
Por esta labor, por todo lo que sufrieron por la Humanidad, y por lo que nos
trajeron y nos mostraron, los veneramos como los creadores de nuestra luz. Y
nuestros artistas más sublimes han realizado imágenes de los Dioses para que
den testimonio durante toda la eternidad de su auténtica grandeza y de su
maravilloso poder. Así, la imagen de los Maestros Antiguos ha permanecido
presente en nuestro recuerdo hasta nuestros idas.
En su
aspecto físico, los extraños de Schwerta apenas se diferenciaban del
hombre. Tenían cuerpos agraciados y la piel blanca. Sus notables rostros,
enmarcados por un fino pelo negro-azulado. Una poblada barba cubría el labio
superior y el mentón. Al igual que los hombres, eran criaturas vulnerables de
carne y hueso. Pero el signo decisivo que distinguía a los Padres Antiguos de
los hombres eran los seis dedos en cada una de sus manos y los seis
dedos en cada uno de sus pies. Constituía la característica de su origen
divino.
¿Quién
puede llegar a desentrañar los actos de los Dioses? ¿Quién puede llegar a
comprender sus acciones? Porque seguramente eran poderosas e incomprensibles
para los ordinarios mortales. Conocían el curso de las estrellas v las leves de
la naturaleza. Verdaderamente, estaban familiarizados con las leyes más
profundas del Universo. Ciento treinta familias de los Padres Antiguos
vinieron a la Tierra y trajeron la luz.
Las
Tribus Escogidas
El
recuerdo de nuestros más antiguos antepasados me estremece y entristece. Mi
corazón está pesaroso porque ahora estamos solos, abandonados por nuestros
Maestros Antiguos. Todo nuestro conocimiento, y todo nuestro poder, a ellos se
lo debemos. Ellos llevaron al hombre desde la oscuridad hasta la luz. Antes de
que los extraños de Schwerta llegaran, los hombres vagaban como niños
que no pueden encontrar sus hogares y cuyos corazones no conocen el amor.
Recogían raíces, bulbos y frutas que crecían
salvajes; vivían en cuevas y en agujeros en el suelo; disputaban con sus
vecinos por el botín cazado. Pero entonces llegaron los Dioses e instituyeron
un nuevo orden en el mundo. Enseñaron a los hombres a cultivar la tierra y a
criar animales. Les enseñaron a tejer la tela y asignaron hogares permanentes a
las familias y a los clanes. Así nacieron las tribus.
Este fue
el comienzo de la luz, de la vida y de la tribu. Los Dioses llamaron a los
hombres para que se juntaran. Deliberaron, reflexionaron y celebraron consejos.
Y luego adoptaron decisiones. Y de entre todas las personas escogieron a sus
servidores para que vivieran con ellos, y a los que les transmitieron sus
conocimientos.
Con las
familias escogidas, los Dioses fundaron una nueva tribu y le dieron el nombre
de Ugha Mongulala, que en el lenguaje de los Blancos Bárbaros significa las
Tribus Escogidas Aliadas. Y como una muestra de su alianza eterna, se
emparejaron con sus servidores. Por
tanto, y hasta hoy en día, los Ugha Mongulala se parecen físicamente a
sus divinos antepasados. Son altos; sus rostros se caracterizan por unos
pómulos salientes, una nariz nítidamente delineada, y unos ojos almendrados.
Tanto los hombres como las mujeres tienen el mismo pelo espeso negro-azulado.
La única diferencia con los Dioses la constituyen los cinco dedos de los
mortales en las manos y en los pies. Los Ugha Mongulala son el único
pueblo de piel blanca sobre el continente.
Aunque
los Maestros Antiguos retuvieron consigo muchos secretos, la historia de
mi pueblo explica también la historia de los Dioses. Los extraños de Schwerta
fundaron un poderoso imperio. Con sus conocimientos, su superior sabiduría y
sus misteriosas herramientas les fue fácil modificar la Tierra según sus
propias ideas. Dividieron el país y construyeron caminos y canales.
Sembraron nuevas plantas que el hombre desconocía. Enseñaron a nuestros
antepasados que un animal no sólo es una presa sino que asimismo puede ser una
valiosa posesión e indispensable contra el hambre. Con mucha paciencia
impartieron los conocimientos necesarios para que el hombre pudiera arrancar
los secretos de la naturaleza.
Basados
en esta sabiduría, los Ugha Mongulala han sobrevivido durante miles de años a
pesar de catástrofes y de guerras terribles. Como los Servidores
Escogidos de los Maestros Antiguos, han determinado la historia de la
Humanidad durante 12.453 años, tal y como está escrito en la Crónica de
Akakor:
La línea de los Servidores Escogidos no se
extinguió.
Aquellos que son llamados los Ugha Mongulala
sobrevivieron. Muchos de sus hijos murieron en guerras devastadoras;
catástrofes terribles visitaron su territorio. Pero la fuerza de los Servidores
Escogidos permaneció intacta. Ellos son los maestros. Ellos son los descendientes
de los Dioses.
El
imperio de Piedra
La Crónica
de Akakor, la historia escrita del pueblo de los Ugha Mongulala, comienza
con la partida de los Maestros Antiguos en el año cero. En ese momento, Ina. el
primer príncipe de los Ugha Mongulala, dispuso que todos los acontecimientos
quedasen escritos con buenas palabras y con lenguaje claro,(Según el indigena se utilizaron pieles de animales),
y con la debida veneración para con los Maestros Antiguos. Pero la historia de
los Servidores Escogidos se remonta más atrás, a la Edad de Oro.
A cuando los Padres Antiguos todavía gobernaban la
Tierra. Muy pocos testimonios se han conservado de este periodo. Los Dioses
debieron haber establecido un poderoso imperio en el que todas las tribus
cumplían unas tareas determinadas y en el que los Ugha Mongulala ocupaban el
primer lugar. A ellos les fue concedida una sabiduría mayor que los hizo
superiores a todos los demás pueblos. En el año cero, los Dioses legaron sus
ciudades y sus templos a las Tribus Escogidas. Han durado 12.000 años.
Tan sólo
unos pocos de los Blancos Bárbaros han visto estos monumentos o la
ciudad de Akakor, la capital de mi Pueblo. Algunos soldados españoles
que habían sido capturados por los Ugha Mongulala lograron escapar a través de
pasadizos subterráneos. Los aventureros y los colonos blancos que descubrieron
nuestra capital fueron tomados prisioneros por mi pueblo.
