Siempre hemos tenido la imagen de los Ángeles
como seres de luz, puros, generosos, amables y llenos de amor hacia los
seres humanos y las demás obras de Dios, incluido el llamado Ángel de la
Muerte. Sin embargo, los Ángeles tienen también su lado oscuro,
destructor, carente de piedad. Tal vez por tener esa disposición a la
obediencia a Dios, sin cuestionarse las acciones que han de llevar a
cabo, aun siendo estas, la destrucción de los seres humanos. La falta de
libre albedrío convierte a cualquier ser, sea humano o Angélico, en un
mero instrumento, una marioneta manipulable, a disposición de su dueño.
En el libro de El Apocalipsis, podemos ver como estos últimos siete ángeles destruyen la vida en la Tierra por orden de Dios.
Las Sagradas Escritura mencionan el nombre de
solo tres: Miguel (AP 12:7-9), Gabriel (LC 1:11-20; 26-38) Rafael (Tobit
12:6, 15). Los nombres de los otros cuatro arcángeles (San Uriel, San
Barachiel ó Baraquiel, San Jehudiel, Saeltiel) no aparecen en la la
Biblia. Se encuentran en libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de
Esdras y en la literatura rabínica. La Iglesia reconoce los nombres que
se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás nombres pueden
tenerse como referencia pero, no son doctrina por la Iglesia ya que
provienen de libros que no son parte del canon de la Sagrada Escritura.
Debemos tener cuidado con otros nombres dados a los ángeles, algunos de los cuales son de origen ocultista o de la Nueva Era.
Siete ángeles con siete plagas (15:1)
(Ap. 15:1) Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios. {2} Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. {3} Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. {4} ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?, pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios han manifestado. {5} Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio; {6} y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro. {7} Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos. {8} Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.
Con los siete sellos hay un interludio entre el sexto y el
séptimo sello, para que la iglesia pudiera ser sellada en
preparación para las siete trompetas. También hemos visto que las
siete trompetas, que se parecen a las plagas sobre Egipto, fueron enviadas para
advertir a la humanidad y para llamar a la humanidad al arrepentimiento.
También vimos que entre la sexta y la séptima - y final -
trompeta los dos testigos, representando a la iglesia, también
están llamando a la humanidad al arrepentimiento. Aquí, al
comienzo de la ira de Dios, vemos un cuadro de los redimidos en cielo que
habían sido victoriosos sobre la bestia y su imagen y el número
de su nombre. Ellos cantan el cántico de Moisés que cantaron los
israelitas al cruzar el Mar Rojo. El cántico de Moisés indica el
éxodo del mundo y la destrucción de sus enemigos. Esta victoria
sobre los egipcios prefiguró la victoria de los redimidos de Dios sobre
la bestia, su imagen y su número (Hendriksen). Vienen, a
continuación, las siete copas de la ira de Dios que pueden ser
comparadas al Mar Rojo que ahogó a los egipcios que siguieron a los
israelitas al Mar Rojo (Caird). Esto puede ser comparado también al lago
de sangre formado del lagar de la ira de Dios en el capítulo anterior
(Caird). No hay ningún intervalo entre la sexta y la séptima
copa, como lo hay entre la sexta y la séptima trompeta, que se
incluyó para que la iglesia pudiera testificar al mundo y hubiera un
último llamado al arrepentimiento. No hay tal intervalo con las copas
porque el tiempo del arrepentimiento ha pasado. En cambio, la escena se
movió inexorablemente desde la primera hasta la última copa a
medida que se van vertiendo, una tras otra. Las trompetas advierten; las copas
son derramadas (Hendriksen).
Esta sección sobre las siete copas puede ser vista
como una vista más detallada del lagar de la ira de Dios que se
encuentra en Ap. 14:19-20, que está claramente conectado con la venida
de Cristo y la cosecha de la edad. En 14:19 encontramos la expresión
"lagar de la ira de Dios" y en 15:1 se dice que las siete
últimas plagas completan la ira de Dios. En 14:20 encontramos un vasto
lago o mar de sangre por una distancia de 1600 estadios; en la segunda copa
encontramos que el mar es convertido en sangre como de un hombre muerto (16:3).
Si las siete copas son una descripción más detallada del lagar de
la ira de Dios, entonces las siete copas ocurren durante el tiempo de gran
aflicción justo antes de la Segunda Venida de Cristo. Note la repentina
referencia a Su segunda venida durante la sexta copa. Note que en 19:15, que
trata con la Segunda Venida, Cristo es descrito como el que pisa el lagar de la
ira de Dios Todopoderoso. Uno puede ver también en este pasaje una vista
más detallada de la ira de Dios y del Cordero que se menciona por
primera vez en 6:16-17. En contra de este punto de vista está el hecho
de que el día del Señor traerá una destrucción
rápida sobre la humanidad (Sof. 1:18). No parece haber tiempo para las
siete copas y el Señor aparece sólo durante la sexta copa. A
menos que se incluyan las siete copas en el tiempo de la gran aflicción
justo antes del fin, indicado en Lc. 21:25-28, Mt. 24:21-30, Mr. 13:14-27.
