La humanidad lleva más de 200 años consolidando una idea evolutiva que se opone a las evidencias físicas y literarias de nuestro pasado. ¿Hasta qué punto hemos sido engañados por un conjunto de hipótesis inconsistentes? ¿Qué sabemos realmente de nuestro pasado?
India
Algunas traducciones importantes de los Vedas se han publicado por la Sociedad Internacional para la Conciencia Krishna (International Society for Krishna Consciousness (ISKC)), una secta hindú a nivel mundial fundada en 1.965 por un hombre de negocios hindú retirado y dedicado a la deidad hindú, Krishna. Las traducciones de ISCK describen a los antiguos “dioses” hindúes y sus reyes sirvientes humanos viajando en naves espaciales, comprometidos en guerras interplanetarias y disparando con armas que emiten poderosos rayos de luz, tal como se relata cuidadosamente en los textos sagrados hindúes llamados “Vedas”. Por ejemplo: en el Srimad Bhagavatam, Canto Sexto; Parte 3, podemos leer: “En una ocasión mientras el Reyn Citraketu estaba viajando en el espacio exterior sobre un aeroplano brillante dado a él por el Dios Vishnu (el principal Dios hindú) el vio al Dios Siva (otro Dios hindú)…”.
El Srimad Bhagavatam habla de una raza de “demonios” la cual invadió a tres sistemas planetarios. Opuesto a los “demonios” estaba el dios Hindú Shiva quien poseía un arma poderosa con la cual disparaba a las naves enemigas desde su posición: “Las flechas lanzadas por el Dios Shiva parecían como rayos ardientes emanando del globo solar y cubiertos por tres aeroplanos residenciales que no podían ser vistos más”. Si esas y otras traducciones de los Vedas son precisas nos dan “dioses” como humanos siglos atrás, quienes retozaban en naves espaciales silbantes, comprometidas en combates aéreos y portando armas de rayos letales. Esto se ve en varios casos en otros libros hindúes como el Mahabaharata, el Ramayana, el Kiratarjuniya, y hasta el sagrado Samarangana Subtrahara cuya antigüedad sobrepasa los 3.000 años donde describen claramente discos y bolas de fuego voladores y portadores de armas de destrucción de masas.
En otro texto, las primeras cuatro líneas de un himno dicen: “Ahora la grandeza del carro de Vata,
Rompiendo va Y estruendoso es su ruido A los cielos toca, Produce luz espeluznante (un deslumbrante rojo encendido) Y un remolino de polvo encima de la tierra.”
Australia
Viajando hacia el sur de Oceanía, nos encontramos con la mitología wandjina en la Australia aborigen. De acuerdo al relato, los Wandjinas u hombres de las figuras rupestres encontradas en Kimberley al noroeste de Australia, fueron descubiertas en el año 1.838, pero su fecha de datación solo se descubrió en 1.996 mostrando igual que las leyendas indígenas en cuanto a estos seres, que convivieron con gigantes de hasta 5 metros de altura corroborado por el descubrimiento de hachas de mano, mazas, cuchillos y diversas herramientas con un peso de entre 5 y 16 Kg. Del mismo modo ya en 1.970 se descubrió una huella de un pie con forma humana de 59 centímetros de largo por 18 de ancho. La datación de las “grandes” herramientas descubiertas se fijó en unos 100.000 años y los restos fósiles humanos hallados se acercan a una antigüedad de 200.000 años.
Según la leyenda, en el tiempo de los sueños hubo una
donde dos fuerzas aéreas devastadoras se enfrentaron bélicamente con armas tan poderosas que arrasaron la geografía solo dejando extraños monolitos en la tierra que hoy inquietan a los científicos que las investigan.
Ucrania
Hace algunos años la revista rusa Aura-Z publicó un artículo por el investigador ruso Vladimir Rubtsov acerca de un hallazgo de alta extrañeza: un artefacto misterioso conocido únicamente por el apelativo “La Bola Negra” y cuyo origen era aparentemente extraterrestre. La esfera había sido sometida a la consideración de especialistas de gran prestigio de la Academia Rusa de Ciencias, el Instituto de Ingeniería Física de Moscú, y la Asociación Industrial y Científica Soyuz. El descubrimiento del aparato fue producto de un accidente afortunado. En 1.975, durante la realización de excavaciones rutinarias en una cantera en el sur de la Ucrania, los obreros dieron con el objeto a una profundidad de 8 metros. Uno de los trabajadores quedó sorprendido por la configuración casi perfecta del objeto y la extrajo, llevándola a su hogar como una novedad para su hijo.
