¿Escaparon
realmente Adolf Hitler y su esposa Eva Braun de Europa? ¿Se trató de un gran
fraude el supuesto suicidio de ambos en el búnker de Berlín? ¿La humanidad
vivió engañada más de medio siglo? ¿La fuga de los dos se realizó con acuerdo
de los Aliados? ¿Ambos llegaron a Argentina, en submarino, donde vivieron por
años?
Oculta
por sesenta años en pleno siglo XXI, en caso de confirmarse oficialmente, la
huida de Hitler sería uno de los temas más polémicos de la historia
contemporánea por las implicaciones de todo tipo que significa ese escape
silencioso ante las narices de la sociedad mundial. Demostrar que esta
operación de salvataje de última hora -realizada para que el líder del
nacionalsocialismo no muriera en manos del ejército comunista- realmente
existió implica un esfuerzo conjunto de investigadores independientes, de
distintos países.
Especialmente
porque se deben enfrentar las presiones que surgen por contradecir la versión
oficial, sostenida por poderosos intereses económicos y políticos
internacionales. Los mismos -exclusivos círculos del poder mundial- que en 1945
estaban al tanto del falso suicido del líder del nazismo y su esposa.
El
fenómeno espectacular de la globalización de la información ha producido
grandes cambios en los últimos tiempos. La situación no era como hoy durante la
Segunda Guerra Mundial, cuando se admitía sin cuestionamientos que los Aliados,
liderados por Estados Unidos, eran los abanderados de la libertad, la defensa
de los derechos humanos, la moral y de todos los valores positivos de la
humanidad.
Por el
contrario Adolf Hitler representaba al demonio y encarnaba las ideas diabólicas
que, a cualquier costo, había que aniquilar. Esta clasificación, en blanco y
negro sin grises posibles, fue la que se transmitió y aceptó la humanidad. Bajo
esos conceptos se desarrolló el conflicto bélico más grande de la historia que
generó millones de muertos y cuantiosos daños.
Pero los
acontecimientos recientes, de fines del siglo XX y comienzos del XXI
-difundidos masivamente mediante una colosal red global de información- nos
permiten vislumbrar que esa “verdad” sobre la Segunda Guerra Mundial podría
haber sido distinta. O sea que “el mal” no era una característica exclusiva de
Hitler y los nazis, sino que se extendía y ramificaba a los Aliados.
Esto hoy
es una realidad palpable de la política internacional, la que se puede conocer
por las informaciones que nos llegan todos los días de los sucesos que se
registran en cualquier lugar del globo. Así por ejemplo sobre el conflicto de
Irak se conoció la versión de los norteamericanos pero también otras distintas
que trasmitieron las cadenas de información no alineadas a los intereses de
Estados Unidos.
Cuando
por ejemplo en el 2004 la humanidad pudo ver por televisión los bombardeos que
sufrió la población civil de Irak -generalmente sucesos terribles calificados
como "daños colaterales"- o las torturas a las que fueron sometidos
los prisioneros de guerra iraquíes, por parte del ejército de los Estados
Unidos, mucha gente se dio cuenta que John Wayne murió, que no siempre los
malos están del otro lado y que el gobierno de USA (United States of America),
así como las grandes empresas multinacionales, crean guerras, matan -con armas
o generando situaciones de pobreza extrema- y desequilibran a otras naciones,
instauran líderes despóticos y sanguinarios, y los sostienen impunemente.
Esto
antes también era así, pero la diferencia es que hoy la humanidad puede tener
acceso a más datos, provenientes de distintas fuentes, ampliando la cantidad de
información necesaria como para poder elaborar una opinión propia.
Años
atrás la realidad era muy diferente, especialmente durante la guerra cuando,
como se sabe, la verdad se deshace en pedazos. La falta de múltiples canales de
información, a diferencia del presente, ayudó a que no se conocieran ciertos
hechos que el revisionismo comienza a sacar a la luz más de medio siglo
después.