Wilcock (p. 146) señala que vez tras vez el mundo
será afligido (los sellos). Cada vez que se cause sufrimiento, Dios
advierte que no puede ser causado con impunidad (las trompetas). Cada vez que
no se hace caso de sus advertencias, Él castigará finalmente a
los malhechores (las copas).
Las siete copas pueden ser vistas como la respuesta de Dios
a las bestias de cap. 13 y la persecución del pueblo de Dios. Las copas
están dirigidas a:
- La gente que tenía la marca de la bestia y adoraron su imagen (16:2)
- Aquellos que habían derramado la sangre de los santos y los profetas (16:6)
- El trono de la bestia y su reino (16:10)
- El aire donde Satanás tiene su morada (16:17)
v. 1 - Vi en el cielo otra señal, grande y
admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras;
porque en ellas se consumaba la ira de Dios - Ve otra señal en el
cielo, así como vio a la mujer (12:1) y el dragón (12:3). Esto
presenta una nueva sección. De acuerdo a Wilcock, la nueva
sección sobre las plagas comienza realmente en v. 5 con el cambio de
escena, así como se presenta a la bestia en Ap. 11:7 antes de su
sección principal en cap. 13, y Babilonia es presentada en 14:8 y 16:19
antes de su sección principal en cap. 17. Esto ubica a la primera
mención de las copas directamente después del lagar de la ira de
Dios, vinculándolos a ambos.
Esta es una señal, así que las siete copas no
deben tomarse literalmente, pero eso no quiere decir que no expresen algo que
es real. Detrás de cada símbolo hay algo más real que el
símbolo. Por ejemplo, el Cordero o la mujer de 12:1, o el dragón
de 12:3. Una pregunta clave es ¿cuándo ocurrirá esto? La
sexta copa está estrechamente vinculada con la última batalla
entre los enemigos de Cristo y el Señor, el día del Señor
y la Segunda Venida. La séptima copa describe la destrucción de
todas las ciudades, pero la humanidad todavía está en ellas. Sin
embargo, la perspectiva es del cielo y los eventos podrían transcurrir a
lo largo de la era del evangelio y referirse, por lo tanto, al juicio final de
Dios de los individuos mediante desastres "naturales". Este es el
punto de vista idealista. El futurista consideraría que todo ocurre en
el futuro en algún evento escatológico culminante. Por cierto las
copas sexta y séptima son futuras como probablemente lo sean la cuarta y
la quinta. Las siete plagas han sido comparadas a veces con la advertencia dada
en Lv. 26:21, 24, 28, "si anduviereis conmigo en oposición, y no me
quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces
más plagas según vuestros pecados". Ellos ignoraron las
advertencias de las trompetas así que Dios multiplica sus aflicciones
con las copas. Las siete plagas son el derramamiento completo de la ira de
Dios. Las trompetas son advertencias, pero estas plagas no son advertencias;
son los juicios finales.
Las trompetas advierten, las copas son derramadas
(Hendriksen). La séptima copa (16:17) indica la concreción de la
ira de Dios. La similitud entre las trompetas y las copas es otro ejemplo de
paralelismo. Hendriksen ofrece los siguientes argumentos a favor del
paralelismo:
- El parecido cercano de las trompetas con las copas
- Ambas visiones de las trompetas y de las copas finalizan con la escena del juicio (11:18, 16:17)
- La visión de las copas (15:1) tienen una apertura casi idéntica a la de la visión de la mujer y el dragón (12:1)
- Las copas son derramadas sobre los que tienen la marca de la bestia. Esto es muy general históricamente
- Tenemos, en la visión de las copas (16:13), una descripción de las mismas fuerzas del mal que en la visión del dragón (12:3), la bestia del mar (13:1) y la bestia de la tierra (13:11)
v. 2 - Vi también como un mar de vidrio mezclado
con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su
imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de
vidrio, con las arpas de Dios - Wilcock argumenta que esta sección
de los redimidos victoriosos pertenece al final de la sección anterior,
después de la cosecha. Las plagas sólo se presentan en 15:1 y la
sección sobre las plagas comienza en v. 5, con la frase
"después de estas cosas miré..." que presenta un cambio
de punto de vista. El cántico de victoria de los redimidos parece
más apropiado a la sección anterior que ahora ve a los santos en
el cielo después de la cosecha. La próxima escena comienza con la
apertura del Tabernáculo del testimonio.
Así como Satanás se paró junto al mar
en 13:1, el pueblo de Dios está mirando. Así como cuando los
israelitas cruzaron el Mar Rojo y los egipcios fueron destruidos y cantaron
entonces el cántico de Moisés (Ex. 15), el pueblo de Dios se para
a la orilla de un mar celestial antes de cantar el cántico de
Moisés. Podría haber un vínculo a las aguas del bautismo
que también están vinculadas con el Mar Rojo (1 Cor. 10:2). Este
es el mismo mar de vidrio que se ve en 4:6, sólo que está
mezclado con fuego por el juicio venidero (8:5, 7).
