Tras varios años bajo
el tutelaje de Lisandro, Camila regresó a Roma y se enfrentó a su sire
Collat con su nueva
visión de gobierno. En el nuevo orden de Camila los Ventrue no se convertirían
en meros seguidores
de los romanos, sino que guiarían su expansión, incluso dirigiendo
directamente el
avance de las legiones. Lo que sucedió a continuación continúa siendo un
misterio.
Por una parte Camila
y Lisandro afirman que Collat no estaba de acuerdo con los planes de
su chiquillo, pero
que abandonó voluntariamente su posición como Príncipe de Roma. Por otro
lado, los estudiosos
Ventrue creen que Camila y Lisandro destruyeron a Collat y ocultaron su
crimen. Algunos creen
que Camila se enfrentó a su sire acusándolo de la destrucción de Tinia. En
cualquier caso,
Collat desaparece de la historia de los Ventrue en este punto y Camila se
convirtió
en el Príncipe de
Roma en algún momento a mediados del siglo III a.C.
El ascenso de Camila
contó con la oposición de otros Vástagos, como la historiadora Ea
Adapa, que
consideraba que los Ventrue no debían abandonar su papel como eruditos,
guardando y
preservando el
conocimiento. Sin embargo, la posición de sus seguidores dentro del clan era
cada
vez más minoritaria y
Camila y sus partidarios asumieron la iniciativa, configurando el clan hacia
su posición de
líderes de la Estirpe.
La política de Camila
asumió aspectos del gobierno de Collat y de Artemisa. No se declaró
un dios, pero tampoco
actuó entre bastidores, apoyando directamente a algunas familias patricias,
utilizándolas como
intermediarios para encaminar la política mortal en la dirección que él
deseaba,
cultivando diversos
contactos y actuando como intermediario entre las distintas facciones. También
promovió la difusión
del culto del dios Júpiter, a través del cual obtenía su alimento. Bajo su
mandato fomentó la
mejora de las comunicaciones y procuró centralizar el gobierno de los
territorios
conquistados. Con el tiempo acumuló enormes riquezas lo que le llevó a una
progresiva
decadencia. Era
alimentado y protegido por sus ghouls y actuaba exclusivamente a través de
intermediarios
mortales. Lisandro continuó aportándole su consejo y a menudo viajó por el
Mediterráneo,
actuando como agente de Roma en nombre de los Ventrue.
Camila se esforzó
para evitar la entrada de otros clanes en Roma, asegurando la exclusividad
de los Ventrue, y a
finales del siglo III a.C. había extendido su control por toda Italia (aunque
otros
linajes eran
tolerados fuera de la Ciudad Eterna). Realmente los principales oponentes de
Camila
por el control de las
instituciones republicanas de Roma no fueron los vampiros, sino varios cultos
místicos, entre ellos
los hechiceros de la Orden de Mercurio. Sin embargo, sin duda Camila era el
más influyente de los
Ventrue durante esta época.
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