MESOPOTAMIA
Tras la caída de la
Segunda Ciudad los vampiros se extendieron por todo el mundo. Algunos
se dirigieron a los
bosques del norte y a las junglas del sur, pero la gran mayoría permaneció en
las
tierras civilizadas
de Oriente Medio, viajando entre las nacientes ciudades de la región. En
algunas
civilizaciones
antiguas los Vástagos se involucraron de forma particular.
Durante las primeras
noches que siguieron a la caída de la Segunda Ciudad los Ventrue no
ostentaban los
puestos de liderazgo que suelen ocupar en la actualidad, actuando como
consejeros
de otros Vástagos o
adoptaron otros métodos, creyendo que las noches de la Gehenna y del regreso
de Caín para guiarles
contra los Amos Secretos estaban próximas. Muchos de estos primeros
Ventrue consideraban
que su obligación era registrar y preservar, hasta que Caín regresara. Según
ciertos eruditos esta
postura se debía a que tras la desaparición de su progenitor el clan carecía de
un
liderazgo unificado y
que los primeros chiquillos de Ventrue no habían sido Abrazados para
gobernar, sino para
ayudar a su sire en esa labor.
Entre estos primeros
Ventrue se encuentra la figura de la historiadora Ea Adapa, que
escribió e investigó
algunos de los registros más antiguos sobre la historia primitiva de los
vampiros. Durante
mucho tiempo defendió que los Ventrue debían actuar como guardianes del
conocimiento de los
Vástagos, pero con el paso del tiempo más y más miembros del Clan de los
Reyes se desviaron de
su punto de vista.
Los Ventrue
estuvieron presentes en las ciudades de Sumer, que se convertiría en un centro
de encuentro de otros
clanes. Hacia el 3000 a.C. se encontraba asentado en Ur un antiguo Ventrue
conocido como Arakur,
que actuaba como sacerdote y era considerado casi como un dios,
recibiendo numerosos
lujos y privilegios, entre ellos el tributo de mujeres, que constituían su
alimentación. Arakur
vivía en el primitivo zigurat de Ur, y mediante su consejo y guía la ciudad
prosperó, llegando a dominar
otras ciudades de la Baja Mesopotamia.
Sin embargo, la
prosperidad de Ur atrajo los recelos de los vecinos de Arakur y de otros
Vástagos, como Urlon
de Uruk, que atacó la ciudad del antiguo Ventrue con un poderoso ejército.
Lantla, la chiquilla
de Arakur, no desesperó, e invocó a un poderoso demonio para que la ayudara
en la batalla que se
avecinaba. El demonio poseyó el cuerpo de Lantla y bajo su control diabolizó a
Arakur y a Urlon,
marchando sobre la ciudad de Ur y cometiendo numerosas atrocidades sobre los
habitantes de la
ciudad y los invasores de Uruk.
La vampira y el
demonio permanecieron unidos en el mismo cuerpo, y cuando éste último
asumía el control
cometía numerosas atrocidades, acompañando a los ejércitos mesopotámicos y
realizando numerosas
matanzas. Bajo su guía Khutran –Temti, el rey de Elam, incendió la ciudad de
Ur y masacró a sus
habitantes en el 2003 a.C.
Lantla y el demonio
se unieron a los babilonios hacia el 1900 a.C., que adoraron a la
vampira como una
diosa, identificándola con Tiamat, la diosa del infierno y del caos elemental.
Su
fama creció entre los
demás Vástagos que vivían en la región, que la consideraban como una
criatura terrible
capaz de cometer numerosas atrocidades. Los adoradores de Tiamat construyeron
para su diosa unos
jardines de sangre, donde numerosas víctimas eran sacrificadas diariamente y
desangradas hasta la muerte.
El demonio que poseía a Tiamat utilizó su cuerpo para hacer el mayor
daño posible a la
humanidad, buscando formas de sembrar la devastación y la destrucción de las
civilizaciones.