Es la misma palabra griega que se traduce aquí como
"victorioso" (gr. nikao) la que se traduce como
"vencer" en 11:7 cuando la bestia vence a los dos testigos y se
traduce "vencer" en 13:7, cuando la bestia hace guerra contra los
santos. Los que han sido victoriosos contra la bestia son los que no adoraron a
la bestia o a su imagen o no han recibido su marca (20:4). Ellos soportaron
pacientemente su persecución y permanecieron fieles a Jesús
(13:10). Están ahora en el cielo, son mártires (ya sea por su
testimonio o por su muerte), han vencido (nikao) al diablo por la sangre
del Cordero y por la palabra de su testimonio, y menospreciaron sus vidas hasta
la muerte (12:11). Tenían arpas como lo hicieron los 144.000 de 14:1-3,
así que es probable que ambos grupos sean los mismo, así como los
144.000 de 7:3 son lo mismo que la gran multitud de 7:9.
v. 3 - Y cantan el cántico de Moisés siervo
de Dios, y el cántico del Cordero - El cántico de
Moisés fue cantado después de la liberación a
través del Mar Rojo, después que vieron el gran poder del
Señor desplegado contra los egipcios, cuando fueron destruidos (ver Ex.
15). Debe notarse también que estas plagas son también similares
a las plagas de Egipto, pero los egipcios no fueron destruidos finalmente hasta
que entraron al Mar Rojo. Hay otro cántico de Moisés en Dt. 31:30
ff., en este contexto, que habla de la liberación de Dios de su pueblo.
Si el cántico de Moisés de Ex. 15 se aplica, pero en el contexto
de las siete plagas, entonces el cántico de Moisés de Dt. 31:30
se aplica mejor. No sólo cantaron el cántico de Moisés
sino que cantaron el cántico del Cordero, lo que tal vez signifique una
canción.
v. 3-4 - diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los
santos. {4} ¿Quién no te temerá, oh Señor, y
glorificará tu nombre?, pues sólo tú eres santo; por lo
cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios
han manifestado - Así como los israelitas alaban a Dios en el cielo
por sus grandes obras al sacarlos de Egipto, el pueblo de Dios en el cielo lo
alaba por sus juicios próximos. Debido a la santidad de Dios, Él
es perfectamente justo en traer estas plagas que son en respuesta al pecado del
hombre. Es Su misericordia la que ha demorado estos juicios finales para que
todos los hombres vengan al conocimiento de la verdad y sean salvos (1 Tim.
2:4). Las obras justas debe ser traducido juicios justos. Las copas son
sentencias judiciales. En 16:5-7, después de la tercera copa, el
ángel declara que Dios es justo en Sus juicios porque la humanidad ha
derramado la sangre de los santos, y los mártires contestan lo mismo. Se
nos recuerda aquí de nuevo cuán horrendo es, a los ojos de Dios,
la persecución de Sus santos. Este versículo también nos
recuerda que varios salmos de donde está tomado (Sal. 86:9, 98:1-2,
111:2, 145:17, ver también Dt. 32:4, 1 Sam 2:2, Sof. 2:11). En Zac.
14:16 los sobrevivientes de aquellas naciones que atacan a Jerusalén
subirán año tras año para adorar al Rey, el Señor
Todopoderoso, y para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos. Note que
todas las naciones vendrán a adorar ante Dios, lo que una vez más
enfatiza que Dios sólo debe ser adorado (ver Dn. 7:14).
v. 5 - Después de estas cosas miré, y he
aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del
testimonio - Esto es similar a otra ocasión cuando el templo fue
abierto mostrando el arca del testimonio (11:19), después de la
séptima trompeta y antes de la visión de la mujer vestida del sol
y la luna. Algunos ven que esto introduce una nueva perspectiva celestial para
la próxima sección (Wilcock, ver también 4:1, 19:11).
Caird ve en esto otro ejemplo de la tipología del Éxodo, luego de
cruzar el Mar Rojo, la entrega de la ley entre el humo de Sinaí y la
erección de la tienda del testimonio. El tabernáculo del
testimonio (Ex. 32:21) contenía el Arca del Testimonio (11:19) que
contiene las dos tablas del testimonio que testifica contra el pecado del
hombre (Ex. 32:15, Dt. 10:4). También puede ser traducido carpa de
testimonio, que es también la carpa del mártir. Hendriksen
comenta que este santuario está ahora abierto, para que podamos entender
que la ira, que está a punto de ser revelada, es la ira de Dios.
v. 6 - y del templo salieron los siete ángeles que
tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y
ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro - Note que el
ángel que recoge las uvas para el lagar de la ira de Dios sale del
templo. Las siete plagas pueden compararse a la aflicción de siete
partes prometida por Dios a los que lo desobedecen (Lv. 26:24-25). Los
ángeles salen del templo, significando la presencia de Dios, y por lo
tanto con sanción divina. Uno de los propósitos de este libro es
mostrar que los eventos terrenales están bajo el control de Dios.
