jueves, 26 de enero de 2012

Los Illuminatis: El poder secreto detras de la historia

Existe la raigambre de cierto “poder oculto” con la sistemática intoxicación de ámbitos ovnilógicos y la manipulación de la información, también veremos, si tienen la paciencia de leerlo, que su existencia maquillando la “Historia oficial” incluye el ocultarnos conocimientos que quizás habrían ya proyectado al ser humano a vivir y evolucionar de acuerdo a otros paradigmas. Y en segundo lugar, porque es mi personal opinión que tan importante como hablar de las disciplinas que nos interesan, es sacudir las telarañas mentales y patear las estanterías de los pensamientos anquilosados. Así que, a confesión de parte…
Introducción: ¿Cómo nace un paradigma?
Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo molían a palos.
Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas.
Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos.
La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le pegaron. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera. Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fue sustituido.
Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aun cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas.
Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería:
“No sé, las cosas siempre se han hecho así, aquí…” ¿Les suena conocido?
No perdamos la oportunidad de pensar por qué nos golpean, o por qué pensamos las cosas de una manera cuando podríamos hacerla de otra.
“Es más fácil desintegrar un átomo que un preconcepto” (Albert Einstein).
Debo en buena medida a las reflexiones y búsquedas de información -no creo que ameriten la distinción de “investigaciones”- que me motivara la sucesión de números analizando la probable aparición de OVNIs en torno al atentado a las Torres Gemelas y las especulaciones sobre su naturaleza, así como el cotemporal en el Pentágono y las otras consideraciones que ustedes ya habrán leído en los números 82 a 87 de “Al Filo de la Realidad”, haberme adentrado aún más en el apasionante y no poco aterrador terreno del “gobierno en las sombras”. Un poco cómodamente he decidido aceptar la denominación generalizante de “Los Iluminados” (o, para respetar la Historia conspirativa, los “Illuminati”) un poco por ser ese el mote con que en el fantástico mundo de las finanzas internacionales se conoce a esa élite de privilegiados que hacen fabulosos negocios a través del orbe en los momentos de mayor crisis, anticipándose a ellas, otro poco por el indudable efecto que la sociedad esotérica conocida como tal en el siglo XVIII ha tenido sobre buena parte de la geopolítica de entonces y después. A fuerza de parecer reiterativo, permítanme recordarles las anotaciones que el malogrado Andreas Faber-Kaiser hiciera oportunamente -y que reprodujéramos en el número 86 de esta revista- en el sentido que en la política entonces europea y luego mundial, miembros inefables de esa orden como Mazzini tuvieron sobre la diagramación del mapa de las potencias. O el increíble -pero verazmente histórico- hecho que el propio Karl Marx creara “El Capital” por encargo de un barón de la economía, nada menos que un Rotschild.
 Karl Marx
Cuando uno va atando cabos y descubre las estrechas, casi sanguíneas relaciones que las principales familias detentadoras del poder político y económico en los últimos doscientos años han mantenido entre sí, cuando uno advierte que en cualquiera de las grandes potencias existe una verdadera “rotación de puestos de autoridad” entre unos pocos apellidos -nuevamente recomiendo al respecto volver a leer esos números- cuando un mediocre servidor se sorprende cuando enemigos aparentemente irreconciliables para la opinión pública -como Bush y Ben Laden, qué mejores exponentes de ese paradigma- en realidad han estado -si no siguen estándolo- asociados en negociados comunes, cuando el Secretario del Tesoro de Estados Unidos acaba de admitir que una guerra con Irak sería “beneficiosa para la economía mundial”, pagando con la sangre de decenas de miles lo que sin duda sólo se reflejará como la bonanza material de unos pocos centenares, cuando alguien -yo, por ejemplo- se pregunta quién podría explicar con una lógica asequible a los entendimientos poco iluminados como el mío por qué los “gendarmes del mundo” -ya saben a quiénes me refiero- deciden, en la Guerra del Golfo, detenerse casi a las puertas de Bagdad, permitiendo la permanencia de su odiado símbolo del Mal -Hussein- en el poder (como si su perpetuación sirviera en el futuro a oscuros fines; siempre es necesario conservar un enemigo en el “freezer” para, por caso, tiempos futuros de escaso apoyo interior) aduciendo un dudoso “respeto a la autodeterminación de los pueblos” mientras en otros casos, muchos otros casos, no se trepida en alterar por la fuerza el orden interno de otras naciones (desde el fogoneo de operaciones antigubernamentales en el Chile de Allende hasta la invasión de Granada), cuando uno contempla panorámicamente todo eso, sobrenada sólo con dos certeras impresiones: que la verdadera Historia, las razones y los fines, nada tienen ni remotamente que ver con los que la prensa -si mercenaria y corrupta, si ingenuamente autodefinida como “progresista” pero sirviendo como estúpidos chivos emisarios, cada uno sabrá- nos relata, y que a través de los años, eventos sociológicos, políticos y militares a través de todo el orbe aparentemente inconexos entre sí terminan teniendo un hilo conductor que finalmente parece vincular siempre a los mismos protagonistas.
Ya hemos hablado en otra oportunidad de “Calaveras y Huesos”, la pálida sociedad esotérica a que pertenecen los Bush. Es mucha la tentación -especialmente pensando en lectores recién arribados- de repetirme: evitaré esa celada, invitaré a los mismos a consultar los números
atrasados de “Al Filo de la Realidad” y avanzaré sobre mis elucubraciones. Que, sencillamente, apuntan en una sola, previsible dirección: a través de las épocas, una oculta fraternidad, poseedora de la mayoría del poder económico y político, vinculada a prácticas esotéricas, ha digitado la Historia de hombres y mujeres de este planeta, y sigue haciéndolo. Vamos a tratar de conocerlos un poco más.
Su “historia oficial”
Nos cuenta el historiador de religiones Serge Hutin que la “Orden de Los Iluminados” (primeramente llamados “Perfectabilistas”) fue fundada en Ingolstadt (Baviera, por lo que también se les conoce como “Los Iluminados de Baviera”), el 1 de mayo de 1776 por Adam Weishaupt, joven de veintiocho años de edad que enseñaba derecho canónico en la Universidad de dicha ciudad. Weishaupt tenía ideas de reforma social sumamente “avanzadas” y fundó dicha Orden con el fin de hacerlas triunfar.
