En el foro de debate de la revista electrónica Mundo Parapsicológico un lector escribe: "Canica
cayendo. — Quiero preguntar qué es lo que quiere decir cuando escuchas
como una canica caer y estás solo en tu casa. Sé que tiene un
significado como de una presencia o algo de eso, ya que una vez, cuando
estaba solo viendo la tele tranquilamente,
escuché como una especie de canica caer en la parte de arriba de mi
casa, pero arriba no hay nadie que viva, ya que yo vivo en una casa". Una persona le responde a continuación: "Lo que tú has escuchado es manifestación... No es nada malo, sólo debes rezaaar por el alma del que lo hace".
He traído aquí este fragmento porque me parece característico de la filosofía que hoy comparte mucha gente interesada en la parapsicología: Los fenómenos paranormales
que se producen en un determinado lugar serían la manifestación de
"almas" de personas muertas que por alguna razón se habrían quedado
atoradas en "este mundo". Mediante los rezos, las plegarias o los
rituales "de luz" estas almas retomarían su camino hacia donde deberían
haber estado ya hace tiempo. Y así los fenómenos paranormales desaparecerían.
No es raro encontrar a sacerdotes en los grupos de estudios sobre estos temas. Y es que la parapsicología,
así planteada, parece contener todos los elementos clave de su visión
del mundo: "almas", "Bien" y "Mal" (presencias "benignas" y "malignas"),
viaje espiritual tras la muerte a "otros lugares", por no hablar de los
efectos de "rezaaar".
Este cúmulo de certezas indemostradas contrasta con el gusto experimental y tecnológico de lo que podríamos llamar la parte práctica de las investigaciones parapsicológicas:
Medidores de ondas magnéticas, células fotoeléctricas, cámaras
infrarrojas, grabadores de frecuencias especiales... Ninguno de estos
eficaces artilugios parece ser el responsable directo de la recurrente
historieta de las almas atascadas que necesitan un empujoncito para dejar de incordiar a los humanos e irse al cielo de una vez. Esta explicación de las cosas se alimenta íntegramente de la teología cristiana. Llamaré por tanto a la porción de los interesados en los fenómenos paranormales que la comparte parapsicología cristiana. Y parapsicología siniestra a su alternativa.
En la parapsicología
cristiana se parte tácitamente de un presupuesto enteramente religioso:
Los fenómenos extraordinarios, en condiciones normales, sólo deberían
ser cosa de Dios o de sus delegados ("milagros" de vírgenes, santos o
reliquias sagradas), cualquier otra manifestación inusual
corre un alto riesgo de ser "maligna". Entre los prodigios divinos,
caracterizados por el "Bien", y los fenómenos provocados por otras
entidades, sobre los que hay que estar siempre alerta porque pueden
fácilmente estar gobernados por el "Mal", sólo queda —como inestable
término medio— la citada versión de las almas atascadas. Y esto último
en lo que parece una concesión algo distorsionada a la filosofía del
espiritismo. En la obra de Kardec y otros espiritas clásicos, la personalidad que supuestamente
sobrevive a la muerte física va a parar a un mundo paralelo, donde se
queda para siempre. No es el cielo ni el infierno, sólo otra dimensión
que se parece en muchos aspectos a la nuestra. En la parapsicología
cristiana, para recuperar el cielo de los teólogos, ese estadio de
espíritus que todavía rondan por aquí es puramente provisional, una
anomalía que en todo caso debe ser subsanada. Como quien desenreda de un
alféizar un globo de gas para que pueda subir por fin hacia lo alto. El buen parapsicólogo cristiano es a la vez investigador y ayudador de almas, manejador de sofisticados medidores electrónicos y rezador al mismo tiempo, pues su objetivo final —y más cuando trabaja como cazafantasmas a domicilio— es conseguir que los fenómenos paranormales no divinos dejen de producirse. Está convencido de que no hay "Bien" en las experiencias paranormales
que no procedan de Dios: o son intervenciones de entidades abiertamente
perversas, dañinas ("demoníacas"), o son síntomas de desarreglos en la
trayectoria natural de las almas. Nunca desearían que San Rafael
dejase de operar prodigios (en realidad creo que les gustaría que
operara alguno), pero sí consideran un deber hacer que todas las otras
manifestaciones inusuales cesen.