Estaban vestidos de lino limpio y resplandeciente (Hch. 10:30) lo que enfatiza
su pureza. Tenían un cinto de oro similar al "Hijo del Hombre"
(1:13, ver también Dn. 10:5). Se distinguen de los santos que visten
lino blanco.
v. 7 - Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los
siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por
los siglos de los siglos - Las cuatro criaturas, representando a la
naturaleza, ahora le dan las copas a los ángeles, de las que las cuatro
primeras afectan a la misma naturaleza. Las copas de oro en 5:8 estaban llenas
de incienso, que son las oraciones de los santos. Ahora son usadas para
derramar la ira de Dios. Una vez más la ira de Dios es la respuesta de
Dios a las oraciones de los santos, al igual que con las trompetas (ver 8:5).
El clamor de los mártires para que su sangre sea vengada es contestado
en la tercera copa.
v. 8 - Y el templo se llenó de humo por la gloria
de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se
hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles - Hay muchos
incidentes como éste en las Escrituras, en que la tienda o el templo se
llena de una nube de la gloria del Señor (Ex. 40:34-35, 2 Cr. 5:14, Is.
6:3, Is. 30:27, Ez. 10:4). Este versículo enfatiza la
determinación de Dios de completar su ira. Nadie podía entrar en
el templo hasta que las siete plagas fueran completadas, e indica la
determinación de Dios de llevar a cabo estas plagas hasta el final
mismo. Es como si la comunión íntima de Dios con los santos no
fuera posible hasta que Dios haya tratado con este asunto (xxxx).
(Ap. 16:1) Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.
v. 1 - Estas son las copas del juicio final, que eran
advertencias. Dios primero le advierte al hombre a través de las
trompetas, pero si éstas son ignoradas en forma persistente entonces
Él envía sus copas de ira. Debemos recordar también que a
lo largo del período de las trompetas de advertencia la iglesia
testificante ha estado trabajando. Las siete copas son llamadas también
las siete plagas. La ira de Dios es derramada sobre la tierra, lo que es una
idea bastante común en las Escrituras (Sal. 69:24, 79:6, Ez. 20:8 ff.,
Jer. 10:25, Sof. 3:8). Siguen el mismo patrón que las siete trompetas:
cuatro (afectando a la creación: tierra, mar, agua, cosmos), luego dos
(afectando a la bestia) y la final, cuando las ciudades de las naciones se
desploman. Las primeras cuatro afectan la tierra, el mar, las fuentes de las
aguas y el sol, es decir la creación de Dios, según el anuncio de
los tres ángeles (14:7). La voz del templo sería la voz de Dios
(Is. 66:6). Las copas son derramadas sobre la creación de Dios y afectan
al hombre indirectamente, por medio de su medio ambiente. Luego siguen dos
juicios adicionales que se refieren a la bestia, seguida por el juicio final.
El hombre es juzgado personalmente más tarde. Mounce destaca que 2 Tes.
1:7-9 está a punto de ser expandido en detalle. Cuando Cristo venga de
nuevo "dará retribución a los que no conocieron a Dios, ni
obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo".
- La Copa 1 es derramada sobre la tierra y afecta a la gente que tenía la marca de la bestia y adoraban su imagen
- La Copa 2 es derramada sobre el mar
- La Copa 3 es derramada sobre los ríos
- La Copa 4 es derramada sobre el sol
- La Copa 5 es derramada sobre el trono de la bestia
- La Copa 6 es derramada sobre el Éufrates
- La Copa 7 es derramada en el aire
Deberíamos notar que las primeras cuatro copas
afectan el orden creado, como fue anunciado por el primer ángel que
ordena a los que viven en la tierra, "... adorad a aquel que hizo el cielo
y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (14:7). Como se rehusan a
adorarlo y adoran a la bestia, las primeras copas afectan el orden creado: la
tierra, el mar, las aguas y el sol.
28. 1. La primera copa (16:2)
(Ap. 16:2) Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
v. 2 - La copa es derramada sobre la tierra pero afecta al
hombre directamente. La primera copa afecta a todas las personas que adoran a
la bestia y que le han dado, por lo tanto, su lealtad a él antes que a
Dios. Se rehusan a adorar a Dios y por lo tanto su hora de Juicio ha llegado
(14:7). Vea la similitud con la sexta plaga de Egipto (Ex. 9:9) en donde
aparecen sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias.
Aquellos que reciben la marca de la bestia son marcados por Dios (Mounce). Note
que la copa es vertida sobre la tierra, pero la gente es afectada, a diferencia
de la primera trompeta que no afecta a la gente (8:7). Así como
Satanás afligió a Job con una sarna maligna (Job 2:7), los
seguidores de la bestia son afligidos con úlceras malignas y
pestilentes. En Dt. 28:35 pústulas malignas serían el juicio
sobre los que desobedecieran a Dios.
