Las únicas menciones que los evangelios canónicos hacen sobre el oficio de Jesucristo se encuentran en Marcos y en Mateo, y las dos hacen referencia al mismo suceso. Jesús regresa a Nazareth para iniciar su ministerio publico. La gente al reconocerlo dice:
Marcos, VI, 3, ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón?
Mateo XIII, 55, ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?
Estas son las únicas referencias al oficio de Jesucristo y al de su padre José en toda la Biblia. En estos dos versículos se basa la Iglesia Católica para difundir la imagen, por todos conocida, de Jesús carpintero, hijo de José el carpintero. Siendo la de Mateo una referencia al oficio del padre, la de Marcos se convierte en la única referencia directa al oficio de Jesús.
Recordemos que los manuscritos originales de los evangelios canónicos fueron escritos en griego. La palabra griega que hace mención al oficio de Jesucristo en los pasajes citados de los evangelios de Marcos y Mateo es: TEKTON. Si no existiera ninguna duda sobre la correcta traducción de esta palabra griega al idioma de nuestras biblias, estas escasas menciones sobre el oficio de Jesucristo serían suficientes para cerrar el tema. Sin embargo, no es así, la palabra griega TEKTON no se refiere exclusivamente a un carpintero.
TEKTON era el apelativo que se daba, en aquella época, a alguien que se ganaba la vida construyendo algo con las manos. Lo más cercano a esto es el concepto de obrero de construcción, pudiendo realizar la persona, trabajos con la piedra, con barro, con madera y otros.
Según otros textos de aquella época el término se usaba indistintamente para designar a un obrero, a un albañil, a un orfebre, a un maestro de obra, a un arquitecto, a un tejedor, a un carpintero e inclusive a un tintero. Hay que señalar que cuando se quería especificar el oficio de una persona, en el griego de la época, se agregaba una palabra más que especificaba el oficio, es decir, si uno quería especificar que era un TEKTON en metales, pues la palabra griega TEKTON estaría seguida de otra palabra griega que definiría el rubro de los metales.
En los textos de Marcos y Mateo citados, la palabra TEKTON aparece sola, sin ninguna especificación sobre la designación en particular del oficio, no se puede entonces afirmar, basándonos en la etimología de la palabra que Jesucristo fuera un carpintero.
Analicemos el contexto y la geografía de la región donde creció Jesús. En aquella época, la mayor fuente de trabajo para cualquier carpintero sería construir casas, partes de las casas o el mobiliario para las casas.
En los territorios de Galilea y Judea, donde creció Jesucristo, la madera no constituía parte principal de ninguna construcción. Las casas estaban hechas principalmente de piedra, especialmente en Nazareth conocido por su rudimentaria arquitectura, su escasa población y sus limitados recursos agrícolas y ganaderos. Además, la madera no era abundante en la región. Ser carpintero en Nazareth sería tan raro como ser un esquiador en el África.
Si Jesucristo realmente hubiera sido un carpintero, su oficio habría sido tan singular que los evangelios canónicos lo hubieran mencionado en detalle.
Si queremos ser más específicos, revisemos las numerosas parábolas que empleo Jesús para ilustrar su mensaje.
En las parábolas que aparecen en los evangelios canónicos, Jesucristo se refiere más de 40 veces a labores agrícolas, más de 10 veces a labores ganaderas, más de 50 veces a actividades de interacción social, más de 40 veces a labores económicas o financieras y más de 40 veces a labores de construcción relacionadas con la piedra. El conocimiento de las actividades agrícolas, domésticas, ganaderas, y sociales que demuestra Jesucristo en sus parábolas era común a cualquier judío de la época, pues esas labores eran parte de su vida cotidiana. Pero los conocimientos específicos de construcción que aparecen en sus parábolas son pruebas de una formación exclusiva.
Mateo XXI, 42, Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?.
Mateo VII, 24-25, «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.
Lucas XIV, 28-30, «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: “Este comenzó a edificar y no pudo terminar.”
A la madera sólo se refiere 2 veces.
