Cuenta la historia de una mujer que llegó sorpresivamente a la
ciudad. Alta, pálida y sonriente. Buscaba trabajo para poder sobrevivir,
estaba escapando de una gran hambruna y pobreza de su tierra natal.
Llegó a la casa de los Wilson. Una familia muy adinerada que vio que la
muchacha tenía pinta de ser de confianza. La contrataron y ella cuidaba
de sus cuatro hijos. Todo fue bien durante exactamente 3 semanas. Hasta
que algo ocurrió. Una noche tormentosa en la cual los Wilson habían
salido y los niños dormían, la niñera comenzó a escuchar ruidos
extraños, golpeteos de puertas y ventanas, llamadas extrañas donde nadie
respondía y el viento que silbaba fuertemente y la hacía sentir con
mucho frío. Salió al jardín a tomar un poco de aire. Lo unico que se
pudo deducir después de esa noche, fue un misterio para los demás.
A
la mañana siguiente los Wilson llegaron apresurados y encontraron a la
niñera, con una parte de su cara en carne viva, ahorcada en uno de los
árboles del jardín, con los ojos abiertos y amarillentos, mirando
fijamente al tremendo vacío. De sus ojos se veían que habían marcas de
lágrimas negras, ya secas y siniestras. Se llevaron el cadáver de la
niñera ese mismo día y los Wilson abandonaron la casa, espantados por
sentir la presencia de la muchacha en su hogar.
Después de unos
años, nadie se había atrevido a comprar la casa de los Wilson. Hasta que
una familia la compró por el bajo precio en que se encontraba. Han
declarado que no pueden bajar al sótano porque empiezan a sentir mucho
frío, a sentir que hay alguien que los sigue a todos lados y han
terminado por prohibir la entrada a aquel sitio. En el jardín, a las 3
de la madrugada siempre escuchan la misma carcajada excéntrica y
macabra, la risa de la niñera. Se burla de la nada, sale de una boca
invisible. Su espectro da vueltas por la habitación de los niños, se
lamenta en porqué nadie le dijo que esa noche un psicópata altamente
peligroso estaba suelto. Llora en silencio y su risa sin motivo se
transforma en un grito de rabia. Gira el cuello, y la cabeza se le
desprende como si fuera una muñeca rota. Vuelve a reír y se va, se
desvanece... los niños no saben quien es la que no los deja dormir. Pero
que se puede hacer... la niñera siempre busca a quien observar, alguna
persona a quien espantar. Ya no le queda nada en este mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario