domingo, 26 de febrero de 2012

El libro del esplendor 3

ÉXODO
Los diez SEFIROT
Si dijéramos la frase: "Pues no le fue dado ver ninguna forma de semejanza" [Deut. 4: 15], no está
escrita, se nos respondería: En verdad nos fue concedido contemplarlo en una semejanza dada, pues
acerca de Moisés está escrito: "Y la semejanza del Señor contempla" [Núm. 12: 8]. No obstante, el
Señor fue revelado sólo en aquella semejanza que Moisés vio y en ninguna otra de cualquier creación
formada por sus señales. Así pues, queda escrito: "¿En quién entonces verán la semejanza de Dios? O,
¿qué semejanza podrán comparar con Él?" [Isa. 40: 18]. Asimismo, hasta esa semejanza era una
semblanza del Ser Supremo, bendito sea, no como está en su sitio que sabemos impenetrable, sino
como el Rey que manifiesta su poder de dominio por sobre su creación toda, y así se aparece a cada
una de sus creaturas como cada una puede entenderlo, tal como está escrito: "Y en el ministerio de los
profetas he utilizado semejanzas" [Hos. 12: 11].* Luego, dice Él: Si bien en tu propia semejanza quedo
yo representado, ¿con quién me compararás y harás comparable?
Porque en el principio, cuando ni la forma ni el aspecto habían sido creados, Él no tenía forma ni
semejanza. Así está prohibido a aquél que lo aprehenda imaginarlo bajo cualquier tipo de forma o
aspecto, ni siquiera con sus letras hé y vav, ** ni siquiera con su nombre completo sagrado, ni con
cualquier letra o signo de ninguna clase. Entonces, "Pues no le fue dado ver ninguna forma de
semejanza" quiere decir: Tú no contemplaste nada que pudiera imaginarse en forma o aspecto, nada
que pudieras reunir dentro de una concepción finita.
Pero cuando Él hubo creado el aspecto del hombre supremo, fue por una carroza y en ella descendió
para ser conocido por el apelativo Y H V H, para que fuera aprehendido por sus atributos y en cada uno
en particular para que fuera percibido. Así pues, él fue quien provocó que se le nombrara Él, Elohim,
Shaddai, Zevaot y Y H V H, de los que cada uno era símbolo entre los hombres de sus varios atributos
divinos, poniendo de manifiesto que el mundo se sostiene por la misericordia y la justicia, de acuerdo
con los hechos del hombre. Si el esplendor de la gloria del Ser Supremo, bendito sea, no hubiera sido
derramado sobre su creación toda, ¿cómo habrían podido, incluso los sabios, aprehenderlo? Habría
continuado siendo inconocible y, con toda certeza, no podrían decirse las palabras: "La tierra entera
está llena de Su gloria" [Isa. 6:3].
Sin embargo, desdichado el hombre temerario que pretendiera identificar al Señor con un solo
atributo, aunque fuera el Suyo propio y mucho menos ;cualquier forma existente "cuyo origen está en
el polvo" [Job. 4: 19], y cuyas creaturas son frágiles, se van pronto, se pierden pronto en la mente. El
hombre se atreverá a proyectar una sola concepción del Ser Supremo, bendito sea, aquella de su
soberanía sobre algún atributo o sobre la creación en su totalidad. Pero si Él no es visto bajo estas
manifestaciones, entonces no existe ni atributo, ni semejanza, ni forma en Él; como el mismo mar
cuyas aguas carecen de forma y solidez en sí mismas y, la tienen sólo cuando se esparcen en la vasija
de la tierra.
De aquí que podamos contar que es así: Uno, es el origen del mar. Una corriente proviene de él
dando un vuelco que es yod.*** El origen es uno y lo primero, y la corriente lo segundo, dos. Luego se
forma la vasta cavidad conocida como el mar, que es como un canal cavado en la tierra, y se llena con
las aguas que provienen del origen; y este mar es la tercera cosa. Esta vasta cavidad se divide en siete
canales, semejantes a ese número de largos tubos, y las aguas van del mar hacia los siete canales.
Juntos, el origen, la corriente, el mar y los siete canales suman diez. Si el Creador que hizo estos tubos
decidiera romperlos, entonces las aguas regresarían a su origen y sólo quedarían vasijas rotas, secas, sin
agua.