Mateo VII, 3 , ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?Si Jesucristo fue carpintero como sostiene la Iglesia Católica, ¿por qué sólo existen dos parábolas que se refieren al trabajo en madera y más de treinta a labores de construcción?
Lucas XXIII, 31, Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?»
Tenemos evidencia suficiente para concluir que Jesucristo fue difícilmente un carpintero. Según todos los indicios fue más bien “un obrero de construcción”. En una región como en la que se encuentra Israel, con abundante piedra y pocos arboles, un obrero de construcción habría trabajado principalmente con la piedra, y mucho menos con la madera o los metales. Probablemente, Jesucristo trabajo en todas las estructuras de las que habló en sus parábolas, ruedas de molinos, lápidas, atalayas, ampliaciones de casas, barricadas, cercas, y graneros, entre otras.
Pero, ¿Cómo es que la iglesia nos ha presentado la imagen de un Jesús carpintero?
El termino carpintero aparece por primera vez en la traducción de la Biblia al idioma ingles hecha por Tyndale en 1526. William Tyndale fue el primero que decidió traducir la palabra TEKTON como carpenter (en español carpintero) y la mayoría de traducciones alemanas, francesas e inglesas siguieron su camino.
¿Por qué Tyndale lo tradujo así y por qué nadie dudó de la precisión de la traducción? Según Ken M. Campbell, en su estudio sobre el oficio de Jesús, miles de años de pinturas medioevales retratando a Jesucristo como un carpintero europeo usando herramientas europeas para crear muebles europeos, tuvieron una influencia en los traductores. Los traductores que, muy probablemente, no habrían visitado las tierras de Israel podrían asumir que la cultura de esa región era igual a la suya. Como la mayoría de casas europeas eran construidas con madera, podrían haber asumido que las casas en Israel se construían de la misma manera y que tenían los mismos muebles.
La Iglesia Católica nos ha vendido la imagen de Jesucristo “el carpintero”, cuando el líder del movimiento cristiano fue, probablemente, un humilde “obrero de construcción”.
Las citas bíblicas las hemos tomado de la New Revised Standard Version Holy Bible with Apocrypha. Oxford University Press, 1989. Para la versión en español hemos usado como base la anterior comparándola con La Biblia De Jerusalén Latinoamericana, Editorial Desclée De Brouwer, 2007. Hemos empleado además, como apoyo en caso de discrepancia, The Word Study Greek-English New Testament with Complete Concordance de Paul R. McReynolds, Tyndale House Publishers, 1999.
lguna vez en la clase de religión del colegio donde estudiaba tuve la
osadía de preguntarle al sacerdote que dictaba el curso si Jesucristo tenía hermanos o hermanas. El padre me dijo que de ninguna manera podría tener
hermanos pues María, la madre de Jesús, había sido virgen antes,
durante y después del parto. Yo quedé un poco perplejo, pues aún hoy en
día me cuesta creer en la virginidad de María, y mientras trataba de
entender el concepto, el padre remató diciendo: “dudar de la perpetuidad virginal de María es dudar de toda la fe cristiana”.
Terco como siempre y no dispuesto a ceder tan fácilmente, me pase algunas horas buscando alguna referencia a los hermanos de Jesucristo en los evangelios. Felizmente, encontré varias. Cuando se las mostré al padre, me respondió que el texto no se refería a hermanos de sangre sino a primos o parientes lejanos. Esa es la posición de la Iglesia Católica sobre el tema. Los textos de los evangelios quieren decir “primos” y no “hermanos”.
En los albores del siglo XXI y con cientos de libros escritos sobre la vida y el mensaje de Jesucristo podemos afirmar una vez más que la Iglesia Católica nos ha ocultado la verdad. Si algo se puede deducir sobre este tema en el Nuevo Testamento, es que Jesús tuvo algunas hermanas y al menos cuatro hermanos de sangre: Santiago, José, Simón y Judas.
Sí, Jesucristo tuvo hermanos y hermanas.
