UN RELATO DEL LOS ARCHIVOS DEL CORO DE NIÑOS MUERTOS....
Recuerdo que el lugar al que me asignaron se encontraba adentrado en
la sierra, rodeado de pequeños riachuelos, alejado de otras comunidades;
su transporte consistía en un solo camión que pasaba por ese pueblo dos
veces al día (a las 8am para salir de ahi y a las 4pm para regresar). El clima era extremoso: mucho calor, mucha lluvia, mucho frío, según la temporada. La enfermera y yo eramos los únicos que permanecíamos dia y noche en la pequeña clínica del lugar.
Ese día amaneció nublado, por la noche seguramente llovería. La
enfermera tuvo que salir del pueblo por un asunto pendiente así que en
la mañana se fue y al despedirse solo me dijo:
-”No creo poder regresar hoy mismo porque si llueve el río aumentará su cauce y el camión no podrá pasar para regresar…Si cae tormenta, asegúrese de cerrar bien puertas
y ventanas y pase lo que pase, no salga durante la noche porque
generalmente la energía electrica falla y tarda varios días en
arreglarse”.
Me pareció un poco exagerada su recomendación puesto que era un pueblo
de habitantes tranquilos pero aún así le prometí hacer lo que me decía.
Comenzó a llover desde el medio día…y a medida que anochecía, la lluvia
se convirtió en tormenta, los relámpagos emitían horribles estruendos,
como si cayeran justo al lado de la clínica. Tal cual me lo dijo la
enfermera: la electricidad falló y el pueblo quedó sumergido en
oscuridad. Todo permaneció en silencio y lo único que alcanzaba a
escuchar era el sonido del río que había incrementado su cauce, la
tormenta y los relámpagos.
Sin más qué hacer decidí dormir, apagué mi vela y me acosté.
Estaba durmiendo profundamente cuando derepente tres ruidos secos me despertaron: alguien tocaba la puerta.
Miré el reloj, habían pasado unos minutos después de la media noche.
Intenté encender mi vela pero al no conseguirlo y volver a escuchar los
golpes me acerqué a la puerta…generalmente cuando llegaban pacientes a media noche o en la madrugada
siempre se anunciaban a viva voz con un “Dr. traemos un enfermo!”…pero
esta vez nada se escuchó, esperé unos instantes el aviso pero nada…
Entonces por seguridad propia antes de abrir la puerta quise averiguar quien estaba tocando. Traté de asomarme discretamente por una ventana pero no logré ver a nadie afuera!
Entonces me arrodillé en el suelo y lo único que pude ver a través de la pequeña rendija bajo la puerta fue una breve silueta de unos pies (una persona parada junto a la puerta, supuse yo) y enseguida escuché unos leves lamentos como si alguien llorara. Me acerqué más y pegué mi oreja a la puerta: efectivamente alguien lloraba junto a la puerta, por la voz pude saber que se trataba de un anciano.
Nuevamente traté de ver quien era, pero esta vez me subí a un mueble
para poder asomarme a través de una ventana más arriba de la puerta.
Grande fue mi sorpresa al ver que no había nadie!! Sin embargo al pegar mi oreja a la puerta otra vez escuchaba los lamentos de ese anciano!!
Una sensación de escalofrío me recorrió el cuerpo y quise abrir la puerta
y salir al patio para ver quien había sido el “gracioso” que me estaba
jugando una “broma” así…pero recordé la sugerencia de la enfermera y sin
más me fui a mi cama…Obviamente no pude dormir el resto de la madrugada pensando en aquello.
Al día siguiente ya en la tarde llegó la enfermera, después de un rato
me preguntó si todo estaba en orden, le dije que sí, pero…
-”Lo veo preocupado Dr., todo esta bien?”
-”Pasó algo raro anoche…”
Le comenté lo ocurrido y después quise bromear con eso diciendo que tal
vez me había levantado medio dormido y por eso me pareció escuchar todo
eso, pero entonces ella me interrumpió…
-”Y ud no abrió la puerta verdad? No preguntó quien era el que estaba afuera ni nada verdad?”
-”No. Seguí su sugerencia y no salí aunque sí pensé hacerlo.”
Y su rostro cambió, se tornó seria y con un tono apagado me respondió:
-”Si lo hubiese hecho, si hubiese siquiera preguntado quien tocaba la puerta, habría escuchado la voz del diablo…y peor habría sido para ud si hubiese abierto la puerta!…No
quise decirselo antes porque sus compañeros médicos que estuvieron
antes que ud no creyeron en eso e incluso se rieron…sin embargo cosas
extrañas les ocurrieron después, dígamos que los espantaron…Pensé que ud
también se reiría, por eso solo le dije que cerrara todo bien y no
saliera por ningún motivo…Y aún con eso, pensé en mejor regresar y quedarme con ud porque siempre que cae tormenta en las noches pasa lo mismo.”
Recuerdo que desde mi primer día en esa clínica y hasta ese momento,
siempre seguí los consejos de la enfermera puesto que ella ya llevaba 15
años trabajando en ese pueblo apartado al que ninguna otra enfermera
quería ir (por lo cual ella tampoco podía ser asignada a otro lugar). Y
después de esa “visita nocturna” en plena tormenta, con mayor razón
seguí los consejos de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario