sábado, 28 de enero de 2012

Un pensamiento Brujah


Nadie me domina.
       Ningún hombre.
       Ningún dios.
       Ningún Antiguo.
       Ningún Príncipe.
       ¿Qué es una proclamación de Edad para los que son inmortales?
       ¿Qué es una proclamación de Poder para los que desafían a la Muerte?
       Convoca tu detestable cacería.
       Ya veremos a quién arrastro gritando al Infierno conmigo.
      
Fue hace mucho tiempo. Las cenizas de Cartago hace tiempo que se apagaron. Con esa ciudad ardieron tantas cosas... demasiadas. Dolor, ira... la humillación no ha sido olvidada. Pero no podemos seguir atrapados en el pasado. La hora del castigo llegará, pero no podemos culpar a los vástagos de aquellos que nos traicionaron, de los que nos atacaron, de los que destruyeron nuestro sueño, nuestra ciudad. No, no podemos. Ese no es el camino. Si lo hiciéramos, no seríamos mejor que ellos. Un cobarde ataque cuando ya tenían ganada la guerra. No, no ha sido olvidado.
       Casi más doloroso que las imagenes de una Cartago en llamas, es la evolución que ha llevado el clan a través de la historia. Se ha deformado, pervertido, prostituido todo cuanto fuimos, todo cuanto hicimos. Nuestra noble lucha por la verdad se ha convertido en una violenta lucha por... ¿qué? Ninguno de los jóvenes de mi clan lo sabe. Sólo sabe que algo va mal, las normas opresivas, el yugo del fuerte sobre su espíritu libre es asfixiante, sólo sabe que tiene que luchar contra eso, pero... desafortunadamente no sabe cómo hacerlo. La violencia ha envenado lo que una vez tuvimos, lo que una vez perseguiamos.
       ¿Qué es la libertad? Haz esta pregunta a un jóven de mi clan. Te dirá que no sabe lo que es, pero que lo que seguro no es, es vivir bajo las normas de otros vampiros que se autoeligen gobernantes. A esta pregunta hace mucho tiempo que le dimos una respuesta. Pero los jóvenes de hoy lo han olvidado. Quizás nadie se lo enseñó. Porque para poderlo enseñar se ha de haber sido libre alguna vez... Y hace mucho tiempo que mis jóvenes no lo son. No sólo son ahora piezas involuntarias en un juego que no pueden ver o comprender, sino que son víctimas de sí mismos.
       En las noches modernas, mis jóvenes disputan batallas para otros. Matan y mueren por otros. Otros que quizá son descendientes de los que abrieron las puertas de Cartago o de los que dirigieron el ataque bien resguardados detrás de las legiones. Está claro que necesitamos un líder, pero tardará en llegar. Quizás ya camine entre nosotros, lamentándose de la situación actual. Quizás incluso, parte del espíritu de nuestros Ancianos residan en él y poco a poco esté despertando. Sea como fuere, llegará un día en que ese líder aparecerá y cuando llegue ese día lucharé junto a él. Lucharé por mis hermanos, por Cartago, por la Libertad. Y no descansaremos hasta que las cenizas del último responsable se esparzan en el viento... igual que las cenizas de Cartago...
       Pero no está todo perdido. Varios de nosotros hemos conseguido muchas cosas, cada uno a su manera. Los anarcas se abren paso hacia la libertad con violencia, otros hacen lo que buenamente pueden según las malditas normas de la Camarilla. Otros se unen al Sabbat, atraidos por la falsa esperanza de libertad. Es bueno ver como el clan, aunque separado, se va abriendo camino paso a paso entre los obstáculos.
       El espíritu libre de un Brujah no se puede atrapar. Ya se darán cuenta de ello. Que sigan pensando que no somos más que bestias violentas sedientas de venganza. Que sigan pensando que no sabemos nada, que lo hacemos por instinto. Mejor para nosotros.

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