Adam Weishaupt consiguió que entraran en la Sociedad numerosos francmasones que habían roto con la regla que prohibía las discusiones religiosas o políticas en las Logias; en su apogeo, la Orden contaba, en 1783, con seiscientos miembros sólo en Baviera y cierto número de afiliados en toda Europa. Pero, “oficialmente”, el éxito habría de ser de corta duración, según dicen sus apologistas.
¿Cuáles eran la organización y los fines de esta sociedad secreta paramasónica?.
Grados: Los grados formaban una jerarquía de tres series sucesivas, debida a Weishaupt y a sus amigos:
1) Almáciga
a. “Preparatorio” b. “Novicio” c. “Minerval” d. “Illuminatus minor”
2) Masonería “Simbólica”:
a. “Aprendiz” b. “Compañero” c. “Maestro” “Escocesa” d. “Illuminatus major” e. “Illuminatus dirigens”
3) Misterios “Menores”
a. “Sacerdote” b. “Regente” “Mayores” c. “Mago” d. “Rey”
Los fines reales de la Orden eran develados poco a poco, a medida que el adepto ascendía en la jerarquía:
1) El Illuminatus minor prestaba un juramento de obediencia absoluta a sus superiores. Se le enseñaba que el fin de la Sociedad era hacer de toda la humanidad un solo cuerpo, gobernado por los superiores.
2) El Illuminatus dirigens prometía luchar contra la superstición, la maledicencia y el despotismo, y hacerse el campeón de la virtud, de la sabifuría y de la libertad.
3) En el grado de Sacerdote, se ponía al candidato aún más al corriente de las doctirnas de la Orden. En ella se decía que el mejor medio para verse libre de dirigentes inoportunos era proceder mediante la operación de una sociedad secreta que apuntara a apoderarse de todos los poderes del Estado. Príncipes y sacerdotes debían ser exterminados. El patriotismo habría de ceder lugar al cosmopolitismo.
4) En el grado de Mago, se predicaba el panteísmo materialista: “Dios y el mundo no son más que uno -escribía Weishaupt-. Todas las religiones son igualmente sin fundamento, puros artificios inventados por ambiciosos”.
5) En fin, el grado más elevado (Rey) enseñaba al adepto que todos los individuos tenían iguales derechos, que el hombre debía ser su propio soberano “como en el estado patriarcal, y que las acciones habían de ser llevadas a este estado por todas las vías que a ello pueden conducir, es decir, por medios pacíficos, si es posible; si no, por la fuerza, pues toda subordinación debía desaparecer de la superficie de la Tierra”.
Los Iluminados se designaban con seudónimos antiguos: “Espartaco”, “Filón”, “Catón”. Además, en su correspondencia designaban a Baviera como “Grecia”, a Munich como “Atenas”, etc.
Fin último perseguido por los Iluminados
El fin último de los Iluminados era nada menos, al fin y al cabo, que la Anarquía, en el sentido filosófico del término: “He propuesto -decía Weishaupt- una explicación de la Francmasonería, ventajosa desde todos los puntos de vista, por
cuanto se dirige a los Cristianos de todas las confesiones, los libra gradualmente de todos los prejuicios religiosos, cultiva y ranima las virtudes de sociedad por una perspectiva de felicidad universal, completa y rápidamente realizable, en un Estado donde florecerán la libertad y la igualdad, un Estado libre de los obstáculos que la jerarquía, la clase, la riqueza, arrojan continuamente a nuestro paso… No tardará en llegar el momento en que los hombres serán dichosos y libres”.
Anotemos, al pasar, que ciertos historiadores han atribuido a la Francmasonería propiamente dicha los propósitos de los Iluminados que, al contrario, trataban de confiscar la institución en provecho propio; así, B. Fabre escribe en “Un iniciado de las sociedades secretas superiores” (París, 1913), para caracterizar la finalidad de los Masones: “Nada de autoridad, así pues, nada de gobierno; nada de leyes, de modo que nada de legislador; nada de familia; nada de sociedad; no más nacionalidades; no más fronteras, no más patrias”.
Disolución de la Orden
Los progresos de la Orden fueron muy grandes después de la adhesión, en 1782, de un francmasón ilustre, el barón Von Knigge, que fue jefe del círculo de Westfalia, pero Knigge se cansó pronto -dicen- de los modales autoritarios de Weishaupt y en compensación éste lo acusó de “fanatismo” y de “mojigatería”, diciendo que había dejado una parte demasiado grande al elemento religioso en el ritual (principalmente por el “Festín de amor”, celebrado con motivo del grado de Illuminatus dirigens, en el curso del cual “J. de N.” (es decir, Jesús de Nazaret) era invocado como fundador de la Orden); por último, el barón se retiró de la sociedad que en ese momento estaba seriamente amenazada; ya en 1787 el Elector de Baviera había ordenado una investigación sobre esa Orden cuyos designios revolucionarios comenzaban a conocerse; después de la defección de Knigge cuatro afiliados, alarmados, se asustaron y fueron a revelar todo al Elector, declarando que “la Orden abjuraba del cristianismo, que se entregaba a placeres epicúreos, justificaba el suicidio, repudiaba el patriotismo y la lealtad como prejuicios de espíritus estrechos, condenaba la propiedad privada, permitía que se hiciera el mal cuando de él había de salir un bien, y en fin, colocaba los intereses de la Orden por encima de toda otra consideración”. En 1785 quedó oficialmente -sólo oficialmente- disuelta: Weishaupt fue destituido de su cátedra y expulsado de Baviera, así como otros tres altos dignatarios.
¿Pero fue ese el fin?. Ya veremos que no. Además, es evidente que además de la actividad “exotérica”, pública, de la sociedad, hay una profunda raigambre hermética. Sólo un no iniciado -como Serge Hutin- simplemente aceptaría ciertos “datos históricos” sin ver más allá. O, en otros términos, creer que un tal Adam Weishaupt era realmente el nombre del jefe de la orden.