Hacia el 900 a.C.
Mesopotamia había caído bajo el yugo de los asirios, y Tiamat hizo todo
lo que pudo para
fomentar el espíritu militarista de los belicosos conquistadores. Bajo su
influencia
numerosos reinos
fueron devastados por los asirios, llevando numerosos prisioneros a los altares
de
sacrificio. Tiamat
luchó con otros vampiros y fomentó las riñas y luchas entre los Vástagos
mesopotámicos,
haciendo sus guerras más violentas y destructivas. Cuando Nínive, la capital de
Asiria, fue destruida
en el año 612 a.C. y toda Mesopotamia cayó en el caos, el demonio se alimentó
de la angustia
causada.
MEDIA
Tras un largo período
de silencio parece que Ventrue se dirigió hacia el Este durante el
Segundo Milenio antes
de Cristo, habitando entre los pueblos medos. El Antediluviano, bajo el
nombre de Veddartha,
trató de crear un reino, enfrentándose a los señores locales en largas y
sangrientas batallas.
Sin embargo, sería la presión de los reinos vecinos lo que llevaría a la
unificación de los
pueblos medos.
Los ejércitos de
Ventrue fueron derrotados por un experto caudillo iranio, y el Anciano
decidió ofrecerle la
vida eterna. Finalmente, tras pasar varios años tras la tutela de su sire, este
caudillo regresó a la
civilización con varios Vástagos de su linaje y convenció a los mortales de que
era el Mithras, el
dios de la guerra, cuyo nombre adoptó.
El culto de Mithras
fue muy útil para su existencia vampírica, explicando que durante el día
se ausentaba para
mover el sol en el firmamento. Recibía numerosos sacrificios y a través del
culto
fue capaz de
manipular la sociedad mortal y forjar un vasto imperio.
En cualquier caso, el
proceso de concentración del poder fue lento y tuvo como centro un
lugar llamado Zakruti
en torno al cual giraba la confederación que se estaba fraguando. Hacia el
siglo VIII a.C. los
pequeños reinos medos quedarían integrados en una estructura estatal, con
capital
en Ecbatana. Allí
residirían los antiguos jefes locales que constituyeron desde entonces la
aristocracia
cortesana meda, en cuya composición afloraron conflictos que se tradujeron en
antagonismos políticos
a lo largo de su historia.
A través de la
influencia de Mithras y los Ventrue el liderazgo de la unificación de los
medos lo habría
desempeñado Deioces, según la información del historiador griego del siglo V,
Heródoto, quien en
sus historias habla sobre la formación del reino de Media. Su fuente de
información habría
sido un medo que le relataría los recuerdos colectivos sobre la propia
historia,
dando así lugar al
contenido del libro primero de las Historias (I, 96-100). Según este relato,
Deioces, hijo de
Fraortes, fue elegido rey por los habitantes de las aldeas que componían Media.
Hizo de Ecbatana (actual
Hamadán) su capital y organizó la corte bajo su poder absoluto, según los
cánones de las
monarquías orientales. Tras un reinado de cincuenta y tres años, le sucedió su
hijo
Fraortes, que pereció
combatiendo contra los asirios en el vigésimo segundo año de reinado, tras
haber logrado la
sumisión de los persas. Su hijo y sucesor Ciaxares decidió reorganizar el
ejército
con arreglo al
armamento, lo que quiere decir que rompería con las formas de milicia tribal
propias
del periodo anterior,
separando de ese modo arqueros, lanceros y jinetes, que antes no formaban
más que una masa
desorganizada.
En este período los
vampiros medos se aliaron con los babilonios para derrotar al decadente
imperio asirio,
dirigido por Tiamat, que quedó destruido finalmente con la caída de la capital,
Nínive, en el año 612
a.C. Tiamat consiguió escapar para llevar el caos y la destrucción a otros
lugares. Los despojos
del imperio asirio fueron divididos entre medos y babilonios.