Con el paso del tiempo, la capa de arcilla que cubría el objeto comenzó a desmoronarse, revelando una esfera de consistencia parecida a la obsidiana. Un maestro llevó la extraña formación al museo comarcal, en donde permaneció por muchos años antes de llegar a las manos de Boris Naumenko, académico adjunto al Instituto de Ciencias Terrestres. Naumenko y sus colegas habían oído relatos sobre el supuesto origen “extraterrestre” del objeto y sus poderes “psíquicos”, así que se lanzaron a realizar una investigación científica del objeto para averiguar su composición y origen. Las pruebas iniciales ensayadas sobre la “bola negra” revelaron que pesaba entre cuatrocientos y seiscientos gramos, tenían un diámetro de 18 pulgadas, y estaba revestida de una capa amarillenta de depósitos varios. No fue posible determinar su edad, aunque el descubrimiento se había producido en una capa de arcilla de 10´000.000 de años de edad, tomando en cuenta la posibilidad de que el objeto pudo haber sido depositado allí posteriormente. Sin embargo, resultó posible estimar que las partículas que rodeaban el objeto tenían varios millones de años de edad.
El investigador Rubtsov pasa a decir en su artículo que se practicaron varias radiografías al objeto y se descubrió que tenía un núcleo cuya densidad era menor que cero. La superficie vidriosa del objeto no guardaba parecido alguno con las sustancia vítreas conocidas, y la antigüedad del objeto eliminaba la posibilidad de que el objeto fuese manufacturado por civilizaciones humanas. Y si resultaba cierto que el objeto era artificial, representaba la tecnología de una sociedad no humana y posiblemente extraplanetaria. La masa negativa del núcleo del objeto llevó a varios sabios a pensar que se trataba de un envase que contenía antimateria: parte del sistema de propulsión de una posible astronave. Rubstov comenta que la única manera de determinar el contenido del objeto era perforándolo, con resultados que bien pudieran ser catastróficos.
Parecería ser que otros objetos extraños también fueron descubiertos en la antigua Unión Soviética. En 1.993, se encontró un objeto de forma espiral en una mina de los Urales. Las pruebas metalúrgicas comprobaron que se trataba de un artefacto hecho de wolframio y molibdeno y cuya edad podía fecharse entre 20.000 y 300.000 años de edad, es decir, más antiguos que el hombre moderno.
En otro caso sensacional sobre armas de destrucción masiva de los cavernícolas y alta tecnología de la prehistoria tenemos nuevamente a la Unión Soviética como protagonista. Desde 1.991, prospectores de oro, luego expediciones científicas (comisionadas por el Instituto Central de Investigación Científica de Geología y de Prospección de Metales Preciosos y Noferrosos de Moscú), descubrieron objetos, metálicos, muchos en forma de espiral, cuyo tamaño varía desde 3 centímetros para los mayores hasta ¡¡¡3/1000° de milímetro!!! Es lo que se denomina Nanotecnología en la era glaciar en los montes Urales. Millares de esos artefactos han sido encontrados en muchos emplazamientos en la parte oriental de los montes de Ural, en las orillas de varios ríos en unas capas sedimentarias datando del pleistoceno superior, en varias profundidades desde 3 hasta 12 metros. Estos objetos han sido estudiados por la Academia de Ciencias rusa de Syk ty vka, Moscú y San Petersburgo, así como por un instituto científico de Helsinki en Finlandia: “Los objetos mayores son de cobre, mientras que los pequeños son de tungsteno (punto de fusión 3.410° c.) o de molibdeno (punto de fusión 2.650° c.)”.
Según el sitio y la profundidad en donde se encontraron, la antigüedad de estos objetos se estima entre ¡¡¡20.000 y 31.800 años!!! El Instituto de Moscú publicó un informe pericial n° 18/485 del 29/11/96 que concluye: “LOS DATOS OBTENIDOS PERMITEN PENSAR EN LA POSIBILIDAD DE UNA TECNOLOGÍA DE ORIGEN EXTRATERRESTRE”.
Israel
La milenaria historia de la Reina de Saba y su romance con el rey Salomón tomaron hace unas décadas un gran giro inesperado gracias a las investigaciones de famosos escritor suizo de numerosos best sellers Erich von Däniken. El descubrimiento de varios Tajt Suleiman (árabe: “Templo de Salomón”) a los largo de la geografía del mundo islámico despertó la curiosidad de varios investigadores como von Dániken quienes encontraron una curiosa similitud entre todos estos “aparentes” templos a Salomón. Todos estos recintos disponían de cavidades no hechas por material conocido y con el fin de almacenar aceite y agua. Los emplazamientos semejaban hangares o plataformas de despegue para una nave en forma discoidal. Esto fue corroborado por dos investigadores simultáneamente en esos años cuando recibieron los planos del Templo de Jerusalén, y cuyas medidas demostraron que se trataba de una lanzadera de una nave en forma de disco y que según posteriores análisis funcionaba por medio de aceite y consumo de hidrógeno (propulsión por agua. Similar al testimonio Robert Lazar, ex funcionario de Área 51 que trabajó en el estudio de tecnología invertida a los ingenios volantes).
