miércoles, 8 de febrero de 2012

Caín

La maldad existe porque el hombre fue creado a
imagen y semejanza de Dios, ¿cómo evitarla entonces?
Dice Lilith que el primer homicidio fue ordenado por
el Padre. Caín obedeció y mató a su hermano Abel,
sin calcular lo que se le venía encima. Caín fue parte
esencial de un montaje, idiota útil. El culpable fue
castigado de manera ejemplar para dejar claro, desde
el alba de la humanidad, aquello que debían sentir
todos los seres humanos: “Temor de Dios”. El Padre
no tuvo en cuenta que así se le enseñaba al hombre,
de entrada, a matar a sus hermanos, sin más, y con
lo primero que tuvieran a mano, en este caso, una
quijada de burro.
El Señor apareció en escena con Ira Santa. A Lilith le
pareció esta entrada, con castigo incluido, excesiva.
El único y verdadero drama lo padeció Caín, ya que
Abel fue tratado –por el remordimiento que sintió
el Padre de apagarlo de manera tan brutal– como
ningún otro. Se lo llevaron inmediatamente, entró a
vivir a la diestra, en el clan de los protegidos del cielo,
sin tener que cumplir ningún requisito, porque eso sí
lo sabe muy bien nuestra Diosa, Abel llevaba consigo
algunos pecadillos.
Más temprano que tarde vio Lilith llegar a Caín al
exilio. Lilith salió del Edén por su propia cuenta,
pero Caín venía en calidad de expulsado. Apareció
muy fatigado de caminar, acosado por múltiples
tormentos, todos peores que la muerte. Un problema
motriz hacía que se sacudiera todo su cuerpo,
necesitaba una especie de impulso para desplazarse
de un lado a otro con muy poco equilibrio. Traía con
él la orden de que “nadie debía ofrecerle amistad y
mucho menos causarle la muerte”. Deambulaba en el
día, y en la noche lo asediaba una perpetua falta de
sueño; sus únicos descansos consistían en tirarse en
algún sitio a quejarse del hambre feroz e insaciable
que sufría. Luego de varios días, un cuerno floreció en
su frente, se erigió de manera vergonzosa en medio
de sus cejas. Como si fuera poco, un grito fratricida
retumbaba por los valles y montañas que transitaba,
eco de la oscuridad que lo perseguía.
Lilith pudo conocer profundamente a este Caín e
incluso llegó a desearlo. El exiliado, a su vez, la deseó
locamente, pero a él le fue impuesto también como
castigo la decepción de los deseos. Para Lilith nada
era imposible, creativamente copuló con el cuerno
que crecía en la frente de Caín, pariendo luego un hijo
que llevaría el nombre de Enoc.

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