Con su flamante
ejército el rey medo atacó al lejano reino de Lidia, en Anatolia occidental,
con el que mantuvo un
conflicto de cinco años. Las hostilidades concluyeron tras la batalla del
Eclipse de Sol (28 de
mayo de 585). Un tratado de paz auspiciado por el rey Nabónido de Babilonia
dio fin formalmente a
la guerra. También durante su reinado se produjo la invasión de los escitas,
un pueblo nómada de
las estepas, que causaron una honda conmoción en el espacio próximooriental.
Ciaxares perdió la
hegemonía lograda en la región durante un período de veintiocho años
en el que los escitas
impusieron su poder. Pero finalmente, Ciaxares logró restablecer la
independencia
nacional y poco después murió, tras un reinado de cuatro décadas.
Le sucedió en el
trono su hijo Astiages, que decidió casar a su hija con un noble persa
llamado Cambises; de
ese matrimonio habría de nacer Ciro, el heredero persa que, tras deponer a su
abuelo, unificaría
los dos reinos y crearía el Imperio Persa y la dinastía de los Aqueménidas
hacia el
550 a.C.. De ese modo
se ponía fin a la dinastía de Deioces. Otros Vástagos desafiaron a Mithras
por el control del
reino medo, pero ninguno pudo derrocarle, a pesar de sus continuos vagabundeos
por las tierras de su
reino.
PERSIA
A finales del siglo
VIII a.C. Aquemenes, jefe del clan pasargada estableció las bases de lo
que se convertiría en
el reino persa, que crecería a expensas del vecino reino de Elam, en plena
decadencia y
debilitado por los ataques asirios. Persia era vasallo del reino de Media,
cuyos
conflictos internos
llevaron al matrimonio dinástico que llevaría al poder a Ciro el Grande en el
año
560 a.C. como monarca
de Media y Persia. Mithras y los Ventrue se aliaron y lucharon con otros
clanes, en especial
los Assamitas, aunque no constituían el linaje más poderoso y su influencia era
compartida con otros
poderes.
Las conquistas de
otros reinos por parte de Ciro unificaron a las tribus persas y medas,
consiguiendo
territorios desde el río Halys hasta el corazón del actual Irán. Su poderío
llevó a los
reinos de Lidia,
Babilonia y Egipto a formar una alianza con los griegos para detener el empuje
de
los persas, pero Ciro
se adelantó, derrotando al rey Creso de Lidia en el año 547 a.C. y sometiendo
a las ciudades
griegas de Asia Menor. En el año 539 a.C. el clero de Marduk rechazó la
soberanía
del rey babilonio
Nabónido y entregaron la ciudad de Babilonia a Ciro sin oponer resistencia. En
años posteriores Ciro
completaría la conquista de Mesopotamia antes de morir en el año 530 a.C.
Cambises, el hijo de
Ciro, anexionó Egipto en el año 525 a.C.
En un territorio tan
vasto resultó inevitable que chocasen los intereses de distintos clanes,
descendientes de las
sucesivas civilizaciones mesopotámicas. Mithras y sus descendientes poseían
gran influencia
dentro del reino persa, pero a menudo entró en conflicto con otros vampiros que
habían adoptado el
papel de dioses y establecido sus propios cultos: Marduk y los Assamitas;
Inanna y los
Malkavian. Sin embargo, los Vástagos temían al dios del fuego Baal y los
vampiros
infernales que lo
servían. Aunque el sacrificio humano era una práctica tolerada los relatos
sobre las
atrocidades cometidas
por los Baali y los ritos demoníacos que realizaban contaban con el rechazo
de la Estirpe.
A menudo los
conflictos entre Vástagos provocaban insurrecciones en el mundo mortal, que
eran brutalmente
sofocadas. Los templos eran saqueados y destruidos, pues a menudo constituían
refugios para los
vampiros. A la muerte de Cambises en el año 522 a.C. el usurpador Gaumata se
hizo con el poder.