Akakor, la capital del territorio, fue construida hace
14.000 años por nuestros antepasados con la guía de los Maestros Antiguos.
También el nombre procede de ellos: Aka significa «fortaleza» y Kor
significa «dos». Akakor es la segunda fortaleza. Nuestros sacerdotes hablan
asimismo de la primera fortaleza, Akanis. Estaba situada sobre un
estrecho istmo en el país que llaman México, en el lugar donde los dos océanos
se tocan. Akahim, la tercera fortaleza, no es mencionada por la crónica
hasta el año 7315. Su historia está muy unida a la de Akakor.
Nuestra
capital está situada sobre un valle elevado en las montañas en la zona
fronteriza entre los países llamados Perú y Brasil. Está protegida en tres de
sus lados por escarpadas rocas. Al Este, una llanura gradualmente descendente
llega hasta la inmensidad de las lianas de la región de los grandes bosques.
Toda la ciudad está rodeada por una gran muralla de piedra con trece puertas.
Éstas son tan estrechas que únicamente permiten el acceso de las personas de
una en una. La llanura del Este, a su vez, está protegida por atalayas de piedra
en las que escogidos guerreros se hallan continuamente en vigilancia de los
enemigos.
Akakor
está dispuesta en rectángulos. Dos calles principales que se cruzan dividen la
ciudad en cuatro partes, que corresponden a los cuatro puntos universales de
nuestros Dioses. El Gran Templo del Sol y una puerta de piedra
tallada de un único bloque están situados sobre una gran plaza en el centro. El
templo mira hacia el Este, hacia el Sol naciente, y está decorado con
imágenes simbólicas de nuestros Maestros Antiguos. En cada mano, una criatura
divina sostiene un cetro en cuyo extremo superior hay una cabeza de jaguar. La
figura está coronada con un tocado de ornamentos animales. Una extraña
escritura, y que sólo puede ser interpretada por nuestros sacerdotes, reseña la
fundación de la ciudad. Todas las ciudades de piedra construidas por nuestros
Maestros Antiguos tienen una puerta semejante.
El
edificio más impresionante de Akakor es el Gran Templo del Sol. Sus
paredes exteriores están desnudas y fueron construidas con piedras
artísticamente labradas. El techo está abierto de modo que los rayos del Sol
naciente puedan llegar hasta un espejo de oro, que se remonta a los tiempos de
los Maestros Antiguos, y que está montado en la parte delantera. Figuras de
piedra de tamaño natural flanquean la entrada del templo por ambos lados. Las
paredes interiores están tapizadas con relieves. En una gran arca de piedra
hundida en la pared delantera del templo se encuentran las primeras leyes
escritas de nuestros Maestros Antiguos.
Cerca del
Gran Templo del Sol se hallan los edificios para los sacerdotes y sus
servidores, el palacio del príncipe y los alojamientos de los guerreros. Estos
edificios son de forma rectangular y están construidos con bloques de piedra
labrada. Los techos se componen de una espesa capa de hierba sostenida por
pértigas de bambú.
Durante
el reinado de nuestros Maestros Antiguos, otras veintiséis ciudades de piedra
rodeaban Akakor. Todas ellas son mencionadas en la crónica. Las mayores eran
Humbaya y Patite, en el país llamado Solivia; Emin, en las zonas bajas del Gran
Río; y Cadira, en las montañas del país llamado Venezuela. Pero todas ellas
quedaron completamente destruidas por la primera Gran Catástrofe que ocurrió
trece años después de la partida de los Dioses.
Además de
estas poderosas ciudades, los Padres Antiguos erigieron tres recintos
religiosos sagrados: Salazere, en las zonas altas del Gran Río; Tiahuanaco, sobre el Gran Lago: y Manoa,
en la llanura elevada del Sur. Eran las residencias terrestres de los
Maestros Antiguos y un lugar prohibido para los Ugha Mongulala. En el
centro se levantaba una gigantesca pirámide, y una espaciosa escalera conducía
hasta la plataforma en la que los Dioses celebraban ceremonias desconocidas por
nosotros.
El edificio principal estaba rodeado de pirámides
más pequeñas e interconectadas por columnas, y más allá, sobre unas colinas
creadas artificialmente, se situaban otros edificios decorados con láminas que
resplandecían. Cuentan los sacerdotes que con la luz del Sol naciente las
ciudades de los Dioses parecían estar en llamas. Éstas radiaban una misteriosa
luz, que se reflejaba en las montañas nevadas.
De los
tres recintos religiosos sagrados, yo tan sólo he contemplado con mis propios
ojos el de Salazere. Se encuentra situado sobre un afluente del Gran Río. a una
distancia de unos ocho días de viaje desde la ciudad que los Blancos
Bárbaros llaman Manaus. Sus palacios y sus templos han sido
completamente cubiertos por la jungla de lianas. Únicamente la cumbre de la
gran pirámide se destaca todavía por encima del bosque, cubierta por una densa
maleza de matorrales y de árboles. Incluso los iniciados tienen dificultades
para encontrar el lugar de residencia de los Dioses.
Está rodeado por profundas marismas, en el
territorio de la Tribu que Vive en los Árboles. Esta tribu, tras su
primer contacto con los Blancos Bárbaros, se retiró a los bosques inaccesibles
que rodean Salazere. Allí el pueblo vive en los árboles como si fueran monos,
matando a todo aquel que se atreve a invadir su comunidad. Yo logré dar con el
recinto religioso porque hace miles de años esta tribu estuvo aliada con los Ugha
Mongulala y respeta todavía los signos secretos del reconocimiento. Estos
signos se encuentran grabados sobre una piedra en el borde superior de la
plataforma de la pirámide. Aunque nosotros podemos copiarlos, hemos perdido
por completo la comprensión de su significado.
También
los recintos religiosos son un misterio para mi pueblo. Sus construcciones son
testimonio de un conocimiento superior, incomprensible para los humanos. Para los
Dioses, las pirámides no sólo eran lugares de
residencia sino también símbolos de la vida y de la muerte. Eran un signo del
sol, de la luz, de la vida. Los Maestros Antiguos nos enseñaron que hay un
lugar entre la vida y la muerte, entre la vida y la nada, que está sujeto a un
tiempo diferente.