Hay que
pensar que Adolf Hitler llegó al poder admirando la política racista de los Estados
Unidos e instando a los alemanes a imitar en ese sentido a los norteamericanos.
En la década del ‘20, cuando difundía la ideología nazi, Hitler decía: “Al
prohibir terminantemente la entrada en su territorio de inmigrantes afectados
de enfermedades infecto-contagiosas y excluir de la naturalización, sin reparo
alguno, a los elementos de determinadas razas, los Estados Unidos reconocen en
parte el principio que fundamenta la concepción racial del Estado
Nacionalsocialista”.
Hitler se
mantuvo en el poder, antes y durante la guerra, recibiendo el apoyo permanente
de los sectores de la ultraderecha de la nación del norte y de Inglaterra. Esta
situación es clave para comprender los hechos que se narran en esta obra: el
vínculo entre nazis y anglo-norteamericanos fue mayor del que se piensa.
Al
respecto todos los días surgen elementos y pruebas nuevas que comprometen en
ese sentido a quienes fueran reconocidos políticos, empresarios y militares de
la nación más poderosa del planeta.
El mundo
de hoy nos ayuda a comprender una versión no oficial de la historia, sobre la
cual este libro representa solamente un pequeño aporte, un grano de arena para
conocer la verdad. Si Hitler escapó en 1945 -sobre su suerte se construyó un
gran fraude cuya piedra angular era el supuesto suicidio- es impensable que
esto ocurriera sin apoyo de Estados Unidos y de poderosos sectores ideológicos
afines al Führer, independientemente del país donde se encontraran los
partidarios del nazismo.
Esta
afirmación -que suele golpear y que en principio genera asombro pero raramente
indiferencia- tiene una explicación posible en el contexto internacional que se
registraba a fines de la Segunda Guerra.
Fueron
los rusos, o sea las fuerzas comunistas, las que avanzaron sobre Berlín en
dirección al bunker donde un Hitler de 56 años resistía los acontecimientos que
a esa altura, como él mismo sabía, eran irreversibles.
Fueron
los soviéticos quienes doblegaron las fuerzas de defensa de la ciudad y
finalmente ingresaron al hasta entonces inexpugnable refugio de Berlín para
apresar a Hitler.
A esa
altura de los sucesos -los nazis ya sabían que perderían la guerra desde hacía
un par de años y por ello habían preparado un plan de evacuación- el Führer, el
gran enemigo que en un momento había parecido invencible, estaba derrotado.
Pero aun así era útil en la lucha contra el comunismo en Europa. Esto lo sabían
los Aliados y la muerte de Hitler hubiera representado una gran pérdida -si no
la mayor que podría ocurrir respecto a los líderes anticomunistas- para una
futura contienda contra los soviéticos. En consecuencia Estados Unidos, y
especialmente los intereses de la derecha anglo-norteamericana, tenían en claro
que había que salvar a Hitler.
Se podía
sacrificar, tal como se hizo, una pequeña parte de la “primera línea” nazi, que
fue condenada por los tribunales de Nüremberg, pero no al “número uno”. Gozaban
también de protección absoluta su legítima esposa, Eva Braun, así como algunos
jerarcas que jamás fueron capturados.
Por eso
Hitler es evacuado -el plan original fue concebido por los nazis, así como su
instrumentación, pero se pudo ejecutar recién a partir del momento que Berlín
recibió la luz verde de Washington- hacia un lugar alejado y seguro en el
mundo, como lo era la Patagonia.
Cuando
los efectivos soviéticos entraron al refugio de Hitler, el líder ruso Joseph
Stalin inmediatamente pidió un informe sobre la suerte corrida por el
presidente de Alemania. La noticia que le dieron sus generales fue terminante:
el hombre más buscado había escapado. En esos mismos términos Stalin comunicó
la novedad a Estados Unidos. La ampliación de la impactante información inicial
es inquietante ya que los soviéticos afirmaron además que Hitler había huido en
submarino, con destino presunto a España o Argentina.