La aparición de Jehovah es sin duda una aguda yaga al imperio egipcio que dominó hasta el 1.500 a.C. un carro de fuego con un poder tal que arrasó completamente Egipto cuando el faraón se negó a liberar al pueblo de Moisés.
Sumeria y Fenicia
Las narraciones más antiguas de la humanidad asumen que los dioses venidos de las estrellas entraron una vez más en guerra y decidieron acabar con el mundo conocido anegándolo en agua. Según los textos sumerios y fenicios, hubo una gran guerra entre los dioses con súper armas destructivas que arrasaron al planeta. El investigador Michael Tsarion asume que las pruebas son irrefutables y es respaldado por Zecharia Sitchin, uno de los pocos hombres en el mundo capaz de leer antiguos símbolos sumerios. Ambos así como von Däniken y otro grupo de investigadores y científicos reconocidos creen que el mundo se enfrentó en una guerra nuclear una vez más hacia el 6.000 a.C. y fue el final de años de constantes guerras que llevaron al hombre a la perdición y a las cavernas. El intercambio nuclear eliminó de la faz de la Tierra todo vestigio de ciencia y tecnología.
“Todo existió ya!” dijo el reconocido rabino Ben Akiba, tal como cita la Biblia: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del Sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.” (Eclesiastés 1:9-11).
Grecia
El famosos filósofo Paltón habló de juna tierra más allá de las columnas de Hércules, una floreciente civilización de la que oyó hablar a los sacerdotes egipcios y que se dice que fue arrasada por una cataclismo más similar a una explosión atómica. Esto no era nuevo en la cultura helénica, los griegos temían a sus dioses los cuales disponían de vehículos maravillosos para desplazarse por el cielo y tenían el poder de lanzar rayos y fuego a su placer si alguien estaba en contra de su voluntad.
América
La tribu indígena norteamericana de los Salishan, procedentes de la Columbia Británica en Canadá, cuenta lo siguiente: “Una vez los hombres quisieron entablar una guerra contra los hombres celestes…”. ¿Creían que estaban en capacidad de enfrentarse a sus dioses? Las narraciones indígenas aluden a que los dioses venidos en los thunderbird (pájaros tronantes) eran y son, semejantes a nosotros, salvo en su tecnología. En uno de los casos dicen los Iroqueses, indios del estado de New York, los cuales afirman que la Tierra estuvo cubierta con agua, la cual poblaban monstruos: “Muy arriba se extiende el cielo, habitado por seres sobrenaturales…”.
Los propios relatos del Libro de Mormón, supuestamente descubierto por John Smith en los EE.UU. el cual relata la historia de la América precolombina (del 600 a.C. hasta el 400 d.C.) hablan de la catastrófica manifestación de un arma nuclear que devastó la Tierra. Esto no es nuevo si vemos el relato en el libro del Génesis sobre la destrucción de las ciudades de Shdom (Sodoma) y Amorá (Gomorra) cuando Jehovah lanzó fuego y azufre toda la noche y pulverizó la zona. Días después volvió el sobrino de Abraham y encontró el mismo fenómeno que en la explosión volcánica del Vesubio (Italia) y Armero (Colombia). El vaho dejó a toda criatura viviente como una estatua de sal, petrificado. Hoy día ese territorio es el más bajo de la tierra: se encuentra a 400 metros por debajo del nivel del mar, no nace ninguna planta en la zona; desde el aire se veo como cuando se lanza un puñado de harina al suelo; hay cuarzos, corales, estrellas de mar y conchas fosilizadas a varios kilómetros del epicentro, el medio del desierto; la unión del lago Tiberiades y el Lago que hoy se llama “muerto”, desapareció y la salinidad del lago se elevó al punto que es el lugar del mundo donde el agua es tan salada y no se propicia la vida. Recibió desde entonces el nombre de Iam a Melaj (Mar de la Sal), popularmente conocido como Mar Muerto, donde hoy existen plantas nucleares y reactores en el fondo debido a que el calor a mayor profundad y más elevado.
Los mayas, aztecas, olmecas y toltecas, son a su vez unos críticos del abuso de los dioses. Asumen que el mundo vivió varias catástrofes inimaginables, la última, que coincide con el diluvio bíblico (diluvio de Deucalión según los griegos y del Gilgamesh según los fenicios), que precedió a otra guerra medioambiental con armas imposibles hacia el 10.500 a.C. que ocasionó el último periodo glaciar según la ciencia moderna.
Armas prehistóricas
Evidentemente, si existieron armas de destrucción masiva en nuestra prehistoria, también tenían que haber armas de fuego. Un búfalo prehistórico fue hallado con un orificio de bala en el cráneo, esto sucedió también con un hombre de Neandertal descubierto en Zambia, y un homo Sapiens encontrado en España. Esto no es un fenómeno inusual o aislado, la ciencia quiere esconder la evidencia más sólida sobre este punto, la cual demuestra que un elevado número de dinosaurios machos líderes de manada fueron disparados en la parte posterior del cráneo con algo similar al láser, su cadáver arrastrado para que el olor atrajera al grupo entero y luego eran reunidos en fosas comunes donde los sepultaban por toneladas de arena.