Era un mago y sacerdote del dios Ahura Mazda y sus reformas implantaron el
mazdeísmo y
destruyeron numerosos templos. Una alianza de Vástagos, en la que Mithras
participó,
derrocó al usurpador
y sofocó las revueltas de sus partidarios, instalando finalmente al rey Darío
en
el trono en el año
520 a.C.
Con la llegada de los
persas a Mesopotamia, la antigua Matusalén Tiamat regresó y se unió a
los demás vampiros
que manipulaban los acontecimientos entre bastidores. Como la vampira ayudó
a los persas a
continuar sus conquistas, sus intenciones de destruir las civilizaciones
humanas
pasaron
desapercibidas.
Cuando los persas se
enfrentaron a las ciudades griegas, mediante la intervención directa o
el soborno, se
encontraron con una tenaz resistencia. Hacia el 498 a.C. los griegos de Asia
Menor se
rebelaron contra el
yugo persa y comenzaron la Primera Guerra Médica. En represalia los persas
ocuparon las islas
del Egeo y devastaron Naxos y Mileto. Sin embargo, cuando desembarcaron en
Grecia para destruir
la ciudad de Atenas fueron derrotados en la batalla de Maratón. El estallido de
nuevas rebeliones en
Egipto obligó a los persas a retirarse. El rey Darío murió poco después, siendo
sucedido por su hijo
Jerjes, que sofocó las rebeliones y decidió comenzar una nueva guerra contra
los griegos.
Por su parte, los
vampiros del Imperio Persa se enfrentaron a los griegos. Aunque había
algunos Ventrue en
Grecia, sobre todo en la ciudad de Esparta y sus aliados, éstos procuraron
permanecer apartados
del conflicto con los persas, dejando la guerra en manos de los mortales. En
cambio, los Toreador
y Brujah de Atenas no estaban dispuestos a someterse al dominio de los
persas, a quienes
consideraban unos bárbaros incivilizados.
En el año 480 a.C.
dio comienzo la Segunda Guerra Médica, cuyo primer acto fue el
enfrentamiento en el
famoso paso de las Termópilas. Sin embargo, a pesar de la heroica resistencia
del general espartano
Leonidas y sus soldados, los persas avanzaron sobre Atenas, que había sido
evacuada, e incendiaron
la Acrópolis. La confrontación marítima se produjo en Salamina, donde los
atenienses lograron
la victoria. Jerjes se retiró a Asia; no obstante, en 479 su ejército se
enfrentó a
los aliados griegos
en Platea, pero fue nuevamente derrotado. Los asuntos de Grecia pasaron a
segundo término entre
los intereses de Jerjes. Sin embargo, el triunfo griego había animado la
rebelión de los
jonios de Asia Menor, que consiguieron recuperar su independencia. El reinado
de
Jerjes se redujo
entonces a cuestiones de política interior, sumamente deteriorada por las
intrigas
palaciegas. Tales
intrigas no concluyeron ni siquiera con el asesinato del propio monarca en el
año
465. Mes y medio más
tarde caía asesinado su heredero, Darío, a manos de quienes habían
provocado la muerte
del padre. Entonces ocupó el trono otro de sus hijos, Artajerjes I, quien tras
pacificar el país
tuvo que hacer frente a la revuelta egipcia de Inaro, que, secundada por
Atenas,
duró de 460 a 454. La
tensión entre Atenas y Persia concluyó en el año 449 por la firma de la
llamada Paz de
Calias. En ella Atenas se comprometió a abandonar cualquier pretensión sobre
Chipre y la ayuda a
los rebeldes del Delta del Nilo; por su parte, el Gran Rey de Persia aceptó la
autonomía de las
ciudades griegas de Asia Menor.
