El
rey Saúl no sabía qué hacer y estaba temblando de miedo. Todo el
ejército filisteo se había congregado para atacar las pequeñas y débiles
tropas de Israel. Saúl gemía, "Si solamente Samuel estuviera aquí, él
me diría qué hacer". Pero el gran profeta había muerto unos años atrás.
El envejecido monarca trató desesperadamente de encontrar algun consejo o
guía de otros sacerdotes o profetas; pero el Señor no le iba a hablar.
Cuando era joven, Saúl había estado cerca de Dios. Pero después de
ascender al trono, él se volvió orgulloso y se rebeló contra la Palabra
de Dios. A tal punto, que una vez mató a todos los sacerdotes que
conformaban la población de una aldea. El rey Saúl había rechazado
escuchar la voz de Dios persistentemente, y ahora en su aflicción, Dios
no le iba a escuchar.
"Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu
de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte"
(1 Samuel 28:7). Dios había ordenado claramente a su pueblo que nunca
debían consultar alguna hechicera o médium (Levítico 19:31; 20:27), pero
Saúl ahora tenía poca consideración por la instrucción de Dios.
Al encontrar una mujer en Endor que decía consultar a los muertos, el
rey se disfrazó y fue a verla. Le dijo a la médium, "Hazme venir a
Samuel". Cuando la hechicera comenzó con sus sortilegios y
encantamientos, una aparición, reclamando ser el profeta Samuel, se
mostró y dio al rey un mensaje totalmente sin esperanza. Predijo que
Saúl y sus tres hijos morirían en batalla al día siguiente. De hecho,
cuando sus hijos fueron muertos por los filisteos al otro día, el herido
y desanimado rey de Israel se echó sobre su espada y se quitó la vida
(1 Samuel 31:2-4).
¿Quién habló a Saúl a través de la hechicera, un profeta de Dios resucitado, o el diablo disfrazado? |
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