¿Adam Weishaupt?. Adam que nos hace pensar, quizás no tanto en el Adán simplista del catecismo escolar sino en Adam Kadmon, el hombre universal arquetípico de la Cábala hebrea. Y Weishaupt, que significa, después de todo, “cabeza de sabio”. ¿Es sólo mera casualidad o hay aquí un mensaje?. Como el mítico Christian Rosenkreutz, a fin de cuentas, alguien a quien se le supuso una historia, un nacimiento, una vida, una muerte, pero eso resultó ser sólo literatura para ignaros; cualquier estudiante de Rosacrucismo sabe de la alegoría.
Bueno, sí. Cedo a la tentación. Vuelvo a citar a Faber-Kaiser: “Es marcada la influencia de los preceptos de los Iluminados en la inminente Revolución Francesa; se dice que Mirabeau y el duque de Orleáns (el futuro “Felipe-Igualdad”) habían estado afiliados a la misma.
“Así, en carta dirigida a Mazzini con fecha del 15 de agosto de 1871 -hace más de un siglo- Pike le comunica que la Primera Guerra Mundial se debía generar para permitir a los Iluminados derrocar el poder de los zares en Rusia, y transformar este país en la fortaleza del comunismo ateo. Las divergencias provocadas por los agentes de los Iluminados entre los imperios británico y alemán -y también la lucha entre el pangermanismo y el paneslavismo- se debían aprovechar para fomentar esta guerra. Una vez concluida, se debía edificar el comunismo y utilizarlo para destruir otros gobiernos y debilitar a las religiones.
“La Segunda Guerra Mundial debía fomentarse aprovechando las diferencias entre fascistas y sionistas políticos. La lucha debía iniciarse para destruir el nazismo e incrementar el sionismo político, con tal de permitir el establecimiento del Estado soberano de Israel en Palestina. Durante la Segunda Guerra Mundial se debía edificar una Internacional Comunista lo suficientemente robusta como para equipararse a todo el conjunto cristiano. En este punto se la debía de contener y mantener, para el día en que se la necesitase para el cataclismo social final.
“La Tercera Guerra Mundial se debe de fomentar aprovechando las diferencias promovidas por los agentes de los Iluminados entre el sionismo político y los dirigentes del mundo musulmán. La guerra debe de orientarse de forma tal que el Islam y el sionismo político se destruyan mutuamente, mientras que otras naciones se verán obligadas a entrar en la lucha, hasta el punto de agotarse física, mental, espiritual y económicamente.
“Desandemos este sendero. La Comisión Trilateral es una agrupación de personas privadas de las altas finanzas, del mundo de los negocios y de la política, procedentes de Norteamérica, Europa Occidental y Japón, que brinda a la élite procedente de la masonería de las distintas orientaciones unas posibilidades de encuentro, con vistas a una colaboración secreta que abarca todo el mundo. El objetivo ideológico de la Comisión Trilateral es el mismo que el del Council for Foreign Relations (Consejo para Relaciones Exteriores), fundado en 1921 por el banquero norteamericano Morgan, y conocido también como “el Gobierno invisible”. El sector político entronca con los Iluminados, que son altos grados de la masonería. Hay escasamente unas cien organizaciones que pertenecen al mundo de la masonería.
Se explica por esta trama secreta de planificación del destino de la humanidad, el que Karl Marx escribiera sus obras londinenses por encargo de Nathan Rothschild (cuyo apellido significa “escudo” o “protector de los rojos”).
Los cheques con los que le pagó pueden verse en el Museo Británico. Marx participó en la fundación de la Primera Internacional en 1864.
“La idea del alemán Adam Weishaupt, que fundó la cúpula de los Iluminados el 1 de mayo de 1776, era el camino a través de la anarquía. El que su fundación tuviese lugar el día siguiente de la noche de Walpurgis, y el hecho de que este día fuera consagrado mundialmente festivo -el ‘Día del Trabajo’- aclara todavía más la estrecha relación que existe. El hecho que además el sello de los Iluminados aparezca con la fecha de 1776 en el dólar americano, asombra a aquéllos que no saben que Washington fue tan masón como su rival Jefferson.
“Si hablamos del poder efectivo, debemos mencionar a los Rockefeller y -más importantes aún- a los Rothschild. En sucesión ascendente siguen los Bilderberger, un club formado en mayo de 1954 e integrado por los 500 hombres y organizaciones más ricas e influyentes del mundo, que se propone la instauración del “Nuevo Orden Mundial”.”
La constante esotérica
Mencionaba unas cuantas líneas atrás que pareciera haber una continuidad esotérico-histórica a través de las edades. Tratemos de rehacer ese recorrido lineal.
Ya los he aburrido en párrafos anteriores citando, con referencia a la ubicación espacio-temporal de Los Iluminados, con fechas, nombres propios y otras circunstancias. De las agrupaciones esotéricas que siguen, si se desea saber más, nada más sencillo que ir a un “buscador” cualquiera, tipear el nombre elegido y se tendrá más que abundantre información. Por lo pronto, lo que aquí deseo hacer es establecer la relación causal entre estas asociaciones, para que el lector saque sus propias conclusiones. Todas, hablan de las raíces de ese, ya tan temido, Nuevo Orden Mundial.