Todo lo
antedicho se encuentra documentado -fue publicado inclusive por los diarios de
la época- y quien quiera cuestionar la huída de Hitler debería empezar por
conocer esta parte de la historia oficial tapada luego con desinformación
también oficial.
Era claro
en aquel momento -con las fuerzas militares de Stalin sobre Alemania y gran
parte de Europa- que se estaba en los albores de una nueva situación mundial,
que implicaba una creciente tensión entre los países aliados y el gobierno de
Moscú. En definitiva, se enfrentaba el capitalismo contra el comunismo ateo.
Los nazis rechazaban la ideología de Carlos Marx y, a diferencia de la
ideología de izquierda, permitían la existencia del capital y la iniciativa
privada. La economía alemana tenía un fuerte control estatal pero consentía a
las empresas particulares y a la propiedad privada. Por lo tanto la posición
del Tercer Reich era más cercana a Washington que a Moscú.
El
“salvataje” de Hitler significaba un triunfo ante el amenazante “peligro rojo”,
dispuesto a avanzar sobre otros países del globo. Era una garantía, una
precaución. Una forma de asegurarse la supervivencia de un líder que, a no
dudarlo, quizás podía ser útil en el día de mañana. Ese momento futuro se
vislumbraba como una tercera guerra mundial -había que hacer retroceder a los
rusos de Europa hacia el Este por todos los medios posibles- que podría
comenzar a los pocos meses de haber culminado la Segunda. Esto ya estaba en los
planes de las potencias aliadas.
¿Quién
podría comandar ese combate en Europa contra los soviéticos? ¿Quién con un solo
discurso pondría en pie al ejército alemán? ¿Quién haría levantar a las masas
en contra de Moscú?
Evidentemente
el dirigente más capaz para esa “cruzada” era Hitler. Y el ejército
ideológicamente mejor preparado, para ese combate contra el comunismo, era el
nazi. Cuando Berlín se rinde, el 8 de mayo de 1945, los estrategas estaban
viendo el día después, el reparto del mundo, el próximo conflicto en puerta y
todo lo que ello significaba.
Esta
explicación, acerca de la “obligación” de salvar a Hitler, quizás no hubiera
sido comprendida hace algunos años atrás, cuando todavía en el mundo occidental
se pensaba que había un bando bueno y otro malo. El primero liderado por
Estados Unidos, y conformado por países así como sectores empresarios y
políticos afines, con intereses comunes, y con “buenas intenciones”. Enfrente
el nazismo. De haber sido realmente así Hitler no hubiera tenido escapatoria…
Hoy en
cambio, se desnuda la verdad de que los buenos no son tan buenos. Se comprende
que la causa de los grandes males del mundo son los fuertes intereses
económicos que hacen y deshacen países, generan guerras, y matan a millones de
personas inocentes.
Quizás
entonces ahora, con esta visión del planeta distinta, asequible a todos por los
modernos circuitos de comunicación, la historia del escape de Hitler se vuelve
creíble y comprensible. O al menos tema de debate y no una mera verdad impuesta
por los intereses de turno. Quizás quienes critican esta nueva visión de la
historia puedan hacerlo desde una perspectiva que enriquezca la temática,
porque una cosa es segura, sólo de la confrontación de ideas surge la verdad, y
cada día más todo parece indicar que ésta fue muy distinta a la que nos
contaron.
Fuente:
Hitler en Argentina - Abel Basti
--------------------------------------------------------------------------------
Reconstruye
supuesta huida de Hitler a la Argentina. Por Nueva Sion.