Las revueltas
internas y las luchas entre los vampiros persas llevaron a varios Ventrue,
entre
ellos la Matusalén
Tiamat, a emigrar hacia el Mediterráneo. Recordando la resistencia griega
contra
el dominio de los
persas, se asentaron en las ciudades griegas. No obstante, a pesar de la
decadencia
mostrada por los
persas, Mithras y sus seguidores continuarían en el Imperio durante algunos
siglos
más.
GRECIA
Algunos Ventrue
supervivientes de la Segunda Ciudad emigraron hacia el Mediterráneo,
estableciéndose como
dioses, héroes y profetas para los mortales. Sin embargo, pronto aprendieron
a respetar y temer el
poder de la humanidad.
Medón, uno de los
chiquillos de Ventrue, se había establecido como rey y dios de una
creciente comunidad
que habitaba una isla del Egeo. Gobernaba con autoridad suprema exigiendo la
servidumbre de los
mortales y otorgando muy poco a cambio. Aunque algunos afirman que se atrajo
el odio de otros
Vástagos, lo más probable es que la población mortal se alzase por propia
iniciativa
contra él. Los
humanos quemaron su palacio y él ardió bajo los rayos del sol hasta consumirse
por
completo. Uno de sus
chiquillos consiguió escapar, y la historia del destino de Medón se extendió
entre el resto del
clan.
Entre los Ventrue que
se asentaron en el Peloponeso destaca la vampira que tomó el nombre
de la diosa Artemisa
y que se asentó en Esparta, atraída por el filósofo Licurgo, quien deseaba
crear
un nuevo orden para
la ciudad. Artemisa había planeado alimentarse de él y tal vez convertirlo en
su
servidor, pero la
conversación del filósofo y sus planes para la sociedad espartana. Con el
recuerdo
de la muerte de Medón
todavía fresco en su memoria, Artemisa vio la oportunidad y el peligro que
suponían las ideas de
Licurgo, por lo que decidió seguir un camino que se convertiría en ejemplo
para muchos Ventrue.
En lugar de oponerse o tratar de controlar las instituciones mortales, decidió
implicarse en el
crecimiento de la ciudad, siguiendo los planes de los líderes mortales.
Hacia el siglo VIII
a.C. la vampira tomó el nombre de la diosa Artemisa Ortia y contempló
como Licurgo
construía su nuevo orden y proclamaba su legendaria constitución. Artemisa
contempló como los
espartanos sometían a los pueblos vecinos y vio en ellos muchos paralelismos
con la existencia de
los Vástagos. La población conquistada fue sometida a la servidumbre,
haciendo posible el progreso
de los espartanos o lacedemonios, permitiéndoles dedicarse a
perfeccionar el arte
de la guerra, convirtiéndose a ojos de Artemisa en un ejemplo perfecto del
potencial de los
mortales.
No fue Artemisa el
único Vástago en ver el potencial de los espartanos. Pronto otros
vampiros de los
clanes Lasombra y Brujah se asentaron en Esparta, pero Artemisa pronto alcanzó
una posición
conciliadora para repartirse el poder en la ciudad. Artemisa fue apoyada por
otros
Ventrue, que
acudieron y se asentaron en otras ciudades de la región, convenciendo a sus
líderes de
la conveniencia de
aliarse con los espartanos. Fue entonces cuando se creó la Liga del Peloponeso,
una difusa coalición
de ciudades con Esparta en su centro.
La segunda ciudad más
poderosa de la Liga del Peloponeso era Corinto, un rico emporio
comercial, donde se
instaló el Ventrue Evarchus, compartiendo el poder con los Brujah. Respaldada
por el poder militar
de Esparta, los barcos mercantes de la Liga expandieron el poder y la
influencia
de los griegos.
Evarchus comprendió el poder que la riqueza tenía sobre los mortales y se
convirtió
en uno de los
primeros Ventrue en utilizar el poder del comercio y la economía para
enriquecerse y
aumentar su
influencia. A pesar de las invasiones persas, Esparta, Corinto y la Liga del
Peloponeso
permitieron la
prosperidad de los Ventrue.