En esta primera parte revisaremos los evangelios que mencionan a los “hermanos” de Jesús en el Nuevo Testamento, y en la segunda parte analizaremos otras fuentes.
El evangelio de Marcos, escrito alrededor del año 70 DC, es el evangelio más antiguo de los canónicos, y desde el inicio nos plantea el tema de los “hermanos” de Jesucristo. En el siguiente pasaje, Jesús se encuentra predicando rodeado de sus seguidores cuando alguien le avisa que su familia lo está buscando.
Marcos III, 33-35, Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.» El les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?»Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
Esta secuencia, que también aparece replicada con ligeras modificaciones en los evangelios más tardíos de Mateo (XII, 46-50) y Lucas (VIII, 19-21), solo tiene sentido si quienes buscan a Jesucristo son sus hermanos y hermanas de sangre. Si no fuera así, la afirmación final seria, “Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi primo, mi prima y mi madre”
En Marcos encontramos otro pasaje donde se menciona a los hermanos de Jesús.
Marcos VI, 3, ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?»
Este mismo pasaje se repite en el evangelio de Mateo.
Mateo XIII, 55-56, ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros?
Aquí, aunque sutil, existe un detalle que apoya el parentesco sanguíneo. El autor del evangelio de Mateo dividió la primera pregunta del pasaje del evangelio de Marcos ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? en dos preguntas ¿No es éste el hijo del carpintero? y ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?
El autor del evangelio de Mateo quien nos ha dejado bien en claro capítulos más atrás que José no es el padre biológico de Jesús, establece una diferencia entre la familia legal y la familia bilógica de Jesús. En la primera pregunta ¿No es éste el hijo del carpintero? menciona a José, el padre putativo o legal de Jesús, y en la segunda ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? menciona a la madre biológica de Jesús. El autor decide poner a los hermanos junto con la madre biológica de Jesús. Si el autor no creyera que son sus “hermanos de sangre”, probablemente los hubiera puesto en la primera parte de la pregunta junto con José.
En el evangelio de Juan encontramos otra mención a los hermanos de Jesús.
Juan VII, 1-6, Después de esto, Jesús andaba por Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Pero se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Y le dijeron sus hermanos: «Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces, pues nadie actúa en secreto cuando quiere ser conocido. Si haces estas cosas, muéstrate almundo.» Es que ni siquiera sus hermanos creían en él.
La frase final de este pasaje tendría mucha menos fuerza si el autor, como sostiene la Iglesia Católica, hubiera querido referirse a los “primos” o “parientes lejanos” de Jesús.
En Hechos de los Apóstoles I, versículos del 13 al 14, y en el Evangelio de Juan II, versículo 12, encontramos otras referencias a los “hermanos” de Jesús, que no necesitamos analizar. Léanlas y júzguenlas por si mismos.
Pero, si es tan evidente que los textos del Nuevo Testamento dicen que Jesús tuvo hermanos de sangre ¿de dónde salió la idea que la Iglesia Católica nos ha vendido sobre los primos de Jesucristo?
San Jerónimo, teólogo e historiador cristiano del siglo IV, fue el primer padre de la iglesia en sostener que los hermanos a los que se refieren los textos del Nuevo Testamento eran, en realidad, primos de Jesucristo.
Recordemos que los evangelios canónicos fueron escritos originalmente en griego, y la palabra griega para “hermanos” es adelphos. Según San Jerónimo adelphos realmente significaba “primos” pues en algunos pasajes del Antiguo Testamento aparece refiriéndose a primos o sobrinos.
Pero, el erudito alemán Oberlinner estableció que sólo existe un caso en el Antiguo Testamento donde se usa la palabra griega adelphos (hermanos), cuando en realidad el texto se refiere a “primos” y está en el versículo 22 del capitulo 23 del Libro Primero de Crónicas.
San Jerónimo, entonces, no tenia razón. Sin embargo, la Iglesia, una vez más, cerró filas en torno al tema, pues había que defender la “perpetuidad virginal” de María. Es decir que María fue virgen, antes, durante y después del nacimiento de Jesucristo. Y para eso, todo vale. Si no entra por la razón, entrará con el tiempo.