El libro
"Hitler en la Argentina", del periodista Abel Basti, sostiene la
tesis de que el líder nazi no se habría suicidado en Alemania, y revela que hay
fuertes indicios de su huida al sur del territorio argentino, donde finalmente
habría muerto. Basti ya había insinuado esta teoría en su primer libro
"Bariloche nazi", una suerte de guía de turismo sobre lugares de esta
ciudad y adyacencias adonde, presuntamente, llegaron los fugitivos del partido
nacional socialista alemán después de la Segunda Guerra Mundial.
Entre
otros sitios de "interés turístico", ese libro -que va por su quinta
edición- consigna la casa en la que vivió Erich Priebke, condenado a cadena
perpetua en Italia por la masacre de las Fosas Ardeatinas. "Ahora este
nuevo libro hace foco en el paso de Hitler por la Argentina, en un relato que
incluye al final de cada capítulo facsímiles de documentos y fotos para apoyar
la historia, entre los que se encuentran media docena de documentos del
FBI", dijo el autor en una entrevista con Télam.
Para el
periodista, que fue redactor del diario "La Mañana del Sur" y de la agencia
DyN, "es sorprendente y muy fuerte ir encontrando las huellas de Hitler en
Argentina, al igual que los testimonios de quienes estuvieron con él".
Según
Basti, "la farsa armada en torno al presunto suicido se está cayendo a
pedazos, ya que hay numerosos investigadores que coinciden en la falta de
pruebas de su muerte en Alemania". "No hay cadáver, tampoco autopsia,
ni pericia criminalística.
Los rusos
afirman que tienen un pedacito de cráneo con un agujero de bala, pero se
resisten a un estudio de ADN, que perfectamente se podría comparar con el ADN
de Paula Hitler, hermana de Adolf, quien está enterrada en Alemania",
explicó.
El libro
entrelaza dos tramas: la huida de Alemania junto a numerosos jerarcas nazis, en
un convoy de una docena de submarinos, y su vida en Argentina; primero en la
Patagonia y luego en Córdoba, con algunas visitas a Buenos Aires.
Basti
aseguró que la fuga de Hitler (con Eva Braun y los comandantes nazis) fue un
plan diagramado en los últimos dos años de la guerra, con el objetivo también
de evacuar dinero y equipos, lo que fue conocido en detalle y aprobado por
Estados Unidos.
"Era
imposible cruzar el Atlántico con tantos submarinos sin que los aliados lo
detectaran. Todos lo sabían y querían evitar que la fortuna que habían hecho
los nazis y sus cerebros cayeran bajo dominio ruso. Los nazis fueron aliados de
los aliados, tenían un enemigo común: los comunistas", apuntó.
Estados
Unidos y Argentina, comentó el investigador, "fueron dos de los
principales destinos de los nazis en fuga", y específicamente aquí se
quedaron a vivir prófugos de gran jerarquía como Joseph Mengele y Adolph
Eichmann. "También vinieron otros personajes con conocimientos científicos
y tecnológicos como Kurt Tank, que era un genio de la Luftwaffe (aviación
alemana), quien promovió el desarrollo de Fabricaciones Militares en Córdoba. Y
también Ronald Richter, quien comenzó con el tema atómico en la isla Huemul,
aquí en Bariloche", mencionó Basti.
En cuanto
a Hitler, el periodista reconstruye el itinerario que habría seguido en la
Argentina. "A los 56 años desembarcó en Caleta de los Loros, sector de la
ribera rionegrina entre Viedma y San Antonio Oeste. Allí, narra, se habría
alojado en un pequeño hotel (que aún hoy existe) y luego de recorrer la zona se
trasladó a la estancia San Ramón, a 30 kilómetros al este de Bariloche y de
propiedad de la familia alemana Lahusen. Luego se habría trasladado a Bahía
Inalco, próximo a Villa La Angostura, que en los años 40 perteneció al
empresario peronista Jorge Antonio.
"Ese
sitio era inaccesible por tierra y hubo en ese tiempo una inversión millonaria
para hacer hangares para hidroaviones, que acuatizaban en el lago Nahuel
Huapi", relató Basti.
