La
Lupa es una de las representaciones mitológicas de una Deidad Triple,
según lo demostrado por su maternidad triádica, en numerosos cultos
antiguos.
Se dice que ella dotó de tres almas a su hijo, el legendario rey Erulus o Herulus, de modo que cuando Evander lo derrocó, éste tuviera que matarlo tres veces.
Es también la mítica madre de Rómulo y Remo, los fundadores de la ciudad de Roma.
Las amazonas, que adoraban a esta diosa triple, contaban con una tribu llamada Neuri, cuyas integrantes se convertían en lobas varios días al año, cuando se celebraba su principal festejo religioso, probablemente usando pieles y máscaras de lobo.
Se dice que ella dotó de tres almas a su hijo, el legendario rey Erulus o Herulus, de modo que cuando Evander lo derrocó, éste tuviera que matarlo tres veces.
Es también la mítica madre de Rómulo y Remo, los fundadores de la ciudad de Roma.
Las amazonas, que adoraban a esta diosa triple, contaban con una tribu llamada Neuri, cuyas integrantes se convertían en lobas varios días al año, cuando se celebraba su principal festejo religioso, probablemente usando pieles y máscaras de lobo.
La misma historia se cuenta
acerca de cierta tribu irlandesa de Ossory, cuyos miembros se convertían
en lobos y organizaban banquetes donde devoraban la carne de ganados
como si fueran lobos reales, para luego recuperar su forma humana.
También los eslavos del sur solían frotar a los niños recién nacidos a lo largo de una piel de lobo, diciendo que era la piel de la diosa Lupa.
Incluso después de su conversión al cristianismo, muchos eslavos siguieron creyendo que esta ceremonia era capaz de proteger a los niños del ataque de las brujas.
Pero su propósito verdadero era asimilar al niño al tótem del lobo, como si hubiera nacido por segunda vez de este animal.
Los seguidores de la Lupa dijeron haberla cruzado en una montaña santa, a la que los gitanos llamaron Monte Lupo. Se creía que los hombres jóvenes podían aprender los secretos de la magia celebrando una unión sagrada que consistía en masturbarse sobre la estatua de la diosa y expulsar su semen sobre la misma.
También la Diana de los galos, cuyo aspecto era el de un lobo, tenía muchos fervientes seguidores, en épocas antiguas y medievales. Bajo su nombre totémico de “Lupa” fue considerada la madre de los animales salvajes. Ciertas mujeres parecen haberla personificado en Francia meridional.
También los eslavos del sur solían frotar a los niños recién nacidos a lo largo de una piel de lobo, diciendo que era la piel de la diosa Lupa.
Incluso después de su conversión al cristianismo, muchos eslavos siguieron creyendo que esta ceremonia era capaz de proteger a los niños del ataque de las brujas.
Pero su propósito verdadero era asimilar al niño al tótem del lobo, como si hubiera nacido por segunda vez de este animal.
Los seguidores de la Lupa dijeron haberla cruzado en una montaña santa, a la que los gitanos llamaron Monte Lupo. Se creía que los hombres jóvenes podían aprender los secretos de la magia celebrando una unión sagrada que consistía en masturbarse sobre la estatua de la diosa y expulsar su semen sobre la misma.
También la Diana de los galos, cuyo aspecto era el de un lobo, tenía muchos fervientes seguidores, en épocas antiguas y medievales. Bajo su nombre totémico de “Lupa” fue considerada la madre de los animales salvajes. Ciertas mujeres parecen haberla personificado en Francia meridional.
Chamanes y Transformaciones Psíquicas
En muchas culturas, el lobo no es
sólo un animal, se le considera un "espíritu", una fuerza sobrenatural
cuyo poder recorre los bosques. Para algunas tribus amerindias, un lobo
arquetípico es el Creador de todo. No es de extrañar entonces que sea
uno de los espíritus ayudantes favoritos de muchos chamanes,
especialmente entre los lapones, cuyos espíritus-lobo les permite asumir
la forma y habilidad de este animal.
Erik T. forma parte de una comunidad escandinava en la que han sobrevivido buena parte de las técnicas mágicas que se empleaban en el mundo germano y otras aprendidas de un contacto secular con la comunidad lapona. Muchas de esas prácticas, habituales hasta hace menos de un siglo entre los lapones y fineses, poseen rasgos chamánicos muy fuertes. Entre ellas se cuenta la práctica del viaje extático bajo formas animales mediante lo que se ha dado en llamar "transformación psíquica". Así nos relata su primera experiencia en este sentido, una especie de primera toma de contacto con otras formas de percepción diferentes a la humana, en su caso la de un lobo: "Caminábamos de noche por el bosque. Habíamos estado recogiendo ciertas plantas... Comencé a tener una extraña sensación en el estómago. En lo oídos, un zumbido que parecía nacer entre el paladar y la nuca. Estaba entrando en una especie de trance (...). Las sensaciones se incrementaron y, en un instante, sentí salir del abdomen la figura de un lobo conectado a mi cuerpo por un hilo luminoso hasta una distancia de unos cuatro metros delante de mí".
Erik T. forma parte de una comunidad escandinava en la que han sobrevivido buena parte de las técnicas mágicas que se empleaban en el mundo germano y otras aprendidas de un contacto secular con la comunidad lapona. Muchas de esas prácticas, habituales hasta hace menos de un siglo entre los lapones y fineses, poseen rasgos chamánicos muy fuertes. Entre ellas se cuenta la práctica del viaje extático bajo formas animales mediante lo que se ha dado en llamar "transformación psíquica". Así nos relata su primera experiencia en este sentido, una especie de primera toma de contacto con otras formas de percepción diferentes a la humana, en su caso la de un lobo: "Caminábamos de noche por el bosque. Habíamos estado recogiendo ciertas plantas... Comencé a tener una extraña sensación en el estómago. En lo oídos, un zumbido que parecía nacer entre el paladar y la nuca. Estaba entrando en una especie de trance (...). Las sensaciones se incrementaron y, en un instante, sentí salir del abdomen la figura de un lobo conectado a mi cuerpo por un hilo luminoso hasta una distancia de unos cuatro metros delante de mí".