28. 2. La segunda copa (16:3)
(Ap. 16:3) El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.
v. 3 - La sangre se usa para indicar muerte. Todo se
murió en el mar, comparado con las trompetas donde sólo una
tercera parte murió (8:9). Note que en las plagas egipcias era sangre
literal. Los dos testigos tienen también el poder de convertir las aguas
en sangre (11:6). Vea la similitud con la primera plaga de Egipto (Ex. 7:17
ff.) donde el Nilo se convierte en sangre. Esto nos recuerda también de
lago de sangre del lagar de la ira de Dios en 14:19. Cada cosa viva en el mar
murió, comparado con la segunda trompeta en que una tercera parte de las
criaturas vivas en el mar murió, y un tercio de los barcos fueron
destruidos (8:8-9)
28:3. La tercera copa (16:4)
(Ap. 16:4) El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. {5} Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado las cosas. {6} Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. {7} También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
v. 4 - El tercer ángel derramó su copa
sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en
sangre - Así como el segunda ángel hizo que el mar se
convirtiera en sangre, ahora el tercer ángel convierte a los ríos
y los manantiales en sangre (Sal. 78:44). La sangre está indicando
muerte más que en forma literal; la sangre es el castigo por derramar la
sangre de los santos y los profetas (v. 6). Compare esta plaga con la primera
plaga de Egipto (Ex. 7:17-19) en donde los peces en el río mueren y el
agua se vuelve imbebible aún en los baldes de madera y las jarras de
piedra. Compare esto también con la tercera trompeta en donde una
tercera parte de las aguas se vuelven amargas y mucha gente murió
(8:11). Uno debería suponer que la sangre indica que muchas personas
murieron.
v. 5 - Y oí al ángel de las aguas, que
decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el
Santo, porque has juzgado las cosas - Note que Dios es descrito como el que
es y el que era; no es descrito como el que va a venir porque ya ha llegado el
juicio final del mundo. Compare con la séptima trompeta (11:17) en donde
ya venido. Aquí está el ángel encargado de las aguas; en
14:8 encontramos el ángel encargado del fuego. Algunos podrán
decir que Dios fue duro en sus juicios, pero en relación con los pecados
que el hombre ha cometido, no lo es.
v. 6 - Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de
los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo
merecen - La razón para el juicio se da aquí: han derramado
la sangre de los santos, uno de los crímenes más atroces que el
hombre puede cometer (1 Tim. 1:13). El castigo se adecua al crimen; ellos
derraman sangre así que deben beber sangre. Esto es similar al
código levítico de "vida por vida" (Lev. 24:17-18, ver
también Gn. 9:5-6). Así como Juan usa la expresión
"ebrio con la sangre de los santos" en 17:6, indicando que la
prostituta había matado a los santos, así acá beber sangre
significa que esta gente murió como un justo castigo por asesinar a los
santos (Sal. 79, Is. 49:26). En la plaga de los egipcios todo el agua bebible
fue convertida en sangre aun en los baldes de madera y las jarras de piedra
(Ex. 7:19). Juan toma esto y lo usa para mostrar que los perseguidores del
pueblo de Dios deben ahora beber sangre porque ellos han derramado la sangre de
los santos. Los profetas son incluidos por la tradición de
persecución de los profetas (Mt. 5:12, 23:37, Lc. 11:49). Los dos
testigos eran profetas y fueron matados (11:7, 10) y en 18:24 dice que en
Babilonia "se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de
todos los que han sido muertos en la tierra". Nota: "pues lo
merecen" es literalmente "pues son dignos". Contraste con el
Cordero que es digno por Su sangre derramada.
v. 7 - También oí a otro, que desde el
altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios
son verdaderos y justos - Bajo el altar están los mártires,
cuya sangre ha sido derramada (6:9). El clamor de los mártires para que
su sangre derramada sea vengada es cumplido finalmente cuando Dios juzga a los
habitantes de la tierra. También se cumple más tarde por la
caída de Babilonia (ver 19:2).
28. 4. La cuarta copa (16:8)
(Ap. 16:8) El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. {9} Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
v. 8 - El cuarto ángel derramó su copa
sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego - Note que la
esfera de influencia de los ángeles se extiende hasta el sol y no
sólo hasta la tierra. No hay ninguna plaga correspondiente en Egipto,
aunque la cuarta trompeta afecta al sol (el sol es oscurecido, 8:12), pero esta
plaga parece escatológica. Esta es la contrapartida celestial de la
bestia de la tierra que hizo que cayera fuego del cielo a plena vista de los
hombres y engañando a la humanidad (13:13-14). Compare con Dt. 28:22,
"Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación
y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y
te perseguirán hasta que perezcas."