Para
ellos, las pirámides suponían una conexión con la segunda vida. (Un claro paralelismo con Egipto)
Las
residencias subterráneas
Grande
era el conocimiento de los Maestros Antiguos; grande su sabiduría. Su visión
alcanzaba a las colinas, a las llanuras, a los bosques, a los mares y a los
valles. Eran seres milagrosos. Conocían el futuro. Les había sido revelada la
verdad. Eran perspicaces y de gran resolución. Erigieron Akanis, y Akakor, y
Akahim. Verdaderamente, sus trabajos eran poderosos, como lo eran los métodos
que utilizaron para crearlos: la forma cómo determinaron las cuatro esquinas
del Universo y los cuatro lados. Los señores del cosmos, las criaturas de los
cielos y de la Tierra, crearon las cuatro esquinas y los cuatro lados del
Universo.
Akakor yace ahora en ruinas. La gran
puerta de piedra está derruida. Las lianas crecen en el Gran Templo del Sol.
Bajo mis órdenes, y con el acuerdo del consejo supremo y de los sacerdotes, los
guerreros de los Ugha Mongulala destruyeron nuestra capital hace tres años. La
ciudad habría revelado nuestra presencia a los Blancos Bárbaros, de modo que
decidimos abandonar Akakor.
Mi pueblo ha huido al interior de las residencias
subterráneas, el último regalo de los Dioses. Tenemos trece ciudades,
profundamente ocultas en el interior de las montañas llamadas los Andes. Su plan corresponde al de la
constelación de Schwerta, el hogar de los Padres Antiguos. En el
centro se sitúa Akakor inferior. La ciudad está edificada sobre una cueva
gigantesca hecha por el hombre. Las casas, dispuestas en círculo y rodeadas por
una muralla meramente decorativa, flanquean el Gran Templo del Sol, que se
destaca en el centro. Al igual que Akakor superior, la ciudad queda dividida
por dos calles que se cruzan, correspondiendo a las cuatro esquinas de la
Tierra y a los cuatro lados del Universo.
Todos los caminos corren paralelos a aquellas. El
edificio más importante es el Gran Templo del Sol, cuyas torres sobresalen por
encima de las residencias de los sacerdotes y sus servidores, del palacio del
príncipe, de los alojamientos de los guerreros y de las modestas casas del
pueblo. En el interior del templo hay doce entradas a los túneles que unen
Akakor inferior con otras ciudades subterráneas. Éstos tienen las paredes
inclinadas y un techo plano. Los túneles son lo suficientemente grandes como
para que cinco hombres puedan caminar erectos. Son necesarios varios días para
llegar a cualquiera de estas ciudades desde Akakor.
Doce de las ciudades —Akakor, Budu, Kish, Boda,
Gudi, Tanum, Sanga, Riño, Kos, Aman, Tal y Sikon— están iluminadas
artificialmente. La luz cambia según la posición del sol. Solamente Mu,
la decimotercera y la más pequeña de las ciudades, tiene unas chimeneas que
llegan hasta la superficie. Un enorme espejo de plata dispersa la luz del sol
sobre el conjunto de la ciudad. Todas las ciudades subterráneas están
recorridas por canales que traen el agua desde las montañas. Pequeños
tributarios abastecen a las construcciones y casas individuales. Las entradas
desde la superficie están cuidadosamente camufladas. En casos de emergencia,
las residencias subterráneas pueden aislarse del exterior mediante grandes
puertas de roca móviles.
Nada sabemos sobre la construcción de Akakor
inferior. Su historia se pierde en la oscuridad del más remoto pasado. Ni
siquiera los soldados alemanes que se establecieron con mi pueblo pudieron
desvelar este misterio. Durante varios años, midieron las instalaciones
subterráneas de los Dioses, exploraron el sistema de túneles y buscaron el
origen del aire de respiración, pero sin resultado alguno. Nuestros Maestros
Antiguos construyeron las residencias subterráneas de acuerdo con sus propios
planes y leyes, que no nos fueron revelados. Desde aquí gobernaron sobre su
vasto imperio, un imperio de 362 millones de personas, tal y como está escrito
en la Crónica de Akakor:
(Estas ciudades interconectadas con capacidad para
millones de personas, recordaran a los lectores del blog el post El misterio de las
ciudades subterráneas de Capadocia en Turquía
Y los Dioses gobernaron desde Akakor. Gobernaron
sobre los hombres y sobre la Tierra. Tenían naves más rápidas que el vuelo de
los pájaros; naves que llegaban a su punto de destino sin velas y sin remos,
tanto por la noche como por el día. Tenían piedras mágicas para observar los
lugares más alejados, de modo que podían ver ciudades, ríos, colinas y lagos.
Cualquier hecho que ocurriera sobre la Tierra o en el cielo quedaba reflejado
en las piedras. Pero lo más maravilloso de todo lo eran las residencias
subterráneas. Y los Dioses se las entregaron a sus Servidores Escogidos como su
último regalo. Porque los Maestros Antiguos son de la misma sangre y tienen el
mismo padre. (El reinado de los semidioses)
Durante miles de años, las residencias
subterráneas han protegido a los Ugha Mongulala de sus enemigos y
soportaron dos catástrofes. Los ataques de las tribus salvajes se dispersaron
ante sus puertas. En el interior, lo que queda de mi pueblo espera el avance de
los Blancos Bárbaros que suben por el Gran Río en un número incontable
como las hormigas. Nuestros sacerdotes han profetizado que finalmente
descubrirán Akakor y que encontrarán en ella su propia imagen.
Entonces el circulo se habrá cerrado.
2 La hora
cero
10.481 – 10.468 a. de C.
10.481 – 10.468 a. de C.
La
milenaria obra épica india Mahabharata cuenta cómo los dioses y los
titanes pelearon entre sí por el gobierno de la Tierra. Según Platón, el
legendario imperio de la Atlántida alcanzó su apogeo en este
período. El científico germano-boliviano Posnansky cree en la existencia de un
enorme imperio en la región de la ciudad boliviana en ruinas Tiahuanaco.
Según los historiadores y los etnólogos, las
principales divisiones raciales del Homo sapiens de la última glaciación
tuvieron lugar hacia el año 13.000 a. de C.: mongoloides en Asia, negroides en
África, caucasoides en Europa. En el continente europeo, los principales
asentamientos se encuentran en las regiones costeras. Los hallazgos
arqueológicos en la región de Altamira y en la Amazonia confirman por vez
primera la existencia de seres humanos en el continente sudamericano.