De la misma guisa, la Causa de causas ha derivado los diez aspectos de su Ser que se conocen como
selirot y nombró a la corona 'la Causa', que es una fuente de luz que-nunca-se-agota de donde él se
designa a sí mismo eyn sof, el Infinito, Ni aspecto ni forma tiene Él, y no existe vasija que lo contenga,
ni modo alguno de aprehenderlo. A esto se refieren las palabras: "Cuídate de no buscar cosas que son
demasiado duras para ti y cuídate de no buscar aquellos que esté oculto para ti".*
Después, Él dio forma a una vasija tan diminuta como la letra yod y la llenó de Él y la llamó 'Fuente
de donde mana la Sabiduría' y se llamó a sí mismo 'Sabio' por ello. y después, formó una vasija larga
llamada mar y la designó como 'Entendimiento' [binah] y a sí mismo 'el que entiende' por ello. Tanto
'sabio' como el que 'entiende' es Él, en su propia, esencia, mientras que la Sabiduría en sí misma no
puede aspirar a ese título sino sólo a través de aquel que es sabio y la ha hecho plena de su origen; y así
el Entendimiento en sí mismo no puede aspirar a ese título, sino sólo a través de aquel que la llenó con
su propia esencia y se transformaría en una aridez si Él se fuera de ahí. Al respecto está escrito: "Como
las aguas se van del mar y el río se seca". [Job. 14: 11].
Finalmente, "Él divide [al mar] en siete corrientes" [Isa. 11: 15], es decir, lo guía hacia siete vasijas
preciosas a las que da por nombre Grandeza, Poder, Gloria, Victoria, Majestad, Fundamento,
Soberanía;** en cada una, Él se designa a sí mismo así: grande en la Grandeza, poderoso en el Poder,
glorioso en la Gloria, victorioso en la Victoria, "la belleza de nuestro Creador" en la Majestad, justo en
el Fundamento [dr. Prov. 10:25]. Todas las cosas, todas las vasijas, y todos los mundos, él los sostiene
en el Fundamento.
En la última, la Soberanía, Él se llama a sí mismo Rey y suya es "la grandeza, y el poder, y la gloria,
y la victoria, y la majestad pues todo lo que existe en el ciclo y en la tierra es Tuyo; Tuyo es el reino, oh
Señor, y Tú serás enaltecido como cabeza por sobre todo" [1 Crón. 29: 11]. En su poder descansan
todas las cosas, sea que escoja reducir el número de vasijas o aumentar la luz que de ellas emane, o sea
lo contrario. Pero sobre Él no existe deidad alguna con poder de aumentar o reducir.
Además, hizo seres que sirvieran a dichas vasijas: cada uno era un tronco apoyado en cuatro
columnas con seis escalones, diez por todo. Así, el trono es como la copa de la bendición de la cual
diez mandamientos se han hecho [en el Talmud] en armonía con la Torah que fue dada en Diez
Palabras [el Decálogo] y con las Diez Palabras, a partir de las cuales el mundo fue creado.

Desde las profundidades
"Desde las profundidades he invocado tu nombre, oh Señor" [Sal. 130: 1 ,2]. Porque se erige sin el
nombre de un autor, todos los hombres de todas las generaciones pueden hacer suyo este Salmo. Es
deber de todo hombre que haga oración ante el Rey Supremo orar desde las profundidades de su alma
pues sólo entonces su corazón se dirigirá enteramente a Dios y su mente quedará enteramente volcada
en su oración.
Ya David había dicho: "Con todo mi corazón Te he buscado" [Sal. 119 :10]. Y podríamos preguntar:
¿Por qué fue más allá de esto y dijo "desde las profundidades"? Debido a esto el hombre debe poner
mente y corazón exclusivamente en el pensamiento de la fuente de fuentes cuando hace oración ante el
Rey para que pueda recibir bendiciones de [las esferas llamadas] "la profundidad del pozo", la fuente
de toda vida, el "arroyo que proviene del Edén" [Gen. 2: 10] que, "hace que la ciudad de Dios se
regocije" [Sal. 46: 5].
La oración trae a la bendición desde arriba hacia abajo: * cuando el Ancestro Inescrutable desea
bendecir al mundo, hace que su generosidad, su gracia, se reúnan en la profundidad celestial desde
donde la oración humana los sacará del "pozo", haciendo posible con ello que todos los arroyos y
riachuelos queden llenos.

Dos aspectos
Así habló el Rabino Abba: Qué querrán decir los israelitas con: "¿Está el Señor entre nosotros o
no?" [ayin, nada; Éxodo 17: 7]. ¿Seria que en su insensatez no se daban cuenta de que estaba entre
ellos? ¿Acaso no estaban delimitados por la Divina Presencia y rodeados por nubes de gloria? ¿Acaso
no contemplan la luz de la esplendorosa majestad de su Rey en virtud del mar? ¿No hemos oído decir
que a una sirvienta en el Mar Rojo le fue concedida una mayor visión que a Ezequiel?
