Esta niña, llamada Inkla, según cuentan los vástagos perteneciente a este clan, fue apartada a una recóndita cueva donde por alguna razón sobrenatural. Permaneció durante muchos años, sin envejecer, sin sufrir enfermedad alguna, entre unas bestias de naturaleza caótica que por alguna razón no atacaron nunca a la muchacha. Un día, por destino u otra fuerza mayor, Caín tuvo que adentrarse en esta cueva buscando un refugio contra el sol, encontrando a esta niña y a su comando de bestias. Caín pidió refugio y se le concedió. A cambio, Caín le contó a Inkla lo que había en el exterior, regalándole en una noche de pasión la vida eterna.
Todo esto ha sido siempre considerado como una leyenda, un cuento de gitanos bajo una luna llena y una fogata rodeada de carromatos, pero durante los años 80, aparecieron por Europa del Este una serie de vástagos afirmando ser descendientes directos de Cain y la hija de Lilith. La Camarilla estudió a estos vástagos, pero no hallaron nada claro, el Sabbat pasa de ellos parque les considera escoria aburrida, pero eso les da igual a los Hijos de Lilith porque su único objetivo es encontrar a Inkla y si pueden a Lilith, para demostrar que tienen tanta o más antigüedad que cualquier Gangrel o Garou.


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