Posiblemente el origen de esta especulación deba remontarse a la época de la erección del Templo de Salomón, cuando el rey judío ordena a Hiram y Lamek la construcción del mismo. De Lamek volveremos a hablar después. De Hiram, ya sabemos cómo terminó: tres aprendices celosos dieron cuenta -tal vez físicamente, tal vez, simbólicamente- de su vida y, dicen sus seguidores, allí nació la Masonería. Ciertos historiadores dicen que esto es pura leyenda y que para hallar sus fundamentos más remotos tenemos que esperar hasta el siglo XVIII (casualmente, el siglo que vio nacer la orden de Los Iluminados) pero las influencias esotéricas de hebreos y caldeos tuvieron tierra fértil entre los egipcios, de muchos de cuyos rituales también se ceba esa orden. Templarios y, siglos después, Rosacruces se dicen herederos -si unos primeros que los otros, es ahora una discusión bizantina; si la Masonería es tan remota como se atribuye, los Templarios pueden ser sus sucesores; si no lo es, muchas investigaciones reivindican para aquella la heredad de éstos últimos- especialmente estos últimos, que nos hacen recordar el grado de “Caballero Rosacruz” tan caro en ciertas elevadas esferas masónicas. Mientras todo parece apuntar a que los Templarios tras su persecusión buscaron refugio en su “Secretum Templi” (América, donde ciertos antropólogos e historiadores los rastrean hasta el Amazonas y tal vez el propio Cono Sur sudamericano) los Rosacruces inficionaron la Orden de Cristo (en Portugal), la de los Hospitalarios (en Francia) y el llamado “Colegio Invisible” en Gran Bretaña, docta cofradía de sabios que luego devendría en la Real Sociedad de Ciencias de Gran Bretaña, el cual, por muy “científico” que pareciera, era sin embargo fuertemente esotérico, como que se hace eco y difunde el primer manifiesto rosacruz. Recordemos que a esta sociedad perteneció Francis Bacon, genio enciclopédico y presunto autor de las obras de Shakespeare, cuya mansión es llamada por sus allegados “el Temple” y que sostenía en sus obras que el verdadero poder mundial estaba en manos de quienes él denominaba los tres Superiores Desconocidos, líderes de una sociedad conocida como el Templo de Salomón.
La Orden de Cristo, a partir del descubrimiento “oficial” de América tuvo plena influencia en el devenir político de las nuevas colonias, no sólo portuguesas, como lo prueba la constitución en tierras americanas de la Logia de San Juan, a la que perteneciera Benjamín Franklin (creador del Gran Sello característico de los billetes de dólar) y “factótum” de la libertad de Estados Unidos en 1776, casual o causalmente, el mismo año en que queda constituida en Europa la Orden de Los Iluminados. A Franklin, está claro, lo acompañaron 56 firmantes de la Constitución, de los cuales 53 eran masones.
Mientras tanto, en Europa, la orden de Los Iluminados tenía enorme influencia en Francia y en la Revolución, tanta como en la misma -y en el modelo librepensador heredado después- tendrían Danton y Lafayette quienes, como sabrán, venían de hacer algo parecido en América. Los Iluminados y la Revolución Francesa despertaron honda pasión en Italia y la constitución de los carbonarios (a la que pertenecieron el ya mencionado Mazzini y Garibaldi quien, preanunciando quizás a sus remotos descendientes espirituales, se encargó de dejar unas cuantas cuentas pendientes en Argentina; al frente de buques ingleses y franceses, allá por 1845 violentó nuestra soberanía fluvial, bombardeó, saqueó e incendió varias ciudades argentinas y uruguayas -Gualeguaychú, Paysandú y Salto, entre otras-) y a ellos se sumó también el general sudista norteamericano A. Pike, reconocida autoridad también de la Masonería Escocesa. Masón Pike, masón Lincoln. ¿Masones contra masones?. Pero, ¿acaso no es una táctica obvia que quienes se manejan en los cenáculos del poder aparentan enfrentamientos para sellar alianzas ocultas?. Otra vez, recuerden, Bush-Ben Laden. En Argentina podríamos citar un bananero reflejo de esa estrategia, cuando a principios de los años 70 el “montonero” Galimberti secuestra a los poderosísimos empresarios Born y en los noventa la historia los encuentra a los tres… socios en conocidos emprendimientos comerciales.
Jorge Born, secuestrado por Rodolfo Galimberti. Más tarde serían socios.
Pero no nos desviemos de nuestro hilo conductor: Mazzini funda la Logia P1, de la cual devienen, con el tiempo, la Logia P2 -que en tiempos muy recientes cierto caballero apellidado Gelli usó para monstruosos lavados de dinero bancarios, ocasionando la casi bancarrota del Vaticano y, lo que es más penoso, de muchas economías nacientes tercermundistas- y la Liga de los Hombres Justos, que bajo la advocación del barón Rothschild fomenta y difunde los trabajos de Engels y Marx y que en 1848 provocaría el nacimiento de la Liga Comunista y en 1864 la Primera Internacional. Otra facción de la Liga de los Hombres Justos, con el poeta W. B. Yeats a la cabeza, decide dedicarse a actividades más “espirituales” y funda la “Golden Dawn” o “Amanecer Dorado”, que en los años 20 del siglo XX constituye su filial alemana bajo el nombre de Sociedad Thule. De ella deberíamos escribir extensamente en otra oportunidad; baste recordar que durante muchos años fue Secretario de Actas de esta asociación un oscuro ex cabo del ejército alemán, petiso, histérico y de ridículo bigotito de nombre Adolf y de apellido Hitler.
¿Volvemos un poco atrás?. Estábamos hablando de los amigos de Franklin. Muchos de ellos fueron los artífices de la asunción de quien fuera el segundo presidente de los Estados Unidos, John Quincy Adams, ocultista de cuño como que formaba parte de la llamada Sociedad de los Dragones. Miembros de esta sociedad fueron responsables del diseño urbanístico de la ciudad de Washington, en el cual se reconoce un indudable sello metafísico. Y a la misma sociedad perteneció Abraham Lincoln, confeso ocultista y espiritista, cuyo pensamiento siempre influyó -y no precisamente por sus ideales libertarios de la esclavitud- en otro presidente, grado 33 de la Masonería, llamado Franklin D. Roosevelt. Sí, el mismo que internacionalizó el concepto del “New Deal” en palabras y etapas en un todo identificables en las proopuestas escritas por Los Iluminados de Baviera.
Franklin Delano Roosevelt
No queremos contemplar el Universo mirándonos el ombligo. No queremos creer que el triste, perdido terruño donde uno nació es “Te Pito Te Henua”. Pero, ¿recuerdan a Lamek?. Tras la construcción del templo de Salomón partió con las tribus “perdidas” de Israel.