La explicación es, tal como la ha hecho el Rabino Simeón, que los israelitas deseaban cerciorarse de
que la manifestación de la Divinidad que se les había otorgado fuera la del Ancestro Inescrutable, el
Trascendente, quien, ubicado más allá de la comprehensión, es designado como ayin [nada], o del
"Pequeño Aspecto", el Inmanente, que es designado Y H V H. Por lo tanto, gracias a la palabra lo [no]
tenemos aquí la palabra ayin [nada].
Uno se preguntaria: ¿por qué, entonces, fueron castigados los israelitas? La razón es que hicieron
una distinción entre estos dos aspectos de Dios y "probaron al Señor" [ibid.] diciéndose: Oraremos de
una manera si es el U no, y de otra manera si es el Otro.

Sabbath
"Recuerda el día del Sabbath, y manténlo sagrado" [Éxodo 20:8].
El Rabino Isaac dijo: Está escrito: "Y Dios bendijo el séptimo día" [Gen. 2: 3]; no obstante, se ha
dicho del maná: "Durante seis días lo han de reunir, pero en el séptimo, que es el Sabbath, no habrá
nada" [Exodo
16 : 26]. ¿ Qué bendición puede ese día conllevar en el cual falta la comida? Así y todo, hemos
aprendido que del séptimo día proceden todas las bendiciones de arriba y abajo. ¿Por qué sólo en este
día, entonces, faltaba el maná?
Queda explicado así: los seis "días" del mundo trascendente derivan sus bendiciones del séptimo día
y de aquello que rccibió del séptimo día cada uno de los días supremos manda alimentos al mundo de
abajo. Así pues, a aquel que obtenga el grado de fe le incumbe preparar una mesa y una comida la
víspera del Sabbath [el viernes] para que su mesa sea bendita a lo largo de los seis días restantes de la
semana. Esto es así porque junto con la preparación del Sabbath, se prepara la bendición de todos los
seis días por venir, ya que una mesa vacía no lleva bendición alguna. Así uno debe contribuir a la mesa
con pan y otros alimentos la víspera del Sabbath.
El Rabino Isaac añadió: Y también el día del Sabhath. El Rabino Judah dijo: En este día uno
necesita celebrar tres comidas para que el día refresque y satisfaga.
El Rabino Abba dijo: Con esto debe uno cumplir para que los días supremos que derivan su
bendición del séptimo, puedan ser bendecidos. En este día, el rocío que viene del Ancestro, el Todo
Oculto,** llenará la cabeza del "Pequeño Aspecto"; él lo hace descender al sagrado "Campo de
Manzanos" *** tres veces después en la entrada del Sabbath para que todos reunidos obtengan la
bendición. De aquí se deduce que las tres comidas del día son necesarias no sólo para nosotros sino
para toda la creación pues de esta guisa está satisfecha la fe verdadera en el Antecesor, el "Pequeño
Aspecto" y el "Campo de Manzanos", y en los tres debemos regocijamos. Y es como si él dañara y
rompiera la perfección de las regiones allá arriba quien no respeta tomar parte en los tres alimentos...
Pues el Sabbath es el centro de la fe, por lo tanto al hombre se le concede en este día, por añadidura,
un alma suprema en la que está toda la perfección de acuerdo con los designios del mundo por venir.
¿Qué significa la palabra Sabbath? El Nombre del Ser Supremo, bendito sea, el Nombre de la armonía
perfecta por todos lados.
Dijo el Rabino Yose: En verdad, esto es así. Pobre de aquel que no ayuda a perfeccionar la dicha del
Rey supremo. ¿En qué consiste, entonces, esa dicha? Las tres comidas de la Fe, las comidas en las que
toman parte Abraham, Isaac y Jacob, y a través de la cual la dicha queda expresada, la fe perfecta por
todos lados. Tal como se nos ha enseñado, en este día los padres son coronados y todos los hijos
reciben la inspiración del poder y la luz y la dicha, a un grado que no se otorga en otros días festivos.
