EL IMPERIO BRITÁNICO
La Revolución
Francesa de 1789 debilitó todavía más la influencia de los Ventrue en
Francia, llevando a
una horda de refugiados a Londres, tanto mortales como vampiros. Aunque no
existía mucha
cordialidad entre Mithras y François Villon, el Príncipe Toreador de París,
Mithras
ofreció a los
refugiados parisinos apoyo y acogida a quienes quisieran integrarse en su
feudo. Los
refugiados –en su
mayoría Toreador, pero también Ventrue, Brujah y Malkavians, no
permanecieron mucho
tiempo en Londres, buscando recuperar sus dominios o restablecerlos en otro
lugar Cuando el
Príncipe de París recuperó el control de su ciudad en 1799, muchos Ventrue
franceses permanecieron
en Londres.
Fue en estos años
cuando Mithras abandonó Londres, supuestamente en un viaje de rutina,
como había hecho en
varias ocasiones en el pasado, dejando a su senescal Valerius en el gobierno
de su dominio. En las
décadas siguientes Mithras sería visto en París, Roma, Venecia, Estambul y
Bagdad y no
regresaría hasta 1885.
El siglo XIX fue una
época dorada para el Clan Ventrue, y a muchos miembros del clan les
recordaba la gloria
del Imperio Romano. Tras la caída de Napoleón en 1815 Gran Bretaña se
convirtió en la mayor
potencia mundial, a pesar de la derrota que había llevado al surgimiento de
los Estados Unidos de
América. Los Ventrue británicos aumentaron sus fortunas con la formación
del Imperio y
acompañaron el proceso colonizador, estableciendo una red de contactos y
chiquillos
por África, la India
y Asia.
La posición de los
Ventrue en Gran Bretaña también supo sacar provecho de la Revolución
Industrial,
realizando numerosas inversiones y esperando que su riqueza se multiplicara.
Rápidamente
neutralizaron los intentos de los vampiros del Sabbat y los anarquistas por
explotar los
crecientes movimientos
obreros y las revoluciones liberales, realizando varias reformas y
concesiones sociales
por parte de los gobiernos mortales.
Los Ventrue
mantuvieron con fuerza su influencia sobre el Parlamento Británico. Cuando
Guillermo IV murió y
su hija Victoria I se convirtió en Reina de Inglaterra Valerius reafirmó su
prohibición de
manipular a la monarquía británica. En 1848 un grupo de Sabbat dirigidos por
Archibal Streck, del
clan Brujah trató de derribar a Valerius y a la primogenitura de Londres, lo que
provocó una rápida
reacción por parte de los Ventrue, que destruyeron gran parte de la presencia
Sabbat en la ciudad.
Con el regreso de
Mithras a Londres en 1885 su senescal Valerius fue depuesto y
reemplazado por Lady
Anne Bowesley. Mithras reafirmó el poder de los Ventrue sobre la ciudad y
otros dominios de
Inglaterra, expulsando a Roman Pendragon, del clan Brujah, que había
constituido la
principal oposición a los Ventrue en Inglaterra, y derribó la presencia del
Príncipe
Malkavian William
Biltmore del feudo de Gales. Esta muestra de fuerza llevó a otros príncipes
ingleses a realizar
actos públicos de contrición ante los demás Vástagos, aunque muchos siguieron
conspirando contra el
Príncipe de Londres.
En muchas maneras el
Imperio Británico fue el símbolo del poder Ventrue y de la Era
Victoriana, sostenido
por el comercio mundial. También fue una época de gran interés para el
ocultismo, que
fortaleció a los Tremere ingleses, pero también permitió a Mithras restaurar su
culto
personal bajo la
fachada de un club aristocrático.
Algunos de los
Ventrue se convirtieron en intrépidos exploradores, llegando a acompañar a
las expediciones que
remontaron el Nilo. Por supuesto, muchas de estas exploraciones no eran
debidas a un mero
afán aventurero, sino a objetivos concretos, normalmente el conseguir el
control
de grandes dominios.
Las primeras exploraciones del sur de África consiguieron derrotar los
intentos del Sabbat
por establecerse en la zona. En África los Ventrue pactaron en ocasiones con
los
Vástagos africanos,
aislados durante siglos de sus compañeros occidentales e incluso alcanzaron
relaciones amigables.
Sin embargo, su relación siempre fue limitada por el orgullo de su linaje, y
muy pocos se dignaron
Abrazar entre las poblaciones nativas.
De la misma forma los
Ventrue siguieron a los empresarios británicos a Oriente Medio,
donde introdujeron su
influencia en la naciente industria petrolífera.