Después,
continuó, Hitler se trasladó a La Falda, Córdoba, donde estuvo alojado pocos
días en el hotel "El Edén", del matrimonio Eichhorn, "quienes en
plena guerra estuvieron entre los principales financistas del régimen
nazi".
"Es
una parte de la historia poco conocida, que en el libro se desarrolla mucho.
Hay fotos de ellos con Hitler y largas cartas en las que se les informa el
destino de los fondos remitidos a Alemania", aseveró el investigador.
Basti
también se refirió a la entrevista que le realizó a la hija adoptiva del
matrimonio Eichhorn, Catalina Gamero, quien describió cómo fueron los días
"en que Hitler se alojó en el hotel (hoy abandonado) para luego esconderse
en un chalet del cerro Pan de Azúcar, al que le llevaban víveres".
Entre
otros documentos, Basti destacó uno del FBI de septiembre de 1945 en el que
"se describen los preparativos en la Falda para recibir a Hitler. Fue
hecho en base a información aportada por el jardinero de El Edén, que trabajaba
para la inteligencia norteamericana. Y está fechado varios meses después del
presunto suicidio, el 30 abril de 1945".
Con
respecto a la muerte del líder nazi, Basti se limita a consignar que murió en
el país y adelanta que este tema será central en su próximo libro, en el que
narrará en detalle cómo se realizó el escape de Europa y como fue la vida de
los prófugos en Argentina.
--------------------------------------------------------------------------------
¿Hitler
en Argentina? Por Pablo Weschler.
La
pregunta sobre la presencia de Adolph Hitler en Argentina a partir de Julio de
1945, se hace más común en los últimos tiempos, una gran ola de teorías fueron
reveladas en Europa, Estados Unidos y en Argentina como consecuencia de
informes americanos de esa época en los cuales agentes de ese país en el sur
Argentino juntan testimonios de pobladores que relatan con detalles, diferentes
avistajes de submarinos a lo largo de las costas Argentinas, desde Chascomús
como punto mas norte, hasta las frías playas de Río Negro en el sur, todo esto,
a partir de junio de 1945, o sea 2 meses después de finalizar la Segunda guerra
mundial.
Es sabido
que llegaron dos submarinos Alemanes al puerto de Mar del Plata, y aquí se
rindieron a las autoridades Argentinas, esto fue realizado en forma programada.
No de casualidad Argentina fue elegida por los alemanes como punto de rendimiento.
Argentina
ofrecía a los alemanes una infraestructura perfecta, un lugar lejano a la
guerra perdida en Europa, a la tripulación los esperaba una colectividad
Alemana importante y basada económicamente y un gobierno peronista pro nazi -
fachista.
Llegué a
Argentina realizar unas notas para la TV Israelí y un conocido periódico en
hebreo sobre el tema del nazismo en mi país natal. A lo largo de los últimos 18
meses junté cientos de documentos y materiales relacionados a la organización
alemana en Argentina con 3 bases principales, la Capital, provincia de Córdoba
y el sur Argentino (Bariloche y Río Negro)
Si
intento armar un proceso cronológico es fácil destacar la ayuda del gobierno
Argentino de esos días, ya que Juan Perón y Evita (la cual era una agente de
los Alemanes en la Argentina y recibía instrucciones y sumas de dinero por
intermedio de la embajada Alemana de Buenos Aires) entregaban nuevas
identidades y falsos documentos a los nazis que escapaban de Europa a cambio de
oro.
En mi
corta estadía pude recibir aprobación a la llegada de submarinos nazis a
Argentina en forma clandestina, quienes no traían solo a simples tripulantes de
la fuerza naval alemana, sino que entre los 11 ó 12 submarinos llegaron en
ellos jerarcas nazis con sus familias, los cuales dejaron Europa y luego de una
travesía de casi 9 semanas llegaron a las costas del sur Argentino.
