Es
sabido que las empresas farmacéuticas experimentan sus fármacos con
seres humanos en África y América Latina. No importa que mueran miles y
miles de hombres, mujeres y niños si con ello se garantiza la medicación en el “mundo desarrollado”.
Pero no es tan conocido que el gobierno de los Estados Unidos tiene a sus propios ciudadanos y a su propio territorio como cobayas para experimentar productos químicos y biológicos. Y con la misma consecuencia: miles y miles de muertos.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, los experimentos con seres humanos en Estados Unidos
eran ya una práctica corriente. Lo mismo que en la Alemania nazi. EN
1931 los médicos del Instituto Rockefeller inoculaban células de cáncer a
seres humanos.
En
1932 comienza la operación Tuskegee para el estudio de la sífilis. Esta
“operación” duró décadas. Se comenzó con 600 negros, y durante 40 años a
400 de ellos se les inoculó la sífilis para ver su evolución frente a
los otros 200 “sanos”. Conforme iban muriendo, el gobierno ofrecía a las
familias entierros gratuitos a cambio de autopsias.
En
1940 se experimenta con 400 presos de Chicago, que son infectados de
malaria y tratados con medicamentos experimentales. Los nazis pusieron
como ejemplo este tratamiento para justificar su propio genocidio cuando
fueron acusados en Nuremberg.
En
1942 se hacen experimentos con gas mostaza en 4.000 soldados. También
se experimenta con nanonitas (amish) a cambio de librarse del servicio
militar. Nadie era sabedor de las consecuencias de las pruebas a que
eran sometidos.
En
1944 la Marina prueba máscaras y ropa antigás; los “cobayas humanos”
eran encerrados en una cámara de gas y rociados con gas mostaza. ¿Les
suena a algo? Luego en 1995 el gobierno admite que ofreció sueldos y
medios para seguir con sus investigaciones a los científicos criminales
de guerra japoneses que habían experimentado con seres humanos.
Finalizada
la Segunda Guerra Mundial, con el comienzo de la Guerra Fría, los
experimentos con seres humanos en los EEUU alcanzaron cotas increíbles.
En
1994 un informe del gobierno revela experimentos con centenares de
miles de soldados durante la Guerra Fría. Los soldados fueron expuestos a
mostaza y gas nervioso, radiación de iones, psico-químicos,
alucinógenos y drogas.
Tres
años después se dan a conocer las filmaciones de Alamo Gordo, en las
que se aprecia cómo los mandos engañan a los soldados (más de 200.000
soldados) para que se expongan a la radiación, a 2 km de las explosiones
nucleares.
Recientemente,
en 2002, ha salido a la luz que 4.300 marinos fueron sometidos a 113
pruebas entre 1964 y 1968 con armas químicas y biológicas en sus propios
buques, sin conformidad de los afectados ni protección alguna. Destaca
el caso del buque George Eastman, en el que, en 1964 se usó el gas
sarín, que ataca al sistema nervioso y es letal; el gas fue fumigado
sobre el navío e introducido en el sistema de ventilación.
Entre
1960 y 1961 se desarrolló el Proyecto 112, en el que experimentaron con
5.842 soldados con agentes químicos y bacteriológicos, gases nerviosos
VX y sarín. También se aplicaron estos productos en zonas pobladas. Para
descontaminar los barcos de guerra se usó Betapropriolactono, que es un
agente cancerígeno.
Aparte
de los cientos de miles de soldados sometidos a radiación nuclear, se
calcula en unas 20.000 las personas que hicieron de cobayas humanas en
diversos experimentos durante la Guerra Fría. La mayoría fueron
soldados, pero también se pueden incluir a embarazadas (820 embarazadas
recibieron dosis de hierro radiactivo) y niños (200 niños recibieron
altas dosis de plutonio y uranio radiactivos).
A
Mary Jean Connell, ahora de 74 años, le inyectaron uranio en sangre,
sin que ella lo supiera. El objetivo era saber el efecto de las armas
atómicas en los seres humanos, en caso de guerra nuclear. Los afectados
desarrollaron diversos tipos de cánceres. En 1996 sólo se pudieron
localizar a 12 personas vivas.
Y
si hay que curar al enfermo, la situación no es mucho mejor. En 2007
estalló el escándalo del Hospital Militar Walter Reed, situado a menos
de 10 km de la Casa Blanca. El “buque insignia” de la sanidad militar
estadounidense es un edificio en ruinas y plagado de ratas y cucarachas,
donde reina el caos burocrático. Cientos de veteranos han de esperar
semanas para recibir tratamiento.
En
1994 el Dr. Garth Nicolson en el Centro del Cáncer MD Anderson en
Houston, descubre que los veteranos de Irak fueron inoculados con
Micoplasma Incognitus, un microbio normalmente usado en la producción de
armas biológicas. También se había experimentado con los presos de
Texas. En 1996 el Departamento de Defensa tiene que reconocer que los
soldados de la Guerra del Desierto fueron expuestos a agentes químicos.
Aparte
de los 8.000 soldados que recibieron vacunas experimentales contra el
botulismo, 400.00 soldados estuvieron expuestos a radicaciones de uranio
en la guerra del Golfo en 1991. El total de soldados en el Golfo fue de
500.000.
Una
gran cantidad de veteranos sufren lo que se ha denominado como el
“síndrome del Golfo”: cansancio, dolores musculares y pérdida de memoria
y sus hijos nacen con malformaciones.
En
2003 dos abogados denuncian que a los pilotos en Afganistán se les
suministra anfetaminas para evitar la fatiga, en detrimento de su
capacidad de concentración.