La
partida de los Maestros Antiguos
La
historia de mi pueblo, escrita en la Crónica de Akakor, se acerca a su
final. Dicen los sacerdotes que el tiempo pronto concluirá, que solamente nos
restan unos pocos meses. Entonces se habrá cumplido el destino de los Ugha
Mongulala. Y cuando contemplo la desesperación y la miseria de mi pueblo,
no puedo por menos que creer en estas profecías. Los Blancos Bárbaros están
penetrando cada vez más profundamente en nuestro territorio. Vienen desde el
Este y desde el Oeste, como el fuego movido por un viento violento, y extienden
sobre el país un manto de oscuridad para tomar posesión de él.
Pero si los Blancos Bárbaros reflexionaran,
llegarían a comprender que no podemos tomar nada que no nos pertenezca.
Entonces comprenderían que los Dioses nos dieron a todos una gran mansión para
compartirla y disfrutarla. Pero los Blancos Bárbaros lo desean todo para
sí, para sí solos. Sus corazones no se conmueven ni siquiera cuando realizan
los actos más terribles. Así que nosotros como indios no podemos hacer otra
cosa sino retirarnos y esperar el regreso de nuestros Maestros Antiguos,
tal y como está escrito en la crónica, con buenas palabras, con lenguaje claro:
El día que los Dioses abandonaron la Tierra
llamaron a Ina. Dejaron su legado con el más fiel de sus servidores:
«Ina, nos marchamos a casa. Te hemos enseñado la
sabiduría y te hemos dado buen consejo. Retornamos a casa. Nuestro trabajo está
cumplido. Nuestros días están completos. Consérvanos en tu memoria y no nos
olvides. Porque somos hermanos de la misma sangre y tenemos el mismo padre.
Regresaremos cuando estés amenazado. Mas ahora toma a las Tribus Escogidas y
condúcelas al interior de las residencias subterráneas para protegerlas de la
catástrofe que se avecina».
(Las ciudades subterraneas, ¿podían
proteger del diluvio?, ¿a qué catástrofe se refieren?)
Estas fueron sus palabras. Así es cómo hablaron
cuando dijeron adiós. E Ina contempló cómo sus naves los llevaron al cielo con
fuego y con estrépito. Desaparecieron sobre las montañas de Akakor. Solamente
Ina contempló su partida. Pero los Dioses nos dejaron su conocimiento y su
sabiduría. Fueron venerados como sagrados. Fueron un signo para los Padres
Antiguos. E Ina convocó a consejo a los Ancianos del Pueblo y
les habló sobre la última instrucción de los Dioses. Y ordenó un nuevo
reconocimiento del tiempo para conmemorar la partida de los Maestros Antiguos.
Ésta es la historia escrita de los Servidores Escogidos, la Crónica
de Akakor.
En la hora
cero (10.481 a. de C. según el calendario de los Blancos Bárbaros)
los Dioses dejaron la Tierra. Su partida señala un nuevo capítulo en la
historia de mi pueblo. Pero en ese momento ni siquiera Ina, su más fiel
servidor y el primer príncipe de los Ugha Mongulala, conocía los terribles
acontecimientos que iban a suceder. El Pueblo Escogido estaba afligido por la
partida de los Maestros Antiguos y abrumado por el desaliento.
Únicamente
la imagen de los Dioses permaneció en los corazones de los Servidores
Escogidos. Con ojos ardientes miraron hacia el cielo, pero las naves doradas no
regresaron. Los cielos estaban vacíos, sin brisa, sin sonido alguno. El cielo
siguió vacío.
El
lenguaje de los Dioses
En el
lenguaje de los Blancos Bárbaros, Ugha significa «aliado», «juntado»; Mongu
significa «escogido», «elegido»; y Lala significa «tribus». Los Ugha
Mongulala son las Tribus Escogidas Aliadas. Una nueva era comenzada para
ellos tras la partida de los Maestros Antiguos. Nunca más los Dioses superiores
gobernarían su imperio, cuyas fronteras se hallaban entre si a muchas lunas de
distancia. Ahora los Ugha Mongulala gobernaban entre los dos océanos: a lo
largo del Gran Río. en las colinas bajas del Norte y en las lejanas llanuras
del Sur.
Los dos millones que constituían las Tribus Escogidas
(Curiosamente la capacidad estimada de las ciudades
de la capadocia en Turquia) gobernaban sobre un imperio de 362 millones de
personas, ya que a lo largo de los siglos los Maestros Antiguos habían sometido
a otras tribus. Los Ugha Mongulala gobernaban sobre veintiséis ciudades, sobre
poderosas fortificaciones fronterizas y sobre las residencias subterráneas de
los Dioses. Únicamente tres complejos religiosos — Salazere, Manoa y
Tiahuanaco— quedaron fuera de su jurisdicción por instrucciones explícitas de
los Padres Antiguos. Ina, el primer príncipe de los Ugha Mongulala. se veía
frente a enormes tareas.
Sé
solamente unos pocos detalles sobre el período que siguió a la partida de los
Maestros Antiguos. La primera Gran Catástrofe cae como una losa sobre los
acontecimientos de los trece primeros años de la historia de mi pueblo. Según
los sacerdotes, Ina gobernó sobre el más grandioso imperio que jamás
haya existido sobre la Tierra. Estaba dirigido por los Ugha Mongulala.
quienes hacían que las leyes se cumplieran. Sus guerreros protegían las
fronteras de las incursiones de las tribus salvajes. 360 millones de aliados
les debían fidelidad, pero tras la primera Gran Catástrofe se rebelaron
contra el gobierno de los Ugha Mongulala, rechazaron el legado de los Dioses y
olvidaron rápidamente su idioma y su escritura. Se convirtieron en degenerados.
El quechua, que es como los Blancos
Bárbaros denominan nuestro idioma, se compone de buenas y sencillas
palabras que son suficientes para describir todos los misterios de la
Naturaleza. Ni siquiera los incas conocen la escritura de los Dioses.
Existen 1.400 símbolos, que producen significados diferentes según su
secuencia. Los signos más importantes son el de la vida y el de la muerte,
representados por el pan y por el agua.