La aparición del láser es igual de antigua, las Piedras de Ica en Perú relatan que hombres y dinosaurios convivieron juntos y estos se vieron obligados a tener que exterminarlos. Las piedras tienen miles de años y fueron talladas a láser. Este mismo caso de tallado a láser lo vemos en Sudáfrica, donde fueron encontradas cientos de pequeñas piedras semejando planetas con el ecuador marcado. El asunto radica en que estas piedras son más antiguas que los primeros seres invertebrados, según la hipótesis darwinista, ya que tienen la modesta antigüedad de 2,800 millones de años. Más viejas que los dinosaurios.
Otros casos sorprendentes
No obstante, es absolutamente necesario prestar atención a los descubrimientos de objetos que “funcionan” y cuya fecha nos parece imposible. El planeador de Saqqara constituye un ejemplo; tenemos la existencia de baterías eléctricas de hace 1.500 años de antigüedad, la parte exterior de la batería consiste en una simple vasija de barro, de algo menos de 15 centímetros de altura. Está taponada con betún en el que se ha montado un cilindro de cobre que penetra en la vasija unos 10 centímetros. El cilindro consta de tiras de cobre soldadas, y está cubierto con una tapa de cobre. En el interior del cilindro se encuentra una varilla de hierro, que se ha corroído adrede tratándola con algún ácido. Esta vasija fue hallada en Bagdad, y por lo visto data de la época de la dominación de los partos en esta parte de Irak, que duró desde 250 a.C. hasta el 224 d.C.
La cantidad de artefactos milenarios que son incluso más avanzados de lo que hoy conocemos desbordan los depósitos arqueológicos. Modelos de aviones, modelos de cohetes, modelos de ovnis, modelos de astronautas, bombillas, clavos, dedales, diamantes pulidos, bujías, mapas de la tierra y del espacio, relojes solares y lunares, cráneos de cristal, ciudades fortaleza, cuevas vitrificadas, nanotecnología, armas nucleares, operaciones de corazón, cerebro y cesárea, tornillos, tuercas, obeliscos, pirámides, cilindros, elementos no existentes en la Tabla Periódica, prótesis, talla de oro y ónice, lentes, anillos, anzuelos, anclas, cadenas de oro, hilo de oro, monedas, sellos, pinturas rupestres, cubos, discos, campanas, tarros, chicles, modelos de submarinos, ciudadelas, ciudades fortaleza, astronomía, presas, túneles, cuevas, ciudades subterráneas, hachas y lo más sorprendente: manipulación genética. Todo esto, no tratándose de nuestra era, ni de hace unos siglos sino de hace decenas, cientos y miles de años, y en una inmensa mayoría estos artefactos tienen “decenas, cientos y miles de MILLONES DE AÑOS!!”.
Es increíble, pero más allá de todo esto, las pruebas fósiles y las huellas halladas por arqueólogos siguen esta línea. El hombre existe hace miles de millones de años, y no solo en la Tierra sino en otras tierras. Una huella humana de 590 millones de años es una de las más controversiales de estás pruebas, ya que en esa época se cree que apenas empezaron a surgir los primeros seres vertebrados. El evolucionismo es un plan creados por un grupo de masones antirreligiosos de la familia Darwin que recibieron un fuerte fondo monetario por varias sociedades científicas y que han conseguido su objeto: engañar a la inmensa mayoría de seres humanos para que creamos que somos primates.
Primero estás las pruebas históricas y literarias, las evidencias y los hallazgos, luego con menos o nada de credibilidad tenemos las teorías y las hipótesis.
La extraña bola de la familia Betz
Pero mucho antes de que se descubrieran objetos extraños en Eurasia, una familia en la ciudad de Jacksonville (Florida, EE UU) había descubierto un artefacto que desafió todos los intentos realizados por clasificarla.
Según una noticia de Prensa Asociada del 12 de abril de 1974, Antoine Betz y su esposa Gerri encontraron un objeto de forma esférica que pesaba unos 9 kilogramos y cuyas dimensiones eran menores que las de una bola de jugar a los bolos. El extraño artefacto parecía estar hecho de un metal altamente pulido y fue hallado justo en medio del patio delantero de la casa de los Betz.