Los pecadores reciben una tregua en Gehinnom en este día. En este día, la Torah queda coronada con
coronas de perfección. En este día la dicha y la alegría reverberan a lo largo de doscientos cincuenta
mundos. Hay que observar esto también. En cada uno de los seis días de la semana, a la hora de la
oración vespertina, la fuerza del juicio inmitigado permanece y la retribución está alerta. No así en el
Sabbath. Cuando la hora de la oración vespertina del Sabbath ha llegado, reinan las influencias
benignas, la bondad amorosa del Sagrado Antecesor se pone de manifiesto, todos los castigos se
levantan y la dicha y la satisfacción están por doquier. En esta hora de satisfacción y gracia, el Santo,
fervoroso profeta Moisés, partió de este mundo para que pudiera saberse que no fue llevado por el
juicio sino que su alma ascendió en la hora de gracia del Sagrado Antecesor para ocultarse en él. Así
pues, "Ningún hombre conoce su sepulcro hasta este día" [Deut. 34: 6]. Así, el Sagrado Antecesor es el
Todo Oculto, inconocible para aquellos arriba y abajo; así también fue ocultada el alma de Moisés, en
la revelación, a la hora de la oración vespertina del Sabbath, de la gracia de Dios. De todas las cosas
ocultas de este mundo, esta alma de Moisés es la más oculta y no puede ser juzgada. Bendito sea el
pueblo de Moisés.
En este día, la Torah queda coronada en perfecta gloria, en todos sus mandamientos, en todos los
decretos, en todos los castigos de la transgresión: una corona de setenta ramas de luz radiando por
todos lados. Oh, qué dicha ver las pequeñas ramas brotando de las ramas más grandes, y cinco de las
ramas irguiendo al árbol mismo ¡donde todas las ramas se abarcan! Oh, contemplar las rejas abriéndose
por todos lados, abriendo paso al esplendor y a la gloria de la luz inextinguible. Se oye una voz: ¡Despierten,
santos celestiales! i Despierten, gentes santas, escogidas para reunirse con su Señor, despierten
perfectamente regocijados! ¡Alístense, en la dicha triple de los tres patriarcas! ¡Alístense para la fe,
dicha de dichas! ¡Oh, israelitas, qué dichosos son, benditos en este mundo, benditos en el mundo por
venir! Más allá de todas las naciones paganas, ésta es su herencia: "una señal entre ustedes y Yo"
[Éxodo 31: 13].
Dijo el Rabino Judah: Es verdad, así cs. De aquí: "Recuerden el día Sabbath y manténganlo sagrado"
[Lev. 19: 2]; "Llamen al Sabbath una delicia y a lo sagrado del Señor, honorable" [Isa. 58: 13].

Los amantes de la Torah
Una noche, el Rabino Hiyya y el Rabino Yose se encontraron en la torre de Tiro y se alegraron de
tenerse uno al otro como compañero.
Dijo el Rabino Yose: ¡Qué bueno es mirar el rostro de la Presencia Divina! Todo el tiempo cuando
venía para acá, tuve que sufrir la modesta charla de un viejo que guiaba el burro. Me molestaba con
todo tipo de preguntas tontas; por ejemplo: ¿qué serpiente vuela por los aires con una hormiga que
descansa tranquila entre sus dientes? ¿Qué comienza en unión y termina en separación? ¿Qué águila
tiene su nido en un árbol que no existe y sus jóvenes criaturas que no han sido creadas, en un lugar que
no es? ¿Qué son aquellos que descienden cuando ascienden y ascienden cuando descienden? ¿Qué es
aquello de lo cual dos son uno y uno es tres? ¿Quién es la bellísima virgen que no tiene ojos * y un
cuerpo oculto y sin embargo revelado -oculto durante el día, revelado en la mañana- y está engalanada
con ornamentos que no son? De esta manera me vino fastidiando todo el camino. Pero al fin puedo
gozar de paz y tranquilidad, y podemos abandonarnos a la discusión de la Torah en vez de desperdiciar
el tiempo en charlas inútiles.
El Rabino Hiyya dijo: ¿Conoces acaso al viejo aquél? El Rabino Yose replicó: Sé que no tiene nada
en él; si lo tuviera, habría vivido con algunas palabras de las Escrituras y nosotros no habríamos
simplemente desperdiciado el tiempo en el camino.
El Rabino Hiyya preguntó entonces: ¿ Está el viejo en esta casa? Pues puede ser en ocasiones que
una vasija aparentemente poco profunda lleve algunos granos de oro.
Y el Rabino Yose replicó: Sí, aquí está; está preparando la pastura para el burro.