La parapsicología
siniestra no cree en Dios, y por lo tanto no espera que él, sus santos
de madera, o los trozos de esqueletos que los curas guardan en vitrinas,
vayan a intervenir en el mundo real de ninguna forma. La vida es
demasiado corta para sentarse a esperar a fantasmas. Por otro lado no
considera los llamados fenómenos paranormales como algo inusual, de algún modo anómalo, ni mucho menos proclive a ser peligroso. La parapsicología
siniestra no teme a las fuerzas que puedan generarse en la oscuridad,
pues ha reconocido la oscuridad como un magnífico poder propio. Y como
limpiadores de manifestaciones inoportunas, los parapsicólogos siniestros son desde luego mucho más eficaces: no hay comparación, para hacer cesar un poltergeist,
entre dar vueltas con velas blancas y salmodiar para que la supuesta
alma "descanse" y "se vaya hacia la luz", y consagrar la casa
enteramente a Satán. Si no lo creéis, probadlo.
Lo que se suele designar como paranormal es un cajón de sastre donde se amontonan infinidad de hechos de la más diversa naturaleza. Algunos fácilmente comprobables, otros seguramente míticos. Este artículo no trata de la parapsicología
y de su trayectoria, por lo que no vamos a entretenernos en averiguar
cómo acabaron todos juntos ahí. Digamos que en última instancia sólo
comparten que la ciencia moderna no los admite. Pero la ciencia ni
acierta siempre ni se equivoca siempre, por lo que en el cajón de lo paranormal
hay realmente de todo. Algunos de los fenómenos así llamados forman
parte de las capacidades naturales reprimidas del animal humano, que la
Magia puede hacer despertar y crecer: la telepatía, la clarividencia, la
precognición, la bilocación, la levitación... Otros parecen ser manifestaciones de entidades ajenas a la persona que los presencia: los poltergeist, los raps, las apariciones espectrales, las psicofonías...
Una perspectiva siniestra se interesa en estos fenómenos no para
demostrar que existen (ya sabe que existen), sino para investigar cómo
adueñarse de ellos, cómo utilizarlos para el beneficio propio. Como el parapsicólogo siniestro debería estar más allá de las dicotomías morales de las religiones, no tiene miedo de supuestos trasfondos "malignos" en estas manifestaciones. En todo caso los demonios serán siempre sus más sinceros aliados.
El llamado Sendero de la Mano Derecha comparte muchas de las premisas de la visión religiosa de los fenómenos paranormales.
No en vano es en sí un embrión de nuevos dioses. Para los que siguen
ese camino, tampoco "deberían" producirse estas manifestaciones. Por
ejemplo Jack Parsons anota en cierto lugar de su Libro de Babalon: "Diez
de enero. Hice la invocación dos veces. Me acosté sobre las once, y fui
despertado a las doce de la noche por nueve golpeteos rápidos y
fuertes. Una lámpara de mesa que se encontraba en el otro extremo de la
habitación fue lanzada con violencia contra el suelo y se rompió. No
había ventana en esa parte de la habitación, ni había viento en ese
momento. Mágicamente
hablando, este tipo de fenómenos representan "fisuras" en la operación,
que indican técnicas imperfectas. En una operación mágica no debería
haber fenómenos de este tipo, sino sólo el resultado deseado."
En el trabajo con la Magia Negra los fenómenos paranormales
aparecen bastante pronto. Son de algún modo evidencias de que se está
avanzando por el camino elegido, de que realmente están acudiendo y congregándose
los poderes oscuros. El mago negro debe considerar esta circunstancia
como un feliz logro, como una primera conquista. No hay nada ante lo que
estar alerta, nada contra lo que prepararse para luchar. Su única lucha
debe ser, como en tantas ocasiones, contra el propio miedo. Ese viejo y
maloliente miedo a lo desconocido que es parte sustancial del recelo
ante la vida y sus magníficas e insospechadas posibilidades.
Hey esto está plagiado de http://bailespiritu.blogspot.com sin citar al autor!
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