La antigua Matusalén
Tiamat llegó a Grecia hacia el siglo V a.C., mientras el Imperio Persa
se debatía en sus
luchas internas. Sin embargo, las facciones de Vástagos eran demasiado
numerosas y otros
clanes como los Toreador y los Brujah tenían demasiada influencia como para
que sus manipulaciones
tuvieran un efecto apreciable. Sus intentos de introducirse en la política
ateniense a través de
una fachada mortal fueron ridiculizados por el filósofo mortal Sócrates.
Furiosa, Tiamat
utilizó todo su poder para vengarse de Sócrates, desprestigiando al anciano
filósofo
y finalmente
consiguiendo, con la ayuda de un culto demoníaco conocido como la Séptima
Generación, que fuera
condenado a muerte en el año 399 a.C.
LA GUERRA DEL
PELOPONESO
Atenas y Esparta se
habían aliado para resistir la invasión de los persas, que había
constituido una gran
preocupación para los mortales. Artemisa trató de que los espartanos no
participaran en la
guerra pero su influencia sobre la ciudad tenía sus límites. Orgullosos y
llenos de
desprecio hacia los
bárbaros persas los espartanos marcharon a la guerra sin la bendición de su
diosa y regresaron
triunfantes. Sin embargo, ni Artemisa ni Evarchus, príncipe de Corinto, estaban
conformes con la
situación. Atenas salió fortalecida de la guerra y pronto comenzó a rivalizar
con
Corinto por la
preeminencia comercial en Grecia.
Aunque la habilidad
de los atenienses fue el principal factor en la prosperidad de la ciudad,
varios Vástagos,
principalmente de los clanes Toreador y Brujah, se habían asentado en Atenas
atraídos por las nuevas
ideas y artes que se desarrollaban allí. Los Vástagos de varias ciudades se
aliaron con Atenas
creando la Liga de Delos, que se oponía a la Liga del Peloponeso liderada por
Esparta.
Los Ventrue vieron
amenazada su posición en Grecia y comenzaron a manipular a los
gobernantes mortales
que también veían amenazada su posición por el ascenso de Atenas. El
conflicto se hizo
inevitable, gracias sobre todo a los deseos de Evarchus y en menor medida de
Artemisa. Siguió una
larga guerra que duró décadas y que enfrentó a las dos alianzas de ciudades
griegas. Los Ventrue
fueron ayudados por los Lasombra y Brujah espartanos, mientras que los
Toreador y Brujah
atenienses fueron debilitados por la división social, que impedía la toma de
decisiones efectivas,
y las propias luchas internas que enfrentaron a ambos clanes, pues los Brujah
atenienses no
deseaban el enfrentamiento con sus hermanos de Esparta.
Artemisa y Evarchus
temían atacar Esparta por su cuenta, sin el apoyo de las tropas
espartanas, pero la
intervención decisiva del general espartano Lisandro, que en el año 407 a.C.
consiguió destruir la
flota militar ateniense y puso cerco a Atenas, que terminó rindiéndose por
hambre. La Liga del
Peloponeso resultó vencedora. En recompensa por su talento estratégico y
militar, Artemisa
concedió el Abrazo a Lisandro poco después.
Artemisa y Evarchus
entraron con los conquistadores espartanos en Atenas, deseando
someter a los
arrogantes vampiros atenienses, pero la mayoría habían huido de la ciudad.
Aunque
no hubo bajas
apreciables entre los Vástagos, este conflicto sentaría un precedente de los
enfrentamientos entre
los clanes Ventrue y Brujah en el futuro.
Sin embargo, breve
fue la victoria de Esparta, pues pronto otras ciudades griegas se alzaron
para combatir su
hegemonía. En unas pocas décadas los espartanos fueron derrotados por Tebas,
una ciudad que
parecía significativamente libre de influencia vampírica. El templo de Artemisa
fue
incendiado y ella
huyó en la noche con Lisandro y el resto de su progenie. Evarchus permaneció en
Corinto pero unos
años más tarde cayó en letargo, del que despertaría siglos después, una vez hubo
pasado la gloria de
Grecia.