En cuanto esto se dijo, lo llamaron ante su presencia y él vino. El viejo inmediatamente pronunció lo
siguiente: ¡Ahora los dos se han hecho tres y los tres, uno! Dijo el Rabino Yose: ¿No es verdad que les
dije que todo el tiempo está diciendo insensateces? El viejo tomó asiento y dijo:
Señores, apenas recientemente me he dedicado a guiar este burro. Tengo un hijo joven que va a la
escuela y me gustaría educado en las enseñanzas de la Torah; por eso, cada vez que veo a un estudiante
en el camino, voy tras él, esperando aprender algo nuevo relacionado con la Torah; pero hoy no he
aprendido nada nuevo.
El Rabino Yose dijo: Una cosa en especial, de todo lo que te he escuchado decir, me asombra pues
muestra tal insensatez en un hombre de tu edad, a menos que no supieras de qué estabas hablando.
El viejo dijo: ¿A qué te refieres?
El Rabino Yose replicó: A lo que dijiste respecto de la bellísima virgen...
En este momento de su discurso [de las paradojas] el viejo hizo una pausa y luego los dos rabinos
cayeron de rodillas ante él y, derramando lágrimas, le dijeron: Si hubiéramos venido al mundo sólo
para poder escuchar la palabra que proviene de tu boca, habría valido la pena.
Y dijo él: Compañeros, no fue sólo para decir lo que he hecho hasta ahora que me metí en este
discurso ct5n ustedes, pues ciertamente un viejo como yo apenas se detendría ante frases así, haciendo
un sonido como de una sola moneda en un frasco. Toda una multitud de humanos vive en la confusión
y es incapaz de percibir el camino de la verdad que reside en la Torah, y la Torah, en el amor, los llama
día a día a ella, pero, pobres desdichados, ellos voltean la cabeza. Es tal y como he afirmado: la Torah
libera una palabra, de ella viene una muestra muy pequeña y luego se oculta de nuevo. Pero esto lo
hace para aquellos que la entienden y siguen sus preceptos.
La Torah puede compararse con una bellísima y majestuosa doncella que está recluida en una
recámara aislada de palacio, y tiene un amante cuya existencia sólo ella conoce. Por amor a ella, él pasa
por su reja incesantemente y voltea los ojos en todas direcciones para descubrirla. Ella sabe muy bien
que él está por siempre rondando el palacio y, ¿qué hace al respecto? Abre' de par en par una pequeña
puerta en su recámara secreta, por un instante revela su rostro al amante y luego rápidamente se retira.
Sólo él, nadie más, se da cuenta; pero él sabe que es por amor a él que ella se le ha revelado por un
instante, y el corazón, el alma y todo en el interior de él se dirigen hacia ella.
Así sucede con la Torah, que descubre sus más profundos secretos sólo a aquellos que la aman. Ella
sabe que aquel que sea sabio de corazón ronda las rejas de su morada día tras día. Y, ¿qué hace ella?
Desde su palacio le muestra su rostro a él, y le da una señal de su amor y luego se retira a su oculta
morada. Sólo él recibe su mensaje y se ve atraído hacia ella con toda su alma y todo su corazón y con
todo su ser. De esta manera, la Torah, por un momento se descubre por amor a los que la aman, para
hacer que ellos renueven su amor. Estos son los caminos de la Torah. En el principio, cuando apenas se
le revela a un hombre, le da alguna señal. Si él la comprende, está muy bien; pero si no es capaz,
entonces ella lo hace venir y lo llama "simplón", y dice a sus mensajeros: Vayan a decirle a aquel
simplón que venga a mí y converse -como está escrito: "Aquel que sea un simplón, que se vuelva y
venga acá" [Prov. 9 : 4]. y cuando llega, ella comienza a conversar con él, al principio desde atrás del
velo que ha puesto a sus palabras, para que él pueda acomodar su manera de entendimiento y pueda
progresar gradualmente. Esto se conoce como derashah.* Después ella le habla cubierta con un delgado
velo de tul muy fino, le habla con enigmas y alegorías y a éstos se les llama haggadah.
Cuando por fin él está en términos cercanos con ella, le descubre su rostro y sostiene una
conversación con él acerca de todos sus misterios secretos y todos los caminos secretos que han estado
ocultos en su corazón desde tiempo inmemorial. Así un hombre se hace un verdadero adepto a la
Torah, un "señor de la casa", pues a él, ella le ha descubierto todos sus misterios sin guardar ni
esconder uno solo. Ella le dice: ¿Ves la señal, la pista, que te di en un principio? ¿ Ves cuántos
misterios encierra? El entonces cae en la cuenta de que no se puede añadir una sola cosa a las palabras
de la Torah, ni se les puede quitar tampoco ningún símbolo, ni una letra.