v. 9 - Y los hombres se quemaron con el gran calor, y
blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se
arrepintieron para darle gloria - Fueron quemados por el gran calor del
sol. Esto es en contraste con los santos que no serán quemados por el
sol (7:16). Compare con Sadrac, Mesac y Abednego que no fueron quemados por el
horno de fuego. Note la declaración explícita de que estas plagas
están bajo el control de Dios. La acusación contra el hombre es
que rehusó arrepentirse y glorificarlo a Él. El ángel ya
le había dado a la humanidad una última oportunidad en 14:7 para
arrepentirse antes de estas plagas. Note cómo blasfemaron el nombre de
Dios; habían tomado el carácter de la bestia que está
cubierta de nombres blasfemos (13:1, 13:5-6, 17:3). A pesar de esto. la
humanidad todavía se rehusa a arrepentirse y glorificar a Dios. Al menos
reconocieron que Dios era la causa última de estas plagas y no la causa
inmediata de su propio pecado (Sweet).
28. 5. La quinta copa (16:10)
(Ap. 16:10) El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, {11} y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
v. 10 - El quinto ángel derramó su copa
sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas - El
hombre prefiere las tinieblas a la luz así que esto es lo que consigue.
El hombre experimenta ahora la realidad del reino de Satanás, la
ausencia de todo bien. Habiendo rechazado la bondad de Dios consiguen el mal
que prefieren (xxxx). El reino de Satanás es el reino de las tinieblas.
Compare con la novena plaga de Egipto (Ex. 10:22) cuando la oscuridad
cubrió la tierra durante tres días. Caird destaca que la
oscuridad representa la desintegración política del reino de la
bestia. Sweet señala que el trono de Satanás, que
compartía con la bestia (13:2) estaba en Pérgamo (2:13), la
capital provincial romana. Sugiere la destrucción de la
administración central del imperio - algo así como el caos de la
guerra civil de 68-69 d.C. (Sweet).
v. 10 - y mordían de dolor sus lenguas, {11} y
blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras,
y no se arrepintieron de sus obras - Los efectos de la primera plaga
estaban todavía en efecto (xxxx). Por segunda vez, como en la cuarta
copa, lo maldicen a Dios. Esto está nuevamente en contraste con los
santos para quienes ya no habrá dolor (21:4). Compare esto con la
agonía causada por las heridas de las langostas en la quinta trompeta
(9:5). Si comparamos el quinto sello, la quinta trompeta y la quinta copa,
encontramos aflicción. En el quinto sello la aflicción es para la
iglesia; en la quinta trompeta, las langosta atormentan a los que no
tienen el sello de Dios en sus frentes, y en la quinta copa vemos la
agonía de las personas que tenían la marca de la bestia y
adoraban a su imagen.
v. 11 -, y no se arrepintieron de sus obras - La
acusación contra el hombre es que, a pesar de estas copas,
todavía rehusaron arrepentirse (ver también la cuarta copa, v.
9). Como Faraón, fueron endurecidos más allá del
arrepentimiento. El comentario de Pablo en Rom. 9:17-18 es instructivo:
Faraón fue levantado para que Dios pudiera demostrar Su poder y para que
Su nombre fuera proclamado en toda la tierra.
28. 6. La sexta copa (16:12)
(Ap. 16:12) El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente. {13} Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; {14} pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. {15} He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. {16} Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
v. 12 - El sexto ángel derramó su copa
sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se
secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente
- Hay un incidente famoso en la historia en la que Ciro, el rey de Persia
capturó a Babilonia desviando el río Éufrates que corre
por el medio de Babilonia para que su ejército entrara a la ciudad por
el lecho seco del río (Barclay). Hay una profecía contra
Babilonia en Jer. 50:38, "Sequedad sobre sus aguas, y se secarán;
porque es tierra de ídolos, y se entontecen con imágenes".
Así como el Mar Rojo y el Jordán fueron secados para que los
israelitas pudieran escapar de Egipto (Jos. 2:10) y entraran a la tierra
prometida, el río Éufrates es secado para hacer lugar para los
reyes del Este. Algunos comentaristas ven una distinción entre los reyes
del Este y los reyes de todo el mundo (v. 14). El Éufrates marca el
límite entre Israel y sus enemigos (Gn. 15:18). Note la similitud entre
la sexta copa y la sexta trompeta (9:14) en donde los cuatro ángeles
atados junto al río Éufrates son soltados y sus tropas matan a un
tercio de la humanidad.
v. 13 - Y vi salir de la boca del dragón, y de la
boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus
inmundos a manera de ranas - Esta es la primera mención del falso
profeta, que es la bestia de la tierra, porque él es el que
realizó las señales milagrosas en nombre de la bestia (13:13, cf.