La “bola Betz”, como se le llegaría a conocer, era capaz de realizar proezas verdaderamente asombrosas, como rodar hacia un lugar determinado por su propia cuenta y regresar a la persona que la había hecho rodar; vibraba y zumbaba como respuesta a los acordes de una guitarra. El interés por la esfera la convirtió en la sensación del momento, llegando a atraer la curiosidad de la Marina de Guerra de EE UU, que la pidió prestada a los Betz para someterla a una serie de pruebas. Los escépticos no demoraron en presentarse, alegando que la milagrosa esfera de metal no era más que una válvula de retención de una fábrica de papel, y la curiosidad del público se extinguió después de dicha aseveración.
Sin embargo, el investigador Bill Baker llegó a establecer que la “bola Betz” era tan increíble como se había pensado originalmente. Presentando los datos producidos por las pruebas oficiales, Baker comprobó que el objeto parecía albergar cuatro objetos distintos en su interior y que contaba con tres polos magnéticos no lineales: una anomalía científica. Si se le golpeaba con un martillo, el objeto producía sonidos como una campana; si se le colocaba sobre una mesa de vidrio, el objeto parecía ir “en busca” de la orilla de la mesa para luego alejarse de ella; si se inclinaba la superficie de vidrio, el objeto se desplazaba -asombrosamente- en el sentido contrario. La especulación sobre la verdadera naturaleza del objeto misterioso iba desde una sonda alienígena hasta un dispositivo antigravitatorio extraído de un OVNI derribado.
El “fichero de delincuentes” de los objetos extraños
Los objetos artificiales de alta extrañeza como la “bola negra” en Rusia o la “bola Betz” difícilmente pueden considerarse como únicos en su clase. Se tratan, sencillamente, de añadiduras modernas a una colección de dispositivos de alta extrañeza que han sembrado la superficie de nuestro mundo durante siglos. Después de su descubrimiento, estos objetos son analizados, escudriñados y evaluados antes de caer en el olvido, o desaparecer por completo, a menudo de manera extraña.
El más famoso -y controvertido- de ellos lo es, sin duda, el cubo de Gurlt.
Este cubo o paralelepípedo de color plomizo, con caras ligeramente convexas, se descubrió en una veta carbonífera en Austria en 1865 cuya edad era de varios millones de años. Los estudiosos alemanes y austriacos que examinaron el dispositivo no dudaron que era artificial ni que había sido depositado en la veta en épocas más recientes. Cuando no fue posible adelantar los estudios sobre el objeto, el cubo (bautizado con el nombre de uno de los investigadores, el Dr. Gurlt) fue puesto a la vista del público en el museo de Salzburgo.
Algunos científicos opinaron que el objeto, hecho de acero al carbón, era de origen meteorítico y que había sido “reprocesado” hasta alcanzar su forma cúbica, dejando sin contestar la interrogante más significativa: ¿qué o quién era capaz de reprocesar metales durante la era de los dinosaurios?
El extraño objeto aparentemente fue destruido durante el bombardeo de Salzburgo en la Segunda Guerra Mundial, pero cuando un periodista ruso visitó el museo de dicha ciudad en la década de los años 70 con miras a escribir una nota sobre el objeto anómalo, el conservador del museo le informó que “no existían pruebas normales” sobre la existencia del objeto: se habían perdido todos los archivos del museo desde 1880 hasta 1910. El periodista tachó el cubo de Gurlt de fraude, y así se le considera como tal hasta el día de hoy.
Aunque resulta conveniente para todas las partes en el asunto descartar el artefacto como fraudulento, el fallecido autor francés Jacques Bergier, escribió sobre estos objetos detenidamente en su obra Las visitas extraterrestres desde el pasado prehistórico hasta el presente (Signet, 1975). Bergier sugirió que los artefactos anómalos representaban los sofisticados métodos de recopilación de datos de una civilización extrahumana, agregando que tales objetos serían capaces de albergar una gran cantidad de informacion mediante el grabado en los átomos de hierro. Bergier consideraba que un cubo o cilindro con las dimensiones del desaparecido objeto estudiado por Gurlt podría contener diez millones de años en datos, añadiendo que radiaciones sutiles invisibles a nuestra tecnología podrían “alimentar” dichos objetos hasta ser recuperados por sus dueños… quienesquiera que sean.
Pero el peso de la carga no descansa sobre el desaparecido cubo de Gurlt. Las selvas centroamericanas, por ejemplo, albergan enormes esferas de piedra cuyo propósito se desconoce, a pesar de numerosas teorías que las caracterizan como representaciones de sistemas solares extraterrestres, dispositivos de recaudación de energía y otras posibilidades.