La evidencia que presentan los evangelios es suficiente para considerar que Jesucristo tuvo hermanos de sangre. Sin embargo existen otras fuentes como las cartas de Pablo de Tarso y algunos documentos externos al Nuevo Testamento que pueden ayudarnos a terminar de esclarecer el tema.
Los evangelios canónicos que narran la vida de Jesucristo nos han dejado un vacío. No tenemos información sobre su apariencia física. Tampoco existe ningún dibujo o representación pictórica de su figura realizado durante su corta existencia. La opinión de los investigadores y la de los fieles sobre la autenticidad del Santo Sudario de Turín esta dividida. El caso es tan complejo, que el manto que supuestamente envolvió el cadáver de Jesucristo ha dado nacimiento a una nueva ciencia, la sindologia. Si asumimos que El Santo Sudario de Turín envolvió el cadáver de Jesús, el sudario seria la única referencia a su apariencia física, según el cual Jesús habría tenido una estatura inusual para la época, un metro y ochenta centímetros.
Ante la falta de evidencia, la imagen de Jesucristo ha estado y sigue estando en manos de la imaginación de los artistas. Si cerramos los ojos, y nos imaginamos a Jesús, al menos en el mundo occidental, tendríamos una imagen mental muy parecida. Un hombre de piel blanca, delgado, alto y con cabello largo de color marrón oscuro.
Pero, ¿esta imagen tiene algún soporte histórico?
Lo cierto es que la descripción anterior no concuerda con las características de los pobladores de la región del mundo donde nació Jesús, ni en aquella época ni ahora. Si Jesucristo era físicamente diferente a sus seguidores, los evangelios seguramente habrían destacado el hecho.
El Nuevo Testamento contiene sólo dos pasajes que nos dan algún indicio sobre la apariencia física de Jesús. En el Evangelio de Mateo, cuando Judas va a entregar a Jesucristo le da un beso para que los soldados romanos lo puedan identificar, eso podría significar que Jesús no se diferenciaba mucho en apariencia de sus discípulos.
Mateo XXVI, 48-49, El que le iba a entregar les había dado esta señal: “Aquel a quien yo dé un beso, ése es; prendedle.”Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: “¡Salve, Rabbí!”, y le dio un beso.Si hubiera sido fácil diferenciar a Jesús de sus discípulos, Judas no habría necesitado hacer un gesto tan comprometedor para entregarlo, hubiera bastado con un indicador, como el más alto, el de la túnica roja, el del pelo largo, el flaco, el gordo, etc. Podemos entonces deducir que Jesús y sus discípulos eran muy parecidos físicamente.
La segunda referencia a la apariencia física de Jesucristo, se encuentra en una de las cartas de Pablo.
1era Corintios, XI, 14-15, ¿No os enseña la misma naturaleza que es una afrenta para el hombre la cabellera, mientras es una gloria para la mujer la cabellera?Pablo nunca hubiera escrito este comentario si Jesús hubiese llevado el cabello largo. Podría existir la posibilidad de que Pablo no conociera que Jesús llevaba el cabello largo, pero es muy poco probable que el fundador de la Teología Cristiana hubiera dejado pasar un detalle tan importante.
Muchos investigadores afirman que Jesucristo llevaba el cabello largo pues como su primo, Juan “El Bautista”, había tomado los votos de la secta judía de los Nazareos, a cuyos miembros les estaba prohibido cortarse el cabello. Lo cierto es que en ningún lugar del Nuevo Testamento se afirma que Jesucristo era un Nazareo. Además, los Nazareos no podían beber vino, y como vemos en el siguiente pasaje de Mateo, Jesús si bebía vino.
Mateo XI, 18-19, Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene.” Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.”Es decir, Jesucristo no era un Nazareo o si lo era, no respetaba la prohibición de cortarse el cabello. Probablemente, llevaba el cabello corto como la mayoría de sus seguidores.
