jueves, 29 de marzo de 2012

Vampiros en la Biblia


Vampiros en la Biblia.
Aluga, una vampiresa bíblica.

La Biblia está plagada de vampiros, aunque no de los vampiros del romanticismo o del período victoriano, sino de ásperos vampiros mitológicos, criaturas volátiles e inhumanas que entran y salen de los infiernos con diferentes características, muchas de ellas, inauditas.

Aluga es una antiquísima vampiresa sexual. Su primera aparición certera es en Babilonia, donde se la conocía como Alu o Alukah'a. Allí atacaba a los hombres durante el sueño drenando su energía mediante vigorosas sesiones de sexo, de modo que podemos definirla como una Súcubo, es decir, una mujer vampiro dedicada exclusivamente a los placeres carnales.

Alu pronto fue absorbida por Alouqua, aquella despampanante maestra de Lilith -sobre la cual ya hemos hablado-, y luego por nuestra hematófaga del día: Aluga.

La palabra hebrea Aluga es traducida normalmente como "sanguijuela", aunque no apunta a esa simpática criatura chupasangre, sino a una entidad completamente diferente. En su forma moderna, Aluka ha pasado a engrosar la interminable casta de Ghouls y vampiros necrófagos del folklore oriental, cuya existencia no remite otro interés que el de un vástago evolutivo de una leyenda en particular.

Viajemos al pasado entonces, más precisamente a Babilonia.

Alu o Alukah'a es una mujer vampiro de origen asirio, una súcubo madre de dos hijas terribles: Deber (pestilencia) y Keeb (golpeadora), quienes luego serán parte de aquel gigantesco corpus de mitos al que denominamos Biblia. Bajo su mutación árabe, Aulak, esta vampiresa atormentó al pobre Saul en lo que seguramente fue una de sus peores trasnochadas.

La única manera de protegerse de Alukah, o Alu, era invocar el nombre del Señor, nombre que no ha sobrevivido más que en parábolas o en el rumor de las aguas. El Talmud babilónico, siempre atento a estos inconvenientes, señala dos proverbios para combatir a la lujuriosa Alukah. El salmo 91: Shir shel Pega’im (Salmo contra los demonios), también llamado Shir shel Nega`im (Salmo contra las plagas):


¿Por qué "plagas"? Porque está escrito, Ninguna plaga se acercará a tu lugar de descanso. ¿Por qué "demonios"? Porque está escrito, Mil podrán caer a tu costado izquierdo.



Oscuro proverbio traducido a las apuradas y que, sin dudas, no obtendría el acuerdo de Joshua ben Levi, aunque contamos con su benevolencia. El Talmud señala que este probervio sólo aleja a Alukah, así como a otros súcubos menores, y que sólo Dios es capaz de aniquilarla con su puño de hierro.

Huimos de Babilonia y nos perdemos en las interminables arenas árabes. De allí emerge una de las formas más terribles de Aluga: Aluqa, vampiresa de irresistible figura y facciones perfectas, nobles, casi divinas. No obstante, en el corazón de Aluqa habita una horrible serpiente retorcida, que la obliga, o la justifica, a atacar a los buenos esposos mientras duermen, drenándolos sexualmente en un festival carnal que no encuentra eco en los diccionarios.

Se dice que las víctimas de Aluqa terminan en el suicidio debido a la enorme culpa que sucede al desenfreno sexual. Las proezas aberrantes que inevitablemente realizan con esta mujer vampiro anula cualquier reencuentro con la sociedad, y mucho menos con las tímidas mujeres de las arenas. Las leyendas árabes apuntan que Aluqa no puede ser destruida, y que el único medio para ahuyentarla consiste en colocar un clavo de hierro bajo la almohada, arma insólita pero aparentemente efectiva.

Finalmente llegamos a la Biblia tal y como la conocemos, residencia de Aluga, abominable vampiresa sexual que tantas enojosas vigilias ha provocado en más de un rabí. Fuentes mediterráneas aseguran que Aluga es la reina de los vampiros del Sheol, es decir, del infierno; y que allí encabeza un ejército de chupasangres inmortales armados con máscaras de bronce.

La Biblia menciona a Aluga en Proverbios 30:15. Allí se la traduce como Sanguijuela, palabra que refleja pálidamente los horrores que su figura debía provocar en los oyentes de antaño:


La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: !Dame! !Dame!
Tres cosas hay que nunca se sacian;
Aun la cuarta nunca dice: !Basta!


Las dos hijas de Aluga son, desde ya, aquellas hijas de la mitología babilónica, Deber y Keeb.

Para este artículo, y otros que involucran a los vampiros de la Biblia, hemos recurrido al profesor Lugano, hombre avezado en hebraismos y filatelia, cuya oscuridad discursiva se lleva muy bien con la dubitativa confección de este laberinto.

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