En
1990, se experimentó con 1.500 bebés negros e hispanos de 6 meses de
edad en Los Angeles. Es una vacuna contra el sarampión aún no
autorizada. En los años de la Guerra Fría se experimentó con niños
deficientes de Massachussets. Se les dio de comer alimentos radiactivos.
A
niños huérfanos con HIV de Illinois, New York, Maryland y Texas se les
suministró fármacos experimentales contra el sida en los años 90 del
siglo pasado. Si el niño mejoraba, la prueba era positiva; si el niño
moría, la prueba era negativa. Los diagnósticos oficiales a los niños
que morían eran neumonía o envenenamiento en la sangre. La mayoría de
niños eran latinos, negros o blancos pobres.
También
se ha sabido recientemente que empresas de cine de Hollywood utilizaron
niños para averiguar su reacción ante escenas de extrema violencia.
Se
trata de emplear el LSD como agente químico paralizante. De 1947 a 1958
se experimenta con 1.000 personas; a partir de entonces los
experimentos se hacen en Europa y Extremo Oriente.
El 16 de agosto de 1951, los habitantes de una localidad francesa sufrieron una intoxicación colectiva con toda suerte de alucinaciones y paranoias.
Siete personas murieron. Un hombre se tiró por el balcón al grito de
“soy un aeroplano”; otro se ahogó a sí mismo pensando que estaba siendo
devorado por unas serpientes. Un niño de 11 años quiso estrangular a su
abuela, y 50 afectados acabaron ingresados en psiquiátricos incapaces de
recuperar la estabilidad mental.
Según las teorías barajadas hasta el momento,
esa parte de la población comio de un pan que se pudo contaminar
accidentalmente con mercurio, con micotoxinas o con ergot (cornezuelo),
un moho con efectos alucinógenos que ataca al grano de centeno. Pero el
periodista Hank Albaralli afirma en un libro sobre las actividades de la central de espionaje en la Guerra Fría que todo fue un experimento para probar los efectos del LSD en la población y su posible uso como arma.
Cuando
se investigaba el suicidio del bioquímico Frank Olson, que trabajaba
para la CIA, Albaralli dio con un documento que transcribe una
conversación entre un agente de la organización y un representante del
laboratorio farmacéutico suizo Sandoz (creador del LSD). En ella que se
mencionan el “Secreto De Point-Saint-Escrit” y la Dietilamida, base del
ácido lisérgico.
Luego se supo por medio de algunos militares
estadounidenses compañeros de Olson, que explican que la CIA, en
colaboración con el ejército de su país, pulverizó primero el pueblo
desde un avión con la sustancia alucinógena. Al ver que no hacía efecto,
decidieron contaminar directamente algunos alimentos.
En
1965 comienza el Proyecto MKSEARCH, que estudia las reacciones humanas
ante drogas sicodélicas. El proyecto MKOFTEN, iniciado al año siguiente,
trata de comprobar los efectos toxicológicos de ciertas drogas.
En
1965 se aplica dioxina a los presos de la Prisión Estatal de Holmesburg
en Filadelfia. La dioxina es un componente cancerígeno del Agente
Naranja que se estaba utilizando en Vietnam. Se estudian los casos que
desarrollan cáncer.
En 1970 se da a conocer la existencia de “armas étnicas”, que actúan y eliminan colectivos determinados.
Durante
la Guerra Fría se experimentó con esquimales de Alaska y negros con
bajo nivel de inteligencia. A los esquimales se les dio yodo radiactivo
para estudiar el comportamiento de la tiroides en situación de frío
extremo. A enfermos de cáncer de raza negra con bajo nivel de
inteligencia se les aplicó radicación por todo el cuerpo en la facultad
de Medicina de la Universidad de Cincinnati (Ohio).
También están afectados los mineros que trabajaron en minas de uranio, a los que se suministró medicamentos radiactivos. En
1981 aparecen los primeros casos de SIDA entre la comunidad homosexual
de New York, Los Angeles y San Francisco. Tres años antes se habían
hecho pruebas con una vacuna de Hepatitis B, requiriendo especialmente
hombres homosexuales promiscuos.
Que
se sepa, al menos entre 1949 a 1969 se han hecho pruebas con bacterias y
virus en zonas pobladas. En 1950 se rocía a San Francisco con
bacterias. Se trata de ver la reacción de la población. Los casos de
pulmonía se multiplican.
En
1953 se rocían con Sulfuro de Zinc-Cadmio zonas de Winnipeg, St. Louis,
Minneapolis, el Fuerte Wayne, el Valle del Monocacy en Maryland, y
Leesburg, Virginia. En 1953 se rocía con Marcescens Serratia y del
Bacilus Glogigii a las ciudades de New York y San Francisco.
En
1955 se rocía con una bacteria a la Bahía de Tampa, Florida, para ver
su efecto sobre la población. En 1956 se rocía con mosquitos con fiebre
amarilla a Bahía de Tampa, Florida. En 1966 se rocía con Bacillus
subtilis al Metro de New York, pudiendo afectar a un millón de personas.
En 1968 se experimenta el envenenamiento del agua potable introduciendo
productos químicos en la red de agua de Washington, D.C.
En
1977 se hace público desde el Senado que entre 1949 y 1969 fueron
rociadas con agentes biológicos hasta 239 zonas pobladas. Zonas como San
Francisco, Washington, D.C., Centro-Oeste de EE.UU., Ciudad de Panamá,
Minneapolis y St. Louis.
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