Si estos enigmáticos objetos representan la evidencia más concreta de una presencia extraterrestre en el planeta Tierra, sería posible entonces sugerir que la misión de muchos de los “aterrizajes de OVNIs” consiste en recuperar tales dispositivos de recolección de datos, que habrían sido depositados, lógicamente, en lugares de acceso difícil o dónde la civilización humana aún no habría llegado. Sin embargo, los escépticos se quejarían que de ser así, seguramente sería posible coger desapercibido a un alienígena con las manos en la masa, por así decirlo
De acuerdo con el Mahabharata, un texto sagrado hindú, hace más de 5000 años se habría producido una explosión nuclear
Para profundizar en la civilización del Valle del Indo, hay que recurrir a antiguos textos védicos; Un conjunto de escritos tradicionales en lenguaje sánscrito y supuestamente legados en algunos casos por los dioses, para poder encontrar referencias que traten de aclarar los numerosos interrogantes que se ciernen sobre Mohenjo-Daro y el resto de poblaciones del Valle. En de estos textos, el Mahabharata, un extensísimo poema épico de casi 215.000 versos aparece la ciudad de Mohenjo-Daro envuelta en una gran guerra, donde tanto como dioses se vieron involucrados, y que relega a épocas aún más remotas los orígenes de la ciudad, pues los sucesos descritos en el Mahabharata se sitúan hacia el año 3.103 a.C. y que desembocaron en el “Kali Yuga” o “Edad Sombría”, una especie del fin del mundo antiguo conocido, una auténtica Apocalipsis que cambió la historia de la antigua India.
Incluso existen referencias a batallas aéreas y armas de destrucción masiva, increiblemente impensadas en aquella época remota.
En el Mahabharata o “guerra de los bharatas”, se describen las luchas de dos familias o clanes reales, los Pandavas y los Koravas, ambas antepasados comunes del mítico Rey Bharata. Algunas de las traducciones llevadas a cabo en los siglos XIX y XX sobre los más de doscientos mil versos que componen la antigua epopeya, han resultado enormemente polémicos, negándose incluso la propia existencia de algunos de estos mismos versos como originales, o descalificando los conocimientos de sánscrito de algunos de los eruditos que los transcribieron. Recién finalizada la I Guerra , muchos antiguos manuscritos se pusieron de moda, destacando entre ellos el Mahabharata, pues algunas de las traducciones parecían reflejar una enorme semejanza a los desgraciados momentos vividos en la contienda mundial, donde armas enormemente poderosas eran capaces de aniquilar a los hombres hasta un punto jamás visto hasta el momento.
Pero el sumum llegó al concluir la II Guerra Mundial, con la utilización de la bomba atómica, la más poderosa de las armas nunca creada por la mano del hombre… Aunque ¿En la actualidad?
Antes de que el hombre moderno conociera los efectos devastadores de la Bomba Atómica estos poemas podrían haber pasado por desapercibidos, sin embargo, cualquiera que los lee en la actualidad no puede evitar sorprenderse:
"…Un solo proyectil, cargado con toda la potencia del universo. Una columna incandescente de humo y llamas, tan brillante como diez mil soles, se alzó en todo su esplendor…
…Era un arma desconocida, un rayo de hierro, un gigantesco mensajero de la muerte que redujo a cenizas las razas de los Vrishnis y Andakas, los enemigos contra quienes se utilizó. Los cadáveres estaban tan quemados que resultaban irreconocibles. Sus cabellos y uñas desaparecieron; jarros y objetos de greda quedaron destrozados, sin motivo aparente, y los pájaros se volvieron blancos. Al cabo de pocas horas, todos los comestibles estaban infectados. Los soldados se lanzaron a los arroyos y trataron de lavar sus cuerpos y todo su equipo…"
Uno de estos más que polémicos textos, describe a la perfección la utilización de armamento nuclear 5.000 años antes de que los americanos los utilizasen sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Del mismo modo, existen gran cantidad de textos que describen con todo tipo de detalles la existencia de naves voladoras (vimanas) y de cohetes o misiles capaces de alcanzar largas distancias con sus mortíferas cargas. Tal vez el texto anteriormente referido del Mahabharata no sea original o su traducción no haya sido la más correcta, pero hay otras muchas clases de detalles que señalan a un abrupto final de los antiguos habitantes de Mohenjo-Daro.
Se da una gran contradicción a la hora de evaluar los motivos y causas que pudieron propiciar la repentina desaparición de los mapas de Mohenjo-Daro, pues si bien por un lado se ha especulado con la posible matanza de sus pobladores a manos de hordas invasoras tras una cruenta lucha, solo se han encontrado por parte de los arqueólogos durante sus trabajos de campo, poco más de treinta esqueletos diseminados por las calles. ¿Dónde estaban pues el resto de los habitantes? ¿De dónde viene entonces el nombre de “el montí*** de los muertos”? ¿Habían desaparecido o sido evacuados antes de la batalla? También existe una hipótesis muy aceptada por la comunidad arqueológica por la que la ciudad pudo haber sido abandonada por un cambio repentino en el curso del Río Indo sobre el año 1.700 a.C., pero no explica algunos detalles muy incómodos para los que hasta el momento no se han encontrado respuestas determinantes.