19:20) y engañó a los habitantes de la tierra (13:14), y es
destruido en 19:20. Vemos de nuevo aquí juntos a la trinidad no santa de
Satanás, la bestia y el falso profeta. La bestia y el falso profeta
reúnen a los reyes de la tierra para hacer guerra contra el jinete del
caballo blanco y su ejército en 19:19 y son arrojados al lago de fuego y
azufre en 19:20. Satanás junta a las naciones para la batalla contra el
campamento del pueblo de Dios en 20:7 y se une a la bestia y el falso profeta
en el lago de fuego (20:10). Tres espíritus malos salen de las bocas de
estos tres. Que salgan de la boca probablemente indica que estos son
espíritus engañadores. Compare con el río de mentiras que
sale de la boca del dragón (12:15) y que contrasta con la espada del
Hijo del hombre (1:16, 19:15). Las ranas son animales inmundos (Lev. 11:10).
Los malos espíritus salen de la boca. Note que la palabra para
espíritu es pneuma en griego, que es la misma palabra que
aliento. Caird señala que de la boca de la bestia salieron pretensiones
blasfemas de deidad (13:6), de la boca del falso profeta salió la
propaganda seductora del culto imperial (13:12-15) y de la boca del
dragón salió el río de mentiras con el que trató de
vencer a la iglesia (12:15).
v. 14 - pues son espíritus de demonios, que hacen
señales - Las señales milagrosas son causadas por los
demonios, y son realizadas por la bestia de la tierra (13:13) que es
identificada aquí con el falso profeta. Son espíritus mentirosos
como los que indujeron a Acab a la batalla (1 Reyes 22:21 ff.). Realizan
milagros de la misma forma que lo hará cuando llegue el hombre de pecado
(2 Tes. 2:9).
v. 14 - y van a los reyes de la tierra en todo el mundo,
para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso
- Esta es la batalla de Armagedón (v. 16) que se menciona nuevamente
en 17:14, 19:19 y 20:8. Este es un ejemplo de paralelismo en Apocalipsis. Esta
batalla precede la Segunda Venida que se menciona en v. 15. Para otras
referencias a la última batalla, ver también Zac. 14, Joel 3 y
Ez. 37, 38. Esto es también una referencia al Salmo 2:2, "se
levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán
unidos contra Jehová y contra su ungido".
v. 15 - He aquí, yo vengo como ladrón.
Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y
vean su vergüenza - Esta interjección es una advertencia a la
iglesia, que Cristo viene pronto (cf. la advertencia a Sardis para que se
despierte en 3:3). No deberíamos sorprendernos de esta
interjección porque la Segunda Venida o la última batalla ocurre
también en el sexto sello y en la sexta trompeta. Estar despiertos
cuando Cristo vuelva es un tema común en las Escrituras, lo que
significa estar preparados espiritualmente para Su venida (Mt. 24:43, 1 Tes.
5:1, 2 Pedro 3:10, Ap. 3:2). Su Segunda Venida ocurre durante esta batalla, de
ahí su mención inesperada (19:19-20, ver también Zac.14:4,
5). Esta es la tercera de las siete bendiciones en el libro. La iglesia de
Sardis tenía que despertarse (3:2); a los mártires se les dio una
vestidura blanca, y había algunos en Sardis que no habían
manchado sus ropas (3:4). Las ropas son las vestiduras de la salvación.
Aquellos que han perdido sus ropas son los que se han alejado. Aquellos que
andan exponiéndose vergonzosamente son personas cuyos pecados pueden
verse, es decir los laodicenses desnudos a los que se les aconseja que compren
vestiduras blancas para cubrir su vergonzosa desnudez (3:17-18).
v. 16 - Y los reunió en el lugar que en hebreo se
llama Armagedón - Esto se menciona nuevamente en 19:19 y 20:8, otro
ejemplo de paralelismo en el libro. Armagedón o Har-Magedón. A
Magedón se lo vincula normalmente con Megido, y Har significa
montaña. Megido es un lugar de muchas batallas, pero no hay ninguna
montaña allí. Esto es bastante enigmático y ha
desconcertado a la mayoría de los comentaristas. El punto principal es
que es el sitio de la gran batalla última. Megido es el lugar donde los
enemigos de Israel son derrotados, liderados por Débora (Jueces 5:19).
Armagedón es el símbolo de cada batalla en la que, cuando la
necesidad es mayor y los creyentes están oprimidos, el Señor
muestra repentinamente Su poder en beneficio de Su pueblo afligido y derrota al
enemigo (Hendriksen). Esta última batalla se menciona aquí y en
otras partes de Apocalipsis (17:14, 19:19, 20:9, cf. también 11:7 ff.
13:7).
28. 7. La séptima copa (16:17)
(Ap. 16:17) El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. {18} Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. {19} Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. {20} Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. {21} Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.
La séptima copa sigue rápidamente a la sexta.
No hay ningún interludio como lo hubo entre el sexto y el séptimo
sello, y la sexta y la séptima trompeta, durante el cual la iglesia
puede testificar. El tiempo del arrepentimiento ya ha pasado. Hay similitudes
entre la séptima trompeta (11:15) y la séptima copa.
