lunes, 12 de noviembre de 2012

Un cuento genetico

Ójala jamás hubiese contestado a esa llamada -pensó Raymon- nunca lo hubiera sabido y no hubiese pasado nada de lo que pasó.

No tubo ese pensamiento hasta tres horas después, cuando la catequista mencionó el ángel caído. Entonces, Miriam se volvió para decirle lo de las sectas de Satanás y el trabajo de 10 páginas del próximo martes. Raymon la miró ensimismado y curiosamente excitado. Aquella mente calenturienta de adolescente le iba a meter en otro lío y no quería más problemas con la gente de clase.
Raymon le contestó que había encontrado toda la información en una página web de internet. Dicho lo cúal le dio la dirección y la invitó a tomar un aperitivo en el restaurante chino de enfrente de su casa. Ella le dijo que no, no podía ser, tenía demasiado que estudiar y había quedado con unos amigos por la tarde. Raymon estuvo a punto de mandarla a tomar por culo, pues eran 3 veces las que se lo había pedido y 3 veces le había puesto la misma excusa. No lo hizo. Crear nuevos enemigos no le venía nada bien y en su caso menos. En su lugar cambió de tema y bromeó un rato. Cuando terminaron las clases se fue corriendo a casa con un gran nudo en la garganta que apenas le dejaba respirar. Se vió envuelto en una oscuridad tan densa, tan desagradeble, tan atrayente…
Llegó a la puerta de su casa y llamó al timbre. No contestaron y volvió a llamar. Como no habrían tuvo que buscar las llaves en la mochila. Sus dedos dieron con una nota. La sacó y cuando se disponía a leerla algo le llamó la atención. No había tenido aquella sensación de superioridad desde hacía 5 meses, cuando llamaron a su casa y … . ¿de quién era esa nota?¿y porqué la tenía él?
No recordaba que nadie se la hubiese dado y tampoco se la habían podido meter en la mochila, pues tenía candados para que no le robasen en el instituto.
Dejó aquellos pensamientos aparte pero no podía quitarse ese sentimiento de ser poderoso y apenas hizo amago de intentar olvidarlo.
Sus ojos se volvieron hacia el trozo de papel que tenía entre sus manos. La abrió y la leyó.

Cuando hubo terminado, apenas había entendido nada. La carta, papel, nota o lo que fuera estaba escrita en inglés. Solo había comprendido unas cuantas palabras en la que destacó un enorme WARKING pintado con rojo sangre. Despues de volver a leerla una 2ª vez la dobló y la me´tió en la cartera. Ya la traduciría más tarde. Busco las llaves y abrió la puerta. El volumen de música estaba a tope y su hermana estaba con un chico en el salón morreándose. Sus padres habían salido y su hermano pequeño todavía estaba en el colegio.
Fue a la cocina y se detuvo en el salón. Cogió un vaso de agua y cuando lo estaba bebiendo se dió cuenta que la alfombra roja que había debajo del sofá se estaba moviendo. Se frotó los ojos y se acercó para ver mejor esa cosa. Un poco más cerca dedujo que lo que staba pisando no era un alfombra sino algo viscoso y maloliente parecido a ¡¡SANGRE!!. Confuso, se dió la vuelta para advertir a su hermana Jessica, pero lo que a él le había parecido un morreo con un chico era su hermana lamiendo el cuello al chico más popular del instituto. Dándose cuenta jessica que su hermano la estaba mirando estupidamente, le dijo, como si de comida se tratase -¿quieres un poco, Ray?
A pesar de aquella escena tan repulsiva e inhumana, Ray se sintió tentado a probar un poco de aquella sustancia vial. Su mente racional le hizo volver y darse cuenta de la situación: su hermana se estaba bebiendo la sangre de una persona.
-¿que haces Jessi?
-Prueba, hermanito, que no te va a pasar nada
-Estás loca. Es sangre humana
-Oh, pues claro, ¿que hay de malo?
-¿que qué hay de malo?. Para empezar eso es canivalismo y asesinato, además de…

Mientras Raymon hablaba su hermana había recogido con un dedo sangre del chico y se la había llevado hasta la boca de su hermano.
-Prueba.
-No, jamás, es una asquerosidad
-Eso lo dices porque no la has probado. Pruébala.
-No. Estás loca

Sin embargo, el cuerpo de Raymon iba por delante de sus palabras. Jessi le metió el dedo empapado de sangre en la boca y Raymon dejó escapar un suspiro de extasis. Por encima de sus deseos, Raymon se arrodilló y lamió la sangre del suelo. Excitado y sin control pidió más, y se abalanzó sobre el cadaver del chico.
  



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