A pesar de ser muy pocos los esqueletos encontrados, todo parece indicar que la muerte les vino muy deprisa, en plena huída. Hasta tres miembros de la misma familia, entre los que se incluye un menor, aparecieron boca abajo cogidos de la mano, otros parecen haber sido también sorprendidos en plena calle no logrando haber encontrado refugio y observándose como parte de sus huesos se hubiesen consumido o volatizado muy rápidamente, yaciendo desde entonces de forma aislada o en pequeños grupos. Y por si fuera poco, al igual que en Harappa, todos estos restos humanos encontrados en las calles de Mohenjo-Daro presentan una circunstancia excepcionalmente extraña: un alto nivel de radioactividad.
Existe una especie de foco ó “epicentro” de unos poco más de 45 metros de diámetro en el centro de la ciudad, donde el terreno se encuentra cristalizado, encontrándose los bloques de piedra más próximos derretidos o fundidos. En las edificaciones próximas se puede observar como los ladrillos de las paredes expuestos al exterior y en dirección al supuesto “epicentro” se encuentran del mismo modo, también fundidos o derretidos, una circunstancia que solo se podría haber logrado exponiéndolos a temperaturas superiores a los 1.500º centígrados. Con los mismos síntomas de destrucción se han encontrado toda clase de objetos de alfarería, cerámica, joyería, etc, y las señales de explosiones e incendios se encuentran por doquier.
¿Qué clase de armas pueden provocar tales efectos tanto en las personas como en los edificios circundantes? ¿Acaso una explosión nuclear?
Dado lo increíble de semejante hipótesis, lamentablemente, no existe por el momento ningún estudio medianamente serio, achacándose inicialmente la presencia de radioactividad a las propias características geológicas del terreno donde se encuentran emplazadas las ruinas de Mohenjo-Daro. De igual manera, la presencia de objetos o superficies vitrificadas y materiales derretidos o fundidos, se ha asociado a fuerzas de la naturaleza ya observados en otras latitudes como Escocia, Australia o Egipto, producto todos ellos de rayos y arcos eléctricos de gran intensidad. Nadie, repetimos, ha intentado hacer los trabajos necesarios para clarificar la verdadera naturaleza de las cicatrices que, tanto en los seres humanos como en las edificaciones quedaron plasmados durante largos siglos, desde una perspectiva que incluyese la posible utilización de energía nuclear. El solo planteamiento de ésta última hipótesis supondría de inmediato el total desprestigio para cualquier investigador, universidad u organización, pues implicaría el conocimiento de los secretos del átomo por los hombres que habitaron el Valle del Indo hace más de 5.000 años.
Para profundizar en la civilización del Valle del Indo, hay que recurrir a antiguos textos védicos; Un conjunto de escritos tradicionales en lenguaje sánscrito y supuestamente legados en algunos casos por los dioses, para poder encontrar referencias que traten de aclarar los numerosos interrogantes que se ciernen sobre Mohenjo-Daro y el resto de poblaciones del Valle. En de estos textos, el Mahabharata, un extensísimo poema épico de casi 215.000 versos aparece la ciudad de Mohenjo-Daro envuelta en una gran guerra, donde tanto como dioses se vieron involucrados, y que relega a épocas aún más remotas los orígenes de la ciudad, pues los sucesos descritos en el Mahabharata se sitúan hacia el año 3.103 a.C. y que desembocaron en el “Kali Yuga” o “Edad Sombría”, una especie del fin del mundo antiguo conocido, una auténtica Apocalipsis que cambió la historia de la antigua India.
Incluso existen referencias a batallas aéreas y armas de destrucción masiva, increiblemente impensadas en aquella época remota.
En el Mahabharata o “guerra de los bharatas”, se describen las luchas de dos familias o clanes reales, los Pandavas y los Koravas, ambas antepasados comunes del mítico Rey Bharata. Algunas de las traducciones llevadas a cabo en los siglos XIX y XX sobre los más de doscientos mil versos que componen la antigua epopeya, han resultado enormemente polémicos, negándose incluso la propia existencia de algunos de estos mismos versos como originales, o descalificando los conocimientos de sánscrito de algunos de los eruditos que los transcribieron. Recién finalizada la I Guerra , muchos antiguos manuscritos se pusieron de moda, destacando entre ellos el Mahabharata, pues algunas de las traducciones parecían reflejar una enorme semejanza a los desgraciados momentos vividos en la contienda mundial, donde armas enormemente poderosas eran capaces de aniquilar a los hombres hasta un punto jamás visto hasta el momento.
Pero el sumum llegó al concluir la II Guerra Mundial, con la utilización de la bomba atómica, la más poderosa de las armas nunca creada por la mano del hombre… Aunque ¿En la actualidad?