Así deberían los hombres seguir a la Torah, con todas sus fuerzas, y convertirse en sus amantes,
como hemos visto.

El destino del alma
En el momento en que el Ser Supremo, bendito sea, estaba a punto de crear el mundo, decidió
formar todas las almas que a su debido tiempo fueran dispensadas para los hijos de los hombres, y cada
alma fue formada exactamente para el cuerpo que estaba destinada a vigilar. Escrutando cada uno, vio
que entre ellos había algunos que caerían en los caminos del mal en el mundo. A cada uno, a su debido
tiempo, el Ser Supremo, bendito sea, lo convidó a ir a él y luego dijo: Anda, desciende a éste y a aquel
lugar, a éste y a aquel cuerpo.
Y sin embargo, con cierta frecuencia, el alma replicaba: Señor del mundo, yo estoy alegre de
permanecer en este este sitio y no tengo deseo alguno de partir con rumbo a otro donde estaré en
esclavitud y no permaneceré inmaculada.
Ante lo cual el Ser Supremo, bendito sea, replicaba: Tu destino es y ha sido desde el día de tu
formación, ir a ese mundo.
Luego el alma, dándose cuenta de que no podía desobedecer, involuntariamente descendía y entraba
a este mundo.
La Torah, consejera del mundo entero, vio esto y gritó a la humanidad: ¡Atención, vean cómo el Ser
Supremo, bendito sea, tiene piedad de ustedes! Sin costo alguno, les ha mandado a ustedes su perla
preciosa para que la usen en este mundo y sea el alma sagrada. "Y sin un hombre vendiera a su hija
para que ella se convirtiera en su sirvienta" [Éxodo 21: 7], es decir, cuando el Ser Supremo, bendito
sea, les dé a su hija, el alma sagrada, como sirvienta para que ustedes la guarden en servidumbre y ella
les implore, a su debido tiempo, "ella no saldrá como los sirvientes lo hacen" [ibid.], es decir,
manchada por el pecado, sino en libertad, en luz, en pureza, para que su Señor se regocije en ella y la
recompense bastantemente con las glorias del Paraíso, como está escrito: "Y el Señor. .. satisfará tu
alma con esplendor" [Isa. 58: 11], es decir, cuando ella haya ascendido de vuelta a esa esfera,
esplendorosa y pura.
Pero "si ella no complace a su señor" [Exodo 58: 11] porque se ha ensuciado con el pecado,
entonces, ¡desdichado el cuerpo que eternamente ha sido desprovisto de su alma! La razón es que
aquellas almas que ascienden de este mundo en una condición de esplendor y pureza se mandan a los
archivos del Rey, cada una por su nombre; y él dice: He aquí el alma de este individuo; ella le
pertenece al cuerpo que ha dejado. Tal como está escrito: "Que haya contraído nupcias con ella"
[ibid.].
Pero "si ella no complace a su Señor", lo cual significa que si ella se ha ensuciado con el pecado y la
culpa, Él se niega a designar el mismo cuerpo que antes era para ella, y así ella queda desprovista de él
para siempre, salvo que su Señor le conceda la gracia y la guíe nuevamente hasta su cuerpo [por
transmigración] pues, "entonces él le permite ser redimida" [ibid.]. Como está escrito: "El redimió su
alma de los fuegos de la hoguera" [Job 33: 28]. Esto quiere decir que un hombre es aconsejado a
redimir su alma a través del arrepentimiento. En verdad, hay un doble significado en las palabras
"entonces él le permite ser redimida", pues aluden a la redención personal del alma de un hombre en
virtud del arrepentimiento, y después a la redención de Gehinnom por el Ser Supremo, bendito sea.
"Y si él la casara con su hijo, él deberá darle el trato que se les da a las hijas" [Éxodo 21: 9]. ¡Cuánto
cuidado debe tener un hombre para no vagar por la senda equivocada en este mundo! Pues si él
evidenciara su valor en este mundo, habiendo vigilado los pasos de su alma con toda precaución,
entonces el Ser Supremo, bendito sea, se complacerá mucho con él y diariamente lo alabará ante su
familia suprema en esta guisa: ¡Vean al hijo bienamado que es mío en el mundo allá abajo! He aquí sus
actos y la probidad de sus caminos.
Y cuando un alma así parte de este mundo, pura, esplendorosa, inmaculada, el Ser Supremo, bendito
sea, diariamente la hace brillar con multitud de resplandores y, respecto de ella, proclama: He aquí el
alma de mi hijo, tal y tal: que se preserve para el cuerpo del cual ha partido.