Ustedes ya saben que muchos suponen que con rumbo a América. El ya citado Jacques de Mahieu y el nunca hallado Sir Fawcett los supusieron en la Amazonia o más al sur también. Hay huellas extrañamente templarias en el centro de Argentina y en la Patagonia, dicen quienes saben de esto más que uno. Y desde hace décadas, la Municipalidad de Gualeguaychú, en nuestra provincia de Entre Ríos (la que tratara de destruir Garibaldi, hagan memoria) viene inútilmente tratando a nivel oficial de conseguir subvenciones para exhumar, en sus parajes, lo que historiadores locales sostienen son “restos de un probable barco fenicio y un puerto de ultramar de más de tres mil años”.
¿Fenicios en América?. De Mahieu y Fawcett ya habían especulado sobre ello, y no conocieron Gualeguaychú ni a las sucesivas autoridades de esta hermosa y pujante ciudad que no entienden por qué el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, el organismo gubernamental que regula, beca y supervisa los trabajos científicos considerados de interés nacional) ha negado sistemáticamente hasta ahora hacer prospecciones, argumentando que se trata de una “insensatez”, pero refutando desde la comodidad de sillones y oficinas pues nunca se dignaron siquiera echar una mirada a las evidencias reunidas provisoriamente por los investigadores locales, claro, pobres hombres de provincia.
No sé si hubo fenicios en América y mucho menos si los hubo en Argentina (N. del Admin: al respecto, ver artículo: “¿Fenicios en Entre Ríos?” en Argentina Misteriosa). Sí sé, como todo aplicado estudiante de mi geografía, que el sur de la provincia que habito fue un gran mar primigenio y su ondulada geografía habla de actividad orogénica muy reciente, muy diferente del resto de la región. A no gran distancia de donde escribo estas líneas, hace unos años se encontró un esqueleto parcialmente fosilizado de una ballena y, remontándonos mucho más atrás en el tiempo, yo mismo he encontrado desde antiquísimos trilobites y amonites hasta aun calcáreos restos de conchas marinas en colinas circundantes. Pero como no lo sé, no puedo afirmarlo ni negarlo. Sólo que cabe la posibilidad…
En fin. De esto escribiré en otra ocasión. Ahora lo que captura mi atención es esa especie de continuidad solapada desde los tiempos de Salomón hasta los actuales, ya que luego de Roosevelt toda otra asociación (incluidos los Bush, el Club Bilderberg, etc.) pueden leerla en los artículos mencionados al comienzo de este trabajo. Permítanme, sin embargo, citar palabras del respetado Eliseo Bayo (“La Caída del coloso soviético” en “Año Cero”, número 16):
“El final wagneriano del Este, tal como se ha producido es el resultado, en lo esencial, de una conspiración largamente planeada para destruir los Estados-Nación, detener el crecimiento de las poblaciones, parar el crecimiento industrial y tecnológico, balcanizar las regiones, volver a un orden feudal y caminar hacia el gobierno mundial. Este vasto programa se puede encontrar reflejado al pie de la letra en los proyectos secretos de las sociedades de Iluminados que impulsaron los movimientos extremistas del pasado y del presente siglo, en la correspondencia de Lord Palmerston y de los banqueros suizos que crearon, entre otras, las figuras de Marx, Mazzini, Bakunin, Garibaldi y Hegel, como antes habían animado las de Voltaire, Robespierre, Danton y Madame de Stäel.
Así lo reveló en su tiempo Heine. Se pueden encontrar sus raíces ideológicas en aquel gran impulsor de conspiradores que fue lord Shelburne y en sus criaturas Bentham, J. Stuart Mill, Hume, Turgot y Quesnay, que iniciaron los movimientos de vuelta atrás con ropaje “progresista”, los Malthus, los Ricardo, los Adam Smith. Casi todos ellos pertenecieron al servicio secreto de inteligencia británico y trabajaban para la Compañía de las Indias Orientales. Ya en nuestros días, este programa de “crecimiento cero” poblacional y tecnológico, contracultural y profeudal, se halla presente en instituciones tan reconocidas como el Club de Roma, la Comisión Trilateral (reunida en Moscú en plena “perestroika”, como si supieran con antelación de qué venía la mano N. de G.F.) el Club Bilderberg y otras no tan aireadas como la Fundación Cini, de la que han salido muchas de las corrientes ocultistas, el Instituto Aspen, el Proyecto 1980 y decenas de organizaciones cuya finalidad es extender los movimientos neomalthusianos y anticientíficos bajo una apariencia de “progresismo” y de “modernidad post-industrial”.
“La operación ha triunfado y aparentemente es un éxito, pues parecía que el imperio soviético no podría caer por “acciones desde dentro” y que fiar su desmoronamiento a una intervención exterior equivaldría a asumir un riesgo de destrución nuclear compartido. Las acciones “desde dentro” han sido protagonizadas por las fuerzas políticas agrupadas en torno a la figura de Gorbachov y de su enigmática esposa Raisa, quienes, a cambio del aparente “harakiri” del sistema, han puesto en marcha los mecanismos necesarios para hacer saltar por los aires la Alianza Atlántica, los Estados-Nación europeos y la “casa común” dentro del esquema de complicidades y de voladura controlada del Partido Comunista que se inició hace treinta años con el debate chino-soviético y con la lenta sustitución de los partidos comunistas europeos por la socialdemocracia en la hegemonía de la izquierda mundial. La Europa profeudal, ocultista, financiera, volvió a encontrar el camino de Moscú para meter definitivamente a Lenin en la tumba. El revolucionario se había reído de ellos. Hizo peligrar los intereses coloniales de Gran Bretaña y los intereses financieros de las grandes familias oligárquicas radicadas en Venecia, Génova y Lombardía. Para estos círculos había resultado prioritaria a comienzos de siglo la mutua destrución de Rusia y de Alemania. Antes habían orquestado la guerra ruso-japonesa e inducido a Rusia a librar guerras contra Austria y Turquía para que se destruyeran mutuamente.