La apertura de los
puertos de Japón al comercio occidental en 1868 fueron debidos
principalmente por
los deseos de los Ventrue de descubrir los secretos de los vampiros orientales,
y
por supuesto, los
Vástagos del clan nunca tuvieron contemplaciones a la hora de apropiarse del
dominio de las
tierras colonizadas. La mayoría de los Ventrue que permanecen en Japón en las
noches actuales son
en su mayor parte de extracción militar. Otros miembros del clan se
establecieron como
príncipes en lugares hostiles para los Vástagos occidentales como Sudáfrica, la
India,
Hong Kong, Macao y Oriente Medio.
EL IMPERIO ALEMÁN
Aunque los Ventrue
germánicos continuaron reconociendo públicamente el liderazgo de
Hardestadt tras la
creación de la Camarilla, los Feudos de la Cruz Negra se unieron en un Consejo
informal, donde
varios antiguos compartían el poder, en beneficio de la unidad del clan.
Hardestadt
y Robert Kross eran
los antiguos más eminentes de este Consejo, pero paulatinamente, con el
desarrollo y
prosperidad que siguieron al Renacimiento, otros antiguos también fueron
accediendo a
posiciones de poder,
entre ellos Gustav Breidenstein, Príncipe de Berlín.
Gustav Breidenstein
era un antiguo particularmente conservador, aunque su desprecio por la
“chusma” del Sabbat
lo llevó a apoyar la creación de la Camarilla. Sin embargo, su pretensión de
que los dominios
urbanos debían permanecer exclusivamente en manos del linaje de cada príncipe,
lo llevó a
enfrentarse con otros clanes, principalmente los Toreador y los Tremere. Gustav
y los
Ventrue germánicos
salieron especialmente fortalecidos tras la Guerra de los Treinta Años (1618 -
1648), que les
permitió aplastar la presencia del Sabbat en el Sacro Imperio Romano, así como
la de
imponer su dominio
sobre otros clanes de la Camarilla. En un gesto conciliador Gustav abrió la
ciudad de Berlín a
otros clanes.
Gustav comenzó a
fomentar la militarización de su dominio, lo que llevó a la creación del
estado de Prusia, con
uno de los mejores ejércitos del siglo XVIII. Aunque los manejos del Príncipe
de Berlín no eran
sutiles, sí fueron efectivos, aumentando los territorios de Prusia a costa de
los
reinos vecinos, lo
que le granjeó la enemistad de numerosos Vástagos. En 1806 los ejércitos de
Napoleón conquistaron
Berlín y los Toreador de París, agraviados por la ejecución de varios de sus
hermanos de clan,
obligaron a Gustav a pedir públicamente disculpas y a ejecutar a tres de sus
propios chiquillos.
Ante esta humillación, Gustav fomentó las alianzas con otros príncipes Ventrue
de Alemania,
aguardando el momento de su venganza.
En el siglo XIX
Hardestadt, Robert Kross, Gustav Breidenstein y otros Ventrue alemanes
aprovecharon la
Revolución Industrial y el auge del movimiento nacionalista alemán para fomentar
la unificación del
país bajo un mismo gobierno. El canciller Bismarck fue el principal artífice de
la
unificación, pero fue
ayudado por los Ventrue, sobre todo por el Príncipe de Berlín, quienes
salvaron su vida al
menos media docena de veces cuando Vástagos conservadores o Sabbat
entrometidos trataron
de entorpecer la unificación.
El proceso que
condujo a la unificación de los diversos Estados alemanes bajo la forma de
un Imperio fue en
buena medida, consecuencia de una profunda maduración social y económica en
el mundo alemán
después de las revoluciones de 1848, y del fortalecimiento político de Prusia en
el
conjunto de esos
Estados. En ese sentido, la unificación parece ser más el resultado de la
conjunción
de procesos de
diverso signo que el final de una política diseñada por un sector nacionalista
que
distó mucho de ser
tan articulado y unánime como pudiera suponerse. Las convicciones liberales y
los sentimientos
nacionalistas, desde luego, no desaparecieron con la reacción absolutista que
marcó
el final de los
procesos revolucionarios de 1848 y 1849. El propio Federico Guillermo IV, bajo
la
inspiración del
ministro J. M. von Radowitz, había tratado de aprovechar su liderazgo de
aquellos
años para intentar
que los príncipes alemanes le pusieran al frente de un proyecto de unificación,
ofreciéndole la
Corona imperial alemana. Federico Guillermo consiguió el apoyo de una treintena
de Estados en la
llamada Unión restringida, que votó una Constitución federal en abril de 1850.
Aparte de la
resistencia de los príncipes, y del recelo de los propios nobles prusianos
(Junkers) a
todo lo que no fuera
el fortalecimiento de Prusia, Federico Guillermo se encontró con la dura
réplica de Austria,
que estaba respaldada por la alianza rusa. El canciller austriaco Schwarzenberg
convocó a finales de
noviembre de 1850, en Olmütz, al ministro prusiano O. von Manteuffel y le
obligó a la renuncia
de los proyectos de hegemonía prusianos. La Confederación Germánica era
restablecida, al
igual que la Dieta, mientras que Prusia era humillada y Austria afirmaba
momentáneamente su
hegemonía sobre una gran Alemania. En cualquier caso, el conflicto entre
ambas potencias
quedaba perfilado en el horizonte.