Este es el significado de las palabras: "Y si él la casara con su hijo, él deberá darle el trato que se les
da a las hijas". ¿Qué significan las palabras "el trato que se les da a las hijas"? Es un secreto que se
halla sólo bajo la custodia de los sabios: Un palacio conocido como el Palacio del Amor descansa en
una gran roca, bajo un firmamento por demás secreto. Aquí en este lugar se guardan los tesoros del Rey
y todos sus besos de amor. Toda alma amada por el Ser Supremo, bendito sea, entra a ese palacio. Y
cuando el Rey hace su aparición, "Jacob besa a Raquel" [Gen. 29: 11], o sea, el Señor discierne cada
alma sagrada y, tomando una por una para sí, la abraza y la mima y le da "el trato que se les da a las
hijas" aún como un padre actúa respecto de su hija bienamada, abrazándola y mimándola y
presentándole regalos.

El sufrimiento de los niños inocentes
Salomón dijo: "Pero regresé y consideré a todos los oprimidos que existen [lit., se hacen] bajo el sol;
y contemplélas lágrimas de los oprimidos que no tenían quien los consolara" [Ecles. 4: 1].
¿Realmente fue capaz de ver a todos aquellos que estaban oprimidos? Desde luego que no; pero él
se refería a los pequeños que fueron arrancados del pecho de sus madres. Ciertamente, seres así sufren
?presión de todos lados, en las alturas en la esfera celestial, y abajo en la tierra. Los más oprimidos son
aquellos que sufren por su herencia y de ellos está escrito: "Cirniéndose la iniquidad de los padres
sobre los hijos hasta la tercera o cuarta generación" [Éxodo 20: 5]...
Consideren al niño nacido de la unión adúltera de un hombre y la mujer de su vecino que, oculta o
abiertamente, se ha robado; el Ser Supremo, bendito sea, seguramente le dará un cuerpo y forma a
aquel niño, y luego en verdad es "un oprimido al que se hace tal", es decir, a pesar del Todopoderoso.
Reflexionando a este respecto, Salomón dijo: Considero a la adolorida descendencia de estos
desafortunados oprimidos que han' sido "hechos" tales, y las lágrimas que derraman ante el Ser
Supremo, bendito sea. Sollozando, llevan su lamento ante él: Cierto es que todo aquel que peque debe
morir. Pero, Rey del universo, un niño de un día de nacido, ¿ deberá acaso ser juzgado? Estas son "las
lágrimas de los oprimidos que no tenían quien los consolara".
Todos derramaron lágrimas, aunque entre ellos había diferencias. Uno, por ejemplo, es un hijo
concebido en incesto. Inmediatamente, al venir al mundo, se le rechaza de la comunidad de la gente
santa y el infeliz bastardo derrama lágrimas y gime ante el Ser Supremo, bendito sea: ¡Señor del
mundo! Si aquellos que me concibieron cometieron pecado, ¿cuál es mi culpa? Si yo he buscado
siempre hacer el bien ante tus ojos.
Pero más dolorosa es la pena que rodea a aquellos "oprimidos" que son arrancados del pecho de sus
madres. Por ellos, en verdad, llora el mundo entero; las lágrimas de estos pequeños no tienen igual, sus
lágrimas provienen de los más profundos y recónditos lugares de'l corazón, y el mundo entero queda
perplejo y dice: Eternamente justos son los juicios del Ser Supremo, bendito sea, y todos sus caminos
son los caminos de la verdad. Sin embargo, ¿es necesario que estos infelices infantes mueran cuando
están libres de pecado y de culpa? En esto, ¿dónde se encuentra el justo y buen juicio del Señor del
mundo? Si son los pecados de los padres lo que constituye la causa de su muerte, entonces ciertamente
"no tenían quien los consolara".
Pero, en realidad, las lágrimas derramadas por estos "oprimidos" actúan como una petición y
protección para los vivos y merced a su inocencia y la eficacia de su intercesión, a su debido tiempo se
prepara un sitio para ellos, uno que no puede ser conseguido u ocupado ni por el más probo de los
hombres; pues el Ser Supremo, bendito sea, realmente ama a estos pequeñitos con un amor único y
sobresaliente. Los une a él y les prepara un lugar en las alturas cerca de él. Y de éstos está escrito: "De
las bocas de los niños de pecho has sacado fuerza" [Salmos 8: 3].