El servicio de inteligencia del Kaiser recurrió a los servicios de Parvus para tatar de parar la guerra. Se esperaba que Lenin sirviera de elemento desestabilizador del estado zarista, que ayudaría a extender a Alemania el fermento radical, que se adheriría a la estrategia anglo-veneciana de desmembrar a Rusia, a Turquía y al Imperio Austro-húngaro, para hacer de ellos un amasijo balcanizado de pequeños estados regionales en permanente conflicto (lo que parece que va a ser el mapa de la región entre fines del siglo XX y principios del XXI). Alexander Helphand -”Parvus”, patrón de Trotsky en 1905 y de otros muchos líderes bolcheviques en 1917- trabajaba en realidad para el más importante y hermético político veneciano de la época, el conde Volpe di Misurata, el artífice de ese enclave ficticio llamado Libia y coordinador de las guerras balcánicas que condujeron a la Primera Guerra Mundial. Lenin se montó en el tren de Parvus, entró clandestinamente en Rusia, pero no respondió a lo que se esperaba de él.
Curiosamente, el siglo XX va a acabar casi como empezó, si se mira atentamente el mapa. Muy pocas de las grandes familias oligárquicas que dirigían el mundo entonces deja de hacerlo hoy. Disponen de más poder y más sofisticado. Lo que está en juego son decenas y decenas de países cuyo destino creen construir en libertad, sin advertir quizás que se hallan en las mismas manos que consideran inacabada la obra iniciada por sus perversos antepasados hace doscientos (¿O miles? N. de G.F.) años”.
También oportunamente me he referido a la relación -principalmente sanguínea- que existía entre uno de los integrantes descollantes del discutido proyecto Majestic-12 (el doctor Vannevar Bush) y la imperial familia homónima hoy encumbrada en el poder. Vinculando el curioso ascendente que sobre lo ovnilógico entonces esta prosapia familiar parece tener, no es inesperado un pronunciamiento como el que sigue, el cual nos informa nuestro Colega Daniel Muñoz en su informe semanal “NotiOvni”: (notiovni@yahoo.com) , el 25 de setiembre de 2002:
EL PRESIDENTE BUSH REACTIVA LA PROHIBICIÓN DE INGRESO AL ÁREA 51…
El miércoles 18 de septiembre de 2002, el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, insistió en que el “Área 51″ no deberá ser abierta a las investigaciones sobre uso y manejo de materiales tóxicos y nucleares, “y que sus específicas actividades y operaciones pasadas y presentes permanecerán clasificadas y no podrán ser discutidas bajo ninguna circunstancia”… El reporte, proporcionado por el periodista Alex Jonson, de la MSNBC, señala que la ordenanza emitida por Bush es incontrovertible, y que vuelve a activar la especulación de que en realidad, en las instalaciones de Groom Lake, Nevada, se escondan y manipulen artefactos y tecnología de posible origen extraterrestre… http://www.msnbc.com/news/809766.asp (en inglés).
Es bastante obvio el interés que pueden tener los Bush y su estirpe en ocultar al conocimiento público la realidad extraterrestre; de ello ha referido en extenso nuestro ilustre colega Ignacio Darnaude-Rojas. Básicamente, controlar la economía mundial -y el poder sobre las masas que ello significa- a costa de -repito a los autores citados hasta aquí- “balcanizar” las naciones, regresar a una concepción feudal de la economía (donde los “señores” locales sostienen su poder a sangre y fuego pero respondiendo en pactos y alianzas a un poder centralizado en la figura del rey). Como parte de ese proceso, es necesario:
a) Ocultar y obstaculizar la relación eventual con otras culturas e inteligencias que, por su sola presencia manifiesta y admitida, desplazaría hacia otra perspectiva cósmica una presupuesta verticalidad sumisa a la historicidad de ciertas raigambres plutocráticas.
b) “Torpedear” todo progreso tecnológico que pudiera abrir a la humanidad los portales del cosmos, revelando no sólo nuevas tecnologías y formas de energías accesibles masivamente y casi gratuitas -que pondrían en pie de igualdad a rubios anglosajones con pequeños bosquimanos- sino el conocimiento precisamente de la manipulación de que hemos sido colectivamente víctimas hasta aquí.
c) Crear un específico paradigma de cómo debe evolucionar el intelecto de las futuras generaciones, alejándolas de toda revelación metafísica y trascendente que podría peligrosamente dar alas a los sueños de libertad, mediante un rígido “canon” de academias “científicas” y modos “políticamente correctos” de ascender en la pirámide social con sus prebendas.
En este proceso manipulador (déjenme decirlo de una vez y claramente) son idiotas útiles dos castas contemporáneas claramente identificables: la de los “racionalistas escépticos”, esos contradictorios “fanáticos de la razón” que aglutinados en entidades como la ARP española o el CSICOP no sólo son verdaderos Torquemada del libre pensamiento, sino, los intuyo, ignorantes peones en un ajedrez que los premia con migajas de atención mediática y ofrendas del limosnero institucional, sintiéndose preclaros fiscales de la conciencia ajena, sin ser más que agentes involuntarios e inconscientes de un Gran Plan que serían intelectualmente incapaces de aprehender en su verdadera dimensión. En segundo lugar, cierta prensa, caracterizada por su inclinación “socialdemócrata” o simplemente petulantes psicobolches de café -maridaje extraño de altas dosis de discurso teórico de izquierdas con el más rancio freudianismo (no sé si existe el neologismo; pero de no existir, habría que inventarlo).
Se los llama también “progres”, y con cierta suficiencia fukuyámica digitan qué temas -y lo que es peor, qué pareceres- son “serios”, dignos de su atención y de recursos aplicados, y cuáles no.
Prescott Bush ya en 1918 integraba la logia estudiantil “Calavera y Huesos”. En honor a su sociedad, y respondiendo a un desafío de sus condiscípulos universitarios, supo invadir un cementerio apache y robar el cráneo del legendario cacique Jerónimo.