Antes de que el hombre moderno conociera los efectos devastadores de la Bomba Atómica estos poemas podrían haber pasado por desapercibidos, sin embargo, cualquiera que los lee en la actualidad no puede evitar sorprenderse:
"…Un solo proyectil, cargado con toda la potencia del universo. Una columna incandescente de humo y llamas, tan brillante como diez mil soles, se alzó en todo su esplendor…
…Era un arma desconocida, un rayo de hierro, un gigantesco mensajero de la muerte que redujo a cenizas las razas de los Vrishnis y Andakas, los enemigos contra quienes se utilizó. Los cadáveres estaban tan quemados que resultaban irreconocibles. Sus cabellos y uñas desaparecieron; jarros y objetos de greda quedaron destrozados, sin motivo aparente, y los pájaros se volvieron blancos. Al cabo de pocas horas, todos los comestibles estaban infectados. Los soldados se lanzaron a los arroyos y trataron de lavar sus cuerpos y todo su equipo…"
Uno de estos más que polémicos textos, describe a la perfección la utilización de armamento nuclear 5.000 años antes de que los americanos los utilizasen sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Del mismo modo, existen gran cantidad de textos que describen con todo tipo de detalles la existencia de naves voladoras (vimanas) y de cohetes o misiles capaces de alcanzar largas distancias con sus mortíferas cargas. Tal vez el texto anteriormente referido del Mahabharata no sea original o su traducción no haya sido la más correcta, pero hay otras muchas clases de detalles que señalan a un abrupto final de los antiguos habitantes de Mohenjo-Daro.
Se da una gran contradicción a la hora de evaluar los motivos y causas que pudieron propiciar la repentina desaparición de los mapas de Mohenjo-Daro, pues si bien por un lado se ha especulado con la posible matanza de sus pobladores a manos de hordas invasoras tras una cruenta lucha, solo se han encontrado por parte de los arqueólogos durante sus trabajos de campo, poco más de treinta esqueletos diseminados por las calles. ¿Dónde estaban pues el resto de los habitantes? ¿De dónde viene entonces el nombre de “el montí*** de los muertos”? ¿Habían desaparecido o sido evacuados antes de la batalla? También existe una hipótesis muy aceptada por la comunidad arqueológica por la que la ciudad pudo haber sido abandonada por un cambio repentino en el curso del Río Indo sobre el año 1.700 a.C., pero no explica algunos detalles muy incómodos para los que hasta el momento no se han encontrado respuestas determinantes.
A pesar de ser muy pocos los esqueletos encontrados, todo parece indicar que la muerte les vino muy deprisa, en plena huída. Hasta tres miembros de la misma familia, entre los que se incluye un menor, aparecieron boca abajo cogidos de la mano, otros parecen haber sido también sorprendidos en plena calle no logrando haber encontrado refugio y observándose como parte de sus huesos se hubiesen consumido o volatizado muy rápidamente, yaciendo desde entonces de forma aislada o en pequeños grupos. Y por si fuera poco, al igual que en Harappa, todos estos restos humanos encontrados en las calles de Mohenjo-Daro presentan una circunstancia excepcionalmente extraña: un alto nivel de radioactividad.
Existe una especie de foco ó “epicentro” de unos poco más de 45 metros de diámetro en el centro de la ciudad, donde el terreno se encuentra cristalizado, encontrándose los bloques de piedra más próximos derretidos o fundidos. En las edificaciones próximas se puede observar como los ladrillos de las paredes expuestos al exterior y en dirección al supuesto “epicentro” se encuentran del mismo modo, también fundidos o derretidos, una circunstancia que solo se podría haber logrado exponiéndolos a temperaturas superiores a los 1.500º centígrados. Con los mismos síntomas de destrucción se han encontrado toda clase de objetos de alfarería, cerámica, joyería, etc, y las señales de explosiones e incendios se encuentran por doquier.
¿Qué clase de armas pueden provocar tales efectos tanto en las personas como en los edificios circundantes? ¿Acaso una explosión nuclear?
Dado lo increíble de semejante hipótesis, lamentablemente, no existe por el momento ningún estudio medianamente serio, achacándose inicialmente la presencia de radioactividad a las propias características geológicas del terreno donde se encuentran emplazadas las ruinas de Mohenjo-Daro. De igual manera, la presencia de objetos o superficies vitrificadas y materiales derretidos o fundidos, se ha asociado a fuerzas de la naturaleza ya observados en otras latitudes como Escocia, Australia o Egipto, producto todos ellos de rayos y arcos eléctricos de gran intensidad. Nadie, repetimos, ha intentado hacer los trabajos necesarios para clarificar la verdadera naturaleza de las cicatrices que, tanto en los seres humanos como en las edificaciones quedaron plasmados durante largos siglos, desde una perspectiva que incluyese la posible utilización de energía nuclear. El solo planteamiento de ésta última hipótesis supondría de inmediato el total desprestigio para cualquier investigador, universidad u organización, pues implicaría el conocimiento de los secretos del átomo por los hombres que habitaron el Valle del Indo hace más de 5.000 años.
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