Los tres aspectos del alma
Los nombres y grados del alma del hombre son tres: nefesh [alma vital], ruah [espíritu] y neshamah
[alma suprema, alma interior]. Los tres quedan comprendidos uno dentro del otro, pero cada uno tiene
su morada por separado.
Mientras el cuerpo en la tumba se descompone y se reduce a polvo, nefesh se demora con él y ronda
por este mundo, yendo de aquí para allá entre los vivos, deseando conocer sus penas e intercediendo
por ellos en caso necesano.
Ruah se traslada al Jardín del Edén terrenal. Ahí, este espíritu, deseando gozar de los placeres del
magnífico Jardín, se adorna con una vestimenta, tal como es, parecida, semejante al cuerpo en el cual
tuvo su morada en este mundo. En los Sabbaths, Lunas Nuevas y días festivos asciende hasta la esfera
suprema, regalándose con las delicias del lugar y luego regresa a los Jardines; como está escrito: "Y el
espíritu [ruah] regresó al Dios que lo concedió" [Ecles. 12: 7], es decir, en las fiestas especiales y
ocasiones que hemos mencionado.
Pero neshamah asciende inmediatamente a su sitio en el dominio del cual emanó y es por su
intercesión que la luz se enciende para que brille en las alturas. Nunca más desciende a la tierra
después. En neshamah queda comprendido el Ser que contiene todos los lados, el superior y el inferior.
Y hasta el momento en que neshamah ha ascendido a reunirse con el Trono, ruah no puede ser
coronada en el Jardín inferior y nefesh no puede descansar en paz en su sitio; pero éstos encuentran la
paz cuando ella asciende.
Ahora, cuando los hijos de los hombres, atonnentados y apenados, acuden a las tumbas de los que se
han ido, entonces nefesh despierta y sale a incitar a ruah a que levante a los patriarcas y después a
nesha"Jah. A partir de entonces, el Ser Supremo, bendito sea, tiene piedad del mundo...
Pero si neshamah por alguna razón no ha podido ascender a su sitio indicado, ruah, viniendo a la
reja del Jardín del Edén, la encuentra cerrada e incapaz de entrar, vaga sola y acongojada; nefesh
también se desliza de un lado al otro en el mundo, y al ver el cuerpo en el que una vez fue inquilina
devorado por los gusanos y sufriendo el juicio de la tumba, llora por él, como lo dicen bs Escrituras:
"Pero su carne se afligirá por él y su alma liorarápor él" [Job 14: 22].

Así todos sufren hasta el momento en que neshamah puede alcanzar su sitio indicado en las alturas.
Entonces, no obstante, cada una de las otras dos se apega a su sitio correcto; esto es porque las tres son
uno que comprende una unidad, abrazadas en un nexo místico.

Servir al Señor con alegría
Le competía al Sumo Sacerdote entrar al Templo con alegría, y cuando se colocó ante Su presencia
en aquel lugar sagrado, todas las cosas a su alrededor tenían que expresar alegría. Así está escrito:
"Sirve al Señor con alegría; ve hasta su presencia con cantos" [Salmos 100: 2].
Esto es así por la razón de que al servicio del Señor no existe sitio para un corazón acongojado.
Uno podría preguntar: Si un hombre está atormentado e inmerso en la pena y su corazón pesa y, no
obstante la tribulación, siente la necesidad de ir ante el Rey celestial en busca de solaz, ¿debe entonces
desistir de la oración debido a su pena? ¿Qué habrá de hacer ya que no puede evitar que su corazón
pese?
La respuesta es que "desde el día de la destrucción del Templo, todas las rejas del ciclo han sido
cerradas, pero las rejas de las lágrimas no han sido cerradas;* y el sufrimiento y la tristeza se expresan
con lágrimas. Parados en las rejas de las lágrimas, están ciertos seres celestiales y ellos rompen los
barrotes y las cerraduras de hierro y permiten a las lágrimas la entrada, para que las súplicas de los
llorosos dolientes pasen y lleguen hasta el Rey celestial, y el sitio de la Divina Presencia esté dolido por
la pena de aquel que hace oración, como está escrito: "En todas sus aflicciones, Él está afligido" [Isa.
63: 9], y cuando el Rey, al entrar al sitio de la Presencia, la encuentra sufriendo, entonces todos sus
deseos le son a ella cumplidos.
De aquí que la súplica de aquel que sufre no se revierta vacía a él, sino que el Ser Supremo, bendito
sea, tiene piedad de él. Bendito sea el hombre que derrama lágrimas cuando reza ante el Ser Supremo,
bendito sea.

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