Un grupo de especialistas comandados por Richard Neave, decidió hace unos años hacer uso de las técnicas de antropología forense para reconstruir el rostro de Jesús. Richard Neave, quien anteriormente había reconstruido con la misma técnica el rostro del Rey Midas y de Alejandro “El Grande”, basó su trabajo en 3 calaveras de la época de Jesús encontradas cerca de Jerusalén, comparándolas y buscando rasgos comunes. A partir de ellas hizo una reconstrucción tridimensional.
Según la investigación de Neave, el Sol, los vientos y las lluvias habrían dejado marcas en el rostro de Jesucristo, ya que su trabajo como “obrero de construcción” se habría realizado mayormente al aire libre, y gracias a este oficio, su contextura seria más musculosa que aquella que se nos presenta usualmente.
El resultado del trabajo de Neave no coincide con la imagen que occidente tiene de Jesús, y más bien concuerda con los rasgos de los habitantes de la región donde nació Jesús. El History Channel produjo un documental donde un grupo de expertos, basándose en la información tridimensional contenida en el Santo Sudario de Turín, reconstruyeron el rostro de Jesucristo. El resultado de ese experimento es muy similar al de Richard Neave.
Si bien nadie puede afirmar que la imagen creada por Richard Neave (derecha) es el verdadero rostro de Jesucristo, definitivamente se acerca más a la realidad física de los habitantes de Galilea de aquella época. Incluso en algo tan aparentemente banal como su apariencia física, lo que conocemos de Jesucristo es muy poco y además esta tamizado por el ojo de la Iglesia Católica y de sus fieles artistas.
Jesucristo fue judío por linaje paterno y materno. Nació en Belén, lugar donde vino al mundo el legendario rey David, y también por formación pues difícilmente alguien que no fuese judío conocería tan bien los textos sagrados de la religión judía como para atreverse a dar una lección a los sabios doctores del templo de Jerusalén. Jesucristo lo hizo siendo aún un niño.
Lucas II, 46-47, Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.Más aún, Jesucristo fue circuncidado como todos los judíos de la época.
Lucas II, 21 , Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.Jesucristo nunca negó la tradición judía, por el contrario se propuso restablecer el orden dictado por las leyes mosaicas.
Mateo V, 17 , “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”.Sus seguidores lo llamaban Rabí, es decir, maestro de la religión judía.
Juan IV, 31 , Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: “Rabbí, come.”Los evangelios nos cuentan también cómo Jesucristo predicó no sólo en las montañas o al borde de los lagos, sino también en el templo de Jerusalén, donde sólo podría haber predicado si era judío.
Lucas XXI, 37, Por el día enseñaba en el Templo y salía a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos. Y todo el pueblo madrugaba para ir donde él y escucharle en el Templo.Es más, en el siguiente pasaje de Juan el mismo Jesucristo se identifica como judío.
Juan IV, 22 , Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Para algunos estudiosos de la Biblia como John P. Meier, el asunto no tiene discusión, su voluminosa obra sobre Jesús se titula, “Jesús, un judío marginal”. Pero Jesucristo no fue un judío más, fue un revolucionario. Su revolución lo llevó a reformar varias leyes, usos y prácticas de la religión judía tradicional, lo que le valió la condena de los sacerdotes judíos del Sanedrín. Un ejemplo de esta nueva prédica revolucionaria fue la promesa del reino de los cielos a judíos y no judíos. En el Evangelio de Marcos, Jesucristo cura al criado de un soldado romano quien para los judíos representaba el poder opresor y enemigo del cual debían liberarse. Ningún maestro judío le predicaría a un romano, y menos aún lo ayudaría.
Marcos VIII, 5-7 , Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: “Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.” Dícele Jesús: “Yo iré a curarle.”Jesucristo tampoco respetó la prohibición del trabajo en los días sábados, razón por la que fue acusado por el Sanedrín.