Todas las anotaciones de la crónica comienzan y
terminan con estos símbolos. Tras la llegada de los soldados alemanes en el año
1942, según el calendario de los Blancos Bárbaros, los sacerdotes comenzaron a
registrar los acontecimientos también en el idioma de las Tribus Aliadas. El
idioma, el servicio a la comunidad, la veneración de lo antiguo y el respeto al
príncipe son las cosas más importantes documentadas desde los años anteriores a
la primera Gran Catástrofe.
Suponen la evidencia de que en los 10.000 años de
su historia mi pueblo se ha guiado por un único objetivo: preservar el
legado de los Maestros Antiguos.
Signos ominosos en el cielo
Había
signos extraños en el cielo. El crepúsculo cubría la superficie de la Tierra.
El sol brillaba todavía, mas una bruma grisácea, grande y poderosa, comenzaba a
oscurecer la luz del día. Signos extraños se mostraban en el cielo. Las estrellas
parecían piedras perezosas. Sobre las colinas se cernía una niebla venenosa.
Los árboles desprendían un fuego maloliente. Un sol rojo y un sendero negro se
cruzaban entre sí. Negro, rojo, las cuatro esquinas de la Tierra estaban rojas.
La primera
Gran Catástrofe cambió la vida de mi pueblo y el aspecto del mundo. Nadie
puede imaginarse qué es lo que entonces, trece años después de la partida de
los Maestros Antiguos, ocurrió. La catástrofe fue enorme, y nuestra crónica la
describe con terror.
Los Senadores Escogidos estaban llenos de
espanto y de terror. Ya no veían ni el Sol, ni la Luna, ni las estrellas. La
confusión y la oscuridad estallaban por doquier. Imágenes extrañas pasaban por
sobre sus cabezas. La resina goteaba desde el cielo y, en el crepúsculo, los
hombres caminaban desesperados en busca de comida. Mataron a sus propios
hermanos. Olvidaron el testamento de los Dioses. La era de la sangre había
comenzado.
¿Qué ocurrió en aquel momento cuando los Dioses nos
abandonaron? ¿Quién fue el responsable de la catástrofe que arrojó a mi pueblo
a las tinieblas durante 6.000 años? Una vez más, nuestros sacerdotes pueden
interpretar los devastadores acontecimientos. Ellos dicen que en el período
anterior a la hora cero existía otra nación de dioses que era hostil a nuestros
Maestros Antiguos. Según las imágenes del Gran Templo del Sol en Akakor. las
extrañas criaturas parecían hombres. Tenían mucho pelo y eran de piel rojiza.
(Parece que la primera gran
catástrofe pudo ser un enfrentamiento entre la cultura de Los antiguos maestros
y otros seres que destruyen esta civilización)
Como los hombres, tenían cinco dedos en las manos y
cinco en los pies; mas de sus espaldas crecían cabezas de serpientes, de
tigres, de halcones y de otros animales. Dicen nuestros sacerdotes que estos
dioses también gobernaban sobre un enorme imperio y que poseían asimismo
conocimientos que los convertían en superiores a los hombres e iguales a
nuestros Maestros Antiguos.
Las dos razas de dioses, que están representadas en
las imágenes del Gran Templo del Sol en Akakor, comenzaron a disputar. Quemaron
el mundo con calor solar y trataron de arrebatarse el poder la una a la otra.
Sin embargo, y por primera vez, la providencia de los Dioses salvó a los Ugha
Mongulala. Recordando las últimas palabras de nuestros Maestros Antiguos
anunciando la catástrofe, Ina ordenó la retirada hacia las residencias
subterráneas.
Los
ancianos del pueblo se reunieron. Obedecieron la orden de Ina.
«¿Cómo podremos protegernos? Los signos están
llenos de amenaza», dijeron. «Sigamos la orden de los Dioses y trasladémonos a
los refugios subterráneos. ¿Es que no son suficientes nuestras ideas para toda
una nación? Nadie debe faltar, ni una sola persona.»
Así fue cómo hablaron y así decidieron. Y la
multitud se reunió. Cruzaron las aguas, descendieron por las cañadas y las
atravesaron. Llegaron hasta la meta final, allí donde se cruzan los cuatro
caminos en las residencias de los Maestros Antiguos, protegidas en el interior
de las montañas.
Esto es
lo que cuenta la Crónica de Akakor. Y así fue cómo se cumplieron las
órdenes de Ina. Con confianza en la promesa de los Maestros Antiguos, el pueblo
de los Ugha Mongulala se trasladó a Akakor inferior para protegerse contra la
inminente catástrofe. Aquí permanecieron hasta que la Tierra se hubo acallado,
al igual que hace un pájaro cuando se oculta detrás de una roca para protegerse
de la tormenta que se acerca. Los Ugha Mongulala se salvaron de la catástrofe
porque confiaron en los Padres Antiguos.
La primera Gran Catástrofe
El año 13 (10.468 a. de C., según el calendario de
los Blancos Bárbaros) es un año trágico en la historia de mi pueblo. Una vez
que se hubo retirado a las residencias subterráneas, la Tierra fue visitada por
la mayor catástrofe de la que la memoria guarda recuerdo. Superó incluso a
la segunda Gran Catástrofe, 6.000 años después, cuando las aguas del
Gran Río afluyeron corriente arriba. La primera Gran Catástrofe destruyó el
imperio de nuestros Maestros Antiguos y trajo la muerte a millones de personas.
Este es
el relato de cómo perecieron los hombres.
¿ Qué es lo que le ocurrió a la Tierra? ¿ Quién la
hizo temblar? ¿Quién hizo bailar a las estrellas? ¿Quién hizo salir a ¡as aguas
de las rocas?
Numerosas fueron las calamidades que visitaron al
hombre; varias las pruebas a las que estuvo sujeto. Hacía un frío terrible, y
un viento helado soplaba sobre la Tierra; hacía un calor terrible, y las
personas se quemaban con su propio aliento. Los hombres y los animales huían
sobrecogidos por el pánico. Corrían desesperados de un lado a otro. Intentaban
subir a los árboles, pero los árboles los rechazaban; intentaban llegar a las
cavernas, pero ¡as cavernas se desplomaban y los sepultaban.
