viernes, 10 de febrero de 2012

El negocio (Jesus y Lilith)

Lilith nunca imaginó que resucitaría. Y no fue al
tercer día. Cuando Jesús fue sintiendo que se iba
de él mismo, resucitó casi de inmediato con el poco
poder que le quedaba, para encontrarse con la
sorpresa de la absoluta oscuridad. Pasaron tres días
mientras intentaba, con todas sus fuerzas, remover
la piedra que lo separaba del exterior. La pequeña
cueva estaba inundada por el mal olor de las flores en
descomposición mezclado con el de sus excrementos
y la podredumbre en que se habían convertido las
heridas que le había dejado la violencia sagrada de la
crucifixión.
Jesús invocaba a su Padre segundo a segundo; entendía
de alguna manera que no lo quisiera aquí en la tierra
por algún motivo desconocido; lo llamaba a gritos.
Tres días en los que desde el cielo sólo se escuchaban
sus lamentos, sus pataleos. La cosa era cada vez más
desesperante, pero como su osadía superaba al profeta
que llevaba adentro, logró mover la pesada roca. El
temor se apoderó del Padre, iba a quedar muy mal
que, con tantísimo poder y en un escenario sin igual
como el de la pasión y la crucifixión, le quedara un
muerto chapaleando o medio vivo. Su propósito de
sacar al hijo de circulación fracasaría ante los ojos de
todos los pueblos que lo tenían por el Todopoderoso.
La estrategia fue rápida, un plan B surgió en la
genialidad del Padre quien apareció ofreciéndole a
Jesús que se fuera con él y que le concedería el Reino
de los Cielos, que estaría a la diestra como símbolo
de su poder divino, mano hábil con la que lo elevaría
si se moría del todo para lo terrenal. Jesús terminó
de remover la roca y asomó la cabeza cuando una luz
que venía directamente del cielo, lo dejó encandilado.
El Padre se comunicó por primera vez con su hijo
sin intermediarios, y le dijo: “He visto cómo te da
vergüenza admitir que eres hijo de Dios, a la vez que
miras a tus padres en la tierra, María y José. Ya ves que
nadie te creyó el cuento de que eras mi hijo, así que
no debes quedarte, no se justifica esa bestialidad con
la que fuiste tratado, allí sólo tienes unos seguidores.
¡Qué tal si abandonas tus asuntillos terrestres y
dejas de caminar por montes y valles predicando
tanto! Tengo para ofrecerte una vida muy diferente,
no quiero que estés tan expuesto”, expresó Dios con
falsedad, mientras tentaba con su reino a Jesús.
El supuesto hijo rápidamente calculó y aunque no
sabía hasta dónde iba el Reino de Dios en extensión,
le sonó muy bien la propuesta. Se acomodó en el
centro del rayo de luz, cerró los ojos y voló hacia su
nuevo trono.
Dice Lilith que por esta razón nadie está realmente
convencido de querer que Jesús regrese. ¿A qué?

http://www.1zoom.net/big2/662/278776-onerjio.jpg

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