Vi
personalmente documentos de la fuerza naval argentina la cual suspende los
patrullajes de los barcos locales en las fechas que más y más testigos vieron
decenas de veces submarinos cerca de las costas, otros testigos relatan con
lujo de detalles la llegada de alemanes cuando militares argentinos los esperan
en las playas del sur.
Hasta
este punto entonces se puede entender que es fácil (y recomendable!) llegar
como refugiado a Argentina, también es posible
hacerlo por submarino, aunque es sabido que miles de nazis llegaron en barco desde puertos Europeos. Lo que queda en el tintero es entonces saber que pasó con Hitler, según la versión oficial Hitler se suicidó el primero de Abril en el bunker de Berlín, y sobre este punto hay más signos de preguntas que respuestas claras y afirmativas.
hacerlo por submarino, aunque es sabido que miles de nazis llegaron en barco desde puertos Europeos. Lo que queda en el tintero es entonces saber que pasó con Hitler, según la versión oficial Hitler se suicidó el primero de Abril en el bunker de Berlín, y sobre este punto hay más signos de preguntas que respuestas claras y afirmativas.
Empecemos
por la más fácil, ¿dónde esta el cadáver? Nadie lo vio. Según la versión
soviética (que con el tiempo fue la oficial) el cráneo de Hitler esta guardado
en una caja fuerte en el Kremlin, pasaron ya 60 años y nadie vio tal cráneo y
nadie realizó un estudio de ADN para recibir la respuesta absoluta.
¿Por qué
los Rusos no hacen esa prueba y terminan con este rumor?
En los
últimos días de la guerra tanto los Rusos como los Americanos estaban más
interesados en capturar a los científicos alemanes, expertos en cohetes
balísticos, que atrapar a Adolph Hitler. Un rumor cuenta sobre una frase de
Stalin a los Americanos, pocas semanas después de caer el tercer Reich-Hitler:
se nos escapo entre las manos, estoy seguro que esta vivo en Argentina, así
dijo el dictador ruso.
El sur
Argentino es el lugar optimo para alejarse de la derrota y vivir el resto de
los días en forma tranquila y segura, rodeado de camaradas y protegido por un
gobierno ultra derechista-fachista.
Lo cierto
es que luego de la caída de Perón en 1955 muchos nazis se sintieron inseguros
en Argentina y muchos de ellos ingresaron a Chile y Paraguay.
No existe
un lugar en el mundo que se parezca más a la zona de los Alpes Suizos que los
lagos de la zona de Bariloche, el mismo clima, los paisajes y hasta la
población que en esos días era de origen suizo-alemán en su mayoría.
Es muy
posible que Hitler haya llegado en submarino a costas argentinas y se trasladó
por tierra hasta los pies de la cordillera, según variadas informaciones que
pude obtener en mi viaje, vivió en dos estancias de alemanes en la zona de
Bariloche aunque existen testimonios que saben contar que Hitler estuvo también
en Córdoba en los años 50 y en la provincia de Mendoza en los años 60.
Por
intermedio de dos investigadores argentinos pude llegar a conocer a una testigo
que sostiene en forma contundente que ella lo vio a Hitler en Córdoba en
1947,durante mi estadía en Argentina vi dos videos de otros dos testigos los
cuales sostienen que vieron a Hitler en los años 1951 y 1953 respectivamente en
el sur Argentino, estos dos testigos son dos personas mayores, gente modesta y
simple. Yo me pregunto ¿qué interés tiene esta gente en mentir?
Los tres
testigos hablaron sobre sus encuentros casuales con Hitler, todos lo describen
en forma similar y están convencidos que Hitler fue la persona que ellos
vieron, dinero no recibieron por testimoniar, solo quieren contar lo sucedido.
En estos
días se estudian otros dos testimonios de personas que según ellas vieron a
Hitler en Argentina durante los años 50, dos historiadores argentinos
investigan actualmente ambos casos.
