jueves, 24 de mayo de 2012

Juicios reales contra hombres lobos

Al contrario de lo que sucedió con los vampiros, los Hombres Lobo, o Licántropos, han sido llevados a juicio en numerosas ocasiones, especialmente en Europa del Este, región donde los aulladores han tenido una fuerte presencia desde tiempos inmemoriales.




Sólo en Estonia existen registros de más de cien juicios a Hombres Lobo en un período de cuarenta años (1610-1650). La tasa de aciertos en las cortes estonias son francamente demoledoras. El resultado de esos cuarenta juicios fueron exáctamente cuarenta ejecuciones.


En Rumania, en el año 1562, se condenó a la hoguera a dieciocho mujeres y trece hombres acusados que causar daños a las cosechas bajo la forma de licántropos. Veinte de ellos confesaron bajo tortura su doble naturaleza lobuna, y señalaron el lugar preciso donde ocultaban las pieles de lobos bajo las cuales, señalaron, se convertían efectivamente en licántropos.


Un anciano de ochenta años de Jürgensburg, Livonia, confesó en 1692 ser un hombre lobo desde los trece años. Para asombro de los jueces, declaró que todos los hombres lobo de Europa se encontraban anualmente en un cónclave intinerante, y que juntos descendían al infierno para recoger órdenes del mismísimo Satán. Curiosamente, aquella corte admitió la confesión, y el anciano lobo fue encarcelado con todo el rigor del caso.


Los juicios a licántropos finalizaron a en las postrimerías del siglo XVII. El último caso documentado de este período es el que acusa a una jauría de Vastemoisa, cuyos integrantes asesinaron a dentelladas a varias jóvenes con sobrepeso, aludiendo a inauditos beneficios gastronómicos de la grasa humana. A principios del siglo XIX, sin embargo, aparece un último caso que estremeció a Estonia. El acusado fue un tal Libbe Hutz, quien persiguió y masacró a un grupo de ladrones transformándose en hombre lobo. El único criminal que escapó a la carnicería corroboró que sus camaradas habían sido devorados por un lobo con acento estonio.


Pero el caso más conocido de un proceso judicial contra un hombre lobo involucra al célebre Hans the Werewolf. En 1651, Hans, de dieciocho años, fue llevado a la corte bajo la acusación de licantropía. El joven confesó que desde hacía dos años recorría los bosques convertido en lobo, y que un hombre vestido de negro lo había iniciado en los secretos de la transformación en hombre lobo y en todas las reglas que rigen sobre las actividades ilegítimas de los licántropos. A continuación narró que el perro ovejero de un tal Heimdl lo atacó para defender la granja de su dueño, dejándole una marca sobre el muslo derecho. Acto seguido, la corte hizo comparecer al perro, que al parecer reconoció a Hans y se lanzó sobre él en pleno proceso, hecho que evacuó las dudas de los jueces.


Más cerca en el tiempo (y el espacio) existió un proceso judicial ultrasecreto en el bar Massimo de Av. Caseros. Allí, un grupo de parroquianos enjuició a Ricardo Mascarola, licántropo del barrio e inestable levantador de quiniela, quien durante las noches de luna llena deambulaba por las calles mordisqueando repentinamente los hombros de las muchachas más hermosas. La corte improvisada condenó a Mascarola a una golpiza brutal, ejecutada con toda solemnidad en el baño de aquel establecimiento. Desde ese momento, no volvió a haber reportes de mordiscos furtivos en el barrio, y Mascarola, de hecho, se vió imposibilitado de comer sólidos por el resto de su lobuna vida.


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