Mientras Cappadocius yacía en letargo,
sus descendientes recorrieron el mundo.
Muchos de ellos se aliaron con los
vampiros romanos durante las Guerras Púnicas y
contribuyeron enormemente a la
construcción de las catacumbas y cloacas de la ciudad,
cuyo dominio compartieron con los
Nosferatu.
Varios cultos romanos adoraban los
misterios de la muerte, entre ellos los
dedicados a Plutón, Baco y Tifón, cuya
propagación se debió en gran parte a los
Seguidores de Set.
Durante el auge de la República Romana
una familia de patricios conocidos como
los Jovianos creó un culto llamado los
Flamens Dis, dedicado a la adoración de Dis
Pater, el Padre de la Riqueza, un ser de
inmenso poder en el Inframundo. La adoración
de los Jovianos le proporcionó poder y
motivos para que ayudara a la prosperidad de la
familia. De hecho, se cree que Dis Pater
era el fundador de los Jovianos, y que tras la
muerte se convirtió en un poderoso
espíritu.
Los Jovianos se beneficiaron de las
guerras llevadas a cabo por los romanos,
proporcionando suministros a los
ejércitos. Durante la guerra civil entre Octavio y
Marco Antonio la familia realizó acuerdos
mercantiles con los dos bandos
involucrados.
Sin embargo, aparte de los intercambios
comerciales y de sus negocios, los Jovianos
comenzaron a practicar la nigromancia,
como parte de la veneración por Dis Pater y los
ancestros tan frecuente en la sociedad
romana. En algunos casos la responsabilidad
familiar no terminaba con la muerte. Era
importante que los lares familiares
continuasen siendo venerados y que los
lemures fuesen apaciguados.
Mediante sus habilidades en los negocios
y la ayuda de Dis Pater y sus servidores
del Inframundo los Jovianos consiguieron
una enorme riqueza, mediante el préstamo, el
comercio, y cierto grado de industria. La
familia en sí misma no estaba muy unida, y en
general cada individuo actuaba por su
cuenta compartiendo su adoración común y una
lucrativa red de contactos que se
complementaban entre sí y extendían su influencia.
Algunos Jovianos descubrieron la
existencia de los vampiros, y es posible que
algún miembro de la familia fuese
Abrazado por ellos, aunque no existe confirmación.
Durante los dos siglos siguientes estos
patricios romanos incrementaron su riqueza y su
influencia, y con ellas su poder. Los
Jovianos consiguieron altas posiciones por todo el
Imperio Romano y finalmente el general
Flavio Joviano se convirtió en emperador en el
año 363, después de la muerte de Juliano
el Apóstata. Joviano cesó las persecuciones
contra los cristianos de forma inmediata
ya que profesaba la religión cristiana
ortodoxa. Murió a principios del año 364
en Asia Menor, eligiendo como sucesor a
Valentiniano. Sin importar las disputas
entre paganos y cristianos, los Jovianos ya
habían elegido su bando años antes.
Pero la prosperidad de la familia no
podía durar para siempre. A finales del siglo
IV el Imperio Romano se tambaleaba en el
Oeste. Tribus de bárbaros germanos invadían
las fronteras y en el siglo V era obvio
que terminarían por conquistar Roma. La ciudad
fue saqueada dos veces antes de su
conquista por Odoacro, rey de los hérulos, en el año
476. En ambas ocasiones los Jovianos
habían salvado sus vidas mediante el soborno o la
ayuda de los espíritus familiares. Sin
embargo, en el momento de mayor necesidad los
lares familiares los abandonaron, o peor
aún, se convirtieron en lemures (espectros) y
provocaron la destrucción de la familia.
Más tarde los supervivientes descubrirían que
durante la caída del Imperio Romano se
había producido una terrible tempestad en el
Inframundo, pero este suceso provocó un
cambio en la religión familiar. En lugar de
adorar a los espíritus comenzaron a
utilizar sus artes nigrománticas para obligarles a
obedecer sus órdenes.
Temiendo por su seguridad, los Jovianos
supervivientes recogieron los restos de su
fortuna y huyeron al norte, a un grupo de
asentamientos fundados por refugiados
romanos que habían huido de las
depredaciones de Atila el huno un siglo antes. Estas
comunidades serían el origen de la ciudad
de Venecia.
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