Comenzada la Segunda Guerra Mundial, Prescott, socio de una compañía de petróleo en Texas, fue severamente sancionado por el gobierno por haber hecho tratos secretos con la nazi Luftwaffe. Experto en vericuetos legales, supo no sólo escapar a todo escarnio sino también supo acercarse a los hombres del poder que habían sido sus correligionarios en “Calavera y Huesos”; tornóse íntimo de los hermanos Allen y John Fuller Dulles. Éste último dirigía la CIA cuando el asesinato de John Kennedy, en tiempos en que asaltado por vaya a saberse qué remordimientos insistió ante Bush a devolver el cráneo de Jerónimo, cosa a que Prescott accedió. No pasó mucho tiempo para que los descendientes de los bravos indígenas descubrieran que el cráneo era falso…
La amistad con Dulles garantizó que el hijo mayor de Prescott, George H., ejecutivo de la industria petrolera, pudiera acceder a un empleo como agente de la CIA. George se destacó pronto al punto de, en 1961, coordinar la invasión de Bahía de los Cochinos, en Cuba, intentando derrocar al régimen impuesto por los otrora guerrilleros de Sierra Maestra. Fiel a sus raíces tejanas, George mismo bautizó a las embarcaciones que llevaron a los mercenarios hasta la isla de Fidel como “Zapata” (nombre de una de sus concesiones petroleras), “Bárbara” (su mujer) y Houston (su centro de operaciones). La invasión frascasó, mil quinientos mercenarios fueron presos y más tarde liberados a cambio de U$S 10 millones en alimento y medicamentos para niños. Pese a la derrota, en 1976 George alcanza el cargo de director de la CIA. Apenado por el desempeño de su primogénito como “007″, a estas alturas Prescott se consolaba con el éxito en los negocios petroleros. Y aplaudió la amplitud de visión de su hijo cuando George, a mediados de los años ’60, se hizo amigo de un emprendedor árabe que viajaba con frecuencia a Texas, introduciéndolo a unos pocos de la sociedad local: Muhammad Ben Laden. En 1968, al sobrevolar los pozos de petróleo de Bush, Ben Laden murió en un accidente aéreo en Texas. No importaba: los lazos de amistad entre las familias ya se habían consolidado.
Eran tiempos en que George Bush andaba más preocupado por las pésimas calificaciones escolares de su hijo homónimo que por la muerte de sus amigos.
Arreciaba la Guerra de Vietnam, y para evitar que el hijo fuera convocado, George trató de alistarlo en la fuerza aérea de la Guardia Nacional. Pero la bebida, mientras tanto, impedía que el nieto de Prescott tuviera chance de llegar a ser un buen piloto. Papá George lo incentivó, entonces, a fundar a principios de los ’70 su propia empresa petrolera, la “Arbusto (“Bush”, se dice en inglés) Energy”. Gracias a los contactos internacionales que el padre mantenía desde los tiempos de la CIA, George hijo buscó las inversiones de Khaled Ben Mafouz y Salem Ben Laden, este último el mayor de los 52 hijos dejados por el fallecido Muhammad. Mafouz era banquero de la familia real saudita y casado con una de las hermanas de Salem. Esos vínculos familiares permitieron que Mafouz llegase a presidente de “Blessed Relief”, una ONG árabe en la cual trabajaba uno de los hermanos de Salem, Usama.
Al tiempo, Arbusto llamó a convocatoria de acreedores y renació con el nombre de “Bush exploration” y, más tarde, “Spectrum 7″. Tales mudanzas fueron suficientes para impedir que la bancarrota amenazara al joven George W. Bush. Salem Ben Laden, fiel a los lazos de familia, fue en socorro de su amigo, comprando U$S 600.000 en acciones de “Herken Energy”, que asumió el control de “Spectrum 7″. Y firmó un contrato de importación de petróleo por un valor de U$S 120.000 anuales. Las cosas mejoraron para el nieto del viejo Prescott, que logró embolsar U$S 1.000.000 y obtuvo un contrato con el Emirato de Bahrein, el cual dejó a la Esso mordiendo el polvo.
En diciembre de 1979, George H. Bush viajó a París para un encuentro entre republicanos y partidarios moderados de Khomeini, en el cual se trató la liberación de los 64 rehenes norteamericanos secuestrados en noviembre en la Embajada de los Estados Unidos en Teherán. Se buscaba evitar que el entonces presidente Jimmy Carter se valiese del episodio al punto de perjudicar las pretensiones presidenciales de Ronald Reagan, a fin de cuentas, otro paladín del “New Deal”.
Y, de hecho, papá George hizo el viaje a la capital francesa a bordo del “jet” privado de Salem Ben Laden, entonces su gran contacto en y con el mundo islámico. En 1988, Salem, como su padre, falleció en un accidente aéreo. En aquél mismo año (de 1979), los soviéticos invadieron Afganistán. George, que coordinaba las operaciones de la CIA, recurrió a Usama, uno de los hermanos de Salem, quien aceptó infiltrarse en Afganistán, para, supervisado por la agencia de inteligencia, fortalecer la resistencia afgana contra los invasores comunistas (si quieren cotejar los datos dados hasta aquí, pueden consultar el libro “Un hijo afortunado: George W. Bush y la “fabricación” de un presidente americano”, de Steve Hatfield). Todo lo que sigue es ahora historia harto conocida. Así como el abuelo Prescott fue por la cabeza de Jerónimo, el nieto George va tras la cabellera de Usama.
¿Simple paranoia o plan global?
Por definición es imposible tener siquiera, hoy por hoy, una perspectiva completa -y correcta- de las estrategias de Los Iluminados. Sin embargo, podemos inferir que ciertos hechos aparentemente inconexos entre sí guardan empero una estrecha relación, en orden de condicionar el giro (tal vez sea exagerado hablar aquí de “evolución”) de nuestra civilización tras sus objetivos. Estos hechos serían:
La metódica y planificada pauperización de ciertos países “tercermundistas” con el objetivo de lograr el control territorial de los mismos.
La aparición y subsecuente expansión del SIDA.
La “programación mental” de aquella parte de la población mundial culturalmente activa, encolumnándola tras un paradigma donde lo “correcto y aceptado” en términos intelectuales es, paradójicamente, lo más alejado posible de una verdadera espiritualidad.