Lo que estaba abajo se puso arriba, y lo que estaba
arriba se hundió en las profundidades. El sonido y la furia de los Dioses
parecían no tener fin. Incluso los refugios subterráneos comenzaron a temblar.
La primera mención sobre la forma del continente
antes de la primera Gran Catástrofe fue hecha después de la partida de
los Maestros Antiguos. En aquel tiempo difería considerablemente de su forma
actual. Era mucho más frío y la lluvia caía regularmente. Podían distinguirse
con claridad los periodos de sequía y los de lluvia. Todavía no existían los
grandes bosques. El Gran Río era más pequeño y afluía hacia los dos océanos.
Los afluentes lo’ unían con el lago gigante en el que los Dioses habían erigido
el complejo religioso de Tiahuanaco sobre la costa del Sur.
La primera
Gran Catástrofe dio a la superficie de la Tierra un aspecto diferente. El
curso de los ríos quedó alterado, y la altura de las montañas y la fuerza del
sol cambiaron. Hubo continentes que quedaron inundados. Las aguas del Gran Lago
retrocedieron hacia los océanos. El Gran Río fue desplazado por una nueva
alineación montañosa y afluía ahora rápidamente hacia el Este. En sus orillas
nacieron y crecieron enormes bosques. Un calor húmedo se extendió sobre las
regiones orientales del imperio. En el Oeste, donde habían surgido unas
gigantescas montañas, las personas se congelaron con el frío cerrado de las
elevadas altitudes. La Gran Catástrofe provocó unas devastaciones terribles,
tal y como había sido anunciado por nuestros Maestros Antiguos.
Y lo
mismo ocurrirá en la futura catástrofe que nuestros sacerdotes han calculado
por el curso de las estrellas. Porque la historia de los hombres sigue unos
caminos predeterminados: todo se repite, todo regresa en torno a un
circulo que dura 6.000 años. Nuestros Maestros Antiguos nos enseñaron esta
ley. Nuevamente, 6.000 años han transcurrido desde la última Gran Catástrofe, y
6.000 años desde que nuestros Maestros Antiguos nos abandonaron por segunda
vez. Una vez más, signos ominosos aparecen en el cielo. Los animales huyen
perseguidos por el pánico. Han estallado las guerras.
Las leyes se desprecian o se cumplen con desgana.
Mientras los Blancos Bárbaros, llenos de pura arrogancia, destruyen las
relaciones entre la Naturaleza y el hombre, el destino se acerca a su
conclusión. Los Ugha Mongulala saben que el final está próximo. Lo saben y lo
esperan con resignación. Porque ellos creen en el legado de sus Maestros
Antiguos. Con la imagen de los Dioses en sus corazones, siguen sus pasos.
Siguen a aquellos que son de la misma carne y tienen
el mismo padre.
3 La era
de la oscuridad
10.468 – 3166 a. de C.
10.468 – 3166 a. de C.
El científico germano-boliviano Posnansky estima
que Tiahuanaco fue destruida hacia 10.000 a. de C. Los geólogos hablan de
tremendos cambios climáticos que podrían haber sido causados por una desviación
del eje de la Tierra. La Era Neolítica, que se inicia hacia 5000 a. de C., contempló
importantes innovaciones culturales y añadió una transformación económica que
iba a tener grandes repercusiones: la transición a la agricultura y a los
sistemas económicos productivos. El hombre neolítico cultivaba cereales salvajes
y criaba ovejas, cabras y cerdos. Grandes familias se establecieron en aldeas y
posteriormente en pueblos fortificados.
Entre el octavo y el sexto milenio a. de C., Jericó
es considerado como el estadio preliminar de las altas civilizaciones urbanas,
aunque los egiptólogos sospechan de la existencia de una cultura aún más
antigua en el valle del Nilo. Los hallazgos arqueológicos en Eridu y en Uruk
apuntan hacia las primeras construcciones sagradas. Es aquí donde se han
hallado las primeras tablillas de arcilla con inscripciones. La palabra y los
signos fonéticos reemplazaron a la primitiva escritura pictográfica. En todas estas
civilizaciones puede observarse una atención especial a los muertos. Varias
inundaciones y erupciones volcánicas catastróficas, probablemente hacia 3000 a.
de C., son descritas en la Biblia como El Gran Diluvio.
América del Sur continúa siendo colonizada por
oleadas de inmigrantes procedentes de Asia.
El hundimiento del imperio
Verdaderamente,
los Blancos Bárbaros son un pueblo poderoso. Gobiernan sobre el cielo y
sobre la Tierra, y son al mismo tiempo pájaro, gusano y caballo. Piensan que
están viendo la luz, mas sin embargo viven en la oscuridad y son malvados. Y lo
peor de todo es que niegan a su propio Dios y se esfuerzan por llegar a ser
Dioses y por hacernos creer que ellos son los que gobiernan el mundo. Pero los
Dioses son más grandes y más poderosos que todos los Blancos Bárbaros juntos.
Los Dioses todavía deciden quién de nosotros debe morir y cuándo.
Todavía el Sol, la Tierra y el fuego les sirven a
ellos antes que a nadie. Porque los Dioses no permiten que sus secretos les
sean arrebatados. Dicen nuestros sacerdotes que un día enviarán un juicio que
liberará a los Blancos Bárbaros del peso de sus errores. Vendrá una lluvia
continua que eliminará la oscuridad de sus corazones. Las aguas se elevarán
cada vez más y se llevarán su maldad y su codicia de poder y de dinero.
Así sucedió ya en una ocasión hace miles de años.
tal y como queda escrito en la crónica, con buenas palabras, con lenguaje
claro:
Pasaron tres lunas, tres veces tres lunas. Entonces
las aguas se dividieron. La Tierra se tranquilizó nuevamente. Las corrientes de
agua encontraron cursos diferentes y se perdieron entre las colinas. Surgieron
grandes montarías desafiaron al sol. Cuando los Servidores Escogidos
salieron de las residencias subterráneas, la Tierra había cambiado. Grande era
su tristeza.
Elevaron sus rostros hacia el cielo. Sus ojos
buscaron las llanuras y las colinas, los ríos y los lagos. Terrible era la
verdad, horrible la destrucción. E Ina congregó al consejo de ancianos. Las
Tribus Escogidas reunieron ofrendas: joyas, y miel de abejas, e incienso. Y las
sacrificaron para hacer que los Dioses regresaran a la Tierra. Pero el cielo se
mantuvo vacío. Había comenzado la era del Jaguar: el tiempo de la sangre en el
que todo quedaría destruido. Así, pues, el contacto entre los Maestros A
antiguos y sus servidores había quedado cortado. Y una nueva vida se iniciaba.