- Grandes voces en el cielo
- La ira de Dios ha llegado
- El templo de Dios es abierto
- Relámpagos, truenos, un terremoto, un gran granizo
v. 17 - El séptimo ángel derramó su
copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono,
diciendo: Hecho está - El aire es donde Satanás y sus
demonios viven (Ef. 2:2). Así como la gran voz ordena que los
ángeles derramen sus copas sobre la tierra (16:1) una gran voz desde el
templo dice, "Hecho está", lo que indica que con la
séptima copa la ira de Dios se ha completado (15:1). Así como
Jesús dijo, "Consumado es" cuando completó Su obra
redentora. Lo que se ve aquí es la ira de Dios sobre la sociedad y sus
estructuras; el castigo de los individuos ocurre más tarde. Contraste la
destrucción aquí con 21:6, donde "Hecho está"
aparece de nuevo porque el plan redentor de Dios está completado y hay
un nuevo cielo, una nueva tierra y una nueva ciudad.
v. 18 - Entonces hubo relámpagos y voces y
truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo
jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra - Compare
esto con la apertura del templo de Dios en 11:19, "Y hubo
relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo." Compare
también con el incensario arrojado a la tierra como preludio a las siete
trompetas (8:5, "y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un
terremoto"). El juicio de Dios viene de dentro del templo y del trono;
viene de Dios personalmente.
v. 18 - un terremoto tan grande, cual no lo hubo
jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra - Este es el
clímax del juicio de Dios, la destrucción completa en vez de
parcial, como en los sellos y en las trompetas. Compare con Dn. 12:1, Ez.
38:19-20, Zac.14:4-5, Mt. 24:21 y especialmente la similitud de este pasaje con
el sexto sello de 6:12-14.
v. 19a - Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y
las ciudades de las naciones cayeron - Ver Zac. 14:4 en donde el Monte de
los Olivos es partido en dos cuando llega el Mesías. La única
referencia anterior a la gran ciudad es la descripción de tres partes de
11:8 donde la gran ciudad es llamada figurativamente Sodoma y Egipto, donde
también fue crucificado su Señor. Babilonia la Grande se menciona
en la próxima oración (v. 19b). En 18:10 la gran ciudad es
Babilonia, ciudad de poder. El lenguaje utilizado enfatiza la
destrucción total de las ciudades del mundo y de su comercio, cultura,
etc. (Is. 24:18-21). Todo lo que fue hecho por el hombre es destruido. Esto
está en contraste con la ciudad celestial que reciben los santos y que
no puede ser conmovida (Heb. 12:26). Note el lamento en tres partes de los
reyes, los mercaderes y los pilotos de las naves sobre la destrucción de
Babilonia en 18:9-20.
v. 19b - y la gran Babilonia vino en memoria delante de
Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira - Babilonia
la Grande es presentada aquí y castigada. La gran ciudad aparece primero
en 11:8. Así como Dios se acordó de Noé durante el diluvio
(Gn. 8:1), y se acordó de Abraham cuando destruyó a Sodoma y
Gomorra (Gn. 19:29), y es acordó de Su pacto con Abraham cuando los
israelitas estaban en esclavitud en Egipto (Ex. 2:24), se acordó a los
crímenes de Babilonia (ver 18:5). Los próximos dos
capítulos tratan de Babilonia con más detalle. Así como
hizo que las naciones se embriagaran con el vino de su fornicación
(17:2, 18:3), Dios la hace beber la copa de Su ira (ver también 14:8,
Is. 51:17). Si alguno adora a la bestia también beberá el vino de
la ira de Dios (14:9). Es tiempo para que Babilonia sea juzgada (Jer. 51:13,
"Tú, las que moras entre muchas aguas, rica en tesoros, ha venido
tu fin, la medida de tu codicia".
v. 20 - Y toda isla huyó, y los montes no fueron
hallados - Esto enfatiza la destrucción causada por el terremoto.
Compare esto con la similitud del sexto sello en 6:14, donde "todo monte y
toda isla se removió de su lugar". Ver también Is. 13:13,
24:19-21. Hay también una similitud con el efecto de la presencia de
Dios sobre el gran trono blanco, donde la tierra y el mar huyeron de Su
presencia (20:11).
v. 21 - Y cayó del cielo sobre los hombres un
enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra
Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande - Lo
maldicen a Dios como hicieron con la cuarta y la quinta plaga, pero esta vez no
hay ninguna mención de arrepentimiento. Esta es la actitud final de la
humanidad hacia Dios; el tiempo del arrepentimiento ha pasado. La plaga del
granizo corresponde a la séptima plaga sobre Egipto y es el juicio de
Dios (Jos. 10:11, Ez. 38:22). El granizo es enviado por Dios (ver 11:19, donde
de abre el templo de Dios, el arca del testimonio es visto y salen
relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo), así
que la gente lo maldice a Dios por enviar el granizo. Granizo del tamaño
de pelotas de golf es un fenómeno climático conocido en
Norteamérica.
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