La
primera vez que probé el fruto de los Árboles
sentí a
las semillas de la Vida y el Conocimiento
quemar
dentro de mí
juré ese
día que no volvería atrás.
La
primera vez que probé la carne de la muerte
sentí el
sabor de la sangre
y el
crujir de los huesos
juré ese
día que no moriría.
La
primera vez que probé mi propia sangre
sentí la
urgencia y la agitación
de mi
propia vida en mis labios
juré ese
día amarme a mí misma
sobre
todas las cosas.
La
primera vez que probé la luz de la luna
sentí su
brillo en mi vientre
y su
salvaje ternura
juré ese
día que caminaría de noche.
La
primera vez que probé el amor de un dios
sentí el
desgarrador alzarse de canción y fuego,
juré ese
día que acariciaría la carne.
La
primera vez que probé la sal del mar
sentí mi
sangre convertirse en agua
mientras
el cielo caía tras de mi
juré ese
día que descendería y regresaría con maravillas.
La
primera vez que probé el amor de un niño
grité con
la alegría de una nueva vida
y lloré
por lo que había perdido y ganado
juré ese
día nutrir la vida
como
antes abrazara la muerte.
Juro por
tres veces tres veces
tres
que estos
siete momentos serán mios
y que
nada que transpire,
ni dios,
ni hombre, ni bestia, me los quitará.
Lo juro
por mí misma
y por mi
inmortalidad.
Palabras
que Lilith se dijo a sí misma cuando se vistió con el Manto de la Luna (del
libro Revelaciones de la Madre Oscura)
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