Los años de sangre, el periodo entre el año 13 y el
año 7315, son la época más terrible de la historia de mi pueblo. La Crónica de
Akakor no recoge sus acontecimientos. Durante miles de años, no hay anotación
alguna. Los recuerdos orales son también pobres y están recorridos por extrañas
profecías.
Fue una
época terrible. El jaguar salvaje se acercó y devoró la carne de los hombres.
Quebrantó los huesos de los Servidores Escogidos. Rasgó las cabezas de sus
servidores. La oscuridad se extendió por la Tierra.
Tras la primera Gran Catástrofe, el imperio
se encontraba en una situación desesperada. Las residencias subterráneas de los
Maestros Antiguos habían soportado los tremendos corrimientos de tierras y
ninguna de las trece ciudades quedó destruida, pero muchos de los pasadizos que
unían las fronteras del imperio habían quedado bloqueados. Su luz misteriosa se
había extinguido al igual que la de una vela apagada por el viento. Las
veintiséis ciudades fueron destruidas por una tremenda inundación.
Los recintos religiosos sagrados de Salazere,
Tiahuanaco y Manoa yacían en ruinas, destruidos por la furia
terrible de los Dioses. Los exploradores que habían sido enviados al exterior
informaron a su vuelta de que tan sólo unas pocas de las Tribus Escogidas
habían sobrevivido a la catástrofe. Éstas, empujadas por el hambre, abandonaron
sus antiguos asentamientos y penetraron en el territorio de los Ugha
Mongulala, sembrando a su paso la destrucción y la muerte. La
desesperación, la angustia y la miseria se extendieron por todo el imperio.
Estallaron violentas luchas sobre las últimas regiones fértiles. El dominio de
las Tribus Escogidas estaba a punto de concluir.
Este fue
el comienzo del ignominioso final del imperio. Los hombres habían perdido la
razón. Se arrastraban por el país en todas las direcciones. Temblaban de miedo
y de terror. Estaban abatidos. Su espíritu, confundido. Como animales, se
atacaron los unos a los otros. Mataron a sus vecinos v comieron sus carnes.
Ciertamente, los tiempos eran horribles.
El
terrible período entre la primera y la segunda Gran Catástrofe, desde 10.468 a.
de C. hasta 3166 a. de C. según el calendario de los Blancos Bárbaros, puso a
mi pueblo al borde de la extinción. Las Tribus Degeneradas, que con
anterioridad a la primera Gran Catástrofe habían sido aliadas de los Ugha
Mongulala, fundaron sus propios imperios. Derrotaron a los ejércitos de los
Ugha Mongulala y en nuestro año 4130 los empujaron hasta las puertas de Akakor.
Las
tribus de los Degenerados formaron una alianza. Decían:
«¿Cómo podemos proceder con nuestros antiguos gobernantes?
Verdaderamente, todavía son pode-rosos». De modo que se reunieron en consejo.
«Tendámosles una emboscada. Los mataremos. ¿No somos grandes en número? ¿No
somos más que suficientes para vencerlos?»
Y todas las tribus se armaron. Reunieron un numeroso
ejército.
La vista no podía alcanzar a ver toda la enorme
masa de sus guerreros. Deseaban conquistar Akakor. Marcharon en
formación para matar a Urna, el príncipe. Mas los Servidores
Escogidos se habían preparado. Esperaron en la cumbre de la montaña. El
nombre de la montaña en la que esperaron era Akai. Todas las Tribus
Escogidas se habían agrupado en torno a Urna cuando los Degenerados se
acercaron. Llegaron dando alaridos, con arcos y con flechas. Cantaban canciones
de guerra. Aullaban y, con sus dedos, silbaban. Y así fue cómo asaltaron
Akakor.
En este
punto, la Crónica de Akakor se interrumpe. Cuentan nuestros sacerdotes
que los Ugha Mongulala perdieron la batalla y que Urna fue asesinado. Los
supervivientes se retiraron al interior de las residencias subterráneas. La
derrota en Akai, la montaña del destino, representa el punto más bajo de la
desgracia de mi pueblo. Al igual que los Blancos Bárbaros, que niegan a los
Dioses y se consideran a sí mismos por encima de toda ley, los Ugha Mongulala
fueron cayendo progresivamente en la humillación. Confundidos por estos
acontecimientos incomprensibles, comenzaron a adorar los árboles y las rocas, e
incluso a sacrificar animales y seres humanos. Y fue entonces cuando cometieron
el más vergonzoso crimen en los 10.000 años de historia de mi pueblo.
Así es
cómo sucedió:
Cuando Urna murió en la batalla contra las Tribus
Degeneradas, el Sumo Sacerdote negó a su hijo Hanán la entrada en los recintos
secretos de los Dioses, lo desterró y usurpó su poder. Contra las leyes de los
Dioses y sin el debido respeto hacia los Padres Antiguos, comenzó a gobernar al
pueblo de la forma que a él le pareció bien. Éste fue el punto culminante de la
era de la sangre, el período durante el cual el jaguar salvaje señoreaba por
doquier.
¿Por qué sufrió mi pueblo estos crímenes? ¿Por qué
toleraron los ancianos las fechorías del Sumo Sacerdote?
Tan sólo existe una única explicación. Tras la
partida de los Dioses, sólo algunas personas conocían la sabiduría de
los Maestros Antiguos. Los sacerdotes ya no transmitían su conocimiento.
Enseñaban las verdades de los Padres Antiguos únicamente a sus confidentes más
próximos. Su poder se hizo cada vez mayor a medida que el legado sagrado
desaparecía.
Pronto se sintieron responsables por sí solos de
todo lo que ocurriera en la Tierra y en el cielo. Durante miles de años, los
sacerdotes gobernaron omnipotentemente sobre los Ugha Mongulala. Eso es
lo que dicen nuestros antepasados. Y debe ser verdad, porque sólo la verdad se
conserva en la memoria de los hombres a través de los tiempos.
