lunes, 6 de febrero de 2012

El idioma vamparico


Hay un vínculo muy estrecho entre el vampirismo y el lenguaje. Esto es evidente. ¿Pero existe un idioma de los vampiros? La respuesta a este trasnochado interrogante tiene múltiples respuestas. Ninguna satisfactoria.
El lenguaje de los vampiros:
Si bien el cine ha dotado a los vampiros de un lenguaje propio, el detalle no pasa de ser un artificio cinematográfico. Las películas de vampiros contemporáneas suelen utilizar este recurso para dar cierta profundidad a sus engendros, una manera de trasmitir antiguedad. En general, lo que escuchamos balbucear a los vampiros en las películas es nada menos que Esperanto. De hecho, existe una película de vampiros hablada íntegramente en Esperanto: Incubus (Inkubo, 1965).
No hay ejemplos de un idioma de los vampiros en los relatos clásicos del género, mucho menos en la novela y la poesía. Es la leyenda, el mito y el relato pulp quienes vienen al rescate de esta hipotética lengua vampírica.
Las leyendas griegas mencionan cómo los Brucolacos se comunicaban mediante gemidos articulados, cuyo ritmo varía dependiendo de la ubicación y la distancia entre los “hablantes”. Incluso se asegura que los Brucolacos mantienen sesudas conversaciones bajo tierra. El filósofo y astrónomo Epiro (siglo II d.C) revela una construcción binaria en la lengua de los Brucolacos: apenas dos sonidos que modifican su sentido dependiendo del espacio de silencio que se interponga entre ellos.
La edad media no alude jamás en sus leyendas a un idioma de los vampiros, sencillamente porque los vampiros de ese período eran prolijamente idiotas. No se los veía como criaturas inteligentes o dotadas de cierto raciocinio larvático; sino como autómatas de ultratumba, esperpentos abominables que habían olvidado por completo su condición humana. Aquí radica algo que vale la pena señalar: somos hombres desde el momento en que nos comunicamos, ya sea mediante señas, balbuceos o signos. La humanidad existe sólo cuando existe el lenguaje; y los vampiros, al menos en la concepción medieval, carecen de toda humanidad, en consecuencia, carecen de lenguaje.
Debemos dar un salto temporal y rodear la oscuridad medieval para rescatar algún atisbo de una lengua de los vampiros.
Los Vrykolakas macedonios, afirma la leyenda, ingresaban por la noche en las comarcas aullando una palabra que servía de advertencia a los comedidos: ἀναιμόσαρκος, que significa Carne sin sangre, Carne desangrada. El grito era precedido por un aullido feroz, inhumano; y servía de aviso (se creía que los Vrykolakas temían a los humanos) a todos aquellos que rondaban por las calles.
Los Kathakanos cretences repetían una y otra vez la misma palabra cuando vomitaban sobre sus víctimas: ἀποφλογίζω (¡Quémate!), encantamiento que reforzaba, creemos, el ácido volcánico que vertían sobre la carne de los desdichados que caían bajo sus garras.
La literatura pulp colaboró muchísimo con la construcción de un idioma de los vampiros. Robert Bloch y H.P. Lovecraft fueron sus exponentes máximos; volcando en el misterioso De Vermis Mysteriis (Los misterios del gusano) muchas palabras que luego fueron atribuidas a los vampiros.
Hasta aquí sólo tenemos algunos términos aislados. Debemos introducirnos en el plano esotérico para elaborar algo más sustancioso, más concretamente en los grimorios medievales:
Las siguientes palabras atribuidas al idioma de los vampiros provienen de los siguientes grimorios:
  • Ghâyat al-Hakîm fi’l-sihr (más conocido como: el Libro de Picatrix)
  • Sefer Raziel Ha-Malakh (Liber Razielis)
  • Clavicula Salomonis.
  • Pseudomonarchia daemonum.
Algunas palabras de la lengua de los vampiros:
Fampó: vampiro.
Folí: conde.
Fóní: aullar.
Grana: lugar.
Greneth: negro.
Ja. no.
Jana: nada.
Jendó: conjuro.
Jereth: desnudo.
Jirí: escuchar.
Laní: decir.
Lath: primero.
Leth: muchos.
Lontí: aprender.
Lóm: y.
Lundóm: lección.
Macílna: valle.
Mah: eso.
Maluth: grande.
Moth: otro.
Nalrí: fortaleza.
Nandí: ver.
Nema: cosa.
Og: día
Ogno: luz del día.
Paní: asombro.
Raleth: verde.
Rocólna: monte.
Sagola: sangre.
Salin: cruz.
Satreló: desafío.
Satrí: odio.
Sava: rostro.
Shalí: silencio.
Sojí: buscar.
Thá: él.
Thostra: teatro.
Tí: hacer.
Yahleth: inmortal.
Való: hombre.
Vasa: vida.
Vateth: azul.
Ven: desde.

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