En otros casos el chamán afirma
ser capaz de incorporar su conciencia al cuerpo de un animal ya
existente. Sea de una forma u otra, hay una afinidad psíquica, una
especie de parentela del alma entre el chamán y el animal en el que se
transforma. Vale decir que si bien la transformación física, en estos
casos, no tiene lugar, psíquicamente es un lobo, posee su naturaleza. La
pregunta ahora es: ¿puede tener lugar una transformación física real?
Muchos viajeros, exploradores y militares afirman haber tenido extrañas experiencias que parecen avalar la capacidad de algunos hechiceros para trascender la propia forma. Tal es el caso de Frederick Kaigh, un inglés que en los años 30 y cerca de la frontera congoleña con Rhodesia, vivió una aventura espeluznante. Oculto en la copa de un árbol quiso ver con sus propios ojos una ceremonia secreta. Un nyanga, un hechicero disfrazado de chacal, ejecutaba una ceremonia entre el ruido de los tambores tocados por la congregación. De repente, se oyó un lejano aullido de chacal. El nyanga contestó a la llamada y numerosos animales respondieron al grito. Entró en un estado de frenesí tal, que su imitación del animal parecía de una asombrosa realidad. Tras una danza terrible y bestial, cayó en trance. Poco después, un hombre y una mujer desnudos saltaban hacía donde yacía el nyanga y comenzaron a su vez a imitar a los chacales. De repente, asistió a un fenómeno que años más tarde aún no sabía si atribuir a una especie de hipnosis colectiva o de acción sobrenatural: "para mi asombro e incredulidad, vi a la pareja convertirse en chacales ante mi vista".
Muchos viajeros, exploradores y militares afirman haber tenido extrañas experiencias que parecen avalar la capacidad de algunos hechiceros para trascender la propia forma. Tal es el caso de Frederick Kaigh, un inglés que en los años 30 y cerca de la frontera congoleña con Rhodesia, vivió una aventura espeluznante. Oculto en la copa de un árbol quiso ver con sus propios ojos una ceremonia secreta. Un nyanga, un hechicero disfrazado de chacal, ejecutaba una ceremonia entre el ruido de los tambores tocados por la congregación. De repente, se oyó un lejano aullido de chacal. El nyanga contestó a la llamada y numerosos animales respondieron al grito. Entró en un estado de frenesí tal, que su imitación del animal parecía de una asombrosa realidad. Tras una danza terrible y bestial, cayó en trance. Poco después, un hombre y una mujer desnudos saltaban hacía donde yacía el nyanga y comenzaron a su vez a imitar a los chacales. De repente, asistió a un fenómeno que años más tarde aún no sabía si atribuir a una especie de hipnosis colectiva o de acción sobrenatural: "para mi asombro e incredulidad, vi a la pareja convertirse en chacales ante mi vista".
Hijos de la Fiera
Pero el parentesco psíquico con
el lobo no es exclusivo de hechiceros, cuya transformación, aunque
voluntaria, implica una "posesión", una irrupción en la consciencia de
los peores instintos de ambas especies, humana y lobuna; ni de los
chamanes, quienes adquieren las virtudes positivas del lobo, en tanto
que "espíritu" benéfico del bosque, a la vez que conservan su
conciencia. Lo hallamos también en el Totemismo, una creencia muy
extendida entre muchas culturas del planeta según la cual, el clan tiene
como antepasado a algún animal mítico. El antepasado directo de muchos
clanes, sobre todo entre los indios norteamericanos de la costa norte
del Pacífico, es el lobo. Durante las ceremonias y danzas rituales, los
bailarines llevan máscaras y vestidos de lobo y sus movimientos imitan
los del animal mítico y las acciones heroicas que dieron lugar al
nacimiento del clan. Desde su punto de vista, los miembros de estos
clanes son auténticos hombres y mujeres lobo. Como también lo son, desde
el suyo, los integrantes de las sociedades secretas del lobo.
Restos de antiguas tradiciones se dan también en el caso de los franceses meneurs de loups, los encantadores de lobos, personas vinculadas a la tradición brujeril, en la que perviven probablemente algunos rasgos menores del antiguo druidismo galo.
Restos de antiguas tradiciones se dan también en el caso de los franceses meneurs de loups, los encantadores de lobos, personas vinculadas a la tradición brujeril, en la que perviven probablemente algunos rasgos menores del antiguo druidismo galo.
La unión del animal y el hombre dió como fruto el monstruo.
Estos seres, voluntariamente
aislados de las sociedad como ermitaños o flautistas itinerantes, iban
siempre acompañados de lobos, sus únicos amigos, que les seguían
hechizados por la melancólica música de sus flautas. La misma
fascinación parecían sentir los lobos hacia Ana María García, nacida en
1623 en el pueblo asturiano de Posada de Llanes, a quien llamaban "la
Lobera", porque iba de un lado para otro y "andaban los lobos con ella".
La Lobera afirmaba que el poder sobre los lobos le había sido
transmitido por otra bruja asturiana, Catalina González, lo cual podría
indicar la pervivencia, en el norte de España, de una cadena iniciática
de encantadores de lobos.
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