Una simple digresión antes de pasar a ello: estas consideraciones me supondrán -qué duda cabe- el mote de “conspiranoico”, con que se ha abusado hasta el hartazgo para definir a quienes creen ver -o constatar- ciertos complots globalizados en marcha. Precisamente, el sólo triunfo actual de la así llamada “globalización” no tenía tan errados a estos pioneros que más de cien años atrás ya advertían la aproximación de un gobierno mundial que bajo la mascarada de progreso tecnológico y humanitario en realidad sólo tendía a la centralización de las estructuras económicas de poder. Pero no es de eso que estamos hablando ahora. Simplemente, quisiera acotar que en cierto modo me resulta halagador ese sanbenito, pues la experiencia periodística de los últimos años ha demostrado que una palabra destinada a insultar y desmerecer a quien se le endilgare (presintiéndole un delirante paranoide que ve conspiraciones en todas partes) se ha transformado casi en un vocablo aséptico que hoy por hoy simplemente etiqueta más una postura ante la historia “oficial” que encerrar un juicio de valor a quien lo porte. Pequeñas venganzas semánticas.
Analicemos los tres ítems referidos:
El control territorial
Cada uno de los puntos aquí mencionados merecería por sí mismo un extenso artículo. ¿Un artículo?. Una decena de ensayos, seguramente. Pero para no aburrir al lector, permítanme llamar su atención sólo sobre ciertos hechos puntuales. Por ejemplo, y mirando hacia adentro; ¿es sólo “casual” -en un contexto histórico- lo que está pasando en Argentina, hoy?. ¿Es sólo el producto de la condena kármica de contar con dirigentes corruptos e ineficientes?. ¿Es el “ser” argentino?. ¿O hay otra cosa?.
Desde la perspectiva que pueden tener los lectores en el exterior, es sencillo suponer que la debacle de nuestro país es sólo la consecuencia de una pésima administración y la falta de cultura democrática. Sin embargo, a ese mismo observador exterior se le debería hacer difícil conciliar ello con el hecho irrefutable de que a comienzos del siglo XX Argentina estaba posicionada entre los siete países más desarrollados y ricos del planeta. Más aún; en 1917, el ingreso de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial supo demorarse porque entre otros aspectos el Congreso norteamericano discutía si el embarcarse en una guerra de tal magnitud no sería aprovechado precisamente por nuestro país para desplazar al suyo en la hegemonía hemisférica. Y esto no son delirios trasnochados: son hechos históricos.
Tenemos, sí, una tradición de gobernantes corruptos.
La pregunta es: ¿será parte del “ser nacional” o su instauración también ha sido digitada por el poder en las sombras?. ¿Somos simplemente malos administradores de la fortuna con que la Naturaleza nos dotó -es una frase remanida pero no inexacta decir que pocos países en el mundo tienen, como el nuestro, todos los climas, todos los minerales, todas las explotaciones productivas potenciales, todos los recursos- o existe una “programación” para, en un plazo más o menos mediato, entregar ese inmenso capital a cambio de unas monedas?. Y si esto fuera verdad; ¿qué mejor estrategia que convencer, no sólo a los habitantes del resto del mundo sino muy especialmente a nosotros mismos, que somos unos irredentos chapuceros, incapaces de rescatar este país de la desaparición y sugerirnos, a través de la TV “progre” que la “gente de bien, con esperanza en el futuro y ganas de luchar por una mejor calidad de vida” es precisamente la que opta por hacer las valijas y abandonar el país?. Los que se quedan son los resignados, es decir, los pobres de espíritu. Y estoy convencido de que no necesariamente piensa así cada argentino que pone en orden su pasaporte. Digo, por el contrario; éste es el modelo que nos están vendiendo hoy por hoy los medios.
Aún recuerdo algunas de las múltiples consecuencias generadas por mi ensayo “En busca de las raíces espirituales de la crisis argentina” (AFR Nº 69) entre las cuales no era la menor la de muchos compatriotas indignados que -la mayoría escribiéndome desde el exterior y otros casi con un pie en la escalerilla del avión- reivindicaban (lícitamente) su derecho a irse, en una argumentación que siempre giraba alrededor de una autoconmiseración jamás reconocida. Es que es difícil, muy difícil, ser juez y parte. Y, de todas formas, sus argumentos no revelaban más que la profundidad de esa programación en la que han sido desde siempre cultivados.
Lo que firmemente creo es que, siempre bajo las órdenes de ese Nuevo Orden Mundial, la idea es apropiarse -por parte de las plutocracias ya mencionadas- de territorios aún vírgenes como nuestro país. Primero, comprándonos muchos recursos (el petróleo, los servicios públicos) a precios ridículos por obra y gracia de gobernantes sólo eficientes en contagiar a las masas del clima festivo que la misma dilapidación de esas monedas podía generar por un tiempo. Luego, cuando nada quede por vender, la tierra misma. En la Patagonia, por caso, los así llamados “hielos continentales patagónicos” encierran la segunda reserva de agua dulce más importante del planeta. A como avanza la desertización y según se extinguen las reservas petroleras, dentro de cincuenta años la Patagonia tendrá más valor estratégico que Kuwait, Dubai e Irak juntas. Y los paladines de las doctrinas económicas imperiales no cometerán otra vez el mismo error. Así que la estrategia es, desde ahora, asegurarse esos inmensos territorios. ¿Qué mejor que pauperizar a la población, sumergir a las masas en la frivolidad, la incultura y el pasatismo, convencer maquiavélicamente a los sectores intelectualmente capaces de irse a ejercer sus neuronas lo más lejos posible, sumir a la Nación en el caos económico y comprar a terratenientes ahogados en sus deudas grandes latifundios a precios irrisorios?. ¿Qué mejor, para este Nuevo Orden Mundial, que presionar a un gobierno tan débil como el argentino (si el pasado, el presente o el futuro, es sólo cuestión anecdótica) de la necesidad de preservarse de los grandes fantasmas, el terrorismo internacional y los carteles de la droga, para desembarcar en sus territorios desde militarmente (la futura base americana de Tolhuin, en Tierra de Fuego, y las especuladas en Salta y Entre Ríos, son meros ejemplos) hasta conómicamente (literalmente, partiendo en dos a la república con las operaciones inmobiliarias ya citadas).

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