No sólo el Sabbat
buscaba destruir el proceso de unificación. Los Toreador de Baviera y los
Tremere de Austria
también veían una amenaza en la hegemonía de los Ventrue alemanes. Los
Tremere también
deseaban establecer un estado alemán unificado, pero bajo el liderazgo del
Imperio Austriaco.
Gustav y los Ventrue decidieron utilizar la vía militar para llevar a cabo sus
aspiraciones.
La situación comenzó
a deteriorarse desde finales de abril de 1866 cuando fracasaron los
intentos de evitar la
movilización de los ejércitos austriacos y prusianos, después de que Prusia
hubiera presentado un
plan de reforma de la Confederación Germánica que era una nueva maniobra
política para excluir
a Austria del mundo germánico, a la vez que daba satisfacción a las
aspiraciones de los
elementos nacionalistas. Austria trató de contraatacar, en los primeros días de
junio, apelando a la
Dieta de la Confederación en torno a la cuestión de los ducados daneses, pero
esa fue la ocasión
para que Prusia declarase que no reconocía ya a la Confederación Germánica, y
para iniciar las
hostilidades contra Austria y sus aliados (Sajonia, Hannover y Hesse-Kassel).
Aunque muchos
pensaron que la guerra sería larga y se decantaría del lado austriaco, los
hechos
fueron muy
diferentes. Tras la derrota austriaca en Sadowa ese mismo año se firmaron los
preliminares de la
paz, por los que se acordaba la disolución de la Confederación Germánica y el
alineamiento de los
estados del Norte de Alemania bajo el liderazgo de Berlín.
Sin embargo, los
Ventrue no estaban satisfechos y continuaron fomentando el sentimiento
nacional alemán para
llevar a más estados a la unificación. Hubo numerosos intercambios y
presiones
diplomáticas entre los príncipes alemanes, pero finalmente sería el estallido
de la guerra
entre Francia y
Alemania de 1870, provocada por Bismarck, lo que fortaleció la tendencia
unificadora frente al
enemigo exterior. Las hostilidades se prolongaron durante el mes de agosto,
hasta desembocar en
el desastre francés de Sedán. Los franceses, sin embargo, no capitularían hasta
finales de enero del
año siguiente. Para los intereses de Bismarck, el conflicto facilitó el clima
emocional en el que
se hizo posible la unificación entre la Confederación y los Estados del sur.
Baden y
Hesse-Darmstadt habían manifestado ya su voluntad de integrarse en la
Confederación,
mientras que Bismarck
tuvo que hacer algunas concesiones políticas para conseguir la unión con
Baviera y
Württemberg. Como consecuencia de esta unión, el rey de Baviera encabezó una
propuesta de los
príncipes alemanes para que Guillermo I adoptase el título de emperador de
Alemania. La
proclamación del Imperio se produjo el día 18 de enero de 1871 en la Galería de
los
Espejos del palacio
de Versalles. Con ella se culminaba el proceso de la unificación política
alemana.
Los Ventrue estaban
eufóricos, pero muy en especial Gustav, que tras la derrota francesa se
había vengado por la
humillación a la que los Toreador de París lo habían sometido durante la
ocupación
napoleónica. Con su dominio asegurado en la capital del nuevo Imperio, adquirió
un gran
renombre entre los
Ventrue alemanes. En su euforia, Gustav llegó a ofrecer el Abrazo a Bismarck,
pero ante su rechazo
borró los recuerdos de su ofrecimiento de la mente del mortal y orquestó la
destitución del
canciller. En 1888, tras la muerte de Guillermo I y del príncipe Federico, que
murió
de un cáncer de
garganta a los tres meses de haber sucedido a aquél, Guillermo II, un joven de
veintinueve años, fue
coronado emperador. Decidido a intervenir más directamente en la política de
lo que lo había hecho
su abuelo, tardó poco tiempo en enfrentarse a Bismarck, tanto en la política
interior como
exterior. El nuevo emperador se negó a refrendar el endurecimiento de las
medidas
antisocialistas que
su canciller le propuso después del aumento de los diputados socialdemócratas
en las elecciones de
1890 -que pasaron de 11 a 35 escaños- y se mostró dispuesto a apoyar el
control austriaco de
los Balcanes, aunque ello supusiera el enfrentamiento con Rusia, frente a la
tradicional política
de equilibrio seguida hasta entonces. Bismarck fue forzado a dimitir en marzo
de 1890, siendo
sustituido por el general prusiano Georg Caprivi.
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