La segunda Gran Catástrofe
Terrible es la historia. Terrible la verdad. Los Servidores Escogidos todavía estaban viviendo en las residencias subterráneas de los Dioses. Cientos de años, miles de años. El legado sagrado había sido olvidado. Su escritura se había vuelto ilegible. Los servidores habían traicionado la alianza con sus Dioses. Vivían por encima de toda norma, como los animales en el bosque. Caminaban en todas direcciones. Los crímenes eran cometidos a la luz del día. Y los Dioses se sentían agraviados. Sus corazones se veían llenos de tristeza por la maldad de los hombres.
Terrible es la historia. Terrible la verdad. Los Servidores Escogidos todavía estaban viviendo en las residencias subterráneas de los Dioses. Cientos de años, miles de años. El legado sagrado había sido olvidado. Su escritura se había vuelto ilegible. Los servidores habían traicionado la alianza con sus Dioses. Vivían por encima de toda norma, como los animales en el bosque. Caminaban en todas direcciones. Los crímenes eran cometidos a la luz del día. Y los Dioses se sentían agraviados. Sus corazones se veían llenos de tristeza por la maldad de los hombres.
Y los Dioses dijeron:
«Castigaremos al pueblo. Lo erradicaremos de la faz
de la Tierra —al hombre y al ganado, a los gusanos y a los pájaros del cielo—
porque ha rechazado nuestro legado».
Y los Dioses comenzaron a destruir al
pueblo. Enviaron una potente estrella cuya roja estela ocultó el cielo. Y
enviaron un fuego más brillante que mil soles juntos. Había comenzado la gran
sentencia. Durante trece lunas cayeron las lluvias. Crecieron las aguas de los
océanos. Los ríos afluyeron hacia atrás. El Gran Río se convirtió en un enorme
lago. Y los pueblos fueron destruidos. Se ahogaron en la terrible inundación.
Los Ugha
Mongulala sobrevivieron a la segunda Gran Catástrofe en la historia
de la Humanidad. Refugiados en las residencias subterráneas de sus Maestros
Antiguos, observaron con terror la destrucción de la Tierra. Mientras que los
Servidores Escogidos se sabían inocentes durante la primera Gran Catástrofe,
ahora se acusaban los unos a los otros del segundo acontecimiento terrible.
Estallaron las disputas y las luchas. En Akakor inferior se inició una
guerra civil que habría llevado a mi pueblo a la extinción a no ser porque
entonces ocurrió un hecho que desde hacía tiempo había sido profetizado por los
sacerdotes. Cuando mayor era la necesidad, los Maestros Antiguos regresaron.
Y con su
regreso se inicia un nuevo capítulo en la historia de los Ugha Mongulala, el
segundo libro de la Crónica de Akakor. El primer libro concluye con las
hazañas de Madus, un valeroso guerrero de los Ugha Mongulala quien, aun
en los momentos más difíciles, no había perdido su fe en el legado de los
Dioses, tal y como está escrito en la crónica:
Madus se atrevió a tomar el camino que conducía a
la superficie de la Tierra. Sin temer ni a la tormenta ni al agua, salió.
Contempló con desolación el devastado país. No vio ni personas ni plantas, sólo
algunos animales y pájaros asustados que volaban sobre la infinita extensión de
agua hasta que se cansaban y caían para ahogarse. Esto fue lo que Madus vio. Y
al mismo tiempo se entristeció y se enojó.
Arrancó unos troncos de árboles del suelo inundado,
recogió unas maderas a la deriva y construyó una balsa para ayudar a los
animales. Tomó un par de cada: dos jaguares, dos serpientes, dos tapires, dos
halcones. Y las aguas ascendientes empujaron su balsa cada vez más alto,
montañas arriba, hasta la cima del Monte Akai, la montaña del destino de
las Tribus Escogidas. Aquí Madus permitió que los animales se trasladaran a la
Tierra y que los pájaros se elevaran en el aire.
Y cuando, después de trece lunas, las aguas
retrocedieron de nuevo y el sol dispersó las nubes, regresó a Akakor e
informó del final de la terrible era de la sangre.
En este primer libro de las crónicas
de Akakor, El Libro del Jaguar nos encontramos de nuevo con una fecha
600.000-10481. El último año corresponde con el año cero. Con la salida de la
Tierra de los seres de Schwerta.
Así pues queda un extenso periodo de
tiempo sin explicar. Ya que según el libro del Jaguar la llegada de estos seres
se produjo hace 13.000 años.
Luego se habla de dos catástrofes la
1º hace 10468 años y supuso un cambio drástico en el aspecto de La Tierra
Continentes y mares cambiaron. La causa fue de una guerra entre dioses. No se
tiene constancia de cambios en las placas litosféricas en esta época sin
embargo, nadie actualmente puede decir con certeza la velocidad del
desplazamiento, Albert Salvadó, la historia de Phaeton, es un ejemplo de ello,
donde se habla de un cambio en los polos magnéticos que origina una catástrofe
similar.
La 2º catástrofe se atribuye a un
Diluvio que tiene lugar hace 3.166 años.
¿Qué hicieron los Schwertianos
desde el 600.000 hasta 13.000?¿De nuevo un planeta con un periodo orbital de
6.000 años el doble que el de los Nefilim, pero con un aspecto diferente a los
Nefilim?
¿Un diluvio universal hace 3000 años?
Como casi siempre cada uno ve la
realidad desde su perspectiva. La perspectiva real podría variar. Las
dataciones de fechas, siempre han tenido alteraciones. La conversión de los
calendarios, la trasmisión oral. La información errónea de los dioses por
interés.
Pero no seamos estrictos en las
fechas. Lo verdaderamente importante es el contenido la esencia que coincide
con otras fuentes. Son las coincidencias y no las discrepancias las que nos
hacen ir viendo la perspectiva global.
Estos seres no crean al hombre le dan
la luz, luego abandonaron todo por una amenaza. Se habla de una guerra entre
dioses. Una guerra que pierden los Schwertianos
De esta gran catástrofe se salvan los
hombres al refugiarse en ciudades subterráneas, con unas similitudes muy
parecidas a las ciudades de La capadocia, no olvidemos que Javier Sierra nos
hablaba de 9.000 años en las ciudades de Turquia.
Luego 3.000 años de oscuridad y
finalmente el diluvio que amenaza a la humanidad. Así púes un conocimiento
antiguo procedente de una cultura antediluviana que posteriormente desaparece
con un diluvio.
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