Los
informes de la FBI, de 1945-7 sobre el caso Hitler en Argentina estuvieron en
la red de Internet, o sea al publico, pocas semanas durante el 1999, así como
se abrieron se cerraron y por lo que se puede leer, los americanos temían que
Hitler había llegado a territorio Argentino.
Según los
escritos, no se realizó nunca una investigación seria y profunda sobre el
suicidio del 45, los datos y versiones fueron aportados por los mismos rusos, o
sea recibiendo la tesis de los comunistas como base, la investigación americana
no seria muy seria, teniendo en cuenta que los rusos no querían contar la
verdad: Hitler se nos escapó, pero para no quedar mal frente al mundo diremos
que llegamos al bunker y vimos el cadáver de Hitler y de Eva Braun ya quemados
por los soldados alemanes.
Muchos obstáculos
existen en esta complicada investigación histórica, se pude decir que es una
carrera contra el tiempo, cada día los testigos mueren sin decirnos lo que
saben, y muchos de lo que viven no quieren y temen de decir lo que paso.
Como
ejemplo puedo contar que tenia programado entrevistar en Córdoba a un muy
conocido investigador, pocos minutos antes de encontrarnos esta persona me
pidió disculpas por teléfono, pero me explicó que no quiere hablar del tema de
Hitler en Córdoba, ya que lo conocen en la provincia y teme por su futuro, me
quedé con el teléfono celular en la mano y sin la entrevista fijada...
Hablé
personalmente con un ex buceador de la fuerza naval Argentina, el cual me
aseguró que desde décadas los gobiernos saben con claridad sobre las ubicaciones
de los submarinos hundidos frente a las playas de Río Negro, pero eso no
significa que la fuerza naval quiera ayudar a los arqueólogos marítimos en
saber y descubrir por fin los restos de los submarinos alemanes... al
contrario, seria mucho compromiso y lo sabido es mejor que sea ocultado. Esta
es la línea practicada por todos los gobiernos argentinos por décadas, las
evidencias están bajo las aguas, a pocos metros de la costa.
Estos
gobiernos nunca colaboraron para investigar o dar a conocer la verdad sobre el
tema del nazismo en este país, una línea bastante similar desarrollan los
americanos a lo largo de las últimas seis décadas. Muy poco es dado a luz,
quizás por temor a decir la verdad, en la cual los mismos americanos
trasladaron en una operación secreta a los científicos alemanes de Berlín a
U.S.A. junto a sus familias para que ellos sigan desarrollando los prototipos
de los cohetes bélicos-militares y a la vez fijen la base de lo que es la
actual NASA.
Creo que
después de este viaje a Argentina la descripción de un investigador de Córdoba
sirve para reflejar lo que sienten los investigadores argentinos- esta
investigación es como un iceberg, solo vemos el 10% del descubierto, sobre la
superficie, y esto es lo logrado después de casi 5 años de investigación, la
mayoría de los hechos históricos están aun bajo tierra, el otro 90%.
NOTA DEL
COPISTA : ALLA POR
PRINCIPIOS DE 1987,UNA PERSONA MUY ALLEGADA A MI,ME COMENTO E INVESTIGO
PERSONALMENTE EL RUMOR DE QUE HITLER HABIA VIVIDO CON UNA HIJA CERCA DE LA
PLATA EN BUENOS AIRES,ARGENTINA Y QUE ESTARIA ENTERRADO EN EL CEMENTERIO DE
PALMIRA EN LA PLATA,ALGO HAY EN ESTA HISTORIA Y CONSERVO EL CUADERNO DONDE ESTA
AMIGA TOMO LAS NOTAS Y PUDO VISITAR EL LUGAR,QUE CON ESTAS NUEVAS
INVESTIGACIONES YA NO SUENA DESCABELLADO COMO ENTONCES...
No hay comentarios:
Publicar un comentario