La hegemonía de Tebas
en Grecia no duró mucho. En el siglo IV a.C. los macedonios
destruyeron la ciudad
e impusieron su dominio sobre el resto de las ciudades griegas. Entre los
invasores había
varios Vástagos de los clanes Ventrue y Brujah, y muchos de ellos acompañarían
a
Alejandro Magno en su
expedición a Oriente.
LOS VENTRUE LATINOS
Los Ventrue ya se
habían instalado en la Península Itálica hacia el siglo VIII a.C.,
asentándose entre los
etruscos, un pueblo que habitaba en las ciudades del centro de Italia,
cohabitando en paz y
creando una próspera civilización. Según la leyenda 13 vampiros dirigidos por
la Ventrue Tinia
controlaban a los etruscos, entre ellos algunos Toreador. Mientras Tinia
entraba en
letargo, su chiquillo
Collat encabezó una revolución en el 509 a.C. que derrocó a los reyes etruscos
que gobernaban Roma y
proclamó la República. Tras el regreso de su sire, Collat llegó a un acuerdo
con ella y se
convirtió en Príncipe de Roma.
Los relatos sobre
Tinia desaparecen a partir del 480 a.C., después del Abrazo de su progenie
Julia Antasia, aunque
existen algunas referencias a una hermosa mujer etrusca que encontró la
muerte en Asia Menor
y que guarda cierto parecido con Tinia. Algunos eruditos sospechan que
Collat planeó la
muerte de su sire, que fue destruida o diabolizada, convirtiéndose Collat en el
líder
de los Ventrue
latinos.
El poder y la
soberanía de Roma se extendieron convenientemente a lo largo de los siglos
siguientes,
conquistando las demás ciudades etruscas y la mayor parte de Italia. Collat y
los Ventrue
se beneficiaron
enormemente de esta expansión, reclamando nuevos dominios en las ciudades
conquistadas. Collat
también estableció el modelo de gobierno que los Ventrue seguirían en el
futuro, tanto en Roma
como en el mundo entero. A diferencia de los Vástagos de la época no
gobernó abiertamente
como un dios, pues era consciente que la naturaleza orgullosa y supersticiosa
de los romanos podía
llevar a su destrucción. En lugar de coexistir abiertamente con los mortales,
los Ventrue romanos
se mantuvieron apartados de la escena pública, ganándose los favores de
ciudadanos y
gobernantes e influyendo en los acontecimientos desde bastidores, reclamando
luego
el pago de su ayuda.
Cuando la guerra
contra Pirro de Epiro llevó a Roma en conflicto directo con las ciudades
griegas del sur de
Italia, los Ventrue latinos entraron en contacto con sus compañeros de clan
griegos, entre los
que se encontraban Artemisa y Lisandro. Lisandro se había establecido en la
ciudad griega de
Tarento, que se había convertido en el objetivo de Roma en su guerra contra
Pirro,
y cuando todo el sur
de Italia cayó ante el avance de los ejércitos romanos, Lisandro cayó en manos
del chiquillo más
prometedor de Collar: Camila (o Camillus, según las fuentes).
Camila y Lisandro
debatieron durante años, pues Camila conocía muy poco del mundo fuera
de Italia. Asimismo,
los romanos aprendieron muchas cosas de la guerra contra Pirro. Lisandro
enseñó a Camila la
historia del clan Ventrue y las formas de gobierno que los Ventrue habían
desarrollado en
Grecia. Camila se mostró interesado y horrorizado a la vez al saber que
Artemisa se
había hecho pasar por
una diosa, pero su principal interés fue despertado por el poder marcial que
habían creado los
espartanos. Bajo la tutela de Lisandro aprendió muchas cosas…
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