Lucas XIII, 10-16, Estaba un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad. “Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: “Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado.” Replicole el Señor: “¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?”En esa época y según la tradición judía, las mujeres en el templo como en el hogar, tenían un rol subordinado al del hombre. Jesucristo las hizo discípulas suyas y abogó porque tuvieran una participación más activa y directa en el culto, esta fue una parte importante de sus reformas.
Finalmente no hay que olvidar que Jesúcristo vivió, murió y fue enterrado como judío. Su revolución no creó ninguna religión y menos aún iglesia alguna. Su ministerio no tuvo un lugar fijo, fue itinerante, y abierto a todos los que quisieran escuchar el mensaje, sin importar raza, condición o credo alguno.
La Iglesia Católica nos ha vendido por cerca de 2,000 años su versión de la vida y obra de Jesucristo. Hoy sabemos que esta versión dista mucho de la verdad. Jesucristo, la figura más importante de la historia, dejó en pocos años, un legado que transformó para siempre el curso de la humanidad. Su vida y obra nos han llegado a través del Nuevo Testamento cuyo principal soporte son los 4 evangelios canónicos reconocidos por la Iglesia Católica como la única fuente oficial sobre su vida. Esas narraciones nos dan muy poca información sobre sus años de juventud, sobre su formación, sus viajes, sus sentimientos y sobre todo su resurrección, que lo elevó a la categoría de un ser sobrenatural capaz de vencer a la muerte y regresar a la tierra para contarlo.
¿Jesucristo fue un hombre o un ser divino? ¿Realmente nació en Belén? ¿Tuvo hermanos? ¿Sabía que era el mesías esperado? ¿Tenía amigos? ¿Cuántos eran los apóstoles? ¿Porqué no hubo ninguna mujer entre los apóstoles? ¿Cuál fue su relación con las mujeres? ¿Estuvo con los Esenios? ¿Fue a la India? ¿Qué hizo en Egipto? ¿Murió en la Cruz? ¿Fue capaz de resucitar o su resurrección es simplemente una leyenda? Estas son sólo algunas de las preguntas que cualquier espíritu curioso se hace cuando piensa en Jesucristo.
Si bien es cierto que Jesucristo fue casi ignorado por los historiadores (romanos, judíos y griegos) de la época, haciéndonos aún más difícil la reconstrucción de su vida, existen otras fuentes menos conocidas y cientos de análisis e investigaciones que merecen ser dadas a conocer. En los últimos 200 años, los expertos en el análisis de La Biblia han hecho avances muy significativos en su comprensión. Investigadores de todo el mundo como Ehrman, Eisenman, Tabor, Metzger, Brown o Meier, entre otros, con diferentes objetivos y diferentes mentalidades, nos ofrecen información valiosa para complementar y confrontar las verdades que la Iglesia Católica nos ha inculcado por siglos. Algunas de sus conclusiones son, desde hace un buen tiempo, aceptadas como verdaderas por creyentes y no creyentes.
Hemos vivido y seguimos viviendo bajo el imperio de la razón. Nuestras verdades están dictadas por la ciencia. Para bien o para mal, en el caso de Jesucristo, la ciencia no tiene aún elementos suficientes para dar su veredicto. El asunto es entonces una cuestión personal, una reflexión interior que nos debemos todos, en algún momento de la vida.
¿Hasta cuando vamos a seguir esperando el juicio final? ¿Es acaso la Iglesia Católica la que nos salvará cuando hayamos destruido el planeta? ¿Estamos esperando un milagro de la Virgen de Fátima? o como el famoso capitan Kirk de “Viaje a Las Estrellas” debemos pedir que nos recojan con caracter de urgencia.
Nuestro aporte que creemos necesario tanto para renovar convicciones, avivar nuevas creencias o simplemente desmitificar hechos y personajes, es divulgar, poner al alcance de cualquiera, esas hipótesis sobre la vida de Jesucristo que mereciendo convertirse en verdades, permanecen todavía en su condición esperando que alguien olvide los dogmas, reflexione con mente abierta y las acepte como lo que son: verdades históricas.
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